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A todo cerdo le llega su San Martín y, el de esta cuadrilla de agitadores de guerrilla urbana, está más cerca de lo que se creen.
Tras leer la letra de varias canciones del tal Hasél, llego a la conclusión de que no es un artista; como mucho es un ‘destrozaletras’, incluso un muy mal compositor que rapea insultos, incitación al terrorismo, machismo y violencia a destajo. En mi tierra le llamarían miserable y otros improperios más. “Me ofende que esa zorra crea que voy a hacerle caso por tener coño y dos tetas”; “escribo poesía, sí, y también puedo decirte ‘vete a comer pollas hija de la gran puta’”, son ejemplos de cualquier machista con tintes de miserable acomplejado. Y eso es lo que ha demostrado ser el tal Hasél y quienes salen a la calle a romper adoquines en su apoyo. ¿Apoyaron la dimisión del Gobierno cuando sumaba miles de muertos a su espalda?
Tal vez lo peor de todo son esos seguidores ‘talentosos’ y fraudulentos. Ahí tienen a Más Madrid y a ‘Hundidas’ Podemos que en la Asamblea de Madrid han demostrado lo degenerados que pueden llegar a ser, lo miserables que demuestran ser y la desconfianza que generan: se han negado a aprobar una declaración de condena a los disturbios durante las protestas en apoyo de Hasél. Su inmadurez e irresponsabilidad están fuera de toda duda.
Llegado a este punto, me pregunto qué es un miserable. No sólo es alguien que es muy desgraciado e infeliz. Me sobran las acepciones 2, 3, 4 y 5 del DRAE. Prefiero quedarme con la acepción primera: Ruin o canalla. Y dentro de esa ruindad canallesca me quejo con el cóctel de ser vil, despreciable, mezquino, falso y con muy malas mañas. Esa es la definición que se adapta al ‘bocachanclas’ de Podemos, Echenique Robba; el mismo defraudador reiterado a la Seguridad Social por tratar miserablemente al asistente. ¿Qué tendrá esta gente de la siniestra contra “sus” asistentes, asistentas y asistentos?
“Todo mi apoyo a los jóvenes antifascistas que están pidiendo justicia y libertad de expresión en las calles. Ayer en Barcelona y hoy en la Puerta del Sol”, decía Echenique. Pero en 2020, con motivo de las manifestaciones de los ‘cayetanos’, no lo veía igual: “Por ridículas que sean las ‘manifestaciones’ de la clase alta, golpeando señales de tráfico con palos de golf y cucharas de plata, la cosa es seria. Una minoría privilegiada no puede saltarse las normas y ponernos en peligro a todos. Las autoridades deben actuar”. Y ahora se atreve a ‘ladrar’, pero sin entender nada, porque la actuación de los miserables terroristas lanzando adoquines no puede ser apoyada por una de las facciones del Gobierno. Hoy ya debería estar Echenique en la calle por apoyar el terrorismo callejero.
Hasta Carlos Alsina ha desnudado el atroz y miserable comportamiento del “marqués”. El comunicador ha desgranado la actitud totalitaria, dogmática y sectaria del talibán de Podemos. También es verdad que, si Echenique fuera una persona normal, habría desaparecido de la vida pública, pero como es un ser ampliamente rastrero, extensamente miserable y mala persona, no lo hará hasta que la Justicia acabe con él. Ya se sabe que a todo cerdo le llega su San Martín y, el de esta cuadrilla de agitadores de guerrilla urbana, está más cerca de lo que se creen.
La maldad de Echenique salta a la vista. La violencia no es el camino. Él sabía que Espinosa de los Monteros le iba a cantar cuatro verdades desde la tribuna del Congreso, de ahí que saliera a toda pastilla con su carricoche cuando comprobó que el diputado de VOX se encaramaba a la misma. Sabía que le iba a caer la del pulso, como así fue. Su demostrada cobardía no le permitió comprobar cómo le ponían frente al espejo de su estupidez, su actitud miserable y su apoyo al terrorismo urbano. Cada día que pasa es más miserable el balance de este personaje argentino y su aportación a la sociedad.
Hay más miserables en este asunto del terrorismo callejero y la liberación de un delincuente con cuatro condenas, y una más hoy de dos años. Los delincuentes deben cumplir su condena. Hasta Armengol, presidenta balear, ve con buenos ojos que no cumpla Hasél la condena. Treinta y tres policías heridos y ‘Hundidas’ Podemos alentando las protestas con el pretexto de la brutalidad policial, a pesar que la Policía se ha comportado como almas de la caridad en todo momento.
Parece que Armengol sabe mucho de libertad de expresión, pero aún tiene que aclarar qué sabe de las niñas prostituidas en Baleares con el presunto conocimiento y consentimiento de la Administración balear. Tras haber trabajado en la Obra de Protección de Menores, no voy a consentir que quede impune esa atrocidad. Sigo investigando y tirando del hilo hasta que pueda tirar de la manta.
En fin, no hay duda de que el rapero preso es una anomalía democrática, al igual que lo es ‘Hundidas’ Podemos en la sociedad española. Si queda algún desinformado y piensa que el rapero está en prisión por cantar o porque el Estado coarta su libertad de expresión, es que no se entera de nada o prefiere no enterarse. Y en este último caso también entra dentro de la definición de miserable.
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