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“El Partido Socialista tiene los mayores deseos de hacerse representar en el Congreso; pero para que el logro de ese deseo le satisfaga es indispensable que quien le represente pueda entrar por la puerta grande y la cabeza levantada”
Dios, si aquel Pablo Iglesias que tardó 30 años en entrar como Diputado en el Congreso por hacerlo con la cabeza alta y con honra y con honor hubiese levantado la cabeza el lunes en el salón de la deshonra de la Generalitat de Barcelona y hubiese visto cómo le quitaban a su sucesor la bandera de España ante sus propias narices y se humillaba y doblaba el espinazo ante la bandera catalana… seguro que lo habría fulminado antes de volverse a la tumba. Porque lo que ha hecho y está haciendo con el “problema catalán” ya no es para denigrarle con la pluma ya tiene que ser la espada la que actúe… y por ello me ha parecido oportuno reproducir el resumen de la biografía que escribí de don Pablo Iglesias, el fundador del PSOE, y que incluí en mi obra “Los grandes personajes de la Historia de España”.
EL FUNDADOR DEL PSOE Y LA UGT
Antes de adentrarnos en la vida de Pablo Iglesias Posse, el Fundador del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y la Unión General de Trabajadores (UGT) he creído conveniente dar unas pinceladas sobre el mundo que le vio nacer y que vivió durante sus primeros años, comenzando por El Ferrol, donde nació el 18 de octubre de 1850. Paulino, así le llamaba su madre, Juana Posse, tendría un sólo hermano, Manuelín, cuatro años más tarde. Así vio El Ferrol el cronista Borrov: “Apenas entré en esta ciudad se apoderó de mi alma la tristeza. La hierba crecía en las calles; por todas partes me daban en la cara las huellas de la miseria. El Ferrol es el gran arsenal marítimo de España y participa de la ruina de la en otro tiempo esplendida Marina española… La mitad de los habitantes de El Ferrol pide limosna, y dícese que no es raro encontrar entre ellos oficiales de Marina retirados, muchos invalidos, a quienes se deja parecer en la indigencia… una turba de pordioseros inoportunos me siguió hasta la posada y aun intentó penetrar en mi habitación. – Y concluye seriamente –: En ninguna parte se manifiestan la miseria y la decadencia de la moderna España con tanta fuerza como en El Ferrol”.
También era un poema trasladarse de El Ferrol a Madrid, ya que por aquellos años no había todavía línea de ferrocarril, las carreteras se enfangaban en cuanto llovía y los viajes se efectuaban en diligencias con relevos de postas, lo que costaba mucho dinero, por lo que la gente muy pobre tenían que ajustar el viaje con arrieros o trajinantes, pagando según el peso y la distancia y entrando en el ajuste el derecho a subir en algún tramo el viajero en el carromato o en la caballería. Naturalmente la señora Juana ajustó, viuda y sin medios ningunos, lo más barato. A “Manuelín”, con sus cuatro añitos lo acomodaron en el carro y Paulino y la madre andando a pie. Juan José Morato, el compañero y primer biógrafo, describe el viaje así:
“Eran más de cien leguas, teniendo que cruzar tres puertos: el de Piedrafita, en Galicia; el de Manzanal, en León, y el de Guadarrama, en la frontera de las dos Castillas. Fueron tres semanas de camino, quebrado y ameno, en Galicia y León; duro, en los puertos; llano monótono, en los pueblos de Zamora, Valladolid y Ávila. Tres semanas de aire, de sol, de libertad, de cruzar entre prados, castañares, pomaredas, encinares, pinos, viñedos, tierras en rastrojo que nunca concluían; por caminos revueltos bordeando barrancos insondables, y a veces junto a huertos con higueras, manzanos y perales, que brindaban sus frutos dulcísimos. Cada noche, en el anchuroso hogar del mesón o parador, la señora Juana aviaba la cena de la familia y tal vez la del arriero o cosario, una cena pobre y bien condimentada, acaso unas patatas con colas de bacalao, tan gustosas cuando las adereza el cariño y las espera el apetito abierto por la caminata. Después, en el suelo, sobre sacas de paja o sobre las ropas de uno de los atados, dormían abrazados la madre y sus pequeños. Tempranito, al ser de día, la señora Juana preparaba las sopas de ajo, aprovechando los mendrugos que sobraron el día anterior, y también la comida del mediodía, una tortilla de patatas metida en medio de un pan grande; y cuando ya estaba todo dispuesto, despertaba a los chicos, los hacía lavarse y peinarse bien, se comían las sopas en la sartén misma, y en marcha otra vez, “con la fresca”, si era posible. Al mediodía, alto en otro parador para comer y para echar un pienso al ganado, y si no se encontraba parador, se despachaba la pitanza a la sombra, junto algún manantial o regajo, mientras las caballerías engullían la ración de paja y cebada contenida en sacos.”
