03/05/2024 11:08
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El profesor Alberto Bárcena, licenciado en Derecho y doctor en Historia, es un prestigioso intelectual, experto en Doctrina Social de la Iglesia…Hoy sábado participa en el congreso, organizado por Luz de Trento en Madrid, La España de Franco. Crónica de un tiempo. El título de su conferencia es Un Estado católico y social.

Con tal motivo le entrevistamos brevemente sobre algunos de los aspectos de su ponencia.

¿Por qué podemos afirmar con rotundidad que, en tiempos del Régimen de Franco, España fue verdaderamente un Estado católico?

Porque así lo dice el Concordato de 1953 en el que afirma que la religión católica seguía siendo la única de la nación española. Se pusieron en marcha todas las medidas para la anulación de toda legislación anticatólica de la II República que fue derogada. Fue anulada la Ley de Confesiones y Congregaciones religiosas, que sacaba del marco social y de la enseñanza a la Iglesia por completo. También se revocó la expulsión de los jesuitas. Y a partir de ahí la Iglesia Católica estuvo presente de nuevo en la enseñanza y apoyada por el Estado de forma incondicional. Esto está en la visión de Franco desde un primer momento.

¿Puede darnos algunos datos que lo atestigüen?

El propio papa Pío II afirma del Régimen de Franco: “Es una clara muestra de las inagotables posibilidades que en la doctrina católica sinceramente practicada había encerrado la Divina Providencia para la edificación y reconstrucción de los pueblos”. Esto lo dice a unos peregrinos españoles que llegan a Roma en 1943, todavía en plena Guerra Mundial y fue publicado por Luis Suárez en su libro Franco y los años decisivos, que a su vez la toma de una publicación anterior Pío XII y los españoles.

Además de este juicio del Papa sobre la reconstrucción de España, antes en el 39, concretamente el 16 de abril, en el radio mensaje que dirige a España se expresa en estos términos: “Los designios de la Providencia se han vuelto a manifestar una vez más sobre la heroica España, la nación elegida por Dios como baluarte inexpugnable de la fe católica. Se acaba de dar la prueba más excelsa de que, por encima de todo, están los valores eternos de la religión y del espíritu”. Por tanto el apoyo del Papa Pío XII al Régimen de Franco fue manifiesto desde un primer momento. Franco fue distinguido por el mismo Papa con el collar de la Orden Suprema de Cristo, meses antes del Concordato de 1953.

Por otro lado el propio Franco dice en plena Guerra Civil, cuando recibe al Nuncio Apostólico en Burgos lo siguiente: “La religión católica ha sido crisol de nuestra nacionalidad”. Esto lo va a mantener siempre. El 23 de enero de 1945, en la clausura del Congreso Sindical, afirma: “El inspirar un sentido católico a todas las actividades del Régimen es peculiaridad que nos caracteriza y que permite que no se nos confunda. Nuestras leyes y disposiciones están impregnadas del mismo espíritu católico que animó a España en las grandes empresas de su historia”.

Hay muchos otros documentos, por ejemplo, en el mensaje de fin de año de 1950, sentencia: “Todo lo que no se edifique sobre las bases sólidas de la Ley de Dios está llamado a perecer”. Él tiene muy claro que la construcción del nuevo Régimen tiene que estar basada en la Ley de Dios. No solo derogó las leyes anticatólicas de la República, sino que se restauran con él las inmunidades y privilegios eclesiásticos, la sustentación del culto y del clero, la reestructuración de la Iglesia. Empezamos a tener una Iglesia operativa y presente en todos los ámbitos por decisión del Jefe del Estado. Es más, en el Fuero del Trabajo, que es la primeras de las Leyes Fundamentales, dice algo muy interesante: “Venimos a renovar la tradición católica de Justicia Social y alto sentido humano que informó nuestra legislación del Imperio…” Vamos a estar viendo muy frecuentemente como a lo largo del tiempo toda la legislación invoca ese respeto a la Ley de Dios, interpretada según la doctrina de la santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Esto es lo que hace que posteriormente esta referencia a la Ley de Dios fuese continua en la legislación de Franco.

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¿Cómo se ve está legislación de inspiración católica cuando levanta el Valle de los Caídos?

Por ejemplo desde el Decreto Fundacional de agosto de 1957, la Santa Cruz del Valle de los Caídos se confunde con la abadía porque a ella se le encomiendan todos los fines de la fundación. Tras decir que los lustros de convivencia pacífica entre españoles avalan el hecho de que este sea el monumento a todos los caídos va enumerando los fines. En primer lugar dice que la Fundación de la Santa Cruz tiene como objeto mantener en la iglesia (sería después Basílica Pontificia por designio de Juan XXIII) es mantener el culto con todo el esplendor que la Iglesia recomienda. En segundo lugar habla de mantener una escolanía, que queda encomendada a la orden de los benedictinos. Luego vienen seis puntos más en los que solamente se habla del Centro de Estudios Sociales, que para Franco es tan importante como todo lo demás y por eso lo encomienda a los benedictinos, por su experiencia en bibliotecas y archivos.

¿Qué finalidad tenía el Centro de Estudios Sociales?

Se estableció en el Decreto Fundacional que el Centro de Estudios Sociales tenía que recopilar todo lo que se publicase en materia social en Europa, así como sus logros y las aplicaciones.

También se decreta que se recopile toda la doctrina de los pontífices sobre este tema. Lo que se va imponer en el Régimen y su norte auténtico es la Doctrina Social de la Iglesia. También el centro debe mantener una biblioteca y publicar los trabajos que considere importantes, mantener a sus expensas a los becarios, convocar y organizar tandas de ejercicios espirituales para empresarios, para representantes de la organización sindical y para trabajadores. El objetivo es que vayan asimilando este pensamiento social cristiano de la nueva legislación y lo pongan en práctica. Franco quiso copiar lo que estaban haciendo las organizaciones obreras, pero dándole una respuesta cristiana. Pensaba que a través de estas reformas sociales se iba a conseguir en España una estabilidad que no había antes y lo consiguió.

