28/04/2024 11:35
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Juan Carlos Monedero es licenciado en Filosofía por la Universidad del norte Santo Tomás de Aquino. Escritor. Argentino. Autor de 4 libros. Docente y padre de dos hijos. Está preparando su siguiente libro titulado “Manual de maniobras para los combates culturales”.

Tu país, la Argentina, se acerca a un nuevo momento electoral en octubre, donde la ciudadanía elegirá -en primera vuelta- a su presidente. Como católicos lúcidos y responsables, ¿qué es lo que tenemos que saber?

Tenemos que saber varias cosas. Ilustro el asunto especialmente para los extranjeros que no tienen porqué conocer esto. Tienen posibilidad de ganar tres candidatos: Sergio Massa, Patricia Bullrich y Javier Milei. La verdad es que los tres son malos, cada uno a su manera. La segunda vuelta se producirá en noviembre si el candidato más votado saca menos del 45% o si la diferencia con el segundo es menor al 10%.

Massa hoy es Ministro de Economía gracias a una alianza electoral con Cristina Kirchner; figura en la lista de “personas de confianza” de la Open Society de Soros, fue operador político de la ley abortista en 2020; un hombre de poder que ha cambiado de bandera miles de veces. Patricia Bullrich impulsó un proyecto de ley del aborto, allá por los años 90’, como denunciara la Revista Cabildo en la Argentina. Fue un firme apoyo del Presidente Mauricio Macri, quien habilitó -por primera vez- el debate parlamentario sobre el aborto en 2018. En su juventud, formó parte de la agrupación terrorista Montoneros, que asoló el país en los 70’ mediante innumerables atentados. Bullrich también forma parte de la conocida lista de Soros. En cuanto a Milei, te contaré más adelante. Pero lo cierto es que esto va más allá de los nombres.

Lo novedoso de estas elecciones: el partido de Milei (La Libertad Avanza) y su espacio parecen distintos pero muchas de sus ideas son propias de la Revolución Mundial Anticristiana. En efecto, hay una posmodernidad progre, feminista, lesbomarxista, indigenista y la mar en coche. Pero hay también una Modernidad libertaria, firmemente procapitalista y anticomunista por malas razones, que seduce especialmente a cristianos hartos de la agenda antifamilia. Esto es lo primero que tenemos que saber.

Milei no será populista al estilo Massa (algunos dicen que es populista de derecha), no será políticamente correcto como Bullrich. Pero encarna otros gravísimos errores. Ahora bien, para ser justos, esto va más allá de las personas concretas. Hay un sistema. Es la lógica del sistema el problema. Y la solución es la restauración de la Ciudad Católica, para que en la polis imperen las verdades perennes del Evangelio, tanto en la Política, en la Economía, en la Sociedad y en la Cultura. El resultado de eso: el Orden Social Cristiano. Por todo esto, con responsabilidad ante Dios y ante mi conciencia, elijo no votar.

¿Qué sabemos del “fenómeno Milei”? Se nos presenta como rupturista, rockero, ex arquero de fútbol, demoledor de la izquierda, con carisma, discutidor…

El discurso de Milei ha sabido golpear una y otra vez sobre algunos puntos neurálgicos. El gasto público en la Argentina es exorbitante, y mucho dinero se gasta en comprar voluntades políticas, en clientelismo, en tonterías o en corromper a la gente. Los políticos se suben el sueldo a sí mismos, suben los impuestos para pagarse esos sueldos, para compensar su ineficacia, para sostener ese clientelismo, subsidiar ciertos servicios, comprar voluntades. Hay una gran cantidad de tributos que las empresas tienen que pagar: los agentes del estado muchas veces despilfarran… Todo es cierto. Y Milei -como boxeador que advierte la costilla rota del adversario- martilla sobre esa costilla, logrando que el púgil se doble. Y se está doblando. Fue un hallazgo el uso del término casta. Milei ha repetido, cual mantra, que el conjunto de políticos históricos argentinos (a quienes llama “la casta”) son el cáncer del país. Lemas como “la casta tiene miedo” se vuelven populares. Sería una sorpresa si supiera que el Nacionalismo Católico Argentino usó el mismo término hace muchas décadas. Meinvielle fue un ejemplo de esto.

Su éxito no es solamente suyo. Él es el emergente de un trabajo sostenido por los liberales en las redes sociales y en la TV desde hace varios años. No fue casualidad. En un reciente libro (“El Loco”, escrito por Juan Luis González), se ha develado que el empresario argentino Eduardo Eurnekian pagó para que Milei tuviera un lugar constante en el Canal América –donde Eurnekian es accionista- ya desde 2016. La popularidad de Milei explota ahí, siendo entrevistado continuamente y pudiendo hablar sin interrupciones durante 3, 4 y hasta 5 minutos. Cosa impensable en la televisión.

Por otro lado, hay todo un conjunto de youtubers liberales, de distintos grados y pelajes, que son responsables de este ascenso mediático de Milei. Hay un marketing constante, con trolls incluidos, shows, operaciones de prensa, debates guionados, victimizaciones, escándalos, y el resultado es lo que vemos. Fue muy buena táctica que los liberales batallasen con la izquierda lesbomarxista feminista: así atrajeron la simpatía de cristianos providas incautos, que sólo ven enemigos a la izquierda. El enemigo de mi enemigo, es mi amigo. Es muy simple la estratagema. Es como la Guerra Fría pero cultural. Se entra a esa casa por la puerta Profamilia, dentro de esa casa te moldean y luego sales con un libro de Mises y Rothbard bajo el brazo, defendiendo el libre mercado y pisoteando la justicia social.

Todos estos factores pusieron a Milei en la vitrina, corrió “con el caballo del comisario”, como decimos en la Argentina, y luego obviamente la gente –deslumbrada por la fama- reparó en alguien que, si no tuviera tanta popularidad, no llamaría tanto la atención. En conjunto, y como analista de la realidad, tengo que decir que la situación actual no parece inexplicable. “Dios no niega al impío el fruto de su trabajo”, dice Jean Ousset. Y los liberales trabajaron. Y Milei trabajó, y peleó, y discutió en infinitas entrevistas y no cedió en ninguna.

