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A continuación les dejamos el capítulo de Javier García Isac en su libro «Franco en el banquillo». Libro escrito mano a mano con Fernando Paz y Álvaro Romero. Libro que ya va por su 4ª edición y del cual te dejamos el índice por si no conoces el libro, veas los temas que se tratan y si te interesa, lo puedes comprar AQUÍ:
Un libro que se ha convertido en un libro de referencia. ¿Todavía no lo tienes?
El indice del libro:
Francisco Franco, in memoriam Prólogo de Eduardo García Serrano
Fernando Paz
La autarquía
– La autarquía como resultado de la crisis del 29 – El caso español
– ¿Una elección ideológica?
– Mercado negro, estraperlo e industrialización
La emigración, el amigo americano y la economía internacional salvaron al franquismo
– El amigo americano
– La emigración
– La economía internacional
La ideología de Franco
La represión regional en el franquismo
La Iglesia y Franco
La libertad de expresión, la falta de pluralismo político y la ausencia de libertades políticas. ¿Un Estado represor?
Javier García Isac
Guernica, Badajoz, la desbandá de Málaga y la superioridad
Nazi/Fascista sobre la ayuda soviética recibida por la II republica – Bombardeo de Guernica, 26 de abril de 1937
– Badajoz ¿la matanza? agosto de 1936
– La desbandá de Málaga: 8 de febrero de 1937
– Superioridad de la ayuda nazi/fascista, sobre la ayuda recibida por la II República.
– A modo de conclusión
Fosas y cunetas. La Ley de Memoria Histórica actual y la que quiere la izquierda. La batalla ideológica que nunca fue
– Fosas y cuneta: La excusa
– Ley de Memoria Histórica actual: 26 de diciembre, 2007
– Ley de Memoria Histórica futura, la nueva ley que pretende
la izquierda.
– La batalla ideológica que nunca fue
La fortuna de los Franco. El Patrimonio de Franco. ¿Es real
la fortuna de Franco? El caso del café. ¿Era de Franco
la “escopeta nacional”? Las propiedades de “los Franco”, la verdad sobre pazos o palacios.
– El patrimonio de Franco
– ¿Es real la fortuna de Franco?
– El caso del café
– ¿Era de Franco “la escopeta nacional”?
– Las propiedades de “los Franco”: La verdad sobre pazos o palacios
La muerte de Federico García Lorca. Granada, 18 de agosto de 1936
– ¿Quién es Federico García Lorca? Amistades, viajes e influencias
– Estallido de la guerra civil: Julio de 1936. Lorca ¿Un hombre de izquierdas”
– Últimos días del poeta: de Madrid a Granada
– Muerte del poeta: Nacimiento del mito
La España económica que Franco nos deja. La economía y las finanzas
– La situación de partida: El fin de una época
– Política económica: Autarquía e intervencionismo – Crecimiento: Igualdad en la España de Franco
– El bienestar social: ¿Invento de Franco?
– Modelo: La economía de Franco
– Banca durante el Franquismo: El sistema financiero
Álvaro Romero
1. El Alzamiento: Un golpe de estado injustificado
2. Franco: Un pésimo militar
3. La represión durante la guerra, un debate aún no cerrado
4. La brutal y larga represión de posguerra
5. El Valle de los Caídos: la tumba faraónica de un dictador
6. Los niños robados
Y ahora el capítulo de Javier dedicado a la muerte de Lorca:
Es mucho lo que se ha escrito y dicho sobre el asesinato de Federico García Lorca. Muchas las mentiras y las falsedades intentando culpar al mismísimo Franco de haber ordenado su muerte. Nada más lejos de la realidad. Ni Franco ni el bando sublevado ganaban nada con la muerte de Lorca, todo lo contrario. Lorca era un intelectual respetado, buen amigo de Jose Antonio. Su crimen se debió más a fobias y rencillas personales que a motivos políticos.
Amagos de escritores como Ian Gibson viven del cuento de seguir intenta- do culpar a Franco del crimen de Lorca. Viven de la falsedad y el engaño, viven de buscar un cadáver que no aparece y que la familia directa del poeta desea dejen en paz. Son muchas los interrogantes y dudas que rodean a la muerte de Lorca. ¿Quién era Lorca?, ¿Cuál su motivación política?, ¿Quiénes eran sus amistades?, ¿Por qué abandona y huye del Madrid republicano y se refugia en la casa del poeta Luis Rosales en granada? Estas y otras muchas preguntas es lo que intentaremos ir desgranado en las próximas hojas. Un análisis sosegado y tranquilo sobre la muerte del poeta.
¿Quién es Federico García Lorca? Amistades, viajes e influencias
No pretendo aquí hacer una biografía somera y exhaustiva sobre la figura de Federico García Lorca. No es el objeto de este libro. Pero si acercarnos a la figura del poeta, su entorno, sus amistades y su triste final. Lorca nace en Fuen- te Vaqueros, un pueblo de Granada el 5 de junio de 1898. Muere fusilado el 18 de agosto de 1936 a la edad de 38 años. Hijo de Federico García Rodríguez (1859/1945) y de Vicenta Lorca Romero,(1870/1959), segunda esposa de su padre.
Su madre es una maestra que fomentó en su hijo desde muy temprana edad el gusto por la literatura y su padre era un conocido hacendado de la zona.
Es en esta época, cuando su niñez transcurre en el campo andaluz, antes de su traslado a la ciudad de Granada, conociendo la España profunda y rural, cuando encuentra la inspiración para lo que sería para muchos la mejor de sus obras y la última, terminada en junio de 1936, La Casa de Bernarda Alba, basa- do en hechos reales, pero muy exagerados. La casa de Bernarda Alba se estrena en Buenos Aires en 1945, y su primera representación en Madrid fue en 1964. Es considerada un clásico de la literatura universal.