¿Cómo se aplicaron estos principios de la Doctrina Social de la Iglesia en España?

Todo lo que atañe a matrimonio y familia, la implicación de la Iglesia es total, puesto que toda la educación prácticamente va a estar dirigida por la Iglesia o con una participación eclesiástica importante. La religión católica era la única del Estado hasta que en 1967 Franco decreta la libertad religiosa, la libertad de cultos, con limitaciones.

En lo relativo a los aspectos sociales en el Fuero del Trabajo aparecen cosas muy interesantes. Por ejemplo dice que quedan garantizados los derechos de los trabajadores en cuanto a salario mínimo, descanso dominical, vacaciones retribuidas. También se establece el derecho del acceso a la propiedad privada de los trabajadores. El problema de la vivienda en España al acabar la guerra era enorme. Por eso se crea el Instituto Nacional de la Vivienda, que fue una iniciativa del ministro de Franco en aquel primer gobierno suyo, Pedro González Bueno.

En los años 40 el Instituto Nacional de la Vivienda construye miles de viviendas de protección oficial. Muchas de ellas todavía conservan visibles la placa con el yugo y las flechas. Ahora quieren retirarlas para que nadie recuerde que todas esas viviendas fueron construidas por el Régimen de Franco. Además estas viviendas fueron construidas con una gran rapidez, de 1939 a 1950 fueron más de la mitad de las que se hicieron en total. Estas miles de viviendas fueron un socorro providencial para muchísimos españoles. No ha habido nunca una política en España de construcción de vivienda protegida de esta envergadura.

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Franco aparte de recuperar la fe católica estaba muy orgulloso de haber creado la clase media. En 1963 aparece la Ley de Bases de la Seguridad Social que se va a ir desarrollando posteriormente en los 60 y a principios de los 70. La Seguridad Social recoge un conjunto de cargas sociales que las empresas tenían que ir asumiendo. En el año 50 la parte de cargas sociales que la empresa tenía que afrontar equivalía al 152 % del salario del trabajador. Hay iban incluidos el seguro de vejez, el seguro de enfermedad, el seguro de cargas familiares, el seguro de carestía de la vida…

También se contempla que la remuneración del trabajo tiene que ser acorde con las cargas familiares. Esto es una protección a la familia que no se da ahora. El crecimiento económico del Régimen se dio gracias a las políticas sociales y al apoyo a la empresa. Los planes de desarrollo del franquismo se hicieron para eso. También se aplicó el principio de subsidiaridad, la justicia social, la búsqueda del bien común…

¿Por qué le preocupa tanto el futuro de los jóvenes?

Porque en la actualidad uno de los grandes problemas que veo en España es la marginación absoluta de la juventud. Es una barbaridad que los jóvenes no se puedan independizar y tengan vetado el acceso a una vivienda porque en hipotecas se les iría más de la mitad del sueldo. Se ha perdido aquella posibilidad de casarse a los veintitantos años y de tener familias numerosas. En cambio antes había crecimiento demográfico y una sociedad joven, en la cual se podían hacer planes a largo plazo. Hoy los pisos son inaccesibles, incluso los alquileres. Nunca hubo como en esa época gente con tantos derechos sociales y con tantas posibilidades de ascender socialmente.

¿Por qué ahora se habla tanto del problema de las pensiones? Porque tenemos una sociedad envejecida por las políticas en materia familiar y sexual con unas tasas bajísimas de natalidad. Se perdió hace mucho la tasa de reproducción, pero estamos incluso alejándonos de la tasa de reposición. Esto no es un problema exclusivamente español, aunque lo padecemos de una forma acuciante. Actualmente hay un panorama desolador comparado con el pasado. Se ha desmantelado la economía y se ha destruido el sector primario, según los planes de la agenda 2030.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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1º Fue Dios Todopoderoso quien salvó a España de convertirse en un infierno marxista como la URSS. Por eso Franco, católico ejemplar, siempre consideró su caudillaje como Gracia de Dios para España. Sin Dios no podemos ni nunca se pudo hacer NADA.

2º La Ley de Dios, la doctrina de la Santa Iglesia Católica Apostólica no es otra que la de su Cabeza y Fundador, Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero. Todo lo que está conforme a los mandamientos del Señor es católico (sinónimo de cristiano), todo lo que transgrede sus mandamientos es contra Cristo. Tal cual. No puede haber manipulación política de los mandamientos de Dios. Es herejía, origen de multitud de cismas, errores, apostasías y confusión entre fieles que esperan la Salvación eterna y no ser conducidos a la perdición.

3º La justicia es una exigencia de Dios, Juez Justo. Es Dios quien juzga, no los políticos con su justicia «social». El Señor mismo aconseja no juzgar o, de hacerlo, hacerlo conforme a la verdad y no la apariencia (propaganda política, por ejemplo). El Fuero del Trabajo, promulgado en enero de 1938, no fue precisamente una de las mejores Leyes fundamentales del Régimen Católico de Franco, pues lo único que pretendía era atraer la lealtad de los millones de españoles humildes a aquel benigno y católico régimen y se era perfectamente consciente que el veneno marxista había contaminado toda Europa, haciendo sospechar de cualquier cosa buena y santa a los menos instruidos. Pero entonces no se tenía el conocimiento técnico y económico que sí se tuvo décadas después. De ahí que el Régimen fuera lo suficientemente flexible para reformarse en 1959, para bien material de los españoles, desgraciadamente en medio de un mundo crecientemente materialista, hedonista y hostil a Dios que acabó afectando finalmente a los españoles de las nuevas generaciones.