¿Y qué Madrid encuentra aquella pobre viuda y sus dos desamparados hijos? Lo primero es que cuando va al encuentro de un hermano que estaba bien situado como empleado de los Condes de Altamira, le informan que había muerto dos meses atrás. ¡Y aquello sí que fue duro hasta para la valiente Señora Juana! Pero, con los pocos reales que le quedaban se alquiló una habitación en la calle Morería, en el barrio de La Latina, en el que se amontonaban las casas y los pobres obreros en paro. Un cronista describe así el barrio el año 1860: “En esa infinidad de casas donde se albergan los individuos de las clases pobres, no se encuentran sino motivos para tristes y dolorosas reflexiones. Divididas en grandes patios y en grandes corredores; llenos estos de habitaciones estrechas, sucias y oscuras, esas casas son generalmente otros tantos focos de aires comprimidos, y lo que es peor, incentivo para toda clase de malos pensamientos y peores obras… la mortalidad en Madrid, la parte más considerable pertenece siempre a los hijos pequeños de estos infelices jornaleros, que tienen sobre si el castigo de dos miserias: la miseria de la escasez, hija de la falta de recursos, y la miseria de sus sucias y oscuras habitaciones, hija del corto número de casas que hay en Madrid, y de los mal distribuidas que se encuentran”
Otra imagen digna de resaltar es la que nos describe el Doctor Verdes Montenegro referida al Hospicio General de Pobres del Ave María, en el que vivirían los hermanos Iglesias sus primeros años en Madrid. Un relato escalofriante: “Niños durmiendo en el suelo en un caserón ruinoso en gran parte, mal vestidos e incluso descalzos, acogidos en un número mucho mayor que las plazas existentes y tan mal y escasamente alimentados que no podían definirse más que como hambrientos. En estas circunstancias no es extraño que la mortalidad (de estos en teoría niño sanos) superara el 65 por mil. El mayor numero de óbitos se producía entre los niños de edades comprendidas entre los 5 y los 10 años, con un índice de mortalidad de 80 por mil, índice que en la población no aislada de la misma edad era de un 16’3 por mil.”
Ahora dos opiniones valiosas de dos “Grandes” que le conocieron en vida.
Antonio Machado: “Los que somos ya viejos y empezamos a vivir muy pronto evocamos hoy, como uno de los más decisivos recuerdos de nuestra infancia, la figura del compañero Iglesias —así se le llamaba entonces—, de aquel joven obrero de palabra ardiente, de elocuencia cordial. Era yo un niño de trece años; Pablo Iglesias, un hombre en la plenitud de la vida. Recuerdo haberle oído hablar entonces —hacia 1889— en Madrid, probablemente un domingo (¿un Primero de Mayo?), acaso en los jardines del Buen Retiro. No respondo de la exactitud de estos datos, tal vez mal retenidos en la memoria. La memoria es infiel: no sólo borra y confunde, sino que, a veces, inventa, para desorientarnos. De lo único que puedo responder es de la emoción que en mi alma iban despertando las palabras encendidas de Pablo Iglesias. Al escucharle, hacía yo la única honda reflexión que sobre la oratoria puede hacer un niño: “Parece que es verdad lo que ese hombre dice. La voz de Pablo Iglesias tenía para mí el timbre inconfundible —e indefinible— de la verdad humana”.
Ortega y Gasset: “Los votos de Pablo Iglesias han henchido las urnas de virtudes teologales. Pablo Iglesias es un santo. Pablo Iglesias se ha ejercitado hasta alcanzar la nueva santidad, la santidad enérgica, activa, constructora, política (es, junto a Francisco Giner, uno de) los europeos máximos de España. (Porque) el socialismo es una ciencia, no una utopía ni una grosería es la idea organizadora de la Justicia.”
Y ahora entremos en su biografía.
