21/11/2024 14:53
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«Simpatizantes, simpatizantas, y simpatizantos» (es la novedosa común manera de señalar un sexo neutro de entre los dos más conocidos, utilizado por la gilipollas de turno, que con menor preparación que un asno, inmerecidamente saca brillo con su culo a un sillón ministerial del gobierno, como todos sabemos, salida de la sucia caverna de «Juntas Podemlegañosas»).

Votantes, votantas y votantos de Juntas Podemlegañosas; aunque nos veáis a distancia, no hemos tenido más remedio que emigrar de mi querida y muy añorada Vallecas, para tener que venir a vivir a la periferia de este pequeño y frío pueblo de la serranía madrileña: Galapagar que, como casi todos los pueblos, se encuentra en pleno campo, a encerrarnos en esta pequeña y humilde morada, con cuatro míseros geranios en macetas de plástico, y un barreño con agua, que calentamos con una fogata, hecha con leña que encontramos, para poder bañar a nuestros dos procreados y también con el mismo agua a la procreada, que la maldad fascista presenta como un extraordinario chalet, edénico jardín y gran piscina.

Esta hembra que está a mi lado y yo, que por ahora -no sé si por mucho o poco tiempo- soy su enmoñecido Macho Alfa, somos unos desheredados de la sociedad burguesa, igualmente que vosotros, vosotras y «vosotres» (yo en el paro, buscando por Madrid donde colocarme, y cobrando una pequeña indemnización (5.316 al mes,  «acabaremos con los privilegios de los cargos electos -diputadas, diputados, senadoras y senadores-, tanto de aquellos de los que gozan durante el ejercicio de sus funciones como de los que les son atribuidos una vez que han concluido sus respectivos mandatos: eliminaremos las indemnizaciones por cese, derogaremos las llamadas «pensiones de oro» de los exparlamentarios, y equipararemos sus derechos y deberes laborales a los del resto de las personas trabajadoras«) andamos entre la desgracia y en la semi indigencia, sin permitírsenos otra opción posible; ya nos vimos hace un par de años obligados, no queríamos, pero tuvimos que hacerlo, vender vuestro culo; vuestra cula y «vuestre» cule -perdonad la expresión tan fuerte y grosera, muy fuera de mi natural suave tono soviético, con el que suelo dialogar; cambiaré lo de vuestro, vuestra, vuestre culo, cula, cule, aunque se que algunos, algunas y «algunes» lo dais de gratis y con sumo gusto, gusta, guste-, a Pedro Sánchez, para que pudiera llevar a cabo la gobernanza de este país, lejos del fascismo que, salvo unos pocos históricos momentos progresistas, ha estado sufriendo bajo la bota del fascismo.

No hagáis caso a quienes, como si fuerais gente inteligente, os quieren acercar a su huerto; haciéndoos de los suyos, usándonos a nosotros como chivos expiatorios, a mí y a mi compañera, de ser unos acaudalados; unos de esos 70% de nuevos ricos que han aumentado en este país, aireando como si fueran una fortuna, los cuatro euros que, quitando el pan de aquí, la fruta  de acá y la carne y la pesca de acullá, hemos ahorrado. No; no es cierto eso de que entre Irene yo tenemos más de un millón de euros en el banco.

Falso; falso ¡falsísimo! ¿Qué haces, Irene? ¡Guarda la cartilla, insensata!.

La envidia fascista, mis queridos, queridas y querides, no nos perdona la extraordinaria habilidad que mi compañera y yo, su macho por el momento, hemos demostrado para medrar en la política, yo profesor a dedo del catedrático, especialista en escraches a políticos fascistas del PP, y mi compañera, hoy una más entre los ministros, ministras y ministres del gobierno. Insisto: el fascismo no nos lo perdona; lo que no me importa porque yo gritaré, como lo he hecho siempre: ¡¡Viva la Casta!! Y la madre que la parió.

Autor

Eloy R. Mirayo
Mi currículum es corto e intranscendente. El académico empezó a mis 7 años y terminó a mis 11 años y 4 meses.
El político empezó en Fuerza Nueva: subjefe de los distritos de C. Lineal-San Blas; siguió en Falange Española y terminó en  las extintas Juntas Españolas, donde llegué a ser presidente de Madrid.