4º De nada sirve el derecho, por muy inspirado que esté en el Nuevo Testamento, si no llega a los corazones de la gente. La fe, la esperanza y la caridad no son cuestión de preceptos humanos, sino de respuesta al amor y la misericordia infinita de Dios. El ejemplar y exitoso Régimen católico nacional de Franco, se prodigó mucho en que los españoles conociesen y amasen a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ya desde la más tierna infancia. Esa herencia es sencillamente impagable, propia de verdaderos católicos. Desgraciadamente, nadie puede evitar la cizaña, la estirpe de la serpiente, los hijos del Maligno y su actuación, aunque muy reprimida en el Régimen de Franco, gracias a Dios. El Régimen de Franco fue una auténtica bendición para España, sobre todo en el orden fundamental de nuestras vidas, el espiritual, el cual hace posible cualquier otra mejora en el orden temporal o material. Sin Dios no se puede hacer nada, aunque los ateos no lo creen, evidentemente.

5º Al árbol se le conoce por sus frutos, y la mal llamada doctrina social «de la Iglesia» no es una excepción. Mal llamada así porque no viene de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Uno y Trino, ni de Él por medio de la Santísima Virgen María, ni de sus Arcángeles, ángeles, santos o santas, luego no puede ser de la Iglesia católica, la de Jesucristo Nuestro Señor. No es doctrina de Cristo, como describe a esta el apóstol amado San Juan en su segunda carta católica, luego el que la sigue se hace solidario con sus falsos doctores. La tal DSI NO es de Dios, por mucho que se trate de enseñar con mentira lo contrario, sino una instrumentalización de la Palabra de Dios en beneficio de políticos y empresarios, engañando a los fieles a conveniencia, una herejía demoníaca, ajena a la Iglesia e impuesta en ella por poderes político-económicos ajenos a la fe desde Rerum Novarum del papa León XIII y todavía no condenada porque los papas están sometidos a persecución como se nos advirtió en Fátima por parte de la Santísima Virgen María, que quiso evitar la segunda guerra mundial, la persecución de la Iglesia y del papa y el hambre (holodomor), pero que no pudo evitarlo al haber sido despreciada, todavía sin explicación alguna.
Los políticos (todos profesionales del engaño y siervos de satanás) de la tan alabada (e infernal por sus hechos reales, que no por la propaganda) transición a la democracia española, fueron instruidos en la DSI. El resultado es claro en la España actual. Dios les espera con su Juicio implacable, pues el daño que han hecho es inconmensurable para toda la eternidad. Y no les vale la excusa de Eva y Adán. Advertidos estaban de sobra.

Los frutos de tal DSI son:

  • Respaldo a la democracia (hija de la satánica Revolución Francesa y de la masonería, contraria a los Evangelios en los que el Señor bien claro deja que pocos son los que siguen el camino de salvación, además de afirmar que el que quiera ser primero ha de ser siervo de los demás, algo inexistente en democracia) y al Estado (principio de subsidiariedad), idolatrados ambos, totalmente ajeno a lo que el Señor nos mostró en los santos Evangelios, el abandono en la divina providencia, la confianza en Dios y no en nosotros o otros hombres. La falta de confianza en Dios debe mucho a la falsa doctrina de la DSI, que no es sino la politización a conveniencia de la Palabra de Dios, algo gravísimo que aleja de Dios a millones de hombres y mujeres honestos, vaciando seminarios, conventos y templos católicos. La DSI es a la Iglesia Católica lo que el judaísmo fariseo a la Revelación de Dios a Moisés, una mera instrumentalización de los que no tienen santo temor de Dios. Conviene recordar, además, que el Régimen católico y patriota del Generalísimo Franco, NO fue una democracia, gracias a Dios. Porque la fe no se discute, no es cuestión de política, de relativismo moral, ni de opinión. El NT es la Verdad. Y la Verdad no se discute. O se está con Cristo o contra Él. Y toda democracia está contra Cristo. Sus frutos la delatan.
  • Respaldo a acción política, demoníaca en todas sus ideologías, pues la política es la actividad de alcanzar y mantener el poder por medio de la violencia (ejércitos mercenarios), la compra de voluntades (compra de votos y de fuerzas policiales, judiciales y militares) y el engaño, la mentira, la manipulación y la judía hipocresía farisea. Jesucristo Nuestro Señor no fue político en absoluto, no fue Rey de Israel, aunque los políticos de su época bregasen por nombrarle tal y le crucificasen por no satisfacer sus mundanas pretensiones de poder. Lucifer aspiró al poder con sus ángeles rebeldes. Eva y Adán aspiraron a ser como Dios Todopoderoso, el Señor fue tentado con la política en el desierto («Todo esto te daré…»), Judas Iscariote vendió al Señor defraudado por su misión no política, Caifás conspiró con el Sanedrín para asesinar al Verbo encarnado por política, el pueblo de Jerusalén pidió la crucifixión del Señor decepcionado al no poder instrumentalizar sus milagros políticamente… Y los cismas, errores, rebeldías, anatemas, etc., tienen su origen en… la política, ¡cómo no! Eso sí, desde León XIII, papa político al ser la sede de Roma rehén de los políticos italianos tras la pérdida de los estados pontificios, y con la excepción de los dos papas santos desde entonces (san Pío X y san Juan Pablo II), se incita a los católicos a involucrarse en política y a votar, es decir, a condenarse eternamente en el infierno por dejarse seducir por el demonio, padre de la mentira (de la política).
  • Respaldo a los impuestos, las cotizaciones a la mal llamada seguridad social y las subvenciones. Todo un sistema de corrupción abyecta y de engaños y mentiras, aparte de crecientemente opresivo. Incoherencia insuperable. Si la fe se propone, ¿el Estado social se impone?¿Cuándo dio Dios autorización a robar a emperadores, reyes, príncipes, nobles, políticos o funcionarios? Si los herodianos y los escribas y fariseos son tributarios del poder de Roma, sin son sus funcionarios a conveniencia política, si se han sometido a ellos para tener poder en Israel compartido con Roma, ¿no han de devolver al César lo que es del César? Si no reconocen más rey que el César, ¿no han de devolverle lo suyo? Si recurren a sus tribunales (romanos) para pedir crucifixión, ¿no han de devolverles lo suyo? Pero eso no exime del deber de guardar el mandamiento del Señor de no robar. Y los Estados o Reinos (como España), no están eximidos frente a ese mandamiento de Dios. Los impuestos no son católicos, la caridad cristiana sí. Otra cosa es que se haya rechazado la humildad y la humillación que implica la caridad de la que todos los seres humanos somos beneficiarios, pues no nos late el corazón ni una sola vez más si no es por la infinita misericordia de Dios con nosotros. Si se rechaza la humildad, no es de extrañar que la caridad sea rechazada y sustituida por impuestos, tan dañinos a lo largo de la historia. Recuérdese que el Señor comía con pecadores (toda la humanidad), prostitutas (categoría que incluye al que vende su alma por un plato de lentejas) y publicanos (ladrones cobradores de impuestos, robo siempre), pero nunca autorizó ni el pecado, ni la prostitución, ni el robo. No se busque otro tipo de falsas doctrinas.
  • Respaldo a organizaciones terroristas (que actúan por medio del terror) como sindicatos y patronales, responsables máximas de no dar de comer al hambriento ni de beber al sediento, del desempleo masivo, pues unos consideran que es mejor los derechos de ellos aunque cueste el hambre de otros y otros consideran que aquellos empresarios que dieran trabajo a menor coste, son competidores a eliminar y es mejor que no haya competencia. Organizaciones violentas, corruptas, asesinas de gente humilde, egoístas y tiránicas que ejercen su dictadura por medio de una «negociación colectiva» que solo representa a una minoría clarísima y que cercena toda libertad para poder tan siquiera vivir como Dios manda, con el sudor del propio rostro y no el de los demás. Una auténtica lacra para todas las sociedades, pues ni se ganan la vida dignamente ni dejan ganársela a otros trabajadores y empresarios (potenciales competidores a suprimir por patronales).
  • Respaldo inequívoco al intervencionismo público en la economía y, por tanto, respaldo a la arbitrariedad y a la vanidad de los políticos, además de respaldo a su hipocresía farisea que les hace aparecer como lobos con piel de cordero ante el público, en buena parte prostituido a su sistema corrupto.