NI MONARQUIAS NI GUERRAS igualdad, justicia y libertad
He querido reflejar en el primer artículo de esta miniserie el ambiente de necesidad, miseria y hambre que vivió, sufrió y padeció Pablo Iglesias Posse, el fundador del PSOE y la UGT, porque nada explica mejor lo que hizo y dijo a lo largo de su vida política y sindical que aquellos sufrimientos de su infancia, su pubertad y su primera juventud. De lo que vivió en aquellos sus primeros años se desprende y se comprende la pasión que sintió en la defensa de la clase trabajadora. De tal modo que más que defender la lucha de clases, base del socialismo marxista, lo que Iglesias predicó durante sus años de vida pública fue la defensa de una clase, los suyos, los obreros y trabajadores.
A los 12 años, cansado ya de la vida que le obligaban a llevar en el Hospicio, un día se fugó y ya no volvió nunca. Entre los 12 y los 18 Pablo Iglesias recorre un verdadero viacrucis por las imprentas de Madrid, pues si al principio tuvo que hacer de mero repartidor luego se dio cuenta que el mundo de la impresión podía ser su mejor campo o su universidad para salir adelante. Es verdad que aquella lucha por la supervivencia le impidió estudiar o asistir a algún colegio y por tanto, ser hombre de escasa cultura. Pero, lo que no aprendió en los libros lo aprendió en la calle y en la vida, y eso le hizo conocer al ser humano y la realidad económica y política de la España que le tocó vivir mejor que cualquier doctorado.
La biografía de Iglesias es tan amplia que para recogerla en su amplitud se necesitarían las 900 páginas que le dedica Joan Serrallonga, uno de sus biógrafos. Por eso me van a permitir que entre en su vida como “Azorín” entró en “El Quijote” de Cervantes dando saltos y sin detallar fechas y acontecimientos, o sea a base de “picotazos”, ya que algunos de ellos resumen su personalidad y su obra mejor que nada.
PICOTAZO 1
Sucedió el mismo día de la fundación del PSOE, el día 2 de mayo de1879, en la “CASA LABRA”, de la calle Tetuán de Madrid, cuando Pablo Iglesias se reunió con un grupo de 25 compañeros (16 tipógrafos, 4 médicos, 2 plateros, 1 doctor en Ciencias, 1 marmolista y 1 zapatero). En el acta fundacional consta que se nombró una comisión redactora del programa y de la organización del Partido, compuesta por 5 de los presentes: Iglesias y Victoriano Calderón, tipógrafos, y los doctores Ocina, Zubiarre y Jaime Vera
Y allí surgió la primera disputa socialista de la Historia porque a la hora de concretar el nombre del partido surgieron discrepancias, Iglesias quiso llamarle “Partido Socialista Obrero Español”, lo cual fue rápidamente “contestado” por el Doctor Jaime Vera, uno de los tres médicos fundadores. Para el Doctor Vera añadir al nombre “Partido Socialista” la palabra “Obrero” era restringir, de entrada, las posibilidades del socialismo como partido político. Pablo Iglesia replicó que ese adjetivo sería precisamente el que remarcase la personalidad de “clase” que tendría el partido, un partido que nacía al hilo del materialismo histórico y la lucha de clases preconizadas por el marxismo de Carlos Marx y con un objetivo principal: la emancipación de la clase trabajadora. Naturalmente se impuso el criterio de Pablo Iglesias para quien los intelectuales eran también obreros, puesto que tenían un Patrón, aunque fuese el Estado y un sueldo. Andando el tiempo se inventaron el extraño término de “Obreros de la Inteligencia” para poder distinguir a los simplemente obreros de los intelectuales. También se quiso debatir la palabra “Español”, pero Iglesias ahí estuvo tajante: “O es español o no lo es, y si lo es no hay más que hablar y si no lo es aquí sobramos todos”
PICOTAZO 2
A Pablo Iglesias se le acusó siempre de ser un hombre de escasas lecturas y sus enemigos cuando se referían a él incluso le llamaban el “obrero analfabeto”, aunque su correligionario y primer biógrafo, Juan José Morato, escribió que su dormitorio era una biblioteca en pequeño llena de carpetas y montones de periódicos bien dobladitos y las obras de Carlos Marx, su yerno Paul Lafargue y el francés Jules Guesde en lugar preferente
Lo que está claro es que el fundador del PSOE no pudo pasar por la universidad ni tenía un título académico, pero a pesar de ello Pablo Iglesias tuvo en el Parlamento Español 420 intervenciones, escribió más de 1000 artículos en distintos periódicos y revistas y más de 8000 cartas. Ya en agosto de 1870, cuando sólo tenía 20 años publicó en “La Solidaridad” su primer artículo, que curiosamente dedicaba a una de sus “bestias negras” políticas: LA GUERRA, en el que entre otras cosas decía: “La guerra es un crimen que todos, absolutamente todos, y especialmente nosotros los obreros, somos sus principales víctimas, debemos combatir, condenar y apostrofar, trabajando todo lo que nos sea posible para que no se lleve a cabo” (ver texto integro en la página web de “Diario CÓRDOBA”)
