01/04/2025 22:39

En 1994 al cumplirse diecinueve años de la muerte del que había sido nuestro Jefe del Estado, Francisco Franco, Antena 3 emitió un reportaje muy interesante. Se llamaba “Así murió Franco” y en el mismo, los médicos que atendieron al Caudillo en la fase final de su enfermedad hablaban, por primera vez, sobre los detalles de la lenta agonía de Franco.

Cuando yo vi el reportaje, me gustó tanto que lo grabé con los medios que había entonces; hoy no hace falta tenerlo grabado, basta acceder a YouTube para verlo. Se trata de un reportaje cuya visualización recomiendo vivamente, pues en él queda patente la categoría, tanto humana como profesional, de los médicos, así como el profundo amor a España y el espíritu de servicio de los que Franco hizo gala… hasta el final.

Sólo voy a relatar aquí una anécdota para ilustrar lo dicho anteriormente. Cuando los médicos recomiendan al Caudillo que no presida un Consejo de Ministros porque su vida corre peligro, Franco responde: “¿Qué importa que yo me muera? Lo importante es que tengo que cumplir con mis obligaciones”. Este testimonio fue recogido por el cardiólogo Isidoro Mínguez. Lo que vino después, ya lo sabemos todos: una cruel agonía y, luego el fallecimiento del Jefe del Estado.

Ahora, cuando se van a cumplir cincuenta años de la muerte de Franco, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado a bombo y platillo que se van a celebrar diversos actos en España para conmemorar precisamente eso, que va a hacer cinco décadas que el que había sido Caudillo de España nos dejó.

Hay que ser muy miserable moralmente, y Pedro Sánchez lo es, como para celebrar la muerte de cualquier persona, pero es que, en este caso, se trata de alguien que fue el Jefe del Estado y que, con sus luces y con sus sombras, como en cualquier obra humana que se precie, estuvo al frente de la nación durante casi cuarenta años, dándose la circunstancia de que siendo un anciano de casi ochenta y tres años, enfermo de párkinson y con un infarto de miocardio, seguía pensando en el cumplimiento de su deber, aunque corriera peligro su vida porque para él España estaba por encima de todo.

Cuando yo comparo la actitud de este hombre, Franco, con la de los políticos actuales, sean del signo que sean, que sólo piensan en lucrarse con su oficio, hasta el punto de haber convertido la política española en un lodazal, me da una pena muy grande, pues me duele España porque es mi patria. Hoy nadie reivindica a Francisco Franco, ni unos ni otros. Yo sí lo hago, siempre que puedo, sin pasión, porque no es necesario, pero sí con sinceridad. Estoy agradecido a un régimen político que les ayudó a mis padres a hacerse una casa, que es en la que yo vivo ahora; un régimen que me ayudó a mí en mis estudios, con sus becas; y un régimen que nos dio la Seguridad Social, un poco tarde, es verdad, pero que fue algo que en mi familia supuso una gran alegría, pues hasta entonces mis pobres padres para tener asistencia sanitaria ellos, mi hermana y yo, tenían que pagar la “iguala” al médico del pueblo.

Para concluir, voy a contar una anécdota personal. Cuando yo terminé mis estudios de Magisterio no hice las oposiciones pues entonces existía lo que se llamaba el Acceso Directo, que consistía en que los mejores expedientes académicos de cada promoción, obtenían plaza de funcionarios en el Cuerpo de Maestros sin necesidad de opositar. Yo fui uno de ellos.

Lo primero que hicieron los socialistas al llegar al poder fue quitar el Acceso Directo porque a ellos no les interesa la excelencia, sino la mediocridad, porque saben (en esto son unos maestros) que cuanto más analfabeta sea la gente, más manipulable es. La jugada les ha salido perfecta y, para comprobarlo, sólo hay que darse una vuelta por las calles.

LEER MÁS:  El indecente, Rajoy y Ayuso. Por José R. Barrios 

Por eso Pedro Sánchez ha tenido la falta de respeto de decir que va a celebrar que hace cincuenta años que murió un hombre que gobernó la nación, como él, pero que, a diferencia suya, hasta justo antes de morir estaba pensando en el bien de España. Pedro Sánchez, sin embargo, y siguiendo con el tema de la muerte, lo que hace es dejar que sean los españoles los que se mueran, por covid, por una dana, o por lo que se tercie en cada momento. Sabe, porque lo sabe, que nadie le va a hacer frente en su despropósito y en su desvergüenza.

Él y los suyos han tenido el tiempo suficiente (cincuenta años, los mismos que hace que se murió Franco), como para preparar una sociedad inculta y alienada, que se lo traga todo. Para comprobarlo, sólo tienen que darse ustedes una vuelta por las calles.