Las personas que propagan la DSI no creen, ni esperan, ni adoran, ni aman al Señor. Que nadie se engañe, la DSI no es de Dios. De hecho es el respaldo al mundo actual con sus males interminables. La DSI no es conforme al NT, ni conforme a Cristo.

Hakenkreuz

Respecto al Fuero del Trabajo de 1938 (lamentables las referencias de este profesor. Así no es de extrañar que la gente no conozca la verdadera significación del Régimen de Franco. Parece somo si se tratase de hacer ver a la gente que Franco fue más socialista que FG, ZP y PS juntos, o algo así, que ser socialista es una cosa buenísima y católica. Así está la cosa. Que Dios nos ampare):

1º Los llamados «derechos de los trabajadores» no son gratuitos, no llueven del cielo y no son neutrales en cuanto a la economía (eso de dar de comer al hambriento y de beber al sediento). El socialismo no es solución a problema alguno, sino camino seguro de ruina material y de perdición eterna. Y el coste no es sufragado por milagro de Dios, no. Las espinas y abrojos del suelo maldito por nuestro pecado no es algo que esté al alcance de cualquier persona, por muy santa que sea, eliminarlos. Los «derechos de los trabajadores» cuestan muchísimo, cada vez más. Y no lo paga el empresario, no. Lo suele pagar el que no tiene ni tan siquiera la posibilidad de ganarse la vida incluso con un salario más bajo o con peores condiciones. Si los «derechos de los trabajadores» se califican como «católicos», se está cometiendo un atentado contra Dios mismo. Más bien han sido un subterfugio de propaganda populista que un acto de caridad cristiana. Los tales «derechos de los trabajadores» han convertido a muchos trabajadores en egoístas insensibles exigiendo insaciablemente más y más «derechos». ¿Se ha pensado en esto desde ámbitos católicos? El salario, la jornada de trabajo, la fatiga, la seguridad en el trabajo y los demás «derechos», demandados de modo insaciable por los trabajadores sindicados de modo ciego e insensible a la tasa de paro, es la propia conducta de esos viñadores de primera hora que tuvieron que oír del dueño de la viña que no ha de dejar de ser uno bueno porque el ojo del ambicioso exigente sea malo. Las espinas y abrojos siempre estarán presentes, aunque ya apenas nadie cultive tierras. Por desgracia, esto suele olvidarse deliberadamente. Nada fiel a Cristo olvidarlo.

2º Respecto al salario mínimo, téngase en cuenta que si tal salario crece, y crece, y crece, debido a esa propiedad tan característica de sindicatos y de personas socialistas y materialistas desorejadas, si crece mucho, puede ocurrir que muchos pobres se queden sin tan siquiera la ropa que llevan puesta. Si el salario mínimo es tan bueno y católico, si es un «derecho laboral fundamental» tan alabado e idolatrado, prueben a subirlo hoy día a 5000 euros al mes, verán, verán. El populismo engañoso NO es fidelidad a Cristo. Y hay muchas personas en desempleo que, a buen seguro, aceptarían vivir con un salario inferior al mínimo con tal de poder sobrevivir dignamente. ¿Se le ha de negar porque la DSI exige un salario mínimo? Prepárense esos falsos doctores para explicárselo al Señor en su Justo Juicio.