Otra “bestia negra” que mantendría hasta su muerte, fue la Monarquía, y sobre la Monarquía escribió otro de sus primeros artículos, que publicó en “Le Socialiste” de París en diciembre de 1885 y en el que adelantaba su pensamiento sobre las monarquías y las repúblicas: “La Monarquía es privilegios para unos, las camarillas y la Nobleza, y miseria para el pueblo y además, como dijo el Gran Tribuno D. Emilio Castelar, la Monarquía lleva en sus entrañas la corrupción. Tal vez por eso los Reyes le tienen miedo a las elecciones. No hay que olvidar que Fernando VII pudo volver al Absolutismo por que se dio un “autogolpe” que le permitió aplastar a la oposición y su nieto Alfonso XII fue proclamado Rey tras el golpe del general Martínez Campos… La Monarquía es para mí la injusticia social y para mi Patria la reacción política. En cambio, la república es para mí la justicia social y para mi Patria la libertad política. La Democracia es el poder de todos, la Monarquía el privilegio de uno o de algunos. La República educa y moraliza al pueblo, la Monarquía corrompe y envilece al pueblo, y por eso todas concluyen en la corrupción y siendo odiadas por el pueblo. Y yo me digo lo que dijo el general Washington al finalizar la guerra contra Inglaterra y cuando los americanos le ofrecieron la Corona: “No, una nación no puede ser propiedad de una familia y que la hereden de padres a hijos como si fuese una casa o una finca”. Y soy defensor a ultranza de la República, porque la República es igualdad, justicia y libertad. Lo aseguro, el “Partido Socialista Obrero Español” luchará siempre porque España sea republicana”.
POR LA PUERTA GRANDE y la cabeza levantada
No podían imaginarse que Pablo Iglesias y el grupo que le ayudó a fundar el Partido Socialista Obrero Español el “viacrucis” que iban a vivir desde la fundación del Partido hasta la participación en unas elecciones. Fueron 12 años de conferencias, mítines y viajes por toda la geografía española en busca de militantes que les apoyaran. Tal vez porque las normas que se habían impuesto en el I Congreso eran demasiado exigentes para los posibles aspirantes: “En las elecciones generales de diputados a Cortes el Partido Socialista presentaran candidatos en todas las localidades donde cuente con elementos organizados. Los candidatos deberán estar afiliados al partido y serán presentados por las agrupaciones. Serán excluidas del Partido Socialista las agrupaciones y los individuos que hagan pactos o alianzas con los partidos burgueses o sus candidatos. Asimismo serán expulsados los que votan o realicen trabajos a favor de cualquier candidatura burguesa…”
Y como tal partido se presentaron a las elecciones de 1891, que fueron un fracaso, ya que no sacaron ni un solo Diputado, igual sucedió en 1893 y 1896… y tuvieron que esperar hasta 1905 para sacar sus primeros concejales (3 por el distrito madrileño de Chamberí, y ello gracias a la manipulación de los votos socialistas que hizo Largo Caballero a espaldas de Iglesias)
Pero antes en la Elecciones Generales de 1898 sucedió algo que define mejor que nada el carácter de aquel pablo Iglesias. En plena campaña electoral se presentó en su casa en nombre de Sagasta, Jefe del Partido Liberal y a la sazón Presidente del Gobierno, el Subsecretario de la Presidencia, Pablo Cruz, para ofrecerle el acta de Diputado si aceptaba renunciar a algunas de reivindicaciones que el PSOE llevaba en su programa electoral (supresión de la Monarquía, supresión del ejército, supresión de la Iglesia y de las Órdenes Religiosas, supresión de la Propiedad Privada, etc.). Iglesias escuchó educadamente al enviado del Presidente y con asco más que indignación le respondió al emisario: “Había aceptado al revisión de que el señor Sagasta, además de político hábil, era buen conocedor de los hombres, y veo que semejante versión es total y absolutamente equivocada. El Partido Socialista tiene los mayores deseos de hacerse representar en el Congreso; pero para que el logro de es deseo le satisfaga es indispensable que quien le represente pueda entrar por la puerta grande y la cabeza levantada. Lo que usted en nombre del señor Sagasta viene a ofrecerme me autoriza a decirle que el señor Sagasta no lleva camino de conocer a los socialistas.”