Federico nace en el seno de una familia con una buena posición económica que le facilita su ingreso en la universidad de Granada en 1914, donde cursa estudios de Filosofía y Letras y de Derecho. Desde temprana edad, prodiga amistades con intelectuales de su época y asiduo en tertulias literarias. Su vocación por la escritura le viene de sus continuos viajes por España. En 1919 ingresa en la Residencia de estudiantes para continuar sus estudios, con el apoyo de Fernando de los Ríos, y así, entre 1919 y 1926 se relacionará con figuras como Rafael Alberti, Salvador Dalí o el cineasta Luis Buñuel. El mismo reconocería a su amigo Adolfo Salazar, que gracias a ingresar en la institución de la residencia de estudiantes “consiguió huir del tedio cultural provinciano que odiaba”. Entabla una buena amistad con Juan Ramón Jiménez. En 1921 conoce al maestro Manuel de Falla y esto hace que se interese también por la música y el cante jondo. En 1925 se marcha una breve temporada a casa de su amigo Salvador Dalí en Cadaques. Se dice que la profunda amistad entre Lorca y Dalí, marcaría la vida de ambos. Incluso el poeta escribiría la “Oda a Salvador Dalí”, que se publicaría en la revista de occidente en el 1926. En diciembre de 1927, nace en Sevilla lo que se dio a conocer como la generación del 27, del que García Lorca formaría parte junto con Alberti, Gerardo Diego, Luis Cernuda entre otros. La reunión de Sevilla pretendía conmemorar los 300 años de la muerte de Luis de Góngora.
En 1927 Lorca triunfa con su “Romancero Gitano” con gran éxito de crítica. Se le vincula con el folclore andaluz y la defensa de los gitanos, cosa que no agra- daba en exceso a Lorca. En una carta escrita a Jorge Guillen nos dice: “el gitanismo me da un tono de incultura, de falta de educación y de poeta salvaje que tú bien sabes no soy. No quiero que me encasillen. Siento que me va echando cadenas”.
Estas palabras van conformando a un Lorca que algunos podrían considerar como de “señorito Andaluz”, sobre todo en la España posterior de los años 30, y quizá esa visión que de él tenían las izquierdas mas embrutecidas, es lo que sin lugar a dudas motivaría su precipitada salida de la ciudad de Madrid en agosto de 1936. Su vida corría peligro en un Madrid de milicianos y desmanes, donde cualquier excusa era buena para asesinarte, como así paso con insignes republicanos como Melquiades Álvarez y otros dirigentes de izquierda que eran vistos como igualmen- te burgueses.
En 1929 viaja a Nueva York, acompañando a Fernando de los Ríos. De nue- vo, Fernando de los Ríos es crucial en la vida de Lorca, es él quien convence a los padres de Federico para que este ingrese en la residencia de estudiantes, y será él quien le pida al poeta le acompañe a su viaje a Nueva York. Lorca ve en este viaje la oportunidad para alejarse del encasillamiento en el que se encontraba y una opor- tunidad única para aprender ingles. En su obra “Poeta en Nueva York”, nos descri- be sus impresiones del viaje. Obra que no se publicaría hasta pasados cuatro años
de su muerte. Siempre reconoció que este viaje fue de las experiencias más útiles de su vida. Le impresionó profundamente el trato discriminatorio que se daba a los negros y la economía capitalista. Llegó a comentar que “los ingleses levantan casas y casas, pero no han ahondado en la tierra”. Debemos entender las sensaciones de Lorca al llegar a una gran ciudad, cosmopolita y llena de rascacielos y en continuo crecimiento, en continuo movimiento, en comparación con la España de los años 20. Reconoce que los Estados Unidos “es una civilización sin raíces” y cataloga a la ciudad como “geométrica y angustia”. Lorca se relacionara con grandes intelec- tuales y escritores de la época durante su estancia en América y se rodea de un ambiente “snob” de la gran manzana, muy alejado de sus raíces andaluzas.
En 1930 deja los Estados Unidos y se marcha a Cuba, a la Habana, donde entra en contacto con grandes músicos que despiertan en él un interés creciente por ex- plorar la cultura y la música cubana. Transcurridos tres meses de su llegada a Cuba pone rumbo a Madrid donde llegaría en junio de 1930.
En Abril de 1931 se instaura la II República Española, y de nuevo su amigo Fernando de los Ríos es crucial en su vida. El socialista Fernando de los Ríos es nombrado ministro de cultura y financiará el grupo teatral “la Barraca”, un grupo de teatro universitario que junto con Eduardo Ugarte, representan obras de teatro del siglo de oro español, obras de Cervantes, Lope de Vega, Calderón, etc.
En 1933 viaja a Argentina, a la ciudad de Buenos Aires, donde se había estre- nado con un rotundo existo “Bodas de Sangre”. Lorca es invitado por la compa- ñía teatral de Lola Membrives. En Argentina permanecerá seis meses, y será aquí cuando Lorca realmente, y gracias al éxito de esta obra, alcance su “independencia económica”. Como en Nueva York, en la ciudad de Buenos Aires tendrá ocasión de relacionarse con nuevas amistades. Es aquí donde tiene ocasión de conocer a Pablo Neruda, Salvador Novo o Pablo Suero.
En 1934, de vuelta a España, Lorca desarrolla una actividad creativa frenética, da múltiples conferencias, sigue con representaciones teatrales con “la Barraca”, escribe Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Yerma, Doña Rosita la Soltera. Visita Uruguay, y es en Montevideo donde tuvo contacto con artistas como Juana de Ibarbourou y termina obras que tenía inconclusas.
Estallido de la guerra civil: Julio 1936. Lorca, ¿un hombre de izquierdas?