Más allá del “fenómeno mediático Milei”, la mayoría de las ideas que encarna son totalmente anticristianas. Sin embargo, una gran cantidad de cristianos, y de cristianos católicos, votaron a Milei en agosto y trabajan activamente por su candidatura.

¿Qué ideas o conductas alentadas por Milei consideras tú como “anticristianas”?

Mira estas frases de Milei:

El liberalismo es el respeto irrestricto por el proyecto de vida de los otros basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, la propiedad y la libertad”.

Si el mercado no lo valida, no tiene porqué existir”.

El concepto de Justicia Social es aberrante”.

Sobre la venta de órganos: “un mercado más, vos podrías pensarlo como un mercado (…) Es una decisión de cada uno. A ver: ¿por qué no puedo decidir sobre mi cuerpo?”.

-¿Vos estás a favor de la venta de niños? -Depende”.

Una mujer tiene 9 meses de embarazo. Pero hay cada vez técnicas más avanzadas, ¿sí? para que vos puedas tener el hijo antes. Entonces, eso va a permitir -digamos-, por ejemplo, que lo tengas (en el vientre) menos tiempo. Pero, además, en la sociedad moderna que se viene, donde vos vas a poder tener hijos “de diseño”, humanos “de diseño”, de hecho, va a ser una irresponsabilidad tener hijos de la forma que los traemos hoy al mundo. ¿Sí? Una irresponsabilidad. ¿Por qué? Porque si vos los podes hacer “de diseño”, podría tener las características que vos… quieras”1.

Sus comentarios sobre el sexo tántrico y sobre el sexo en general, realmente irreproducibles. El “sexo tradicional” le parece “espantoso”2.

El amor: “un conjunto de reacciones químicas”.

¿Y el poliamor? Depende del caso”.

Sus experiencias en tríos3.

Mis perros son como mis hijos, mis hijitos de cuatro patas, mis perros tuvieron hijos y me hicieron abuelo”.

“…los chicos (sus militantes) hicieron un gran trabajo de evangelización porque iban y le decían a sus pares, a sus abuelos, Escuchalo a Milei, escuchalo a Milei…”.

Karina (su hermana) es Moisés, y yo (Javier Milei) soy Aarón”.

El enemigo es el Estado”.

Comentemos todo esto. Es muy posible que sus frases sobre el sexo sean para hacerse conocido: en cierta manera, en la Argentina hay que vender sexo de alguna forma (mira qué bajo hemos caído). No es el único candidato que lo ha hecho. Como sea que fuera, nadie en su sano juicio le dejaría 5 minutos a sus hijos. Sobre el tantra, el Padre Federico Highton (Orden San Elías) escribió en su momento un artículo que InfoCatólica publicó4.

Milei rocía su difusión del liberalismo con palabras cargadas de tinte religioso.

Hay proyectos de vida que no merecen ningún respeto. Es inhumano sostener que aquello que no valida el mercado no tiene razón de ser. La Justicia Social es un concepto de la doctrina católica. Los órganos no son una mercancía para vender: la Iglesia se ha expresado claramente al respecto5. Y por otra parte, la abolición del Estado sería un mal mucho más grande que el Estado corrupto. No hay ninguna sociedad que carezca de autoridad política. Y esto sin contar que la disolución del Estado es parte de la agenda globalista. Creo que seguir explicando sería subestimar al público.

Pero además, ni siquiera estamos seguros de que realmente tenga estas ideas. Milei ha cometido al menos seis plagios en su libro Pandenomics, un plagio en su autobiografía y otro plagio al prologar un libro clásico. Todo ha sido publicado en los medios. Hasta intelectuales liberales como José Benegas -que tiene un interés en la difusión del liberalismo- lo han denunciado por esto6.

Es muy posible que Milei sea el próximo presidente de tu país. ¿No tienes miedo de decir esto?

Mentiría si te dijera que no me han difamado o incluso “apretado” para que no escriba ciertas cosas. Trato de encomendarme a Dios y a su Santa Madre. Si en este debate -que debería ser doctrinario, jurídico, filosófico y político- algunos tienen que recurrir a golpes bajos, es porque ya no pueden más. Con la Verdad no pueden. Con Monedero sí, pobre pecador, creatura limitada y hasta limitante, si me permites el humorismo. Pero a la Verdad no la van a poder tapar.

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¿Cómo se reacciona ante las críticas como la tuya?

Desde el espacio de Milei, he tenido todo tipo de experiencias y respuestas. En general, los influencers mediáticos te ignoran y -si no tienen más remedio que responder porque la crítica ha llegado demasiado lejos- te responden con pobreza, chatura, vileza, ad hominem. Un poco eso lo sacan del propio candidato libertario, para quien todo periodista está “ensobrado” (sobornado mediante un sobre de dinero) si lo critica. Su público actúa igual: una gran cantidad de entrevistas a Milei llevan el título “periodista ensombrado x cosa” o “Fulano opera mediáticamente” a Milei. Son clickbait. La realidad se simplifica. Milei es el Mesías y sus palabras son dogma. Sus soldados participan de este fanatismo. A los críticos se nos llama comunistas, marxistas, aliados de los curas villeros, resentidos, envidiosos, puristas… Todo muy original.

Estoy convencido de que hay una lógica de la negación, un no querer ver, no querer mirar y no querer juzgar de forma negativa las ideas y la conducta de este hombre. Es un mal ejemplo. El imperativo político está claro: suprimir las críticas, asfixiar a los díscolos y redactar listas de los “potables”. Muchos estamos en la lista de los excomulgados, incluso entre comunicadores católicos antiglobalistas. Y las redes sociales potencian esto de manera infinita. Sin embargo, te confieso, por más desigual que sea la batalla, es hermoso darla. A mí todo esto me motiva más y más. Cuanto más sucio actúan ellos, más me convenzo de que no habitan en la región de la Luz. Ellos tienen todo y del otro lado nosotros tenemos solamente la Verdad y apenas 100 pesetas para gastar. ¡Y mira cómo molestamos! Se encolerizan con uno cuando en realidad deberían encolerizarse consigo mismos. Todo esto explica que millones de personas no vayamos a votar.