Pero el PSOE se quedo una vez más sin representación en el parlamento y los socialistas tendrían que sufrir varias “estaciones” más de su viacrucis. Entre ellas la de la “semana trágica” de Barcelona, la primera prueba de fuego para el PSOE y sobre todo para la UGT. Porque cuando los anarquistas y los republicanos se rebelaron en Barcelona cuando el embarque de los reservistas para la Guerra de Marruecos ya no tuvieron más remedio que sumarse a la rebelión: “¡Abajo la guerra! ¡Qué vallan los ricos! ¡Todos o ninguno!” y hasta convocaron una Huelga General a nivel Nacional. Al final los sindicatos y los partidos de Izquierdas perdieron la partida porque el Gobierno presidido por Maura, con Juan de la Cierva como Ministro de la Gobernación, empleó toda la fuerza del estado para aplastar lo que ya tomaba signos de Revolución.
Y Pablo Iglesias y los miembros del comité de huelga fueron detenidos. El “Abuelo” (así le llamaban ya todos los socialistas y así incluso se le conocía entre la clase política, por su gran cabellera y barbas blancas) se pasó un mes en la cárcel… sin embargo, el Partido y el Sindicato crecieron ese año más que los 20 anteriores.
Tal vez por ello no sorprendió que los republicanos negociaran con el ir juntos a las elecciones de 1910. Iglesias al principio dudó, pero quizás porque entre los republicanos que negociaban con él estaba sentado Benito Pérez Galdós (a partir de ese momento y hasta la muerte se hicieron muy buenos amigos hasta el punto de que el autor de los “Episodios Nacionales” estuvo a punto de apuntarse como militante al PSOE).
Y ¡por fin! Pablo Iglesias salió diputado a las Cortes en las elecciones del 8 de mayo de 1910, yendo en la lista Conjunción Republicano-Socialista. Tenía ya 60 años y hacia 31 años que había fundado el PSOE. Pero las izquierdas no le habían perdonado a Maura la represión de la “Semana Trágica” y mucho menos del fusilamiento de Francisco Ferrer Guardia, a quien todos consideraron inocente menos Maura. De ahí que la campaña electoral y los meses siguientes un grito (¡Maura no!) fue la bandera de todos.
Y en ese ambiente anti-maurista pronunció Iglesias su primer discurso parlamentario. Fue el 7 de julio de 1910 el Congreso debatía el proyecto de “contestación al discurso de la corona”. En aquella intervención Iglesias se mostró como el revolucionario y anti democrático que era y sus palabras causaron un verdadero terremoto en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo. Entre otras cosas dijo: “Sé lo que son los asilos, lo que es el hospital, lo que es la cárcel, lo que la autoridad gubernativa, lo que es la autoridad judicial, lo que son casi todos los organismos que funcionan en la vida del Estado, y esto lo sé por ciencia propia… El organismo que yo represento aquí aspira a concluir con todos los antagonismos sociales, a establecer la solidaridad humana, y esta aspiración lleva consigo la supresión de la Monarquía, la supresión de la Iglesia, la supresión del Ejercito y la supresión de otras instituciones necesarias para este régimen actual de insolidaridad y antagonismo”.
Pero las palabras que provocaron el terremoto fueron estas: “Tal ha sido la indignación producida por la policía del señor Maura en los elementos proletarios, que nosotros, de quienes se dice que no estimamos a nuestra nación, que no estimamos a los intereses de nuestro país, amándolos de veras, sintiendo las desdichas de todos, hemos llegado a considerar que antes de que su señoría suba al poder debemos llegar al atentado personal”
¡NO A UNA JUSTICIA CONTROLADA POR LO GOBIERNOS!