García Lorca fue funcionario de la II República. El 28 de mayo del 2010, el diario El País, publicaba un reportaje donde se afirmaba que Lorca fue secretario de Fernando de los Ríos, cuando este era Ministro de la Instrucción Pública. Una investigación de Miguel Caballero demuestra la vinculación de Lorca al ministerio dirigido por de los Ríos, algo que ya era un secreto a voces. Miguel Caballero reco
ge su investigación en el libro “Lorca en África. Crónica de un viaje al protectorado español de Marruecos”. En esta obra, Miguel Caballero reconoce haber reunido más de 3.000 artículos publicados entre 1924 y 1976 y en declaraciones al diario El País comenta “Un día me llevé una sorpresa. En uno de los publicados en 1931 pude leer que Fernando de los Ríos iba a viajar a Marruecos acompañado de su secretario, Federico García Lorca. Aquello me puso sobre aviso y empecé a inda- gar hasta encontrar más fuentes”. El mismo investigador también nos cuenta, que algunos de los discursos de Fernando de los Ríos fueron obra del propio Lorca, y en este trabajo de investigación, Miguel Caballero aporta pruebas de las relaciones de Lorca con la masonería, aunque no atañen al poeta”. Caballero sostiene que el viaje de Fernando de los Ríos, “es consecuencia de una serie de invitaciones que el ministro recibe de grupos masones. Estaban enviadas a Jugan, que era su nombre en la masonería. Algunas de estas cartas fueron luego utilizadas como pruebas de cargo por el tribunal Especial para la Masonería y el Comunismo”.
Como todos sabemos, los años de la II República fueron muy convulsos y violentos, con una sociedad polarizada que tuvieron su punto más álgido el 13 de julio de 1936, con el asesinato del líder opositor Jose Calvo Sotelo a manos de guardias de Asalto, pertenecientes a la escolta personal del dirigente socialista Inda- lecio Prieto. Esto fue la gota que colmó el vaso y que adelantó los acontecimientos y que provocó que el mismo Franco se sumara al golpe, al comprobar que incluso las fuerzas de orden público y las autoridades, eran conniventes con los crímenes y asesinatos de la izquierda.
La vinculación de Lorca con Fernando de los Ríos, sus comentarios, sus viajes y sus amistades, fueron haciendo que Lorca fuera un personaje que generara ani- madversión a partes iguales en gran parte de la sociedad de la época. De unos por considerarle “secretario de Fernando de los Ríos, por Rojo y por masón” como así reconocería en distintas ocasiones la actriz Emma Penella, hija del que se considera autor intelectual de su muerte, Ramón Ruiz Alonso, como argumentos en la de- nuncia que redactó contra el poeta. Son muchos los historiadores que desmienten cada uno de estos puntos que contienen la denuncia, considerando que Lorca, no era “tan rojo” y menos aún masón, aunque sí lo fueran algunas de su amistades más cercanas. Por otro lado, Lorca es visto como un snob, un señorito andaluz, muy alejado de lo que se consideraba la “clase proletaria” y además, utilizando la terminología de la época “un maricón”, por parte de la izquierda embrutecida. Su amistad con el fundador de Falange Española, tampoco ayudaba a que la izquierda le tuviera en consideración. Análisis aparte, merece la cuestión de cómo la izquierda se apropia de su figura, y lo eleva a categoría de mito propio, cuando el propio Lorca huye del Madrid republicano al temer por su vida. El destino y la mala suerte hicieron que corriera una suerte de todo punto inmerecida e injusta.
Lorca y Jose Antonio mantienen una buena amistad. Jose Antonio es muy aficionado a la poesía, y el propio Poeta comentaría a Gabriel Celaya en marzo de 1936 “Jose Manuel Aizpurúa (fundador de la falange donostiarra) es como Jose Antonio. Otro buen chico ¿sabes que todos los viernes ceno con él? Solemos salir juntos en un taxi con las cortinillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo ni a mí me conviene que me vean con él”.
Vila San Juan, autor de un libro sobre la muerte de García Lora, entrevista en 1973 al que fuera dirigente de Falange en Granada, Narciso Perales, este le con- firma: “Luis Rosales, en aquella época, me dijo que Federico le había propuesto escribir conjuntamente un Himno a los muertos de la falange. Si, de la falange”.
Con la perspectiva del tiempo, sería difícil catalogar a Federico Garcia Lorca como un hombre de izquierdas propio de los años 30. Era más bien lo que hoy consideraríamos “un verso suelto”, una persona muy difícil de catalogar. Preparado, cosmopolita, de un buen extracto social, algo que para algunos ya sería considera- do de por sí un delito, y como he comentado antes, muy alejado de la izquierda embrutecida y proletaria, que podían ver en Lorca un “señorito andaluz”. Lorca era difícil de entender en la sociedad que le tocó vivir.
Poco antes de su muerte concedió una entrevista al diario El Sol de Madrid donde se confiesa “íntegramente español, pero antes que esto hombre del mundo y hermano de todos”. “Yo soy un español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos, pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política”.
Estoy seguro que este tipo de declaraciones, le generaban más animadversión en la izquierda que en la derecha. En una ocasión fue preguntado sobre su pen- samiento político, a lo que contestó “que se sentía a su vez católico, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista y monárquico”. De todos es sabido que nunca se afilió a ningún partido político y jamás hizo distinción entre sus amigos por cuestiones políticas, ni se distanció de ellos.
Últimos días del poeta: De Madrid a Granada
Lorca abandona el Madrid republicano después del asesinato de Jose Calvo Sotelo el 13 de julio del 36. Llega a su casa de Huerta de San Vicente el 14 de julio. El alzamiento nacional se produce el 18 de julio. Lorca sufre algunos inci- dentes con partidarios de la sublevación. El arquitecto Jiménez Ordaz, pide refu
gio a la familia de García Lorca y estos lo acogen y le ayudan a escapar a zona republicana. La casa de Federico es registrada el 9 de agosto y esto precipita la decisión de Lorca de refugiarse en casa del poeta Luis Rosales.
