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A los sesenta y cinco años de su muerte, hay que ver a José Antonio doblemente: en su contexto histórico y en su actualidad; en la potencia de su propio tiempo  y en los actos del tiempo nuevo, que ese es el profundo significado de actualidad, en cuanto virtud por la que la potencia se puede convertir en acto.

Tenemos que ver a José Antonio en su tiempo y en su realidad, sin caer en las ucronías, en las minucias y en los empeños. Las ingenuas ucronías de si se hubieran logrado los intentos de salvación o lo que diría y haría, si ahora viviera. Las accidentales minucias de los subsidios o de las complicidades. Los ridículos empeños de que sea fascista o liberal,  violento o reflexivo, demócrata o antidemócrata, franquista o antifranquista.

Es muy fácil  descalificar el pasado desde la mentalidad del presente. Juzgar el pasado con criterios actuales nos pone al borde de la puerilidad de pensar que los antiguos romanos eran tontos porque no tenían microondas en la cocina. Marañón nos dice:

 En la historia hay una cosa absolutamente prohibida: el juzgar lo que hubiera sucedido de no haber sucedido lo que sucedió   [1]

Hay un modo de hacer balances del pasado  que Jean Daniel atribuye  a  quienes llama cronistas de la distancia:

En su discurso, los acontecimientos aparecen bajo un enfoque totalmente distinto: el del momento presente, con sus opiniones y sus intereses….El sentimiento vivido es  más importante para mi que la realidad reconstituida por cronistas de circunstancias bajo la presión de las ideologías dominantes     [2]

Con el propio José Antonio, hay que estar en la música del tiempo, de cada tiempo[3].

A propósito de su acartonado libro sobre José Antonio  [4] , se lo dije a Gibson en mi casa. No es lo mismo manipular fichas de hemeroteca que haber leído los periódicos en su fecha. Las palabras frías son como la sopa fría. Es fácil ridiculizar una frase fuera de su temperatura. Lo honesto es hacer una inmersión en el tiempo.

¿Cual es, por ejemplo, el contexto de la dialéctica de los puños y de las pistolas, a que José Antonio alude en el discurso primario de 29 de octubre de 1936?  El mismo día, domingo de campaña electoral,  el socialista  Prieto, en Valladolid, dice que si no se vence en las urnas, se vencerá en las calles al grito de ¡viva la revolución social!. Y Margarita Nelken explica que, para esa revolución, la revolución rusa es pobre modelo, porque nos harán falta llamas gigantescas que se verán desde cualquier punto del planeta y olas de sangre que teñirán el mar

Pocos días después, en la misma campaña, Largo Caballero, presidente del PSOE, proclamaba públicamente en Don Benito:

Vamos hacia la revolución social. Y yo digo que la burguesía no aceptará una expropiación legal. Habrá que expropiarla por la violencia….Vamos a echar abajo el régimen de propiedad privada…Se dirá “¡Ah, esa es la dictadura del proletariado!” Pero ¿es que vivimos en alguna democracia? Pues ¿que hay hoy mas que una dictadura burguesa?….La clase obrera debe prepararse bien para todos los acontecimientos que ocurran y, el día que nos decidamos a la acción, que sea para algo definitivo que nos garantice el triunfo sobre la burguesía…Estamos en plena guerra civil. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar…Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee, no una bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución socialista  [5].

Hay muchos que de José Antonio solo saben nueve palabras: la dialéctica de  los puños y de las pistolas. Se ignora la frase completa y, por supuesto,  se ignora que, solo un mes más tarde, el semanario FE, según propia declaración, única publicación de nuestro movimiento autorizada por el Mando  [6], escribe lo siguiente:

La posición de F.E. no es mantener el  statu quo económico y social, con medidas coercitivas, por un procedimiento fascista, mussoliniano o hitleriano, o por un fascismo desvanecido ni desvaído, ni tampoco propugnamos la revolución del puñetazo y de la pistola: vamos a una revolución más honda y trascendental no solo en la parte moral de los hombres sino en la política económica, aunque no se enteren los dirigentes socialistas ni dejen que se enteren las masas  [7].

El fascismo está en el contexto de José Antonio, como está en todo el contexto de la época de entreguerras. En esa circunstancia, el gran mérito de José Antonio es que, de modo terminante, se niega a ser fascista. Las pruebas son sobreabundantes, palmarias y reiteradas. Pero es igual: hay un empeño frenético, enfermizo, en condenar a José Antonio como fascista.