Autor

Blas Ruiz Carmona
Blas Ruiz Carmona
Blas Ruiz Carmona es de Jaén. Maestro de Educación Primaria y licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Tras haber ejercido la docencia durante casi cuarenta años, en diferentes niveles educativos, actualmente está jubilado. Es aficionado a la investigación histórica. Ha ejercido también el periodismo (sobre todo, el de opinión) en diversos medios.
Suscríbete
Avisáme de
guest
3 comentarios
Anterior
Reciente Más votado
Feedback entre líneas
Leer todos los comentarios
Miguel Sánchez Asenjo

Buenos días compañero articulista Don Blas Ruiz Carmona:
 
Sobre el presente artículo, te comento lo siguiente:
 
1º).- La foto de portada me parece de un mal gusto absoluto, totalmente inadecuado, viendo como un canalla criminal besa a su Excelencia Don Francisco Franco. Da la sensación de ver a un tirano riéndose besando a un pelele. Máxime tratándose de una persona como tú, que es simpatizante de El Caudillo.
 
2º) – Sobre el título, me chirria un poco lo de poner muerto, en lugar de fallecido, que no es lo mismo, pues es más educado de cara al finado que se trata.
 
3º).- Respecto al texto, me parece muy acertado, aunque me duela la foto de portada.
 
4º).- Dices que:
 
“…se trata de alguien que fue el Jefe del Estado y que, con sus luces y con sus sombras, como en cualquier obra humana que se precie, estuvo al frente de la nación durante casi cuarenta años,..”

a).- con sus luces y con sus sombras; Creo que en la excelsa figura de El Caudillo, todo fueron luces y si acaso la sombra, la triste sombra que cometió en toda su vida, fue el nombramiento a título de rey, del mayor canalla de la maldita Dinastía gabacha.

b).-  durante casi cuarenta años; Exactamente 36 (1939-1975). Y en solo esos pocos años convirtió a España en una total ruina de analfabetos, en la 8ª Potencia mundial

5º).- Me alegro mucho que hables bien de la excelsa figura del Generalísimo, porque al hacerlo, no inventas nada, sino que dices la pura verdad.

6º).- Ahora bien, comparar el buen hacer de un buen católico, buena persona, magnífico militar y estadista, con la maldad de un tirano, comunista, ateo, criminal y despreciable SánchETA, ni se tenía que nombrar esa enorme distancia, entre ellos, pues de todos los mortales normales es bien conocida

Por último, gracias por tu cariño hacia tan excelsa figura, pero mezclar churras con merinas, no creo que venga a cuento.

Recibe un cordial saludo,

Miguel Sánchez

Caballero Legionario

jedoju

Que este miserable aparezca en una foto besando al Caudillo, resulta un despropósito, después de haberle desenterrado, tras un acto cobarde de este ladrón, ocupa, usurpador, ladrón, traidor, embustero y gorrón, al que hay que meterle en la cárcel de por vida.

Hakenkreuz

Francisco Franco Bahamonde vive porque el alma es inmortal, pero además vive en el corazón de muchísimos españoles de bien y en donde viven todos los que han amado a Dios no solo de palabra, sino con obras o caridad cristiana, en el Reino de Dios. Nunca se avergonzó de decir en público que se dignaba en ser hijo de la Santa Iglesia Católica Apostólica. Un verdadero católico cruzado, de palabra y de obra.

Desde Felipe II jamás ha tenido España un gobernante católico tan grande que sirvió conforme a la Palabra de Dios a su amada patria, España. Franco, en efecto, cumplió la Palabra del Señor según la cual el primero entre nosotros, ha de ser el último y servidor. Solo que Felipe II partió de una posición mucho más poderosa y ventajosa para España y su vocación de difundir el Evangelio a toda criatura por medio de sus hijos e hijas. Franco heredó una España en la ruina física y moral y la ensalzó a una nación incomparablemente sana en lo moral y una de las más ricas y prósperas del mundo, con una dinámica que de haber seguido, recesiones aparte, hoy España sería la nación más rica y sana de la tierra. Y todo ello en tan solo 36 años, un camino que a otras naciones punteras de Europa les llevó más de un siglo y medio.

Franco sirvió a España, incluso derramando su sangre con herida mortal, en el Rif, en África, donde él afirmó siempre que allí se hizo hombre. En África y contra los que durante ocho siglos quisieron hacer de España lo que hoy es Irán, Afganistán, Marruecos, Arabia Saudí, Qatar, etc. si los católicos no se lo hubiesen impedido a golpe de espada en santa cruzada. Y en una época en la que los ricos pagaban con corrupción para que sus hijos mimados y acaudalados no tuviesen que servir con armas a todos los españoles allí, una época en la que la masonería, los rojos y los antiespañoles (quinta columna de todo enemigo de Dios y de España), que nunca han derramado ni una sola lágrima y menos aún una gota de sangre por España, y sirviéndose de una potentísima propaganda, clamaban contra la presencia de españoles en la provincia africana, para bien del auge musulmán y su sharia, como en el siglo VIII, una época en que los jefes daban ejemplo y encabezaban los ataques al enemigo a pecho descubierto contra la lluvia de balas del contrario armado por los enemigos de España.