El hecho de abstenerse de votar aparentemente no soluciona nada, pero es una oposición a un sistema corrupto…

En octubre se elige presidente (primera vuelta) pero en agosto también hubo elecciones primarias y casi 10.500.000 personas no votaron: el 30% del padrón ni siquiera se presentó7. 1.000.000 de personas votaron en blanco. En otras palabras, más de 11 millones no votó positivamente por ninguno. ¿Son culpables? ¿O los culpables son ese entramado político-empresarial-sindical-ideológico, que espanta a la gente de bien? Recientemente, hasta una encuesta encargada por ¡Soros! arrojó como resultado que el 42% de los jóvenes encuestados no creen en la democracia. ¿Qué quieren que haga?

Por otro lado, dejemos dicho algo muy importante: abstenerse de cooperar con el mal es un piso, no un techo. Si una persona se abstiene pero luego no milita, no difunde la verdad, no lucha por ella, no trabaja por los demás… ese no es el modelo que propongo. Abstenerse de este juego inicuo es un primer escalón.

¿Por qué dices que el sistema es “corrupto”? ¿A qué te refieres concretamente?

Los doctrinarios explican que este sistema se vuelve corrupto por sus principios germinales (la soberanía popular y el relativismo) así también como por sus efectos: las leyes injustas.

En un artículo publicado hace más de una década desarrollé porqué este sistema constituía “un callejón sin salida” para los católicos8. Permíteme resumir: todo arranca cuando entendemos que el principio de la democracia -como dice el más importante positivista del siglo XX, Hans Kelsen, en su libro Esencia y valor de la democracia- es justamente el relativismo. En sus propias y elocuentes palabras:

en efecto, si se cree en la existencia de lo absoluto –de lo absolutamente bueno, en primer término–, ¿puede haber nada más absurdo que provocar una votación para que decida la mayoría sobre ese absoluto en que se cree?”.

El asunto hay que analizarlo más allá de tal o cual candidato. En ese sentido, Kelsen apunta al nervio de la cosa:

La cuestión decisiva es si se cree en un valor y, consiguientemente, en una verdad y una realidad absolutas, o si se piensa que al conocimiento humano no son accesibles más que valores, verdades y realidades relativas. La creencia en lo absoluto, tan hondamente arraigada en el corazón humano, es el supuesto de la concepción metafísica del mundo. Pero si el entendimiento niega este supuesto, si se piensa que el valor y la realidad son cosas relativas y que, por tanto, han de hallarse dispuestas en todo momento a retirarse y dejar el puesto a otras igualmente legitimas, la conclusión lógica es el criticismo, el positivismo y el empirismo…”.

Como se ve, el señor Kelsen reconoce la filiación entre el sistema democrático y esa filosofía. Por eso, los procedimientos de la democracia transpiran esa mentalidad, no son inocuos:

si se declara que la verdad y los valores absolutos son inaccesibles al conocimiento humano, ha de considerarse posible al menos no sólo la propia opinión sino también la ajena y aún la contraria. Por eso, la concepción filosófica que presupone la democracia es el relativismo”.

Traducción: ha de considerarse posible la defensa de la vida y, a la vez, al mismo tiempo, con la misma legitimidad, la apología del aborto. Esto viene pasando desde hace años en el mundo entero y, por supuesto, en la Argentina, incluso antes de la legalización. Todas las opiniones valdrían lo mismo, como dijo el jurista austríaco:

La democracia concede igual estima a la voluntad política de cada uno, porque todas las opiniones y doctrinas políticas son iguales para ella, por lo cual les concede idéntica posibilidad de manifestarse y de conquistar las inteligencias y voluntades humanas en régimen de libre concurrencia. Tal es la razón del carácter democrático del procedimiento dialéctico de la discusión, con el que funcionan los Parlamentos y Asambleas populares”.

En todo país donde rige la democracia liberal, las leyes injustas han alcanzado su promulgación por el voto de las cámaras de Diputados y Senadores. No fueron sancionadas a pesar del sistema sino en consonancia con ese sistema.

Kelsen cierra su libro así: “En el capítulo XVIII del Evangelio de San Juan se describe un episodio de la vida de Jesús. El relato sencillo (…) simboliza de modo dramático el relativismo y la democracia”. Y nos cuenta:

Es el tiempo de la Pascua, cuando Jesús, acusado de titularse hijo de Dios y rey de los judíos, comparece ante Pilato, el gobernador romano. Pilato pregunta irónicamente a aquel que ante los ojos de un romano sólo podía ser un pobre loco: ‘¿Eres tú, pues, el rey de los judíos?’. Y Jesús contesta con profunda convicción e iluminado por su misión divina: ‘Tú lo has dicho. Yo soy rey, nacido y venido al mundo para dar testimonio de la verdad. Todo el que siga a la verdad oye mi voz’Entonces Pilato, aquel hombre de cultura vieja, agotada, y por esto escéptica, vuelve a preguntar: ‘¿Qué es la verdad?’. Y como no sabe lo que es la verdad, y como romano está acostumbrado a pensar democráticamente, se dirige al pueblo y celebra un plebiscito”.

¿Está claro, no?

Este sistema es malo también en sus productos. Me refiero a leyes muy concretas: matrimonio igualitario, identidad de género, aborto, divorcio, educación sexual. El sistema está compuesto también de medidas, disposiciones y normativas que provienen de otros errores. Mira por ejemplo el art. 21 del nuevo Código Civil y Comercial Argentino: “Los derechos y obligaciones del concebido o implantado en la mujer quedan irrevocablemente adquiridos si nace con vida”. Atención: concebido o implantado en la mujer. Técnicas de Reproducción Humana Asistida.

