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El tétrico sonido acompasado de un tambor rompe el silencio la noche de Jueves Santo en la localidad gerundense de Verges.
Tres niños y dos adultos vestidos de esqueletos inician una macabra danza. Tras ellos, otros cinco esqueletos más portando antorchas que iluminan las silentes y apagadas calles de la localidad. Es la Danza de la Muerte.
Esta extraña representación, que llena las calles de Verges cada Jueves Santo, es la única en su género que se celebra en el mundo, perdiendo sus orígenes en la lejana Edad Media.
Se trata de un vestigio único, una reliquia que ha llegado hasta nuestros días, conservando toda su esencia, enmarcada dentro del ciclo de la Semana Santa.
Es, de alguna manera, una procesión pedagógica que trata de transmitirnos el mensaje de la cortedad de la vida y de que la muerte nos llega a todos por más que tratemos de evitarlo o pretendamos huir de esta realidad tan natural como la vida misma.
La guadaña, símbolo asociado tradicionalmente con la “Parca”, capaz de segar la vida, con un mensaje premonitorio, grabado en su mango, “Nemini Parco” (no perdono a nadie); un estandarte de paño negro con una calavera y una leyenda “lo temps és breu” (el tiempo es breve); un reloj que nos indica que la muerte llega en cualquier momento; dos esqueletos portando dos platillos con cenizas, alusivos a que somos polvo y en polvo nos convertiremos; unos pasos de danza medidos y acompasados son elementos que conforman este macabro cortejo.
Las calles de la zona antigua, apagadas de luces, iluminadas tan solo por velas y antorchas que producen una ambientación sobrecogedora, capaz de poner un nudo en la garganta al público que observa su paso en absoluto silencio, roto tan solo por los lúgubres sonidos del tambor. Una auténtica reliquia de la religiosidad medieval que se revive en Verges cada noche de Jueves Santo.
Su origen está documentado desde 1666, aunque algunos estudiosos la sitúan en 1347, y sus raíces se hunden en la Europa asolada por las sucesivas epidemias de peste negra habidas entre los siglos XIV al XVII.
Previamente a la salida de esta procesión, que arranca a las doce de la noche que marcan el inicio del Viernes Santo, en la plaza Mayor de la localidad tiene lugar una escenificación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo también de mucho interés, que cuenta con la participación de varios personajes encarnando a los más destacados y tradicionales dentro de la trama pasional.
Después, acompañando a la imagen de Nuestro Señor camino del Calvario, se inicia el desfile procesional al que se suman cofrades, soldados y otros personajes en cuyo recorrido, por calles apagadas o iluminadas con lámparas de aceite y antorchas, se escenifican varias escenas de la Pasión: las Tres Caídas, las Tres Marías y la Crucifixión, además de la Danza de la Muerte.
Cristo camino del Calvario de la procesión de Verges
Verges en un pequeño municipio de la provincia de Gerona, situado en la Comarca del Bajo Ampurdán, que cuenta con una población de 1.200 habitantes y que llegada esta fecha se abarrota de gente, venida de todas partes, especialmente para la ocasión y para ser testigos de una representación que no tiene parangón en parte alguna.
La procesión de Jueves Santo en Vergés
Sin embargo, la procesión de Vergés no es la única reliquia de pasadas centurias que queda inmersa en los ritos de celebración de la Semana Santa española, tan rica en costumbres y tradiciones, y de ellas iremos hablando en sucesivas ocasiones.
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