Existe gran controversia a la hora de analizar lo que motivó a Federico García Lorca a abandonar “la seguridad del Madrid republicano” e irse a su casa a un pueblo cercano a Granada. Los embajadores de Colombia y México, incluso antes del estallido del alzamiento, le ofrecen asilo, pues temen por su vida. Lorca lo rechaza y decide irse a Huerta de San Vicente.
El 20 de Julio, Granada cae en manos del bando sublevado. El cuñado de Federico es el alcalde socialista de la ciudad, Manuel Fernández-Montesinos, el cual sería arrestado y fusilado un mes más tarde, el 16 de agosto, dos días antes de la muerte del poeta. Manuel Fernández-Montesinos era miembro del PSOE y había sido elegido concejal de la ciudad el 12 de Abril de 1931 en las listas de la Conjunción Republicano-socialista. El 1 de julio del 36 fue nombrado alcalde de Granada en sustitución de Luis Fajardo Fernández.
Es de prever que el poeta no se sentía seguro en Madrid. La izquierda más radical, por mucho que ahora lo haya ensalzado y elevado a la categoría de mito, lo veían como “un señorito andaluz”, muy alejado de los principios revolucionarios de la clase proletaria, además de su consideración de homo- sexual, rumor muy extendido y delito imperdonable para la embrutecida iz- quierda de la época. La izquierda ha sido homofóbica hasta hace dos días. La familia del poeta negó sistemáticamente la homosexualidad de Lorca hasta los años sesenta. Su hermano Paco lo negó siempre y su hermana Isabel no quiso nunca oír hablar de ese asunto. Luisgé Martin en entrevista concedida al El Español el 18 de agosto del 2016, con motivo de los 80 años de la muerte del poeta, afirma que “un icono como él no podía ser maricón”, a la vez que nos recuerda que su familia escondió su sexualidad hasta los años sesenta. Como nos sigue recordando Luisgé Martin “ser homosexual era en aquella época un hecho determinante que determinaba todos los demás rasgos de la personali- dad: el sigilo, el fingimiento, la feminidad”. Se sabe que García Lorca detestaba los “afeminamientos”, y sobre todo y más importante, que a él se le pudiera relacionar con ellos. El cineasta Luis Buñuel, compañero suyo en el elitista y posiblemente colegio más caro de España, la residencia de estudiantes, contaba que estuvo dispuesto a “defenderlo a capa y espada” cuando un joven vasco, acusaba a Lorca de “maricón”. Buñuel, ante la duda, preguntó directamente a su amigo Federico “¿es verdad que eres maricón?”, a lo que Lorca se levanto indignado y le respondió “Tú y yo hemos terminado”. Como se sabe, el enfado duró poco, pues siguieron siendo amigos.
Lorca no estaba seguro en el Madrid republicano. Es posible que hubie
ra corrido la misma suerte que por ejemplo Melquiades Álvarez, republicano convencido, relacionado con la masonería, político, jurista y que llegó a ser presidente del congreso de los diputados durante la restauración borbónica, miembro del partido Unión Republicana, del partido reformista donde militó junto a Benito Pérez Galdós, Manuel Azaña, Jose Ortega y Gasset y Manuel García Morente y partido republicano liberal demócrata. Conoció a Jose An- tonio Primo de Rivera, del que fue su abogado, al ser decano del colegio de abogados de Madrid. Melquiades Álvarez, fue encarcelado con la escusa de que estaría más seguro en la cárcel que en su casa, ante el peligro de la actuación de “bandas descontroladas”. Recluido en prisión junto con otros dirigentes polí- ticos en la cárcel modelo de Madrid, sería asesinado por milicianos anarquistas que habían ocupado la prisión. Melquiades Álvarez fue asesinado la noche del 22 al 23 de agosto del 36 junto a otras personalidades como los ex ministros de la República Jose Martínez Velasco y Manuel Rico Avello. El presidente de la República, Manuel Azaña, quedaría conmocionado ante el asesinato de Mel- quiades Álvarez, como así se recoge en los diarios del propio Azaña. Melquia- des Álvarez fue el mentor político de Azaña y posiblemente de los que más le ayudaron en sus inicios políticos. Nada de eso fue suficiente para salvar su vida.
El caso de Melquiades Álvarez, es solo un breve ejemplo de lo que estaba sucediendo en el Madrid republicano, donde nadie estaba a salvo de las iras de milicianos comunistas o anarquistas. Nadie estaba a salvo de la barbarie de estas “bandas de descontrolados”.
Es posible que García Lorca, de haberse quedado en Madrid, pudiera ha- ber corrido una suerte similar, y eso precipita su marcha a Granada.
Como es sabido, después del registro de la casa del poeta el 9 de agosto, y ante la sospecha entre otras cosas de haber ayudado a escapar a simpatizantes de la izquierda, Lorca no se siente seguro en su casa y acude a la casa de su amigo el poeta Luis Rosales en la ciudad de Granada. Dos de los hermanos de Luis Rosales eran conocidos falangistas de Granada, pero estos no pudieron evitar que la guardia civil se llevara detenido a Lorca el 16 de agosto de 1936. En el momento de la detención de Lorca y acompañando a la guardia civil, estaban Juan Luis Trescastro, Luis García y Ramón Ruiz Alonso, ex diputado de la CEDA, padre de las actrices Emma Penella, Telere Pavez y Elisa Montes y autor de la denuncia contra Lorca ante el gobernador civil de Granada Jose Valdés Guzmán. La acusación que pesaba contra Lorca era la de ser “secretario de Fernando de los Ríos, rojo y masón”.