La actividad de Pablo Iglesias en el Parlamento fue ciertamente increíble, ya que sus intervenciones eran sonadas y el Gobierno y los conservadores llegaron a tenerle primero respeto y luego hasta miedo, porque era demoledor con sus argumentos y sus sinceridades. Para él nunca hubo “tabúes”, como lo demuestran las palabras que pronunció en marzo de 1912 sobre los Tribunales de Justicia: “En España se puede hacer todo teniendo buenos amigos políticos: «Mata al rey y vete a Murcia», dice una frase popular, y es verdad; verdad también que las Audiencias están perfectamente dispuestas para que ganen los pleitos unos cuantos caciques políticos; verdad asimismo que se arreglan las Salas del Supremo para que personajes políticos, por sí o por medio de representantes suyos, beneficien sus intereses ofendiendo a la justicia.
Por fútiles pretextos hay procesadas hoy gran número de Sociedades obreras cuya vida se halla suspensa; por cosas, en realidad pequeñas, hay infelices en la cárcel que son cien mil veces más honrados que muchos de los que figuran en política, más honrados que los que visten levita, van a los Consejos de la Corona o a otros Consejos y a todas horas hablan de moral y rectitud, cuando por su modo de proceder deberían ser arrastrados por las calles de Madrid. Después de la actitud observada por el Gobierno ante las denuncias del Sr. Gasset, las cárceles y los presidios deberían ser abiertos… ¡No a una justicia controlada por los Gobiernos!”.
Pero también ese mismo año de 1912 se tuvo que enfrentar a una acusación injusta que le afectó incluso físicamente. Cuando el 12 de noviembre cayó asesinado Don José Canalejas, a la sazón Presidente del Gobierno, el Partido Conservador y el Partido Liberal acusaron al fundador del PSOE de ser el instigador de aquella muerte, porque le recordaron sus palabras de años atrás cuando dijo refiriéndose a don Antonio Maura que en ocasiones hasta es necesario el “atentado personal”. Luego se demostraría que el asesino de Canalejas no era más que un loco anarquista que se suicidó al verse cogido por la policía. Iglesias respondió con toda su energía en el Parlamento y el PSOE se volcó en su defensa y centenares de adhesiones de España y del extranjero llegaron hasta su domicilio particular. En esa situación la Agrupación Socialista Madrileña organizó un acto multitudinario de solidaridad, en el que entre otras intervenciones, se leyó una carta que enviaba el doctor Jaime Vera, el médico que estaba a su lado el día de la fundación del Partido en 1879 y el que le discutió sobre la “O” de obrero. De aquella carta son estos párrafos que reproducimos:
“Iglesias no es un fanático, ni un exclusivista o particularista, ni un terrorista, ni idealista, ni de los de espíritu jurídico, ni sociólogo, ni sabio.
Y de todas estas cualidades negativas, y por ellas mismas, resulta un magnífico hombre de predicación y de acción, un artista de la política, un político de primer orden, en el cual destaca la suprema cualidad del acierto.
Su campaña parlamentaria no será superada jamás, y la organización de la clase obrera está ahí para testificar sus aciertos.
No extrañe a nadie nuestro cariño y nuestros sentimientos de admiración para mi viejo camarada Iglesias el infatigable. Iglesias es nuestro órgano, Iglesias es nuestra lengua, Iglesias es parte nuestra; de nuestra carne, de nuestra sangre; Iglesias es un pedazo del inmenso corazón que hemos formado fundiendo en uno los corazones de todos…
No damos a estas manifestaciones el carácter de defensa porque eso significaría que encontrábamos en las acusaciones algo racional, y, al contrario, son de una absurdidad absoluta.”
Sin embargo, el caballo de batalla y su preocupación máxima de aquellos años fue la Guerra, aquella I Guerra Mundial que enfrentó a Europa y a medio mundo. Naturalmente Iglesias se movió como nunca lo había hecho y hasta viajó a Londres, Roma y Tolosa (Francia) para defender la Paz. “¡No a la guerra!” y ese grito que le salía del alma lo transmitió al PSOE y motivó que el Comité del Partido hiciera un llamamiento crítico duro: “El capitalismo de todos los países en lucha es el responsable de la guerra. Hay que examinar la realidad con el pensamiento puesto siempre en las aspiraciones del proletariado. Uno de los contendientes es la representación acabada del más odioso imperialismo; el otro, aun luchando por el interés capitalista, está más influido por un espíritu democrático. De vencer el imperialismo austrogermano habrá un retroceso o un alto para el socialismo; de obtener la victoria los países aliados, nuestra causa realizará grandes progresos, incluso en Alemania y en Austria.”