La doctrina de la Iglesia enseña que debemos oponernos a esas leyes injustas: “Ley injusta no obliga”. La pregunta no es a quién hay que votar. La pregunta es: ¿cuál es la forma virtuosa de oponernos a las leyes injustas, hoy en día, en estas circunstancias concretas? ¿Qué hacemos contra esta legalidad anticristiana? ¡Esa es la pregunta, queridos amigos!

Empezar a cotejar si Massa, Milei o Bullrich son el mal menor es exactamente lo que el enemigo quiere que hagamos. Los adversarios quieren que demos por aceptado el sistema, que cualquier tipo de elección que tomemos, la hagamos a partir de dar por supuesto el sistema. Además de que cuál sea el mal menor es totalmente discutible, lo cierto es que nos ofrecen elegir cualquier plato… sobre un menú definido por potencias anticristianas.

¿Qué entendemos por “mal menor” y en qué circunstancias podría ser lícito?

Sin entrar en un análisis exhaustivo, digamos algunas cosas. En la filosofía moral se distingue el mal moral del mal físico: quitarle una muela es un mal físico, difamar a los demás es un mal moral. Cuando el médico recomienda cortar un dedo para no perder la mano, prescribe el mal menor, en este caso, de naturaleza física.

Es útil distinguir también entre el acto de tolerar o soportar (pasivo) un mal moral, por un lado, y el acto de cooperar (activo) con ese mal moral.

Se puede diferenciar entre cooperación material y formal. Si le vendo a un cliente 5 botellas de vino pero el caballero termina embriagándose, he cooperado materialmente con él. Pero dado que esa no era mi intención, entonces decimos que no hay cooperación formal puesto que yo no le vendí ese vino para que se emborrachase.

En resumen: podemos provocar o poner en la existencia un mal físico menor. Podemos, prudencial y moralmente, soportar un mal moral menor, permaneciendo inactivos si tal inacción termina resultando en el triunfo de mal moral menor. Nunca podemos realizar un mal moral, ni menor ni mayor.

En cuanto al tema del “mal menor”, ¿cómo olvidar al Padre Castellani?: “Maldito sea el Mal Menor y el que lo inventó! Jamás votaré más por el Mal Menor, y no votaré más si no es por un Bien Mayor”. También recuerdo una sentencia de Mónica del Río al respecto: “el mal menor, antes que menor, es mal”.

LEER MÁS:  Petro, agresión a nuestra dignidad hispana y Foro Sao Paulo. Por Ernesto Ladrón de Guevara

Mira qué interesante los puntos 1868-1869 del Catecismo:

1868 El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los pecados cometidos por otros cuando cooperamos a ellos:

participando directa y voluntariamente;
— ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos;
— no revelándolos o no impidiéndolos cuando se tiene obligación de hacerlo;
— protegiendo a los que hacen el mal.

1869 Así el pecado convierte a los hombres en cómplices unos de otros, hace reinar entre ellos la concupiscencia, la violencia y la injusticia. Los pecados provocan situaciones sociales e instituciones contrarias a la bondad divina. Las “estructuras de pecado” son expresión y efecto de los pecados personales. Inducen a sus víctimas a cometer a su vez el mal. En un sentido analógico constituyen un “pecado social” (cf Reconciliación y Penitencia16).

¿Cuáles serían a su juicio los requisitos mínimos que tendría que cumplir un partido para que un católico lo pueda votar?

Esta pregunta sólo podría ser contestada en un sistema diametralmente opuesto al actual. Si bien la Iglesia no canoniza ninguna forma lícita de gobierno, ciertas filosofías que están en las entrañas de algunos sistemas políticos son incompatibles con las verdades que brotan del Evangelio. Ahora bien, como vimos, la filosofía de la democracia es el relativismo y el principio fundamental de este sistema es la soberanía popular (doctrina condenada por la Iglesia). Nuestro texto constitucional recepta este principio en su art. 33 y 37. En el 30 se afirma que la constitución “puede reformarse en el todo o en cualquiera de sus partes”. Como han señalado numerosos juristas y constitucionalistas, aquí está el germen del relativismo liberal. Las teorías que dan su forma al sistema político argentino actual son nocivas.

Ojo: esto no significa que la totalidad de la realidad política esté cubierta por estas teorías. El mal no se ha extendido por completo a todo “lo político”. Tampoco sería justo desconocer que la propia Constitución recepta principios del orden natural, como el art. 14 bis: los derechos del trabajador (el mismo que Milei considera repugnante). El 18 reconoce garantías del debido proceso, el 41 el derecho a un ambiente sano… El sistema del poder judicial también está repleto de nociones muy sanas, que heredó del Derecho Indiano y éste, a su vez, del Derecho Romano. No está todo podrido aunque ciertamente lo bueno coexiste en pie de igualdad con lo malo.

Ahora bien, y para responder a tu pregunta, si el sistema político tuviese una configuración distinta, con principios pétreos, que no dependan del humor de las cámaras, si la votación numérica fuese respecto de asuntos contingentes y discutibles, si no se rifasen las verdades morales a la veleidad numérica de una mayoría circunstancial en Diputados o Senadores, si fuese realmente representativo, si el sistema no afirmara que el poder proviene del Pueblo (y no de Dios), etc., entonces esos partidos políticos podrían ser votables para un católico. No es el caso en la Argentina.

Entonces, los católicos, ¿pueden participar en política aunque el sistema esté corrupto?

Participar en política” puede ser ambiguo. Lo cierto es que, afortunadamente, el sistema corrupto no ha carcomido la totalidad de lo político. Hay sectores propiamente políticos a los que no ha llegado la perversión del sistema. Se puede y se debe actuar lícitamente allí. Y esto porque hacer política no es solamente “gobernar”. Los medios de comunicación hacen política, los docentes, las empresas, las cámaras de comercio. Una revista influyente, una publicación que impacte, un sistema de redes sociales que sea capaz de imponer la agenda o al menos de gravitar en ella, hace política. ¿Cómo que no? Hay política fuera de la partidocracia.