3º El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado. Bien está que toda actividad superflua (y hoy, por desgracia, hay mucha) y no estrictamente necesaria, respete el descanso de los domingos, día del Señor, el que debemos dedicar al Señor como mínimo. Eso sí, no por ser domingo vamos a dejar de atender a un enfermo, extinguir un incendio, vigilar, etc. El descanso dominical, como el descanso diario, es conveniente para que el hombre reponga fuerzas y rinda adecuadamente, es para el hombre, no el hombre para la ley del descanso. En el tiempo del Fuero del Trabajo, millones de españoles iban a misa por amor a Dios. Hoy, por desgracia, cada vez va quedando menos gente en las misas. Y el domingo se emplea más para dormir hasta el medio día y para no hacer nada, ni siquiera rezar una oración.

4º Las vacaciones retribuidas, las pagas extra y los días de permiso sueltos, así como otros «derechos de los trabajadores» tienen un elevado coste, no se olvide esto si se es de Cristo verdaderamente. El «derecho» de unos se convierte en la condena de otros. La avaricia insaciable de unos, es el hambre de otros. Esto no lo debería olvidar alguien engañado por la herejía de la DSI. Evidentemente no harán caso alguno.

5º Lo curioso es que parece que hoy a Franco se le elogia más por sus insuperables errores socialistas (propios de la falta de experiencia de entonces) que por todo lo bueno que llegó a traer su Régimen, especialmente en orden a la salvación eterna de las almas por sus bondades morales invalorables extendidas a toda la población (y que no pocos ateos han llegado a reconocer y admirar), como si esto último fuese lo menos importante en un mundo tan socialista, ateo y materialista como el actual.

Las viviendas del Instituto Nacional de la Vivienda respondían a la necesidad de reconstruir las ciudades y pueblos que habían sido objeto de destrucción en la Cruzada. Esas viviendas, en las ciudades, hoy suponen un porcentaje enorme de las habitadas en las ciudades (aunque les hayan arrancado ya la placa con el yugo y las flechas, para que no se sepa que fueron construidas en tiempos de Franco. Así de estúpida es la maldita democracia y sus engañados súbditos camino de su autodestrucción), pero tienen el defecto de ser construcciones que responden a una falta de suelo edificable (lacra secular en España no solucionada y sin voluntad de solución), por eso suelen ser, evidentemente en el ámbito urbano, viviendas colectivas (más propias de un estado socialista), con lo que este tipo de viviendas significa y genera en la población. Desgraciadamente, el Régimen de Franco nació con muchas hipotecas, una de ellas, con los dueños del suelo edificable, que habían financiado las armas, la munición y el combustible del ejército vencedor, por lo que se les debía reintegrar lo suyo. Por eso España, en tiempos de Franco, no pudo imitar el estilo urbano de los países más ricos (USA, UK, Alemania, Japón, etc.), con viviendas individuales (chalets o casas), con la consiguiente mejora en la convivencia.
No obstante, la construcción de esas viviendas fue una pesadísima carga en el presupuesto exiguo de la post guerra. Esas viviendas tuvieron un coste aterrador que pagaron los que pagaron. No fueron obras de caridad cristiana, precisamente, excepto en los ámbitos rurales, donde todos contribuyeron personalmente y con su trabajo a la reconstrucción, algo hoy impensable en una España inmersa en la satánica democracia destructora de almas.
Muchas personas hablan hoy alegre y libremente de que habría que hacer más «vivienda social». Eso sí, a la hora de pedirles aportaciones voluntarias de dinero para construirlas, no hay ni un solo voluntario que quiera añadir a su ya dilatada carga fiscal un plus para construirlas. Más hipocresía farisea. Más alejamiento de la fidelidad a la Verdad que es Cristo.
Recuérdese, por cierto, que Pedro González Bueno, como el Cuñadísimo y otros muchos llegados de última hora al Movimiento, eran aquellos por los que los pocos camisas viejas supervivientes cantaban aquello de «Cara al sol, al sol que más calienta. Me puse el mono azul ayer. Me hallará la muerte si me lleva, sentado en el café…». Arribistas, como tantos en política, como el iscariote.

6º Si es importante ese logro que en terminología marxista llaman «clase media» (para un católico no hay clases. El Señor no hace acepciones de personas. Solo habla de ricos y pobres, mal que pese a algunos falsos católicos). Eso sí es importante estudiarlo, pues con Franco, en efecto, la inmensa mayoría de familias españolas prosperó notablemente. La población se enriqueció como nunca antes en la historia. Y España pasó a ser una de las naciones más ricas del mundo, solo que muchísimo más sana que las demás. ¿Cómo pudo esto ser posible? Hay que recordar que, a pesar de los que elogian, como este profesor, la parte intervencionista de Franco, en su Régimen, la presión fiscal fue ridícula, el estado se nutría fundamentalmente de empresas públicas que entonces eran monopolios estatales (hoy oligopolios que casi es lo mismo, pero con beneficios para los accionistas, no para todos los españoles), tasas y precios públicos. Todos estos recursos constituían, aparte de los beneficios de Cajas de Ahorros y Montes de Piedad (banca entonces pública) y del Banco de España, el 100% de los recursos. A los contribuyentes apenas se les hacía pagar una contribución no muy elevada y pocos impuestos indirectos. Eso sí, las subvenciones eran escasas y había que justificarlas adecuadamente. Recuérdese que con Franco no había ni IRPF, ni impuesto de sociedades, ni impuesto sobre el patrimonio, ni impuesto a las herencias, ni plusvalías, ni IVA, ni muchas figuras impositivas que cada vez expropian más a los contribuyentes y confirman su carácter de robo.
El hecho de ser un estado mínimo el del Régimen de Franco, permitió una mayor competencia empresarial fuera de esas empresas estatales, una mayor inversión directa extranjera (las empresas automovilísticas actuales, el grueso de la industria española actual, vinieron con Franco, no se olvide), y una mayor competencia profesional que rebajaron sensiblemente las diferencias de renta y riqueza de los españoles, fomentando eso de la «clase media». Con Franco hubo muchas oportunidades de prosperar, hoy algo impensable. Con Franco hubo libertad económica y seguridad jurídica total. Con democracia el socialismo ha sido garantizado. Y todavía no han empezado las expropiaciones, algo impensable con Franco. Con Franco, además, los pobres podían heredar. Hoy imposible.