El poeta fue trasladado al gobierno civil y luego al pueblo de Viznar, donde pasaría su última noche junto con otros detenidos.
Muerte del poeta: Nacimiento del mito
Lorca muere el 18 de agosto de 1936. Junto a él son fusilados los bande- rilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Los meses de julio y agosto son tremendamente convulsos, la izquierda esta “desaforada”, sus milicianos asesinan a todo el que consideran” burgués”, sea o no cierto, a católicos, curas, monjas, derechistas, republicanos o izquierdistas no revolucionarios. También se asesina por motivaciones personales, económicas o familiares que poco tenían que ver con la política. En este ambiente de zozobra y violencia, Lorca es detenido. Su detención y posterior asesinato, tiene más que ver con animadversión personal o rencillas rurales de la zona, que por una pura motivación política. Lorca es envidiado y odiado al mismo tiempo en Granada, zona de su lugar de nacimien- to, por unos y por otros. La motivación política por sí sola, como causa de su muerte es endeble. La política es solo la excusa de algunos que buscaban justificar lo injustificable. La muerte de Lorca en nada favorecía al bando nacional. Todo lo contrario. Era un poeta reconocido internacionalmente, detestaba la política partidista, denunciaba las grandes injusticias sociales y a pesar de las presiones de su entorno más cercano de afiliarse al partido comunista, el siempre se resistió y jamás formó parte de organización política alguna.
No tengo dudas de que en caso de no haber sido asesinado, es posible que García Lorca llevara una trayectoria y una relación con el futuro régimen que sal- dría triunfador de la contienda civil en 1939, muy similar a la de Salvador Dalí.
Es innegable que García Lorca era incómodo y en muchas ocasiones detesta- do, tanto por la “derecha carca”, como por la izquierda “proletaria”. Lorca era un intelectual, un gran pensador y poeta, muy por encima de disputas políticas en las que no deseaba entrar. Su “homosexualismo” molestaba por igual a unos y a otros. El rumor, posiblemente infundado, pero muy extendido de que mantenía relaciones homosexuales con los componentes del teatro estudiantil “la Barraca”, financiado por el ministerio que dirigía el socialista Fernando de los Ríos, causa- ba repulsión asco y vergüenza a partes iguales. La conocida revista satírica de la época, “El duende”, comentaba: “También el Estado da dinero para La Barraca donde Lorca y sus huestes emulan las cualidades que distinguen a Cipriano Rivas Cherif, su protector ¡qué vergüenza y qué asco!”.
He comentado que en la detención y posterior muerte de Lorca, tiene mucho que ver Ramón Ruiz Alonso, diputado por Acción Popular integrado dentro de la CEDA por Granada de 1933 a 1936. Creo importante conocer algunos datos biográficos de Ruiz Alonso, para entender, que no justificar, la animadversión y el rencor que pudiera sentir por lo que Lorca representaba. Ruiz Alonso era obrero Tipógrafo, que aunque nacido en Salamanca donde estudió en los Salesianos y
coincidió con Jose María Gil Robles, con el que mantendría amistad y le propuso como diputado, se trasladó a Granada para trabajar como tipógrafo en el diario “El Ideal” perteneciente a la editorial católica. Estando en Granada se matri- cula en la universidad de ciencias sociales. En Granada es objeto de múltiples amenazas y agresiones por parte de otros obreros de la izquierda que le atosigan constantemente, al que ven como un elemento molesto, pues entienden que no pueden existir obreros católicos y mucho menos conservadores. Ruiz Alonso se enfrenta a los sindicatos de izquierda de los que dice “solo sirven para corromper el corazón de los obreros”. La izquierda le denomina “el obrero amaestrado de la CEDA”. En multitud de ocasiones, tiene que ser protegido ante las reiteradas amenazas de muerte. Mantiene unas pésimas relaciones con los dirigentes loca- les de Falange Española, con los que también se enfrenta en diversos momentos de su estancia en Granada. De su actividad parlamentaria, en el congreso de los diputados, destaca la bronca con el diputado republicano Félix Gordon Ordás del partido Radical-Socialista que había sido ministro de industria y comercio y con posterioridad, embajador en México y más tarde Presidente del gobierno de la República en el exilio desde 1951 hasta 1960 y también por sus intervenciones parlamentarias para conseguir la derogación de la ley de términos municipales. En las elecciones de febrero del 36 revalida su escaño, pero como ya es sabido, el Frente Popular no tuvo suficiente con el fraude electoral, sino que además, mando repetir las elecciones en Cuenca y Granada, donde al final se consiguió el objetivo deseado por las izquierdas, y Ruiz Alonso quedó fuera del parlamento. Posiblemente esto, junto con la sensación de vivir permanentemente amenazado, hizo que dejara de confiar en la democracia y en el parlamentarismo y acrecentó su “odio” a la izquierda.
Es importante detenernos en la situación que vivía la comarca de Granada en la época que estamos tratando. Después de las elecciones fraudulentas de febrero del 36 y con la victoria del frente Popular, la tensión en Granada va en aumen- to, sobre todo porque en Granada han ganado las derechas, donde tenían una fuerte implantación. El ambiente está muy polarizado, hasta tal punto, que las izquierdas no reconocen la victoria de las derechas en Granada y presionan al go- bierno del frente popular para que repita las elecciones en Granada. Se producen graves disturbios al día siguiente de las elecciones provocados por la izquierda y los partidos revolucionarios que no aceptan el resultado electoral, y el día 10 de marzo, los sindicatos de clase, apoyados por la izquierda, hacen una convocatoria de huelga general, donde los grupos revolucionarios queman la sede de falange en Granada, situada en la calle del Progreso numero 3. También se prendería fuego al Teatro Isabel La Católica, los cafés Colon y Royal y la sede del diario El Ideal, el periódico católico donde trabajaba Ramón Ruiz Alonso. El local del periódico
quedó absolutamente destruido y toda la maquinaria destrozada. La policía fue connivente con los asaltantes y los violentos. También se quemaron las sedes del partido Acción Popular, al que pertenecía Ruiz Alonso y el de Acción Obrerista de la CEDA.