Nosotros debemos procurar que los principios intangibles de la DSI (Doctrina Social de la Iglesia) vayan permeando las decisiones de las autoridades. Esto se puede y se debe. Por eso, no es concebible que haya católicos cuya “rebelión” empiece y termine con no votar. No maldita sea. Eso es lo mínimo. Luego hay que hacer mucho más.

Hoy en día, el mero hecho de oponerse al progresismo no es garantía de nada. ¿Estás de acuerdo?

Coincido contigo. Mira el caso del aborto: tanto Milei como los aborteros te dicen “con mi cuerpo hago lo que quiero”. Coinciden en la premisa mayor. Discrepan en cuanto a la premisa menor, puesto que Milei te reconoce que la persona por nacer no es parte del cuerpo de la mujer. Pero, en conjunto, aquí están peleando dos “herejías” entre sí, y a los católicos se nos seduce con cantos de sirena a ayudar a una de ellas. Ahora bien, si con mi cuerpo hago lo que quiero, puedo ser un taxy boy, una prostituta, drogarme, suicidarme, aplicarme la eutanasia o incluso mutilarme una mano para insertarme una mano robótica cyborg (idea transhumanista). Todos estos ejemplos los saco de palabras de Milei. No estamos acostumbrados a razonar las consecuencias de las premisas que sostenemos. Por eso, deberíamos estudiar más a fondo las cosas. Abandonar la política show y profundizar, para que no nos lleven de las narices.

Tampoco veo con buenos ojos que Milei alabe las “libertades” liberales. Como sabemos, el liberalismo es de hecho el enemigo natural del catolicismo…

En cuanto a la condena del liberalismo, el Magisterio de la Iglesia es claro al respecto. No se puede desvincular la libertad del bien y de la justicia. No se puede procurar la rentabilidad económica por encima de todas las cosas. No se puede vender y comprar cualquier cosa. Las cosas valen por lo que son, las valide el mercado o no.

También insignes sacerdotes, como el Padre Julio Meinvielle como el precitado Padre Leonardo Castellani han denunciado el liberalismo desde sus textos. Empiezo con Meinvielle, quien en El comunismo en la revolución anticristiana comenta que la Ciudad Católica germinó bajo el Imperio Romano, floreció en la Edad Media y ha venido decayendo durante la modernidad, corroída por el naturalismo, el liberalismo y el comunismo.

Mira lo que dice sobre la libertad de cultos: “Como los liberales, [los maritainianos] fundan la ciudad sobre ‘el respeto de las conciencias’ y no sobre la verdad objetiva, como si del respeto de las conciencias –divergentes- pudiera resultar un orden; como si la conciencia fuera norma única y primera de lo verdadero y de lo falso; como si la conciencia no tuviera obligación de ponerse de acuerdo con la verdad objetiva; como si nunca se tuviera culpa antecedente en el actual error de conciencia, y como si el respeto al error de buena fe pudiera prevalecer, en el orden social, sobre lo objetivamente verdadero y bueno”.

En otro punto, Meinvielle contrapone la recta doctrina al liberalismo, que sostiene que “la libertad pública de cultos […] es un derecho natural inviolable de la persona humana”. Ambos textos pertenecen a Crítica de la concepción de Maritain sobre la persona humana.

En Concepción católica de la política, Meinvielle comenta un concordato y dice que, a partir de él, la Iglesia podrá sanear “las inteligencias y los corazones de las corrupciones espantosas que ha engendrado en ellas el liberalismo”.

Leamos a Castellani en Esencia del Liberalismo: “el Liberalismo del siglo pasado enarboló la bandera de la Libertad y arruinó las libertades, que son la única verdadera Libertad que existe; pues existe también una falsa libertad, que es la fomentada por el Liberalismo…”; “el mayor mal que existe en el mundo es la libertad en manos de los malhechores; y ésa la ha traído al mundo actual el Liberalismo”. Los liberales “querían la libertad de comercio, o sea la libertad para el Gran Dinero a fin de llegar al poder del Gran Dinero o sea al actual Capitalismo; y para eso querían gobiernos débiles o sea parlamentarios, división de poderes, sufragio universal y todo lo demás…”.

Por último, circularon muchos vídeos últimamente sobre comentarios y entrevistas de Milei defendiendo posturas transhumanistas…

Ciertamente. Sólo hay que mostrar lo que dijo. Son barbaridades, una tras otra. Milei ha alabado repetidas veces al nefasto José Luis Cordeiro, quien propone “la muerte de la muerte”; o sea, la tecnología al servicio de una vida eterna intramundana, haciendo retroceder la vejez, mutilando el propio cuerpo para aplicarse “mejoras” cibernéticas. Milei ha hablado también de reemplazar al Poder Judicial por robots y hasta de “descargas de conciencia”: el ser humano podría abandonar su cuerpo y su conciencia se trasladaría a una suerte de software. El “León Libertario” ha recomendado los libros de Yuval Noah Harari9 y alabado a Ray Kurzweil. Es el Caballo de Troya del Transhumanismo. Pero el votante cristiano lo vota porque “es provida” y su vicepresidente asiste a misa en latín.

1Cfr. https://jcmonedero.com/milei-una-desconocida-entrevista-partos-humanos-diseno/

2Cfr. https://www.youtube.com/watch?v=8Nx4iwEkH3o&t=

3Cfr. https://www.youtube.com/watch?v=h-KSa7TESyU&t=

4Cfr. https://www.infocatolica.com/blog/maradentro.php/2110160712-del-budismo-tantrico-y-la-inm

5Cfr. https://jcmonedero.com/magisterio-de-juan-pablo-ii-contra-la-venta-de-organos/

6Cfr. https://www.patreon.com/posts/javier-milei-la-77005933?l=de

7Cfr. https://www.infobae.com/politica/2023/08/13/paso-2023-voto-el-687-del-electorado-la-participacion-mas-baja-en-una-primaria-presidencial/

8Cfr. https://www.academia.edu/79322317/Participaci%C3%B3n_de_cat%C3%B3licos_en_democracia_un_callej%C3%B3n_sin_salida

9Cfr. https://www.twitch.tv/videos/471521641

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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Si la elección es entre satanás, belcebú e Iscariote, como en todas las naciones democráticas y marxistas, los católicos tienen el deber con Jesucristo Nuestro Señor de no ir a votar o de cortarse la mano antes de acercarse a una urna. Deben recordar que si tu ojo te es ocasión de pecado, es mejor sacárselo antes que arder en la gehenna de fuego con todo el cuerpo.