Desde la fundación en el teatro  de la Comedia, en la que García Valdecasas formula el distanciamiento del fascismo[8], a los escritos finales de la cárcel de Alicante, en los que José Antonio se afirma en la condena[9], se repiten las declaraciones y los desmentidos. Falange no se ha llamado jamás fascismo en el más olvidado párrafo del menos importante documento oficial ni en la más humilde hoja de propaganda, escribe José Antonio, en abril del 36[10].

Siete son los discursos fundamentales de José Antonio: el del teatro de la Comedia (Fundación de Falange, 1933), los del teatro Calderón de Valladolid  (Fusión con las JONS, de 1934,  y España y la barbarie, de 1935), el del Circulo Mercantil (Ante una encrucijada en la historia política y económica del Mundo, 1935) , los dos del cine Madrid (Revolución Nacional y II Consejo Nacional, ambos de 1935 ) y el del cine Europa (Ante las elecciones, de  1936).

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Pues, bien; en todos aquellos siete discursos fundamentales (comprendidos los veintisiete puntos de la norma programática de  F.E. de las JONS, de 1934) José Antonio se refiere al fascismo una sola vez y lo hace para calificar como insidia la especie de que la Falange sea una imitación fascista[11]. Pero es igual. El apriorismo funciona y los jefes de la censura inmanente y del pensamiento único  han decretado que José Antonio es fascista.

García Escudero recuerda el pasmo del escritor que, en tiempos de la Republica, viene a España, conoce a Gil Robles, conoce a  José Antonio y llega a la conclusión de que  José Antonio es el demócrata cristiano y Gil Robles, el caudillo fascista[12].

El empeño de hacer a José Antonio franquista o antifranquista no solo es ridículo sino que es ucrónico. Falangistas prístinos sostienen que la Falange es solo José Antonio y que la Falange muere con José Antonio[13]. Lo que ocurre a continuación es un complejo fenómeno histórico todavía no estudiado serenamente, como no se ha estudiado el propio franquismo.

Por una parte, Paul Preston afirma que José Antonio no puede ser enjuiciado por lo que se hizo con su memoria después de su muerte:

Aún menos puede juzgársele sobre la base de lo que muchos de sus seguidores hicieron en servicio de Franco [14] . 

Otra es la idea de Ignacio Sotelo, egregio socialista, catedrático  de Ciencia Política, que ha trabajado muy notablemente en la objetivación del franquismo y en su periodificación. Todo ello, consecuencia de la instalación histórica que es la guerra civil, como lo fueron, antes,  las guerras de Sucesión y de la Independencia  y como lo son, en otras naciones, sus guerras respectivas.

Para el profesor Sotelo estamos en aquella instalación, sin hiato histórico en 1975,  y, por lo tanto, en el franquismo atado y bien atado. La idea es muy provocativa y merece ser analizada; pero se ha cubierto bajo siete capas de silencio por su osada incorrección política.

En aquel periodo, llamado los cuarenta años,  la oficialización de la Falange y el par de retratos de Franco y José Antonio en toda decoración administrativa, representan, contradictoriamente, a mi juicio, impregnaciones, transacciones, remedos, perseverancias, devociones, caricaturas o derramamientos[15].  De todo ello, ha quedado la curiosa definición de la última edición del Diccionario de la Academia:

Falangismo. Movimiento político y social fundado por José Antonio Primo de Rivera en 1933 y cuyas líneas ideológicas fundamentales son: concepto de España como unidad de destino, desaparición de los partidos políticos y protección oficial de la tradición religiosa española[16].

No casa evidentemente la ultima proposición del diccionario con la tesis de la responsabilidad católica de la tragedia de España, que, según  el profesor Sotelo, refiriéndose a Laín Entralgo, permite entender por qué el joven que se siente católico, pero no tradicionalista, que se distancia de una Iglesia que se opone a la modernidad y ampara a los sectores sociales más retrógrados, sin por ello perder la fe, viese en la Falange la síntesis buscada de catolicismo y modernidad social, nacionalismo y afán de renovación científico, como único camino de progreso económico y social [17].

Sotelo considera que, en la posguerra,  aquella integración de lo católico y lo moderno, al mismo tiempo que la integración de la España interior y la del exilio, son propósitos de la que Dionisio Ridruejo llama la Falange ideal y que, por supuesto, fueron propósitos fracasados[18].