Igualmente ardieron los negocios de algunos dirigentes conservadores como la fábrica de chocolates, el convento de San Gregorio el Bajo, la Iglesia de el Sal- vador, que resultó destruida en su totalidad y el club de tenis de Granada entre otros muchos inmuebles que resultaron dañados. La policía estuvo siempre pre- sente, pero no actuó para intervenir ni detener a los causantes de los destrozos. El “amago” de historiador Ian Gibson, el cual lleva años viviendo del cuento de buscar el cuerpo de Lorca, además de otras muchas prebendas, deja caer la som- bra de la duda, indicando que entre los que incendiaron la ciudad y quemaron las sedes de partidos políticos desafectos al frente popular, negocios, conventos e iglesias, se podrían encontrar elementos de la derecha. El grado de maldad de este sujeto no conoce límites, y sus afirmaciones se descalifican por sí mismas. Se trata de emponzoñar y mentir sobre todo lo que toca, por eso, todos sus estudios e investigaciones, además de tener el tinte característico del sectarismo propio de la izquierda, no son ni creíbles ni serias. Gibson es incapaz de reconocer que Granada fue virtualmente arrasada por las izquierdas al no querer aceptar los re- sultados electorales, presionando a los suyos para que las elecciones se repitieran y saliera lo que ellos deseaban.
Lo de que la izquierda en general y muy particularmente en Andalucía no res- pete los resultados electorales en caso de no serles favorable, como vemos, viene de antiguo. No es nada nuevo.
Es innegable que los disturbios generados por la izquierda provocaron una gran conmoción en la ciudad, sobre todo entre las clases medias que habían sido objeto de la ira “revolucionaria” y un sentimiento de venganza y odio anido entre muchos de los habitantes de Granada. La policía actuó tarde y mal, aunque para cumplir el expediente se produjeron más de trescientas detenciones y registros domiciliarios en los que se incautaron de diversas armas y distinto material de guerra entre activista de izquierda. Los gobernadores civil y militar fueron cesa- dos y el comandante militar, el general Eliseo Álvarez-Arenas “amenazo con sacar al ejército a la calle, si no cesaban los disturbios”.
El 31 de marzo, para gran indignación de la mayoría de la población gra- nadina, las cortes anularon los resultados electorales de febrero y ordenaron la repetición de los comicios, los cuales se repitieron el 3 de mayo del 36. El frente popular ganó los comicios, obteniendo el acta de diputado los 13 candidatos socialistas y comunistas por ninguno de la derecha. Algo poco creíble que no hizo más acrecentar la sensación de fraude e impunidad de las izquierdas frente al
que no pensara como ellos. Fue un golpe mortal a la credibilidad de la República y a la credibilidad de la propia democracia. Son muchos los que a partir de ese momento se afilian a la ya ilegalizada Falange Española, al empezar a desconfiar de los partidos tradicionales. En Granada, las juventudes de la CEDA ingresan prácticamente en bloque a la Falange. A raíz de estos incidentes, Ruiz Alonso deja la CEDA y se intenta afiliar a Falange, a pesar de las muchas discrepancias y roces que había mantenido y seguía manteniendo, con los dirigentes locales de la falange de Granada. El Responsable de la falange local era Jose Rosales, hermano del poeta Luis Rosales, y donde Lorca se refugiaría para intentar salvar su vida. Ramón Ruiz tenía pretensión de cobrar de falange 1.000 pesetas mensuales, que era su sueldo de diputado y que acababa de perder. La negativa de Jose Rosales fue contundente, esto no sentó nada bien a Ramón Ruiz Alonso y sin duda pudo ser una de las causas del resentimiento que Ruiz Alonso tendría con los falangis- tas que habían dado cobijo y protección a García Lorca.
Ruiz Alonso no conseguiría entrar en falange hasta ya iniciada la contienda civil. Inmediatamente se puso a las órdenes del nuevo gobernador civil, Jose Val- dés Guzmán y formó parte activa de la represión, pues el mismo había sufrido las iras de la izquierda y conocía a gran parte de sus dirigentes y matones. Se podría afirmar que tenía ansias de venganza por todos sus padecimientos y sobre todo guardaba mucho resentimiento.
La sublevación militar triunfa en la ciudad de Granada el 20 de julio de 1936. El general Queipo de Llano se había sublevado en Sevilla y Córdoba. El casco urbano de la ciudad cae rápidamente en manos de los sublevados. Ocupan el aeródromo de Armilla y otros puntos estratégicos de la ciudad. Solo el barrio de Albaicín resistió unos pocos días, después toda la ciudad estuvo bajo control na- cional. La noche del 23 de julio la ciudad de Granada se acostó siendo nacional, no así muchos pueblos cercanos de la provincia que seguían en manos republica- nas. La ciudad quedó aislada, sobre todo después del fracaso de la sublevación en Málaga. El gobierno del frente popular bombardea la ciudad en diversas ocasio- nes y esto no hizo más que enfurecer a la población local. El resentimiento contra la izquierda iba en aumento. El 30 de julio, una columna de milicianos intenta recuperar la ciudad, pero son rechazados por los defensores al mando del coman- dante Villalba y del teniente Pelayo. Los milicianos se retiran dejando atrás gran cantidad de bajas y mucho material y armamento. El aislamiento de la ciudad acabaría a mediados de agosto, cuando las tropas del general Varela consiguen unir la ciudad de Granada con el resto de la zona nacional.