Los falsos católicos pelagianos creen que la política es «caridad», que con política se solucionan los problemas (las espinas y abrojos o pobreza del mundo, la muerte, las catástrofes naturales, las sequías, la enfermedad, la falta de libertad, el pecado, que adopta formas innumerables, como el satánico aborto, etc.) Los políticos no van a quitar ningún mal con sus leyes ni van a traer otra cosa que condenación eterna a todos los que los voten engañados como Eva fue engañada por la serpiente en el Paraíso. Ningún mentiroso puede ser de Dios. Y la política es la profesión satánica de la mentira y el engaño. Los políticos son falsos profetas y el Señor no deja de advertir por medio de sus apóstoles y santos, del peligro de las falsas doctrinas y de los falsos profetas o doctores. El católico no puede quitar el aborto con el voto porque satanás no es vencido en urnas algunas. El aborto no desaparecerá mientras la cizaña de la tierra no sea arrancada y quemada en el horno del infierno. Lo que debe hacer un católico es dar testimonio de la verdad, no apoyar a mentirosos, es decir, políticos sean del signo que sean, conservadores, liberales, centristas, socialdemócratas, progresistas, izquierdistas, socialistas o comunistas.

Con respecto a ese que tiene cara de psicópata de flequillo beatlemaniaco que dice ser «anticomunista», les recuerdo que también lo fueron, aparentemente (por supuesto que todo lo contrario en verdad), W. Churchill y Eisenhower, y, gracias a ellos, Rusia extendió el comunismo por toda la tierra. No olvidemos que los liberal conservadores o de derechas, suelen estar solo preocupados por su patrimonio y sus empresas, y éstas no pueden tener beneficios sin clientes y trabajadores comunistas, luego comunismo y conservadurismo, por mucho teatro que hagan, comparten finalidad. Una cosa es honrar a Dios con los labios, como hacen estos pelagianos políticos de la herética dsi, que no es de Jesucristo, sino de políticos y mercaderes, y otra ser anticomunista verdadero, como lo exigió la Santísima Virgen María en Fátima, totalmente despreciada y desobedecida hasta que fue ya muy tarde (solo san Juan Pablo II consagró Rusia, muy tarde ya para evitar sus errores, allá por 1984, casi con 60 años de condenas al infierno masivas de retraso), o como lo mostró Jesucristo Nuestro Señor por medio de su apóstol Santa Faustina Kowalska, cuyo mensaje es obligatorio para todo católico y exigido por el mismo Señor Jesucristo, a pesar de que dos papas políticos con simpatías hacia el satánico socialismo y políticamente declarados «santos», Juan XXIII y Pablo VI, prohibiesen su difusión en beneficio de satanás entre 1959 y 1978, contribuyendo así a la pérdida eterna de millones de almas por su desobediencia doble.

El católico no tiene más Rey, presidente de gobierno, líder, jefe, Señor y Maestro que Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre Verdadero, que con el Padre y el Espíritu Santo comparte una misma adoración y gloria. Y Jesucristo Nuestro Señor, santidad infinita, jamás fue político ni incitó a los católicos a entrar en política, sino justo lo contrario. Advirtió muy seriamente de dejarse embaucar por los falsos profetas o doctores, por los escribas y fariseos de todos los tiempos. Por ello, si un católico ha cometido la torpeza de apoyar con su voto a cualquier opción, ahí tiene el sacramento santísimo de la penitencia o confesión, para pedirle perdón humildemente y arrepentido a Dios por su deslealtad y falta de fidelidad. Un católico no tiene más ley que la que ya está grabada en su corazón, la Palabra y los mandamientos de Nuestro Señor. Lea y medite los santos Evangelios y todo el Nuevo Testamento, y sabrá a qué atenerse. Y que se arme de paciencia, pues ni leyes humanas, ni votos, ni política, van a sembrar otra cosa que cizaña, ni van a suprimir mal alguno, sino a generarlo y multiplicarlo. Por tanto, nulo apoyo a toda opción política, pues todas son de satanás, en Argentina y en el mundo entero, y cumplir solamente la Santísima Voluntad de Dios en cada ámbito de nuestras vidas, conocer y amar cada día más a Jesucristo y no tener miedo de nada, pues si Dios está con nosotros, nadie puede hacernos temblar.

Chema

Todo eso está muy bien y es cierto pero no hacer nada esperando pacientemente el segundo Advenimiento sólo lleva a que los peores sustituyan a los malos, recordemos la frase de que el mal triunfa cuando los buenos no hacen nada, si nos ponemos tan exquisitos prácticamente ningún personaje de la Historia se salva, incluidos reyes canonizados y otros tenidos como ejemplo de católicos.

Hakenkreuz

Los Santos Evangelios, que recogen la Palabra y los mandamientos del Señor para nosotros, los fieles a Cristo, los cristianos católicos, no dicen tal cosa, eso de no hacer nada. Tampoco he escrito nada en ese sentido, sino de cumplir la Santísima Voluntad de Dios. Jesucristo Nuestro Señor nos prescribió el Camino a seguir, y, entre las cuestiones que atañen al poder, ahí tenemos, por ejemplo, el Evangelio de San Mateo, donde el Señor da una instrucción magistral en su capítulo 23 (véase también, referente al gobierno Mt 20, 24-28). Por otra parte, el Señor aconseja el abandono en la Divina Providencia, la confianza plena en Él, y no en otros ídolos y que rehuyamos de falsos profetas y de sus falsas doctrinas (sobre ésto último nos advierte Dios muy seriamente a lo largo de todo el NT). Otra cosa es querer satánicamente instrimentalizar tal camino según la conveniencia material o mundana de cada cual o según su ideal político, progresista o conservador, que es una herejía extrema y satánica, por desgracia tan difundida a partir de papas, quizá bienintencionados, pero ignorantes, presionados, amenazados o engañados, que llegaron a afirmar que la política es la «más noble forma de caridad». Evidentemente, todo el que tenga inteligencia, ojos y oídos, bien sabe que 1 Co 13, 4-8, no guarda relación alguna con la política, sino justo lo contrario (nadie podría sustituir caridad por política, sinónimo de mentira, en ese fragmento del NT. Pruébelo quien quiera ver semejante herejía y medite si esa afirmación equiparando caridad y política es o no desafortunadísima, con gravísimas consecuencias eternas sobre centenares de millones de almas).