Sobre todo ello, signo de un tiempo, han flotado las  emanaciones del espíritu,  plasmadas en un sistema que ha producido abnegaciones y eficacias, al mismo tiempo que se utilizaba como recurso político-administrativo de una situación que ha actuado de algún modo en el subconsciente de la sociedad española, aunque tal compostura se niegue a si misma [19]. Esta  es la virtud de la utopía, ardiente, contra el viento,  en las emocionantes y marginales  minorías  de jóvenes ingenuos (es decir, sinceros) que ahora mismo alzan la bandera rojinegra. 

Este complejo fenómeno histórico, requerido de estudio, por encima del antifranquismo cerril, se puede representar en cuatro afirmaciones: la de Dionisio Ridruejo, que considera que esto no es la Falange que quisimos [20] y por eso, solo por eso, se separa del Régimen; la de Rodrigo Fernández-Carvajal, para quien la hipótesis de la implantación del autentico nacionalsindicalismo habría supuesto una catástrofe por falta de base económica [21] ; la de Tierno Galván, que descartaba un futuro neocapitalista, porque en los campamentos de juventudes de la Falange, medio millón de niños españoles han sido educados en un culto a la justicia y a la igualdad de clases [22] ; y la de Martínez Emperador, para quien,   sin la presión del falangismo, la España de posguerra se habría convertido en el gran  latifundio de la derecha [23].

Otra simpleza es la enfrentar a José Antonio con lo democrático, en un contexto histórico en el que el presidente del P.S.O.E., Largo Caballero,  clama por la dictadura del proletariado, emulando al Partido Comunista, que personifica en Stalin su modelo de dictadura.

 Para los jóvenes de mi tiempo y de mi conciencia, la dicotomía no era dictadura-democracia, como ahora se quiere hacer creer con efectos retroactivos. Para los jóvenes de mi tiempo y de mi conciencia, la dicotomía era comunismo-capitalismo, con el frente comunista abierto.

Decía  Besteiro [24] al final de la guerra: 

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Estamos derrotados (…) por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande (…) La reacción contra ese error de la República (…) la representan, sean los que sean sus defectos, los nacionalistas que se han batido en la gran cruzada antikomintern  [25] 

Poco antes,  Azaña  comentaba a Sánchez Albornoz:

La guerra está perdida, pero si por milagro la ganáramos, en el primer barco que saliera de España tendríamos que salir los republicanos. Si nos dejaban   [26].

En nuestro libro de cabecera aprendimos el camino más difícil, el camino de en medio, el camino de la síntesis, el camino de la invención, la tercera vía. En esta vía, coincidiendo con Tovar [27] y García Escudero [28] , dice Jesús Fueyo:

El día que alguien estudie en amor de verdad el pensamiento de la Falange, descubrirá una de las síntesis más grandiosas del pensamiento político español    [29] .

 

 

[1] GREGORIO MARAÑON POSADILLO (Madrid, 1887-1960), «Liberalismo y comunismo. Reflexiones sobre la revolución española», en «La Nación» (diario), Buenos Aires, 3 de enero de 1938.

[2] JEAN DANIEL, «Viaje al fondo de la nación», Andrés Bello, Barcelona, 1995

[3] JOSE ANTONIO, “Homenaje y reproche a Don José Ortega y Gasset”, en “Escritos y discursos. Obras completas  (1922-1936)”, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1976, p. 830.

[4] IAN GIBSON , «En busca de José Antonio», Planeta, Barcelona, 1980.

[5] “EL SOCIALISTA” (DIARIO), “Un magnifico discurso de Caballero. No debemos cejar hasta que en las torres y edificios oficiales ondee la bandera roja de la revolución”, Madrid, 9 de noviembre de 1933.

[6] «F.E» (SEMANARIO), núm. 1, «Consigna», Madrid, 7 de diciembre de 1933.

[7] IBIDEM.

[8] ALFONSO GARCIA VALDECASAS,  «Presencia apasionada del pensamiento español. Discurso del 29 de octubre», en «FE» (Revista mensual al servicio del Estado Nacionalsindicalista), Pamplona, diciembre de 1937, pp.  29-33.

[9] MIGUEL PRIMO DE RIVERA Y URQUIJO, “Papeles póstumos de José Antonio”, Plaza y Janés, Barcelona, 1996, p.174.