Por aquel entonces, Ramón Ruiz Alonso ya había sacado a García Lorca de casa de los Rosales. Todos los intentos y las gestiones de la falange local y de la misma familia de de Luis Rosales, por evitar su detención, fueron infructuosas.
Algunos han intentado manchar el buen nombre del poeta Luis Rosales y su fa- milia insinuando que fueron conniventes. Nada más lejos de la realidad. García Lorca era gran amigo de Luis Rosales y este le acogió en su casa desde el pri- mer momento. La fijación de algunos elementos derechistas de la ciudad contra Lorca, se debía más a rencillas personales y antiguas envidias que a motivación política alguna. Su homosexualismo nada tuvo que ver con su muerte, aunque es innegable que para una sociedad pequeña y cerrada como era la Granada de los años 20 y 30, esto no gustaba ni a izquierda ni a derecha. La izquierda ha dejado de ser “homofoba” hace dos días, y más por razones coyunturales de de- fensa de determinadas minorías, que por convicciones ideológicas. La izquierda de la época en que Lorca muere, se parece más bien poco en lo ideológico a la actual, no así en las formas, que siguen guardando viejos tics del pasado. Los bombardeos de la ciudad por parte gubernamental, las ansias de venganza de la población hacia los matones que habían tenido atemorizada Granada durante tanto tiempo y el aislamiento de la ciudad, hicieron que se cometieran desma- nes e injusticias hasta que se restableció el orden a finales de agosto con la unión de Granada con el resto de la zona sublevada. Es en este contexto donde se debe analizar la injusta muerte de Federico Garcia Lorca.
Que Lorca estuviera en casa de los Rosales, no hizo más que acrecentar la ira de Ramón Ruiz Alonso por las viejas rencillas que mantenía con la familia Rosales. El 16 de agosto, en el momento de la detención de Lorca y su posterior traslado al gobierno civil, fue acompañado en todo momento por Miguel Rosa- les, también falangista y hermano de Luis y Jose. Se conoce que en un momento determinado Miguel pregunta por el motivo de la detención de Lorca, a lo que Ramón Ruiz Alonso contesta “que el poeta era un enlace con Rusia” y que “ha- bía hecho más daño con la pluma que con la pistola”. Las acusaciones no eran creíbles y mucho menos aceptables. Muchas de las declaraciones de denuncia social de Lorca, podían haber sido asumidas como propias por la mismísima falange.
Considero el crimen de Lorca como un “daño colateral”. Me explico, el verdadero objetivo podría ser el ex ministro Fernando de los Ríos, destacado socialista e íntimo amigo de Lorca y por otro lado, la familia Rosales, conocidos falangistas, enemistada con Ruiz Alonso, y que fueron los que en última instan- cia intentaron evitar la muerte y detención del poeta.
García Lorca era secretario de Fernando de los Ríos, uno de los grandes pensadores socialistas del siglo XX, ministro en distintas ocasiones durante los gobiernos de izquierda, diputado por Granada, miembro de la masonería, adscrito a la logia Alhambra y mentor y amigo de García Lorca. Fernando de los Ríos formaba parte de esa caterva de dirigentes socialistas que proponían un
“socialismo humanista”, no revolucionario, desde una perspectiva reformista y teniendo como marco jurídico y político la democracia liberal y burguesa.
Sigue existiendo controversia respecto a la hora y día exacto de su fusilamien- to, e incluso de las personas que le acompañaban y corrieron la misma suerte. Todo parece apuntar que Lorca fue fusilado a las 4.45 de la madrugada del 18 de agosto de 1936, junto a los banderilleros antes mencionados, Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, que serían milicianos anarquistas, hombres de acción de la CNT-FAI, y otra hipótesis apunta que junto a los tres, también estaría un profe- sor o maestro republicano conocido como “el cojo” y llamado Dióscoro Galindo. Todos ellos enterrados a las afueras de Granada, en el camino entre Viznar a Alfacar, en una fosa nunca encontrada y que su búsqueda también es objeto de controversia.
La muerte de Lorca perseguiría durante toda su vida a Ramón Ruiz Alonso. Poco después deja Granada con destino Salamanca, donde trabajaría en la ofi- cina de prensa y propaganda que por entonces dirigía el profesor universitario y economista valenciano Vicente Gay, nombrado el 14 de enero de 1937, siendo sustituido el 9 de abril por Manuel Arias –Paz. El 2 de marzo de 1938, Dionisio Ridruejo es nombrado jefe nacional de Propaganda, y nada más hacerse cargo de este servicio, destituye de manera fulminante a Ramón Ruiz Alonso. El motivo del cese de Ruiz Alonso debemos buscarlo en la implicación de este en la muerte de García Lorca. Todo apunta a que Luis Rosales, amigo de Dionisio Ridruejo, le hubiera puesto al día de los sucesos de Granada de agosto del 36.
Pedro Laín Entralgo, colaborador y amigo de Dionisio Ridruejo, comentaría en alusión del cese de Ruiz Alonso: “Con el aplauso de todos, Dionisio le expulsó para siempre de su interesado servicio al Nuevo Estado. Pienso que la figura y el destino de este hubieran sido bastante distintos de los que han sido si en todos los órdenes de su actividad hubiese prevalecido el espíritu rector de esa higiénica expulsión de Ruiz Alonso a las tinieblas exteriores”.
Después de esta expulsión, Ramón Ruiz Alonso no volvería a ocupar ningún cargo de relevancia dentro de la estructura de estado durante el franquismo. En diciembre de 1975, y menos de un mes de la muerte de Franco, Ruiz Alonso se traslado a vivir a las Vegas, en el estado de Nevada donde vivía una de sus hijas, María Julia. Ruiz Alonso fallecía en el año 1978 y sus cenizas fueron trasladadas en 1982 al cementerio de San Justo en Madrid.
