21/11/2024 11:59

Lejos de tomar adecuada conciencia de su papel por el éxito obtenido en las elecciones generales del 2019, VOX especuló al considerar la importancia de su triunfo; y luego que llegaron a sus oídos las decididas prevenciones puestas en marcha para represaliarlo, en vez de seguir defendiendo sus principios con mayor firmeza aún, pareció arrepentirse de su temeridad en haber atraído contra sí toda la maquinaria del Sistema y su desorbitante poder. O eso, o dejó que se le infiltraran advenedizos y minadores del propio Sistema. O ambas cosas. El caso es que las expectativas puestas en él se rebajaron, sin que haya conseguido recuperar aquel nivel hasta la fecha.

A partir de ahí VOX ha ido dando bandazos, semejando un PP bis en determinados y frecuentes momentos, hasta llegar a la actual etapa en la que parece haberse estabilizado, aunque, como indicamos, sin recobrar su crédito de entonces. ¿Y cuál es la postura que ha adoptado en esta fase? Puede decirse, resumiendo, que mantiene un elevado nivel en el aspecto doméstico, en cuanto a sus firmes ataques al conjunto frentepopulista (socialcomunistas, separatistas y terroristas), pero que dicha firmeza se diluye respecto a las difusas relaciones con el Sistema y con el PP, con el que no acaba de romper definitivamente, aun siendo éste tan culpable como el PSOE en el proceso de degradación nacional.

Y es esta doble ambigüedad, pero sobre todo la mantenida con el partido de la gaviota, al que lo mismo cuestiona como permite sus desprecios, y muy a menudo colabora con él sin efectos claros y terminantes, la que le está impidiendo crecer, porque, salvo unos pocos seguidores irreductibles y unos insuficientes millones de votantes que lo eligen como mal menor, tapándose la nariz, la masa electoral que podría resolverse a preferirle, sigue escogiendo al PP, pues ésta no acaba de ver claro por qué ha de soltar la mano de uno para dársela al otro. Ya se sabe que, puestos a seguir a uno de los dos, se sigue al inventor mejor que al epígono.

Es, pues, esta decisión de no erigirse en el innovador y maestro que hoy necesita España, conformándose con mantener en numerosos aspectos un perfil de imitador o de discípulo de la nefasta derecha parida por la Transición, la que le impide encabezar los resultados de las urnas. Esta gran equivocación de VOX, sumada a la de no responsabilizar nunca al pueblo de sus errores como sociedad abotargada, añadida a otras varias que iremos viendo si hay ocasión, expresa a qué resultados puede llegar el espíritu más recto si, proponiéndose realizar algún bien grande, ya sea en política ya en religión, llega a creer que la importancia del objetivo autoriza a separarse de los principios morales, por los que se rigen los asuntos comunes de la vida; si confundiendo aquellos altos intereses con los particulares, se vuelve incapaz de distinguirlos y se ve movido a obrar por el propio provecho, eligiendo el posibilismo como método o imaginándose que no hace sino obedecer escrupulosamente a los rígidos preceptos del deber.

Ante ciertos acomodos en la poltrona de algunos de sus militantes y ante ciertos tics partidocráticos y sistémicos de algunas de sus actuaciones, VOX, si quiere extenderse y triunfar, y si quiere llegar a ser el partido regenerador que España necesita, ha de tener presente que cuando el Cielo quiere conferir a alguien una difícil misión, antes pone a prueba la fortaleza de su ánimo y el equilibrio de su mente con las dificultades de una vida dura. Es lo que conocemos como «travesía del desierto». El Cielo fatiga y mortifica al paladín o misionero, sometiéndole a las mayores privaciones de la miseria y determinando que no tenga éxito en su empresa para que se enfrente con el fracaso. De este modo, estimula sus virtudes y le hace apto para afrontar las dificultades con que tropezará en el cumplimiento de su alta misión. Y revertir la actual ruina de España en progreso es una ardua y altísima misión.

El buen entendedor y predicante sabe que, en todos los órdenes de la vida y en todos los ámbitos, no sólo en el doméstico y no sólo, en este caso político, contra los frentepopulistas, hay que aprender a decir no cuando es no. Y decirlo muy alto y muy claro. Con reducir los anatemas a los canallas de la casta partidocrática que han gobernado durante la Transición democrática no es suficiente. VOX se tiene que mojar en muchos otros asuntos. Está bien ser educado y atento, dialogante, asequible a los demás si ello está justificado… pero siempre que eso, o el posibilismo, no nos lleve a olvidarnos de nosotros, de lo que necesitamos, de lo que nos interesa. Y España y los españoles lo que hoy necesitan es verdad, justicia y unidad. Respecto a los problemas interiores y exteriores.

Pero dicho esto, sería un grave error de la minoría crítica condenar sin más a VOX en vez de tratar de hacerle su representante parlamentario. Las múltiples corrientes dispersas que denuncian el albañal que es hoy España precisan una voz indivisa que les encarne y simbolice. Y en tanto no exista una alternativa clara que personifique a dichas corrientes, no es razonable ignorar tajantemente a un partido que puede servir de cuña parlamentaria mientras aclara de una vez por todas su actitud.

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Por su trascendencia, tengo la intención de tocar próximamente este tema en algún nuevo artículo, y me gustaría hacerlo con la intervención de los amables y prudentes lectores, porque conviene exponer el pensamiento de la masa crítica y sus distintos pareceres. De forma tolerante y solidaria, la porción más viva y avisada de la España de hoy debe hacer oír su voz. Es muy probable que entre los españoles críticos que desean la alternancia los haya partidarios o no de seguir integrados en los presupuestos sociopolíticos occidentales coetáneos; partidarios o no de mantener las autonomías; partidarios o no del bilingüismo; partidarios o no de ilegalizar ciertos grupos políticos; partidarios o no de nuestra actual Constitución o de la mayor parte de ella; partidarios o no de reconocer el franquismo como un episodio histórico excepcional, de inequívoco valor, etc…

Será un debate sin duda enriquecedor, pues ayudará a matizar o aportar ideas con vistas a la imperativa regeneración sociopolítica, a clarificar lo confuso y a tomar conciencia de lo que desconocíamos. Y a explicar a VOX, la única cuña parlamentaria no implicada hasta ahora en el cenagal en que han convertido a España los políticos demócratas, lo que quieren los españoles de bien y por lo que luchan. Para que se una a ellos o, por el contrario, para que se decante por los vicios que han corrompido la nefanda Transición democrática.

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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