A todo esto, la política, no es lo que dice el pagano filósofo griego Aristóteles, tan peligrosísimamente idolatrado en seminarios desde hace siglos. Aristóteles no fue (no pudo ser, es anterior a Cristo), ni sus obras son, cristianas en absoluto. No es una referencia cristiana en absoluto. Aristóteles fue estudiado por santo Tomás de Aquino para intentar racionalizar filosóficamente nuestra fe, no sin arrojar muchas sombras que luego dividieron a los teólogos, incluso hoy, eso sí, sin la más mínima intención en este sentido por el Angélico. El propio santo Tomás de Aquino, tan querido por cualquier católico gracias a su aportación incomparable a la adoración eucarística que todos deberíamos tener, afirmó que había aprendido más rezando ante un crucifijo que de todos los libros que había leído en su vida. El teólogo español Juan Antonio Sayés, Dios lo tenga en la gloria, todo un santo varón, afirma en su libro de Cristología que hasta los tomistas actuales están divididos pues hallan contradicciones en su Summa Teológica con otros escritos ya al final de su vida, en referencia a cuestiones complicadas sobre la ontología de Cristo.

La política no es, como por desgracia tanto se enseña por parte de herejes pelagianos, el «arte» de perseguir el «bien común». Esto es mentira y engaño. Nunca fue eso. La política es el intento de conseguir el poder y mantenerlo, independientemente del medio que se use para lograrlo. Conseguir el poder es el objeto de la política, no el «bien común». Y el Poder es de Dios Todopoderoso. Lo crea todo el mundo o no, no cae un pájaro de una rama sin el consentimiento de Dios, y hasta los pelos de nuestra cabeza están contados. Eso lo creeemos nosotros, los cristianos católicos, los que nos esforzamos, sin ser mejores que nadie, por amar a Cristo y por cumplir su Santísima Voluntad, evidentemente bajo un diluvio de acusaciones de todo tipo, especialmente de enajenación mental, que va en nuestro bien eterno aunque sea nuestra condena presente. Desgraciadamente, el pelagianismo inundó la Iglesia Católica en tiempos de León XIII y su Rerum Novarum (1891), un error colosal que se hizo cada vez mayor hasta hoy. Una encíclica que inició la politización total de la Santa Iglesia Católica Apostólica, que no es, como por desgracia muchísima gente cree con error, del papa, ni de los cardenales, ni de los arzobispos, ni de los obispos, ni de los curas, ni de los monjes y monjas o feligreses, ni de Apolo, ni de Cefás, ni de Pablo, sino de Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre Verdadero, que con el Padre y el Espíritu Santo recibe una misma adoración y gloria.

Así, político fue Lucifer, caudillo de los ángeles rebeldes expulsados del Cielo, que pretendía el Poder expulsando de Él al Señor. Político fue el motivo que el propio Lucifer, la serpiente antigua o demonio, exhibió con sedución (eso es política, seducir) ante Eva en el Paraíso, mientiéndola y engañándola sobre la posibilidad de ser como Dios, nada menos, y que Eva, y detrás Adán, desgraciadamente creyeron para mal de toda la humanidad hasta su redención por María Santísima y Su Santísimo Hijo Adoradísimo Jesucristo Nuestro Señor. Político es el judaísmo, es decir, la instrumentalización política que los judíos hicieron del culto revelado por Dios a Moisés, instrumentalización que hizo de ellos el pueblo de viñadores homicidas y que tan encendidos enfrentamientos provocó con el Señor, que tuvo que renunciar a predicar en Judea y en las sinangogas, al ser amenazado de ser lapidado por los que no demostraron creer ni lo que decían creer (si solo Dios puede perdonar los pecados, ¿por qué no creyeron al ver al paralítico recoger su camilla y volver andando a casa?, o ¿por qué no creyeron al ciego de nacimiento cuando el Señor le devolvió la vista tras embarrar sus ojos y mandarle lavarse en la piscina de Siloé, entre otras muchísmas cosas más?). Política es la respuesta de los judíos, con Caifás a la cabeza, a la resurrección de Lázaro (Jn 11, entero). Político fue el sanedrín que en una farsa de juicio resolvió llevar al Señor ante Pilato para pedir su crucifixión. Políticos fueron los Herodes, los Caifás, Anás, los herodianos, los zelotes, los gerasenos, los samaritanos, los saduceos y los escribas y fariseos. Unos esperaban conservar el poder con las menores revueltas posibles de la población sometida (hasta el sometimiento del Bautista buscaron), igual que hoy. Otros esperaban un «mesías político» que les librase de las legiones romanas, otros que les liberase de los Herodes, otros que les liberase de los escribas y fariseos y muchos, muchísimos que habían sido testigos de los incontables milagros de Jesucristo (Jn 21, 25), querían que Jesucristo fuera su «presidente de gobierno» o Rey de Israel según la conveniencia de cada cual, es decir, pretendían usarle como instrumento de sus apetencias mundanas y materialistas políticas. Y como no lograron ese propósito, de nada sirvió todo el bien que había hecho en tres años de vida pública, le crucificaron inmisericordemente. Por todo ello un político es un siervo de satanás, un mentiroso, un seductor, un falso profeta y una imágen de la bestia, que con mentiras, engaños, manipulaciones e hipocresía, logra un poder terrenal mediante la condenación eterna de innumerables almas que admiten la mentira como modo de vida, que aceptan, como Eva en el Paraíso, la mentira, desconfiando de Dios, que es Infinita bondad, misericordia y sabiduría. Quien alimenta a los políticos con su voto y apoyo, promueve la maldad, aunque crea que la política es ineludible y es imposible vivir sin ella (idolatría intolerable). ¿Acaso el pecado de Eva y Adán (toda la humanidad criatura de Dios) no fue propiciado por el de quedar embaucados por el padre de la mentira, por satanás, como hoy la humanidad está siendo embaucada por la política? El NT habla de segunda muerte como descripción añadida al infierno eterno: Ap 21, 8.