La idea del “Abuelo”, canalizada a través de la UGT, el sindicato socialista de los trabajadores, fue unir a los trabajadores de toda Europa para convencerles de que la Guerra no era cosa suya sino de “los capitalistas de siempre”, que los utilizaban, como siempre, como “carne de cañón”. “Esta no es vuestra guerra –y esto lo repetiría miles de veces-, esta es la guerra de ellos, pues ¡qué se maten ellos! La clase trabajadora tiene otros objetivos, y esos sí que son para todos iguales, alemanes, austriacos, franceses, italianos, ingleses, españoles… lo que necesitan es una vida digna y justa.”
Claro que ese pensamiento le llevaría a la Revolución de 1917 como veremos en el siguiente capítulo.
LA REVOLUCIÓN QUE NO PUDO SER
El año 1917 fue crucial para el mundo. Seguía la Primera Guerra Mundial, aunque había entrado en una fase de incertidumbre, pues la ventaja alemana en el frente oriental quedó compensada con la entrada de los Estados Unidos de América al lado de los aliados. Había explotado la más mortífera epidemia de gripe de la Edad Contemporánea (entre 50 y 100 millones de muertos) y había estallado la Revolución Rusa (la primera, la de Kerensky, la de los comunistas de Lenín vendría en octubre). O sea, que el mundo, sobre todo Europa, vivía un verdadero desastre.
No menos malo fue ese año para España. Porque tres acontecimientos iban a poner en jaque a todas las instituciones, empezando por la Monarquía. Primero fue el desafío militar de las “Juntas de Defensa”, un movimiento sindical que no estaba previsto en las leyes y que derribó varios Gobiernos. Después vino el desafío político, la llamada “Asamblea de Parlamentarios”, que iniciada por la Lliga Regionalista, liderada por Francés Cambó, y seguida por los parlamentarios que no habían aceptado el cierre del Congreso y la suspensión de las Cortes Generales. La Asamblea de Parlamentarios, reunida en Barcelona, exigía elecciones generales a Cortes Constituyentes de cara a una nueva organización del Estado (o sea, de la Monarquía).
Y en tercer lugar, aunque ya venía orquestándose desde finales de 1916, llegó la Huelga General Revolucionaria, patrocinada por el PSOE y la UGT de Pablo Iglesias, a la que se unió la Confederación General de Trabajadores:
“Con el fin de cambiar a las clases dominantes a aquellos cambios fundamentales del sistema que garanticen al pueblo el mínimo de condiciones decorosas de vida y de desarrollo de sus actividades emancipadoras, se impone que el proletariado español emplee la huelga general, sin plazo definido de terminación, como el arma más poderosa que posee para reivindicar sus derechos.”
Tras muchos debates ambos sindicatos (socialistas y anarquistas) llegaron a un acuerdo y a finales de marzo lo firmaron Julian Besteiro y Francisco Largo Caballero por la UGT, y Salvador Seguí y Ángel Pestaña por la CNT… y el “Abuelo” lo pasó fatal, porque la enfermedad ya estaba minando su organismo y muchos días no podía ni moverse de la cama. Aun así hizo los mayores esfuerzos por tratar de unificar el movimiento militar, con el movimiento político y el movimiento social-económico. Pero, no pudo ser, los objetivos de las tres fuerzas eran muy dispares y cada uno buscaba lo suyo. Y de eso se aprovecharon los Gobiernos, a los militares les dieron todo lo que pedían y exigían y acabaron siendo sus mejores defensores a la hora de la represión. A los políticos les “compraron” con un Gobierno de Concentración, en el que hasta le dieron un Ministerio a Cambó, y la promesa de celebrar elecciones generales el año siguiente.
Y el PSOE y la CNT se quedaron solos y a los pies de los caballos. Durante el mes de agosto, y por sorpresa, los miembros del Comité de Huelga fueron detenidos y encarcelados, entre ellos Besteiro, Largo Caballero, Daniel Anguiano y Andrés Saborit (Indalecio Prieto, como otras veces, consiguió burlar a la policía y exiliarse a París). El resultado de la huelga general fue un total de 75 muertos, 194 heridos y más de dos mil detenidos. Poco después los máximos responsables fueron juzgados y condenados a cadena perpetua. ¡Lo que le faltaba al enfermo Pablo Iglesias! Ver a sus herederos políticos en la cárcel y a “su” PSOE perseguido le acabaron de hundir físicamente.
