19/05/2024 12:00
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NOTA DE REDACCIÓN: ¿Qué es un Folletón?: Publicar novelas o ensayos por entregas diarias. Le llamaban «El Folletón», y curiosamente hasta la «Rebelión de las masas», de Ortega y Gasset o «Amor y Pedagogía», de Unamuno, se publicaron de esta manera. Hoy lo hace Julio Merino en ÑTV ESPAÑA con su excepcional libro por entregas El Príncipe Republicano.

Capítulo 2 A

EL REY ABDICA Y SE

AUSENTA DE ESPAÑA

La mañana del lunes 22 de noviembre amaneció en Madrid con un frío intenso y un cielo lleno de nubarrones. Los hombres y mujeres del tiempo anunciaban lluvias importantes e incluso nieve para la tarde-noche.

Sin embargo, los programas de las Radios y de las Televisiones (y las tertulias) se centraban en el 40 aniversario de la proclamación de Juan Carlos como Rey de España. Algunos tertulianos criticaban que se hubiese dado tan poca importancia institucional al acontecimiento: un simple acto en la Zarzuela para felicitar a los Reyes y la presencia limitada de los asistentes: Presidentes del Congreso de los Diputados y del Senado : Presidentes del Tribunal Constitucional y del Supremo; Presidente del Gobierno y Representantes de los gobiernos Autonómicos; líderes sindicales y Cardenal Arzobispo de Madrid. ¡Cuarenta años de Monarquía y Democracia -decían- se merecían más glamour político!

Bueno, ya se sabe, el bla bla bla de todas las tertulias y los tertulianos que hablan de todo sin saber de nada.

Pero, sobre las 10 de la mañana (a las 10 menos 5 lanzó el primer avance El Mundo. es) cambió el panorama. De círculos “bien informados” se había sabido que el acto previsto en la Zarzuela se había suspendido y eso encendió todas las señales de alerta de los medios de comunicación.

¡Algo grave debe haber pasado -dijo rápidamente Pedro J. Ramírez en la tertulia de la COPE -. Señores, esto no me huele bien. Al Rey le ha pasado algo.

Y el resto de los tertulianos se lanzaron a recordar los últimos trastornos de salud del Monarca y las últimas dos operaciones que había sufrido en la clínica habitual de Barcelona. No dio tiempo para mucho más. Porque enseguida (10,30) se hizo público un escueto comunicado de la Zarzuela que decía:

Por una indisposición transitoria de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos los actos previstos para hoy han sido suspendidos. No pasa nada”.

Uy, uy, uy… esto sí que suena raro -exclamó Oneto en su tertulia- si la Zarzuela dice que no pasa nada es que está pasando todo. Yo creo que el Rey se nos muere.

Y ancha es Castilla. Porque los periodistas, todos, pusieron en marcha la máquina de los rumores y Madrid y toda España entraron en la vorágine. Durante unas horas hubo rumores y opiniones para todos los gustos. Algunos decían saber de “buena tinta” que el Rey se había suicidado.

En una tertulia rosa se adelantó como exclusiva que todo había sido como consecuencia del anuncio de divorcio que habían comunicado a los Reyes Don Felipe y Doña Letizia esa mañana durante el desayuno.

Pero, todo fue a más cuando a las 12 en punto se supo que el Presidente del Congreso, el Popular Ángel Acebes, había convocado un Pleno Extraordinario de las Cortes Generales (Congreso y Senado) para las 5 de la tarde. Porque eso confirmaba que algo muy serio estaba pasando o iba a pasar. Y aquello ya fue la locura periodística y política! Incluso los tertulianos abandonaron sus respectivas tertulias y se lanzaron como locos en busca de información veraz. Pero, era una misión imposible ya que todas las fuentes posibles se habían cerrado a cal y canto.

El Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, había desaparecido y los Ministros sabían menos que los periodistas.

La Zarzuela se cerró en bandas y pedía calma y paciencia… hasta las 5 de la tarde. Y lo mismo los Presidentes del Congreso y el Senado. Los jefes de Prensa y los Departamentos de Comunicación de los Partidos ni se ponían al teléfono.

Los Presidentes autonómicos, algunos de los cuales estaban en Madrid por el acto previsto en la Zarzuela para el recordatorio de los 40 años de Reinado, no sabían qué hacer, si volverse o esperar a las 5 de la tarde. España entera vivía con máxima atención los acontecimientos. ¡Ni aquel 20 de Noviembre de 1975, el día de la muerte de Franco, había tanta expectación!

Sobre las 3 de la tarde un medio se atrevió a mencionar la palabra que todos habían callado, por miedo o por desinformación. Fue el siempre atrevido y valiente “Prnoticias”, justo antes de las 2:55 h. lanzó esta información-comentario:

Señores todos, Prnoticias está en disposición de adelantar lo que esta pasando. Según nuestra mejor fuente el Rey Juan Carlos no está enfermo de gravedad, ni se ha suicidado, ni los Príncipes se van a divorciar… la noticia de hoy es y va a ser esta tarde, que el Rey ha abdicado y da por terminado su Reinado. Seguiremos informando”.