¿Fue Jesucristo Nuestro Señor un político? Rotundísimamente no. Justo todo lo contrario. La Verdad y la mentira son radicalmente incompatibles, como la Luz y las tinieblas, como el trigo y la cizaña, como la estirpe de la mujer y la de la serpiente, como el Reino de los Cielos y la gehenna de fuego o infierno. Dios no tiene absolutamente nada en común con satanás, padre de la mentira y homicida desde el principio (Jn 8, 44). El que escucha a Cristo no escucha a políticos, porque sabe que mienten, engañan y son hipócritas como los fariseos enemigos todos de Dios. De hecho, políticos son los fariseos de nuestro tiempo. Jesucristo Nuestro Señor dio testimonio de la Verdad (Jn 14, 6; 18, 33-37; 19, 11), por desgracia tan despreciada incluso dentro de Su Santa Iglesia Católica Apostólica. Y quien quiera ir en pos del Señor, ya sabe su Camino: Mt 16, 24-26. No puede estar más cristalinamente claro. Quien imita a Cristo, no transige con la mentira. Allá cada cual con su alma.

Hakenkreuz

Ningún papa, cardenal, obispo, sacerdote o teólogo puede discutir que la Palabra de Dios son los Evangelios que el mismo Señor pidió que se predicasen a toda criatura. Pero el catecismo actual (hubo otros en el pasado, algunos herejes, como el holandés de hace unas décadas), las encíclicas, las pastorales, etc., no dejan de ser palabras de hombres, muchas veces mundanas e interesadas políticamente. Y la mal denominada «doctrina social de la Iglesia» (la Iglesia es de Dios, no de mercaderes y políticos con mucho poder e influencia para dictar leyes a papas y cardenales, rehenes de ellos) son preceptos de hombres, mundanidad y política, hereje sin paliativos e impuesta a papas y prelados por poderes mundanos exteriores: políticos y empresarios nada temerosos de Dios, en quien no creen, ni esperan, ni aman, ni adoran. La doctrina social esa viene de funcionarios, catedráticos, empresarios, mercaderes, diputados, etc., que instrumentalizan heréticamente la Palabra de Dios en favor de su política y su sistema mundano de intereses.

La fe se propone y no se impone, pues no se puede obligar a nadie a amar a nadie, ni siquiera a Dios mismo, que es el Amor infinito demostrado en su Santísima Pasión, Muerte y Gloriosa Resurrección. El don de la libertad otorgado por Dios a su criatura humana, que lo hace a imagen y semejanza de Él, le habilita para aceptar a Dios o para rechazarle libremente. Si lo más importante en la vida de cualquier hombre o mujer, la libertad para amar o rechazar a Dios, está libre de toda imposición, ¿por qué ha de imponerse lo que hay fuera de Dios lo de este mundo que solo obedece los mandatos del príncipe de este mundo, el demonio?
La doctrina social hereje esa, defiende los impuestos. El Señor comía con publicanos, prostitutas y pecadores, pero eso no suponía aceptación del robo (impuestos), de la prostitución y del pecado, sino una llamada a la conversión mediante el arrepentimiento y la penitencia, una llamada a aceptar la Infinita Misericordia de Dios antes que tener que comparecer ante su terrible Justicia. Los impuestos son un robo. Todo el mundo lo sabe y lo ha sabido siempre. Lo que el Señor predica, el núcleo de su Reino, es la caridad cristiana, hoy tan relegada por la soberbia solidaridad, que rechaza la santa humildad y humillación que el Señor exige para conseguir entrar en el Reino de los Cielos. Sin caridad no hay salvación posible, y todos los católicos verdaderos lo saben. La doctrina social herética esa, rechaza la caridad y predica los impuestos, el robo, porque les conviene a sus intereses mundanos, que es lo único que les importa y en lo que creen. El Señor no autoriza robar a nadie, ni a emperadores, ni a reyes, ni a príncipes, ni a haciendas de ningún lugar. Robar es apuñalar al Señor en su Sacratísimo Corazón. Los impuestos no son cristianos, aunque la dsi lo afirme con herética soberbia. Lo cristiano es la caridad, el donar, el darse sin esperar nada a cambio. Los impuestos no se dan, se pagan. Y Cristo solo consintió en dar al César lo que es del César, no darle lo que no le corresponde. El César está bajo autoridad de Dios o ni siquiera ha de ser considerado como tal, ni sus leyes han de ser obedecidas, pues ha de obedecerse antes a Dios que a los hombres. Y a éstos solo cuando ejerzan la autoridad conforme a Dios, no conforme a sí mismos, a su parecer, a su opinión, a su capricho o a su interés o arbitrio. Toda autoridad tiene que venir de Dios o no ser aceptada como tal, pues de lo contrario, se acepta la autoridad de satanás y la esclavitud. ¿Ha de practicar abortos un ginecólogo a la fuerza solo porque el satánico gobierno lo ha impuesto con una «ley» so pena de encarcelar o despedir a ese ginecólogo? Pues nunca ha de practicar abortos, aunque le cueste a él/ella, no solo el trabajo, sino incluso la reputación profesional. Más vale perder la vida presente por Dios que contra él perder el alma eternamente. ¿Acaso es eso «no hacer nada»? Menudo vergonzoso argumento es ese de que «no hacer nada» es lo mismo que no beneficiar lo de uno, a los suyos y a su patrimonio y partido político que son los que «representan a Cristo en las elecciones». Cuántos millones de almas pueden condenarse si siguen contumazmente ese proceder.

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