Quiso Dios otorgar la gracia a España, a su amada España, de tener tan singular católico como Caudillo, para bien de nuestro Reino terrenal y de tantísimos pobres que en su régimen encontraron el pan, la lumbre y la justicia que el infierno democrático previo y posterior de señoritos rojos y antiespañoles les ha negado impíamente. En efecto, el régimen de Franco dio de comer al hambriento, dio de beber al sediento, dio hogar al sin hogar, dio vestido al desnudo, medicina y hospital al enfermo y redención al cautivo, como Dios manda según Mt 25, 31-45. El régimen de Franco permitió la prosperidad de los pobres como nunca antes y después ha logrado rey o gobernador alguno. Y eso que heredó holodomor de los rojos (un cuarto de millón de muertos de hambre en zona roja con la colectivización agraria e industrial de la sangrienta revolución bolchevique en España), destrucción de fábricas, infraestructuras, ganados, ruina de tierras en erial, deforestación masiva, cochambre, miseria, enfermedad, hambre masiva, mercado negro y hasta prostitución para sobrevivir. Por donde pasa el ciclón rojo pasa el infierno. Pero Franco reconstruyó España, incluso sin plan Marshall y con la oposición demoníaca del mundo entero, que bloqueó criminalmente, ONU a la cabeza, la imprescindible ayuda a nuestros abuelos, especialmente los rojos abandonados aquí por sus líderes, como el rojo actual abandonó Paiporta hace unos días. Todo lo hizo Franco y los suyos por defender a Cristo y su Iglesia, de la que Franco era fiel devoto declarado, como millones de los suyos, que por otra causa no hubo Glorioso Alzamiento, por mucho que inventen los siervos de la mentira rojos y antiespañoles anticristos de hoy, los únicos no censurados.

A Dios nadie le gana en generosidad y, a buen seguro, habrá compensado en su Reino eterno, la sangre derramada por Dios y por España, por Franco y los suyos, en los frentes y en el holocausto de fieles a Cristo perpetrado por los chekistas y paseadores rojos y antiespañoles en incontables chekas de tortura y muerte, aunque esto se omita citarlo en las leyes de dictadura histérica. Franco venció y, lo que es más doloroso para el infierno entero, convenció. No hubo reconciliación entre españoles mayor en la historia que la que se dio a partir de la primavera de 1939. Hasta tuvo que prohibirse meses después los festejos por la euforia del triunfo de los de Dios y España frente a los de satanás y Rusia de la democracia y la «libertad» de Stalin. Y convenció década tras década en su bienaventurado régimen católico y patriota (sin hipotecas a poderes superiores internacionales), que no fue perfecto, porque perfecto solo es Dios, pero que dio un fruto que los más mayores bien saben, aunque lo callen por cobardía o por maldad. Por los frutos habrá juzgado Dios a Franco, como juzga a todos y nos juzgará a los aún vivos a esta vida de peregrinación. Franco descansa en paz, pues él y los suyos jamás albergaron rencor, odio y deseo de venganza durante cuarenta generaciones contra los que ni tan siquiera consideraron enemigos, sino solo engañados por diabólicas sugestiones de políticos siervos de satanás, parientes incluidos (Franco tuvo que padecer el dolor del fusilamiento de un primo carnal suyo militar y piloto de aviación en Larache por no unirse a la gloriosa sublevación, además de la muerte de su rojo arrepentido hermano Ramón, durante la guerra sirviendo también en el ejército del Aire nacional con base en Mallorca). Así lo percibieron claramente tras la cruzada la aplastante mayoría de los que lucharon contra él, lástima que hoy, que no vive ni uno solo de sus «represaliados», se siga instigando al odio del mismo modo que lo hicieron los rojos y antiespañoles de los años treinta, quizá porque no tienen otra cosa que ofrecer en esta vida salvo miseria, maldad, crimen, corrupción, latrocinio y todo tipo de males, por supuesto que, ocultando siempre su odio a Dios mismo y su obra redentora, pues en el fondo hacen pagar ese odio en los que le son fieles. Su verdadero odio no es a otro que a Dios mismo.

Franco vive con Cristo eternamente, cuya Iglesia defendió con los suyos, pero el demonio no ha sido enviado aún al infierno por toda la eternidad. Y el demonio, padre de la mentira, tiene mucho poder de seducción de masas, especialmente en un mundo descristianizado y, por ello, carente de discernimiento que da la fe que otorgan los sacramentos, la oración y la cruz, la protección que da el Buen Pastor a su rebaño. Y los del demonio no paran de sembrar cizaña, pues ese es su cometido en la vida, no otro, mientras les quede tiempo, Dios quiera que sea muy poco. Cuanto más odio intergeneracional siembran (nos han jurado odio durante cuarenta generaciones), más logran engañar a las masas descreídas.

3
0
Deja tu comentariox