Esta suficientemente demostrado que en la muerte de García Lorca nada tuvo que ver las motivaciones políticas y sí mucho rencillas y antiguas cuitas con amigos del poeta. La muerte de Lorca, además de una tremenda injusticia, fue un tremendo error. Lorca no estaba seguro en el Madrid Republicano, como tampoco lo estuvo en su Granada local, pero querer ver en la muerte de Lorca la
mano de Franco y su régimen, es un absoluto despropósito que solo atiende a motivaciones de interés partidista y sectario. Ni Franco ni su régimen ganaban nada con la muerte del poeta, todo lo contrario. Lorca era ya mundialmente conocido y reconocido, y en nada ayudaba su muerte a la “causa”. Lorca fue víctima de la intolerancia y la violencia de la época. Víctima de la mala suerte y de una sucesión de acontecimientos que precipitaron su muerte, pero en nin- gún caso, objeto de persecución política o ideológica alguna.
Son muchos los que han explotado torticeramente el crimen de García Lor- ca para sacar rédito político, e incluso económico. La izquierda ha elevado a la categoría de mito a García Lorca, como consecuencia de su crimen, sin darse cuenta que Lorca era ya en sí mismo un mito por su obra y por su personali- dad, sin necesidad de explotar políticamente su muerte, eclipsando la figura del poeta, y anulando a la persona.
El 27 de marzo de 1937 en el periódico “Imperio”de la ciudad de Toledo, periódico perteneciente a la falange, se podía leer, una vez conocida la muerte del poeta: “Yo afirmo solemnemente por nuestra amistad de entonces, por mi sangre derramada en la mas altiva intemperie de un campo de batalla, que ni la falange Española, ni el ejército de España tomaron parte en tu muerte. La Falange perdona siempre; y olvida. Tú hubieras sido su mejor poeta, porque tus sentimientos eran los de Falange. Querías Patria, Pan y Justicia para todos. Quien se atreva a negarlo miente; su negación es el testimonio más exacto de quien jamás quiso saber de ti. Los hombres solo nos conocemos cuando hemos llorado juntos muchas veces; cuando hemos convivido largo tiempo en la inti- midad de las trincheras, allí donde florece la vida más alta. Te sabías poseedor del fuego, de la luz, de la risa. Tu calidad divina de poeta te elevaba sobre las mezquindades de la tierra y, sin embargo, rescatar a los hombres de la impia- dosa realidad, redimir su triste vida, condensar en ti el dolor de todos, era una de tus mayores preocupaciones y el eje de tu filosofía. Pero no todos podían comprenderte.
El crimen fue en Granada; sin luz que iluminara ese cielo andaluz que ya posee. Los cien mil violines de la envidia se llevaron tu vida para siempre. Tu cuerpo gigantesco se derrumbó, medroso, ante el golpe brutal de la adormidera de los cuchillos de tus enemigos; tu cuerpo gigantesco, faraónico, se batió con la inercia en dos mitades y caíste a los pies de tu asesino, tal vez una isla evi- dente de poesía. Eras poeta, vivías en tu mundo. Amabas a los hombres, a los pajaros, las naranjas de sal y los corales… Tenías que morir o claudicar tu luz; volver a tus dominios de bandera y de estimulo o entregar tu mirada y tu corcel poético a los verdugos de la poesía, a esos dueños del cieno que no ven mas que el mundo, y odiaban a muerte tu frente cuajada de luceros.
Tenías que morir… Eras poeta. Como en tu Elogio a doña Juana la Loca: Granada era tu lecho de muerte
Los cipreses tus cirios
La sierra tu retablo
Se desplomó tu cuerpo para siempre y se borró tu risa de los mapas; y la tierra tembló a través de tus manos de agonía al sentir la llegada de tu espíritu.
Y sin embargo, no puedo resignarme a creer que has muerto; tú no pue- des morir. La Falange te espera; su bienvenida es bíblica. Camarada, tu fe te ha salvado. Nadie como tú para sintetizar con la doctrina poética y religiosa de la Falange, para glosar sus puntos, sus aspiraciones.
A la España imperial le han asesinado su mejor poeta, García Lorca. Falange Española, con el brazo en alto, rinde homenaje a tu recuerdo lanzando a los cua- tro vientos su PRESENTE mas potente.
Tu cuerpo ya es silencio, silencio nulo y sombrío; pero sigues viviendo inten- samente vivo, en las formas que laten y en la vida que canta. Apóstol de la luz y de la risa. Andalucía y Grecia te recuerdan. ¡Arriba España!
Artículo firmado por Luis H. Alvarez y recogido en su integridad en el Libro de Jose Luis Jerez Riesco, Falange Imperial (crónica de la Falange Toledana).
Federico García Lorca nos pertenece a todos y es muy injusta y reprobable la patrimonialización que de él se hace por parte de la izquierda en general. A la izquierda no le hubiera importado la obra de Lorca, si su crimen, si su muerte se hubieran producido de otra manera, en otras circunstancias, es más, Lorca hubiese pasado desapercibido para ese sector de la izquierda que todo lo ve y lo analiza desde su perspectiva política, sin importar la calidad de las obras de los autores. Lorca es de todos, igual que Dionisio Ridruejo, Laín Entralgo, Muñoz Seca, Salvador Dalí, Luis Rosales, Camilo Jose Cela o Manuel Machado y tantos otros que por encima de su pensamiento político o ideológico está su obra. Pero la mayoría de estos autores no merecen ni reconocimiento ni halagos si de ellos no puede sacar rédito político.
Sí, la izquierda elevó a la categoría de mito a quien ya lo era y la derecha abandonó, cayó en la trampa y se olvidó del poeta, de la persona. Se olvidó de Federico García Lorca como patrimonio universal, como patrimonio de todos.
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