Hakenkreuz

Señores Bárcena y Navascués. Dios que está en el Cielo bien sabe que nada tengo contra ustedes y sí muchísimo a favor (aunque no esperen nada de mi que nada ni nadie soy), pero un católico no puede callar, por amor a Cristo que es Camino a la Salvación, Verdad frente a tantísima mentira política y Vida frente a la muerte en masa en abortorios o de tantas criminales maneras democráticas y marxistas, la errónea manera en la que a veces, tal vez sin mala intención, se defienden los católicos entre sí, y en especial al Generalísimo Franco. De modo que a veces en lugar de defenderle, se le ultraja cada vez más, repito, seguro que de modo involuntario.
Les recuerdo a ustedes que Franco fue un militar, no un político. Y un militar vocacional. Y un militar serio jamás puede ser demócrata, pues no existe un ejército demócrata en ningún lugar del mundo, como tampoco es demócrata ninguna empresa verdaderamente rentable, ni ninguna familia cristiana, ni ninguna democracia popular o liberal, por mucho que lo diga su nombre, pues el pueblo ni gobierna ni cuenta ni se le atiende ni pinta nada de nada. Decir otra cosa es mentir, obra del padre de la mentira.
Mire, señor Bárcena, si es que acaso le resumen este tipo de comentarios (hechos desde una biblioteca pública, por eso tan discontinuos):

El Régimen católico patriota español del católico ejemplar Generalísimo Francisco Franco Bahamonde fue una bendición de Dios Infinitamente Bondadoso y Misericordioso para España y los españoles de bien y normales, entonces inmensa mayoría (hoy casi extinguidos, como nos advirtió en 1917 la Santísima Virgen María en Fátima con aquello de «los buenos serán suprimidos»), pues fue, en muchísimas cosas, conforme a la Santísima Voluntad de Dios contenida en el Nuevo Testamento (algo sumamente odioso para cualquier rojo y demócrata, conservadores incluidos), y en las cosas que no lo fue, no lo fue por maldad, sino por falta de conocimiento o por las hipotecas enormes y el terror exterior que padeció con un aislacionismo criminal que ahora la ONU y muchos países quieren olvidar por resultarles vergonzosos de cara a España.

Si hoy no hay Santa Iglesia Católica Apostólica en muchos países de Asia y de África es debido, en gran medida, al fracaso de las Cruzadas. Si hoy apenas hay Santa Iglesia Católica Apostólica en Rusia o en China (¡y a ver qué tipo de «Iglesia católica» hay allí si la hay!), se debió al triunfo del comunismo en aquellos países desdichados a más no poder. Y si hoy hay Santa Iglesia Católica Apostólica en España (la escasa que queda, con pésima calidad, por cierto), no se debe precisamente a la democracia de la II República y a sus golpistas gobiernos de izquierdas o marxistas (de 1931 a 1933 y a partir del golpe de estado revolucionario electoral de febrero de 1936 con intimidación a los cobardes derechistas de entonces en España, que dio lugar a un gobierno bolchevique revolucionario totalmente ilegítimo, genocida y pro soviético ante el cual los católicos verdaderos cruzados de «ultra extrema derecha» se defendieron para no ser exterminados como en la Rusia de Lenin y Stalin). Si hoy hay Santa Iglesia Católica Apostólica en España, se debe a Dios y a los católicos que se negaron a ser exterminados, rezaron y vencieron en una Cruzada (llamada «guerra civil» revolucionaria en terminología leninista impuesta de modo generalizado), con ayuda de sus aliados enviados por Hitler, Oliveira Salazar y Mussolini principalmente. Y esto va al Día del Juicio Final se pongan papa, cardenales, obispos, arzobispos, teólogos, fieles y no fieles, como se pongan, se rasguen vestiduras sean cuales sean las que lleven. Que hubiesen atendido la petición de la Santísima Virgen María en Fátima, que el monstruo satánico era Lenin y Stalin, no otros. Que se aprenda humildemente a discernir de verdad, conforme a Cristo, y no conforme a la demoníaca política.

Si la España de «ultra extrema derecha» o falangista-requeté, con el CTV y con la Legión Cóndor enviada por Adolf Hitler entre otros (con gran peligro de guerra mundial ante la tensión con UK), no frena el exterminio de católicos fieles y religiosos en España, aquí no queda de Cristo más que lo que hoy queda en Albania o países del este por el estilo (aparte de que España ya ni existiría). Y bien dicho está, la España de «ultra extrema derecha» y sus aliados nacionalsocialistas (los llamados nazis de Adolf Hitler, el de verdad, no la caricatura que de él se suele hacer) y fascistas (de Mussolini), son los que libraron a España de ser destruida y la Santa Iglesia Católica Apostólica de ser aniquilada y exterminada al completo (lograron hacerlo con 8000 religiosos, nada menos), que no los derechistas conservadores de la CEDA, de los radicales, de Renovación «española», Derecha Valenciana, etc., pues los derechistas estos huyeron a la hora de la verdad si no ayudaron a los «republicanos» (rojos), ni derramaron sangre por Dios y por España y ni acudieron a los frentes siquiera de visita. Lo único que hicieron los derechistas de entonces es lograr con sus medios económicos armas, munición y aprovisionamientos para los nacionales, hipotecando así el devenir futuro del régimen para lógico malestar de los falangistas de primera hora que sobrevivieron.

