21/11/2024 11:41
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Las vacunas COVID han sido una tomadura de pelo. No hace falta ser Casandra para verlo. Nos engañaron como a chinos de los de antes. Como a troyanos, si les gusta más y así evitamos estigmatizar al colectivo oriental. Los troyanos no creo que estén para quejarse. Vacunas. Nos dijeron que con ellas no te contagiaban o pasabas la enfermedad tan leve como un estornudo. Nos dijeron que no contagiabas y por eso, por el cariño a tus familiares y amigos a los que podías contagiar, te tenías que vacunar. Miedo y amor. Manipulación emotiva de libro. Pues, ni protección, ni nocontagio, ni berenjenas de Almagro.

Si no protegen de nada, como es obvio, la pregunta es ¿qué se está buscando con todo esto? Porque proteger del COVID, no creo yo que fuera lo que pretendían. Se pasa igual con vacuna que sin ella.

Han vacunado hasta a embarazadas con resultados demoledores ¿Cómo se ha consentido eso, si a las embarazadas no se les da un triste paracetamol?

Y si los niños ni son contagiosos, ni tienen riesgo alguno con la enfermedad. ¿Para qué vacunan a los niños?

Efectos adversos se tienen entre malos y muy malos. Y muy diversos. El informe PFIZER, los datos de VAERS consignan infinidad de efectos adversos. Como la diversidad es estupenda, al decir de los progres, pues casi estamos de enhorabuena por no diñarla todos del mismo padecimiento.

¿Han oído algo de todo esto en los medios? Nos abren el telediario con un gato rescatado de un árbol, y de la incidencia de pericarditis, ictus, trombos, arritmias, infartos, cánceres fulminantes, enfermedades autoinmunes y muertes súbitas en gente muy joven y en deportistas, ni un fonema han emitido. En fin… cada lector que analice su experiencia.

La pregunta de nuevo es ¿Por qué? ¿Por dinero?

Pues miren, a lo mejor nos arroja luz la programación de los próximos años que el abatraciado Sr. Schwab nos ha dejado escrita. Ese simpático y autoproclamado presidente de un Foro Económico Mundial que se ha montado con sus amiguetes, todos de muy buenas familias. En su libro The big Reset se supone que el COVID-19 iba a quedar como enfermedad endémica infantil. Pero algo les ha fallado. Sin embargo, ellos siguen su hoja de ruta al margen de la realidad. Llevan así decenas de años, haciendo como si la realidad no les desmintiera las previsiones y los planes. Necesitarían mejores adivinos, pero me temo que les da lo mismo. Nos guste o no, suceda o no, va a pasar lo que ellos han proyectado.

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Con gente tan amable que nos dice lo que tiene pensado que va a suceder, y sucede, además de que las dotes adivinatorias quedan al alcance de cualquiera -no hace falta ser Casandra para ver el futuro si te lo cuentan- podemos saber lo que nos espera e intentar evitarlo.

No olviden que esta gente de muy buena familia opina que nos reproducimos demasiado y que somos muchos. No ellos, ¡eh!, nosotros. Hay que vacunar a los niños. Multivacunarlos incluso de enfermedades benignas. Incluso del COVID-19, que no mata niños. Y cada poco tiempo. Eso lo tienen claro. Y la gente se fía plenamente de las terapias génicas experimentales que nadie sabe qué carajo llevan y de estos simpáticos señores que creen que somos muchos y que se desviven por nuestros niños.

El caso es que los casandros del mundo no tenemos nada claro esto de inocular terapias génicas como quien come churros. Y a los niños, menos. Los médicos, no sé lo claro que lo tienen. El papelón de muchos de los médicos en esta juerga inoculatoria ha sido lamentable si no homicida. Y en esas estábamos cuando los uruguayos han hecho un maracanazo antivacunal que paso a narrarles. Tras un recurso de amparo para que se frene la vacunación a los menores de 13 años, lo ha admitido a trámite un juez y ha sacado un auto demoledor1 que frena la vacunación de los niños. Y que sirve para preguntarse si no hay que frenarla también en los adultos.

El auto requiere al Gobierno y al Ministerio de Salud una serie de informaciones de pura lógica para seguir con la inoculación. Y si no se aportan estas informaciones de inmediato, debe suspenderse hasta que se entregue toda esa información.

Pide, y yo lo pido para España, que se publiquen los componentes de la inoculación experimental y los contratos de compra de la sustancia por parte del Gobierno. Solicita, y yo lo solicito para España, las pruebas de su efecto beneficioso, los riesgos que conlleva su inoculación con detalle de su naturaleza, probabilidad, magnitud y momento en el que pueden suceder. Exige, y yo lo exijo para España, que se aclare en el momento de la inoculación que la sustancia solo tiene autorización de emergencia explicando en términos sencillos la diferencia entre “medicamento aprobado” y “medicamento autorizado por emergencia” y que se detallen los efectos adversos en su totalidad actualizando esa información periódicamente.

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Lo lógico. Pues resulta que el Gobierno uruguayo no tiene nada -debe de haber echado mano de expertos tan sólidos como nosotros aquí en España- porque se puso a repartir pinchazos sin saber ni qué, ni cómo, ni dónde, ni cuándo.

Lo digo de forma general… ¿En qué manos estamos?

Y mientras en otros lugares se lucha por salvar a los niños de un experimento nefasto, aquí ¿qué tenemos? Un partido de presunta derecha amancebada con los objetivos 2030 y cuyo líder, piraña Feijoo está loco por obligarnos al pinchazo y pedirnos el pasaporte COVID hasta para ir a correr por el parque. Unos partidos de la ultraizquierda en sus variantes arribista desquiciada profunda y arribista cainita-ladrona, que solo es cuestión de tiempo que pasen de la manipulación extrema a la imposición vacunal.

Y un partido que comenzó siendo disidente y rompedor, al que no le importaba llenarse de estigmas por decir la verdad… hasta que llego Steegmann con las rebajas de la vacunación obligatoria cada quince días, pidiendo la cuarta, la quinta y la sexta dosis para todos, todas y todes. Un partido hoy llevado por el miedo a ser disidentes de lo políticamente correcto, aunque se viera que vacunarse era una locura.

Esto de que los de VOX hayan decidido que lo mejor es ponerse de perfil con las manos abiertas y esperar que el poder les caiga como una pera madura mientras la gente muere de repentinitis, me parece a mí una estrategia poco acertada.

Así que cuento esto a ver si alguien con capacidad legal o política lo lee y se anima a poner en solfa la corrección política más macabra que jamás hemos sufrido.

Yo, de momento, y con el aviso de una cuarta dosis para este invierno, me descuelgo de este tren hacia ninguna parte, me declaro objetora vacunal, me autopercibo inmune al COVID 19, me acojo a la ley del solo sí es sí, reivindico que mi cuerpo es mío, denuncio que el pasaporte COVID es violencia de género y proclamo que las agujas son abuso sexual con penetración. A ver si cuela.

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Autor

Casandra Desencadenada