¡Y otra vez la máquina de los rumores se puso en marcha! Los tertulianos se estaban volviendo locos.

Alguno, celoso de los permanentes éxitos informativos de “Prnoticias”, quisieron rebatir su credibilidad recordando que “ese medio ya filtró hace cuatro años la noticia de que el Rey había abdicado. Fue un fracaso estrepitoso”.

Pues yo creo -replicó un Jiménez Losantos como súper feliz- que en este caso PR va a tener razón. Una enfermedad grave o un accidente no se comunican a la Nación a través de un Pleno Extraordinario de las Cortes Generales… una abdicación, sí”.

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Naturalmente los informativos del mediodía se volcaron en el tema y todas las televisiones anunciaron que cambiaban la programación de la tarde para dar en directo el Pleno Extraordinario.

Bueno, todas no, porque Telecinco anunció que el “Sálvame” de Jorge Javier Vázquez …. daría la entrevista en exclusiva que habían conseguido con Isabel Pantoja en la cárcel de Alhaurín. (¡Un millón de euros! para ellos, vale más que una abdicación) .

A las 4 de la tarde, y a pesar de la lluvia que ya estaba cayendo sobre Madrid, los alrededores del Palacio de la Carrera de San Jerónimo fueron llenándose de un público expectante. Había mucha tensión en el ambiente. Tanta que los aplausos y los pitos sonaban casi al mismo tiempo cuando fueron llegando los diputados y las autoridades.

A las 5 en punto el Presidente, pidió silencio y abrió la sesión con una voz ronca y un semblante muy serio. No faltaba ni un Diputado ni un Senador y las Tribunas para el público estaban ocupadas por Autoridades representativas de todas las Instituciones del Estado.

Había más de 300 periodistas acreditados y TVE se había comprometido a ceder la señal en directo a 40 cadenas nacionales y extranjeras.

Señores Diputados, Señores Senadores, Autoridades institucionales aquí presentes -comenzó diciendo el Presidente de las Cortes- esta mañana, a las 10 en punto, la Casa Real me ha hecho llegar, en nombre de Su M. el Rey, dos sobres cerrados y lacrados, con el ruego de que se lean ante las Cortes Generales los documentos que vienen dentro.

Por tanto, y de acuerdo con la normativa vigente, ruego al señor Ministro de Justicia, que como Notario Mayor del Reino, se acerque a esta Tribuna y sea él quien abra los sobres reales”.

Y el Ministro, en este caso Ministra, la popular Ana Mato, se levantó del Banco Azul ocupado por el Gobierno, y subió a la Presidencia.

Abrió en primer lugar un sobre grande, sacó un pliego de papel papiro en el que había escrito un texto manuscrito con caracteres góticos y tras comprobar el sello Real y la firma del Rey se lo pasó al Presidente Acebes.

El cual, y con gran ceremonia, pasó a su lectura, en medio de un silencio total:

Yo, Juan Carlos I de España, de acuerdo con la Constitución y la Ley de Sucesión, comunico a las Cortes Generales del Reino que he decidido, en el uso de mi libertad y con pleno conocimiento de causa, ABDICAR la corona en mi muy querido hijo Felipe de Borbón, Príncipe de Asturias. Al mismo tiempo le transmito todos los derechos hereditarios como jefe de la Casa Real.

Motivos personales y de salud, me obligan a ello. Juré hace hoy precisamente 40 años servir a España y a los españoles en cuerpo y alma y no sería fiel a aquel juramento si siguiera en la Jefatura del Estado mermado físicamente.

Además lo hago con la tranquilidad de saber que mi hijo está lo suficientemente preparado para ser un buen Rey.

Sólo pido a las Cortes Generales y al Gobierno que acepten esta abdicación y pongan en marcha con rapidez el mecanismo sucesorio, teniendo en cuenta que por prescripción médica tendré que ausentarme de España temporalmente a un clima más favorable para mi salud.

Y a los españoles les pido que den a mi hijo, el Príncipe de Asturias, todo el apoyo y todo el amor que me dieron a mi a lo largo de mi Reinado.

Sé que España ha cambiado mucho en estos 40 años y que hoy las sensibilidades políticas de las distintas Autonomías no son las mismas. Pero, también estoy seguro de que entre todos y con un nuevo Rey sabréis encontrar el camino más favorable para mantener la grandeza de esta España que siempre fue grande.

¡Viva España!

Yo, Juan Carlos, Rey.

Y el silencio profundo se rompió con un fuerte aplauso de todos los presentes en el salón histórico y gritos generalizados de !Viva el Rey! Y ¡Viva España!.

Acallados los aplausos y los gritos el Presidente toco la campanilla y pidió máximo silencio para proseguir el acto.

Entonces el Ministro de Justicia, como Notario Mayor del Reino, abrió el segundo sobre, comprobó su contenido y entregó al Presidente otro pergamino, igualmente escrito con caligrafía y letras góticas.