Ya al final del Régimen, esos derechistas conservadores vestidos con camisa azul, arribistas totalmente ajenos al Movimiento, a Dios y a España, muy pro yankees y pro ingleses, colaborarían a traer el infierno democrático actual, pues para un conservador, materialista se mire como se mire, no hay más «dios» que el dinero, los negocios, el patrimonio y la economía. Por eso, no es posible un Régimen católico con conservadores, con derechistas. Y los derechistas necesitan a los rojos para sus negocios como socios, proveedores, clientes, trabajadores, etc. Sin rojos, el sistema democrático de derechas conservador no funciona, se iría a la ruina. Sin Stalin, USA y UK hubiesen sucumbido. Sin Xi Lin Ping y sus millones de asesinados en gulags en China hoy, adiós rentabilidad de las multinacionales norteamericanas y europeas. Por eso Xi Lin Ping es un demócrata a conveniencia de occidente impune hasta en los medios de comunicación (heraldos prostituidos en toda democracia), y Maduro y Castro (un para de matones roba gallinas en comparación al macro genocida chino), son muy malos todos los días. Se cuela el mosquito y se traga el camello. Por eso el ser conservador no es ser cristiano, no es ser fiel a Cristo, sino el ser judío fariseo. No hay alternativa democrática, no digamos marxista, al ser fiel a Cristo. Es imposible, se mire como se mire. Aunque no lo enseñen en facultades de teología ni en seminarios. Un católico no puede ser democrático. Hasta rezando el Padre Nuestro decimos «Hágase Tu Voluntad, en el Cielo, como en la tierra…», es decir, la Voluntad de Dios, que no del pueblo. Por eso la democracia liberal conservadora no puede subsistir, sino que está abocada a la autodestrucción por corrupción y degeneración moral imparable, porque sus valores son puramente materialistas y porque no se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero. Ser de derechas no es ser de Dios, como ser de izquierdas es ser siervo de satanás.

Son cada vez más conocidas las incontables bondades (en términos cristianos, claro está) de aquel régimen católico de Franco que las leyes totalitarias democráticas tratan de censurar justo más de cuatro décadas después de su muerte, como si ahora se temiese a Franco mucho más que nunca, ahora que los jóvenes no saben absolutamente nada de aquel Régimen y de cómo era entonces España y los españoles. Es como si se quisiese reprimir durísimamente su curiosidad. Pío Moa, siendo conservador y, por tanto, demócrata, ha tenido la cristiana valentía de sacar a la luz muchas de las bondades de aquel Régimen católico. Qué curioso que un no creyente y demócrata tenga más agallas que todos los católicos actuales juntos que tienen poder en medios. Desgraciadamente, las amenazas y violencias que contra él y contra los contados casos de valentía similares, a buen seguro han hecho mella en su obra (en su historiografía, ahora muy acallada) y, quien sabe, si en su persona y familia. No obstante, la verdad va abriéndose camino entre las personas inteligentes y cada vez se sabe más, de ahí que ahora se trate de odiar a aquel Régimen con mucha más intensidad que hace cuarenta años, cuando todavía estaba bien presente en el recuerdo de los españoles, incluso los rojos de entonces, por cierto, no tan inflamados de odio sin sentido, como ahora desde ZP y sus cómplices.

alberto mallofré

«No ataques a los afines.»

Hakenkreuz

Para hacer un recto juicio del Régimen Católico del Generalísimo Franco, es preciso abordar materias y compararlas a la situación de entonces y de ahora, tanto en España como en el extranjero (en naciones similares en cuanto a cultura). Y, lo más importante, a la luz de las Sagradas Escrituras, para comprobar de primera mano hasta qué punto las democracias son sistemas contra Cristo y el Franquismo fue un sistema que intentó estar con Cristo.

Por ejemplo, la cuestión del divorcio, que ha traído al mundo males tan aterradores que su simple estudio riguroso por los investigadores cristianos, podrían aclarar a tantísima gente inocente de la insensatez de despreciar a Dios y sus mandatos.

Es sabido de sobra que durante el Régimen Católico de General Franco no hubo divorcio (se introdujo el divorcio en España, por primera vez en la historia, en la «contra» legislación de la demoníaca (anticristiana) II República, tanto el divorcio, como el «matrimonio» civil, ultraje ambos a Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero, que nos instruyó acerca de la indisolubilidad del matrimonio, sacramento querido por Dios y origen de familias sanas). El divorcio era ilegal en tiempos de Franco, a diferencia de lo que ocurría en todo el resto del mundo occidental aquejado por la peste de las democracias, propias de anticristos. Y no solo eso, sino que se penalizó el adulterio y cualquier otro tipo de relación ilegítima, es decir, cualquier otro tipo de cochinada hoy tan frecuente. Todo esto está conforme a la Santísima Voluntad de Dios contenida en los evangelios. Es el mismo Señor el que exige la indisolubilidad del matrimonio.

Pues bien, las democracias han llegado a la soberbia luciferina de establecer «qué es y qué no es un matrimonio», se han erigido en «diosas» que «unen» y divorcian o separan. La «mayoría» manda y a callar. Y lo han hecho bajo gobiernos liberales, social demócratas, socialistas, conservadores, comunistas, centristas, ecologistas, verdes, animalistas y todo otro tipo de sectas democráticas constituidas en partidos. Y lo que es peor, con el consentimiento contumaz de millones de votantes a quien Dios perdone, porque ya les vale. Que luego no aleguen engaño diabólico como Eva y Adán ante Dios mismo. Y encima están los demócratas convencidísimos de tener toda y toda y toda la razón en legislar el divorcio. Hablando claro, para un demócrata, sea del signo que sea, es Jesucristo el que se equivoca, no su partido y su democracia y millones de demócratas pro divorcio. Tócate la bandurria.