[10] JOSE ANTONIO, “El ruido y el estilo”, articulo prohibido en “Informaciones” (diario), Madrid, abril de 1936. Publicado en “Baleares” (diario), Palma de Mallorca, 6 de enero de 1940.

[11] IDEM, discurso de proclamación de F.E. de las J.O.N.S., pronunciado en el teatro Calderón, Valladolid, 4 de marzo de 1934.

[12] JOSE MARIA GARCIA ESCUDERO, “Gil Robles, su Monarquía, Franco y el Rey”, en “Ya” (diario), Madrid, 21 de octubre de 1976.

[13]  PEDRO RODRIGUEZ, “El hombre del traje gris”, entrevista con DAVID JATO, en “Arriba” (diario), Madrid, 14 de marzo de 1971, recogida en  “A  tumba abierta”, PPC, Madrid, 1971, p. 45. RAUL HERAS, “Los marginados del Régimen”, entrevista con DAVID JATO, en “Personas” (revista), Madrid, 21 de marzo de 1976. J.A.S.A., “Falange 1933-1974”, conferencia pronunciada por DAVID JATO en la Jefatura Local del Movimiento del Distrito de Salamanca, Madrid, 29 de octubre de 1974, en “El Alcázar” (diario), 30 de octubre: “En el momento presente la Falange no tiene ninguna apoyatura legal ni física. Ha desaparecido. Sin embargo, todas las fuerzas españolas están preocupadas con la Falange, lo que fi corrobora que la verdad estaba en su doctrina”.

[14] PAUL PRESTON, “José Antonio Primero de Rivera, el héroe ausente”, en “Las tres Españas del 36”, Plaza y Janés, Barcelona, 1998, p. 139.

[15] ENRIQUE DE AGUINAGA, “Prospecto para una reunión aniversaria”, en “Mesa del 29 de octubre”, restaurante “El Bulevar”, Madrid, 29 de octubre de 1998.

[16] REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, “Diccionario de la lengua española”, XXII edición, Madrid, 2001. En la XXIII (2014) : “Movimiento político español impulsado por la Falange, partido cuya ideología se inspiró en el fascismo italiano y sirvió de base al regimen franquista”

[17] IGNACIO SOTELO, “La España problemática de Pedro Laín”, en “El País” (diario), Madrid, 5 de septiembre de 2001.

[18] IBIDEM

[19] ENRIQUE DE AGUINAGA, o.c.

[20] DIONISIO RIDRUEJO, «La ruptura», Carta a Franco, 7 de julio de 1942, en «Casi unas memorias», Planeta, Barcelona, 1976, pp. 236-240.

[21] RODRIGO FERNANDEZ-CARVAJAL, “La constitución española”, p. 14.

[22] ROLANDO A. RIVIERE (Buenos Aires, 1930), «Informe sobre España (IV)», entrevista con ENRIQUE TIERNO GALVAN (Madrid, 1918-1986), en «La Nación» (diario),  Buenos Aires, 8 de septiembre de 1966.

[23] JOSE CARLOS CLEMENTE, “La Falange debe ser la izquierda nacional”, en “La actualidad española” (revista), entrevista con JOSE MARTINEZ EMPERADOR, Madrid, 14 de agosto de 1969.

[24] JULIAN BESTEIRO (Madrid, 1870 – Carmona, 1940).

[25] PABLO ORTEGA ROSALES (Madrid, 1926), «Desde el sosiego y el asco», en «El Alcázar», Madrid, 6 de abril de 1988. JOSE MARIA GARCIA ESCUDERO, «Historia política de la época de Franco», RIALP, Madrid, 1987, p. 194.

[26] ENRIQUE DE DIEGO (Villameca, 1956), «Don Claudio o el orgullo de Abel», en «Ya», Madrid, 28 de marzo de 1989.

[27] ANTONIO TOVAR, “Trasmitamos encendida la llama”, en “Arriba” (diario), Madrid, 20 de noviembre de 1952.

[28] JOSE MARIA GARCIA ESCUDERO, “Tiempo. Una actitud ante José Antonio”, en “Arriba” (diario), Madrid, 24 de noviembre de 1956.

[29] JESUS FUEYO ALVAREZ (La Felguera, 1922- Madrid, 1993). FELIPE MELLIZO, «El camino recto», en «Arriba», Madrid, 29 de octubre de 1959.

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