En este caso el Presidente le pidió a la Secretaria Primera de la mesa, la socialista Belén Landábaran, que procediese a la lectura del comunicado real, que decía:

A los Españoles todos:

En este, mi último día como Rey de España, me dirijo a todos vosotros para agradeceros con un abrazo de amigo el apoyo y el cariño que todos me habéis prestado en los 40 años de mi Reinado.

Y cuando digo a todos me refiero a los castellanos de las Castillas, a los madrileños de Madrid, a los extremeños de Extremadura, a los gallegos de Galicia, a los cántabros de Cantabria, a los asturianos de Asturias, a los vascos de Euskadi, a los navarros de Navarra, a los aragoneses de Aragón, a los catalanes de Cataluña, a los valencianos de Valencia, a los murcianos de Murcia, a los andaluces de Andalucía, a los canarios de Canarias y a mis vecinos de Baleares… ¡a todos! A todos los españoles les envió hoy mi abrazo de agradecimiento.

Juré aquel ya lejano día del 22 de Noviembre de 1975 que me entregaría en cuerpo y alma al servicio de España y no creo que nadie me pueda criticar lo contrario.

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Es cierto que en estos 40 años pasamos momentos difíciles como aquella desgraciada noche del 23 de febrero de 1981 (aquí se produce un imprevisto aplauso prolongado y general de todos los presentes que cortan la lectura de la secretaria. Luego sigue la lectura). Es cierto que el Terrorismo de esos fanáticos de ETA nos sembraron de cadáveres el camino de la libertad y la Democracia.

Es cierto que la terrible jornada del 11 de marzo del 2004 temblamos todos y todos lloramos la terrible tragedia de Atocha (otra vez aplausos generosos). Es cierto que en estos 40 años han cambiado las sensibilidades de las Autonomías y que Cataluña y Euskadi requieren un trato especial. Es cierto que la crisis económica que estamos viviendo en los últimos años nos está causando serios contratiempos.

Pero, amigos todos, en esta hora de mi despedida sólo os puedo decir algo en lo que creo firmemente: el pueblo español es tan grande que sabrá superarlo todo. España es tan grande que ni los peores demonios podrán con ella. Pero antes de mi último adiós quiero pediros como Rey y como padre, que apoyéis al Príncipe de Asturias como me apoyasteis a mí. Abdico la Corona y cedo todos los Derechos hereditarios a mi hijo Felipe por razones personales y de salud. Pero, os aseguro que España estará siempre presente en mi alma mientras viva.

¡Viva España!”

Y otra vez se produjo un aplauso general, con los gritos de rigor: ¡Viva el Rey! ¡Viva España!

El hemiciclo era un hervidero de emociones, y los periodistas estaban como locos. Acabados los aplausos el Presidente tocó la campana y dijo:

Señores diputados y Senadores, Señorías… Creo que llegado este momento y ante la necesidad de hablar que observo en las caras de todos me parece oportuno que nos tomemos un descanso de 10 minutos ¡sólo 10 minutos! La Prensa espera ansiosa”.

Y el Presidente tenía razón, porque los pasillos del viejo Palacio se transformaron rápidamente en improvisados estudios de Radio y Televisión. Entrevistas y declaraciones a go-gó sobre la abdicación del Rey y el proceso de Sucesión que vendría después del receso.

Las tertulias y los tertulianos echaban humo. César Vidal dio un largo repaso a las abdicaciones Reales Españolas de todos los tiempos, aunque se centró en la de Alfonso XIII. Porque según él el texto que se presenta como su abdicación no fue tal, sino una Carta de despedida al pueblo español. La verdadera abdicación la hizo en Roma y sólo un mes antes de su muerte.

Pero, lo que centró el tema del texto hecho público en el Congreso fue la enfermedad del Rey. Para unos debía ser muy grave y acaso terminal, pues hasta ahora el Rey llevaba muy bien, y a pesar de las operaciones sufridas, sus 77 años.

Por su parte, “Prnoticias” sacó pecho y no sólo recordó que había sido la primera en dar la noticia de la abdicación, sino que aclaró lo que había sucedido años atrás cuando adelantó como rumor que el Rey iba a abdicar. “En aquella ocasión tuvimos que callarnos y aceptar las feroces criticas -decía-que nos hicieron todos los Medios por lo que consideraron una información frívola. Ahora, hoy, estamos en disposición de decir la verdad de entonces. Nuestra fuente no podía ser mejor, ya que era D. Sabino Fernández Campos, quien, aunque ya jubilado, seguía teniendo las mejores relaciones con la Zarzuela. Lo que pasó, según D. Sabino, es que cuando la Reina vio el texto de abdicación, firmado por el Rey incluso, se lo arrebató de las manos y lo rompió en mil pedazos. Pero, nuestra información era cierta: el Rey había escrito su abdicación”.

A las 7 en punto de la tarde el Presidente de las Cortes pidió una vez más silencio y abrió de nuevo la sesión con estas palabras:

Señores Diputados y Senadores, es el momento de que los Portavoces manifiesten la posición de su respectivos grupos antes de pasar a la correspondiente votación. Ruego a los intervinientes que sean lo más breves posibles, ya que sólo se trata de aceptar o no aceptar la abdicación de su Majestad el Rey”.

CONTINUARÁ

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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