Según la inmensa mayoría de enfermos anticristos democráticos (no cabe calificarlos de otra manera. Y, además, de la peor de las enfermedades, la de la soberbia satánica luciferina que ciega incluso a los que presumen de mejor vista que un halcón), el divorcio es, nada menos, un «derecho» y que es algo bueno, pues afirman, entre otras muchas fábulas manipuladoras, que si un «marido» maltrata a «su mujer», lo mínimo es que la mujer pueda divorciarse de su maltratador marido, que sería muy cruel obligarles a permanecer casados en medio de las torturas. Y se quedan tan panchos y mandan callar a todo el que se le opone o discrepa. Soberano engaño demoníaco.
Un marido de verdad no puede sino amar a su mujer, incluso dando la vida por ella, no entiende la vida sin ella porque no es bueno que el hombre esté solo (el hombre, no la serpiente, la cucaracha, el rinoceronte o el perro). El marido ama a su esposa y la esposa a su marido, gozan de la compañía el uno de la otra y la otra del uno, no entienden la vida uno sin la otra, ríen juntos, gozan juntos, sufren y lloran juntos, discuten (faltaría más, ¿o es que acaso ya no se puede ni discutir en el matrimonio?), sobre todo por causa de suegros y suegras, se reconcilian, hacen planes juntos, educan en Cristo (los sensatos y juiciosos) juntos a los hijos (y éstos gozan teniendo papá y mamá, no dos o más papás, dos o más mamás, algunos durante algún tiempo, otros efímeros, una sola mamá, un solo papá, un tutor socialista o comunista que les toca y no les gusta que les toque….), luego lo último que quieren es vivir el uno sin el otro.

Un matrimonio es compatible perfectamente con el amor, no con el odio y el maltrato. Si hay odio y maltrato, no hay matrimonio, en todo caso engaño desde el primer momento y, siempre, búsqueda de sí mismo y reducción de la otra o del otro, a mero objeto de placer para la propia conveniencia. De ahí viene el maltrato, no se busque otro origen. Si un hombre ama a una mujer y por gracia de Dios su amor es recíproco, lo natural es el matrimonio, el querer vivir siempre juntos. Si uno solo busca el placer de su entrepierna, es decir, la simple fornicación, es lógico que haya cosificación y maltrato, pues al coche, cuando tiene una avería, no es poco frecuente que le aporreemos enfadados, como a la burra antaño se la fustigaba ante su terquedad. Si un hombre maltrata a una mujer, el vínculo que les une no puede ser un matrimonio, por mucho engaño que entre ellos se de y propaguen a su entorno. Por todo ello, es imposible de corazón, en verdad, que el amor conduzca al divorcio, sino a la fidelidad de por vida, pues el matrimonio es el vínculo con el que Dios une a hombre y mujer. Para un hombre casado, su esposa eclipsa a todas las demás. Y lo que Dios une, no lo separa el hombre. Otra cosa es lo que une el placer de la entrepierna, la fornicación pura y dura. Entonces, es casi seguro el maltrato, en efecto.

En tiempos del Régimen católico de Franco, la causa de maltrato fundamental que ha supuesto violencia, asesinatos, suicidios, odio intergeneracional entre familias, dolor y traumas para los hijos e incontables males para la sociedad, el adulterio, era insignificante en comparación a lo que es hoy (muy generalizado, más que los matrimonios). Los divorcios no existían, las separaciones eran escasísimas, como las nulidades matrimoniales, el maltrato físico, moral y psicológico eran prácticamente desconocidos a pesar de las fábulas macabras inventadas por los demócratas actuales, que sí se han prodigado en que sus concubinatos democráticos (parejas de «hecho» y desecho) se caractericen por esa violencia extrema semi silenciada que hoy tanto se acusa. En tiempos del Régimen de Franco, la mujer gozó de una protección hoy inexistente frente a los pocos violadores o fornicarios que pudieran engañarlas. Entonces no se andaba con chiquitas a la hora de castigar una conducta no cristiana. Entonces, en contra de lo que la propaganda demo progre roja actual difunde a todas horas, se hizo valer aquello de «esposa te di, que no esclava». Por eso hubo muchos matrimonios católicos (sanos), muchas familias católicas (sanas), muchos hijos e hijas católicos (sanos), a diferencia del fruto del árbol democrático actual, todavía pendiente de aplicarle el hacha y echarlo al fuego.

Pero, claro, esto, no está para cerebros soberbios cerrados a la gracia de Dios de entender el matrimonio, para esos soberbios demócratas que entienden el matrimonio como cualquier otro contrato mercantil de suministro o compra o adquisición de consumo. Por eso, los demócratas afirman que Franco era un represor dictador horrible que no permitió el «derecho» al divorcio, que reprimía la pornografía (ahora la llaman «educación sexual» en las aulas públicas) y todo otro tipo de conducta contraria a la santa castidad, tan odiada y transgredida en las democracias camino de su autodestrucción.

Por tanto, en este ejemplo del divorcio, que tantísimos males infernales acarrea a toda la sociedad y a generaciones que los padecen, el Régimen de Franco fue conforme a la odiada por los ateos Voluntad Santísima de Dios en medio de un mundo y de unas influencias hostiles, y las democracias son tan insensatamente contrarias a Dios. El problema lo tiene la democracia y los demócratas (votantes, sean por convicción o por engaño) no con Franco (un hombre mortal al fin y al cabo, no perdonado por los que no tendrán perdón de Dios, pero un hombre católico, que finalmente pidió infructuosamente perdón públicamente a quienes pudo hacer daño en su Régimen), en realidad, sino con Dios. Y, ¡ay amigo!, eso de desafiar a Dios con soberbia crecida y enemistarte con Él, abusando de su Infinita Misericordia… Mal, muy mal asunto, con consecuencias eternas. Especialmente si no hay arrepentimiento sincero, penitencia durísima y vuelta a la cordura cristiana mientras dura la Misericordia, mientras Dios da tiempo precioso para volver a Él, éste tiempo que vivimos ahora.
Porque después de la democracia el infierno espera. Los santos no nos han mentido, el infierno es real, aunque pocos lo crean ya.

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