¡Ay!, pero, ciertamente, España es diferente y en las elecciones generales del año siguiente no sólo salieron elegidos diputados los 4 que estaban en prisión, sino también el que se había marchado al exilio y, por supuesto, el “Abuelo” (Pablo Iglesias ganó todas las elecciones que se celebraron desde que entró por primera vez en las Cortes en el año 1910, o sea las de 1914, las de 1916, las de 1918 y 1919 y las de 1920 y 1923). En el “Socialista” escribió estas palabras el 2 de agosto de 1917 (ver texto completo en la página web del Diario Córdoba):
“Es de necesidad para los españoles que el régimen político imperante desaparezca y que se anule a los partidos que con él han desgobernado a la nación.
Su existencia es dañosa para todos los grupos sociales, y todo lo que viva, todo lo que dure sólo servirá para empeorar la mala situación que ha creado.
Esto lo comprende ya el país entero…
¡Abajo el régimen monárquico! ¡Paso al régimen republicano, que a la vez que permitirá a la burguesía alcanzar su pleno desarrollo, dará facilidades al proletariado para constituirse en poderosa fuerza, influir notablemente en los asuntos nacionales y acelerar el feliz momento de poner remate a los antagonismos sociales!”.
Lo que está claro es que la situación política empeoró y que la Monarquía se tambaleaba, que los Partidos que habían gobernado durante la Restauración ya no estaban a la altura de las circunstancias… como lo demostraba el hecho que los Gobiernos apenas si duraban un año. En ese contexto no sorprendió que un grupo de anarquistas asesinasen a Eduardo Dato, a la sazón Presidente del Gobierno, en la mismísima Puerta de Alcalá de Madrid (08-03-1921).
Todo aquello afectaba a Pablo Iglesias más que el inmenso trabajo que había desarrollado a lo largo de su vida, a pesar de lo cual seguía siendo el mismo de siempre . Como dato curioso hay que resaltar que cuando dejó de ser director de “El Socialista” renunció al sueldo que tenía como tal y que cuando vio que por su larga enfermedad y sus achaques físicos no podía acudir a las sesiones del Congreso como Diputado también renunció a su sueldo y los últimos años los tuvo que vivir porque tanto el PSOE como la UGT decidieron por aportaciones voluntarias ponerle un sueldo digno y vitalicio.
Y, sin embargo, lo peor estaba por llegar y llegó en 1921.
EL PSOE SE ROMPE EN DOS y nace el PCE
Fue la mayor “amargura” de su larga vida, la amargura que le rompió el corazón y a la postre le llevó a morir de pena. Todo sucedió en 1920-1921, cuando ya había fracasado “su” Revolución de 1917 y había triunfado la Revolución Marxista en Rusia. Porque, a pesar de que Iglesias había celebrado y seguiría festejado hasta su muerte el triunfo de Lenin, tuvo que hacer frente a la disparidad de criterios que surgieron en todos los Partidos Socialistas de Europa. En París seguía funcionando la II Internacional, aunque muy debilitada por las diferencias entre unos y otros, y en Moscú Lenin y Trosky habían puesto en marcha la III Internacional, que era una ruptura con la II de París. Esa división llegó también al PSOE de “El Abuelo”, lo que motivó 3 Congresos Extraordinarios que se celebraron el año 19, al año 20 y el año 21. El primero se hizo para resolver a cuál de las dos Internacionales se sumaba el PSOE y sólo se acordó, antes de apuntarse a la nueva de Moscú, rehacer la de París y tratar de unir las dos en un Congreso especial a celebrar en Ginebra. El del año 20 ya fue mucho más polémico y con gran pasión en los debates terminaron ganando los que defendían la no ruptura con la II de París y asistir al congreso de Ginebra (14.010 a favor y 12.497 en contra). Aunque también se votó si apuntarse a la Internacional Comunista de Moscú o no (ganó el sí con 8.269 votos a favor, 5.016 en contra y 1.615 abstenciones).
Sin embargo, el Comité Central del PSOE, que todavía presidia Pablo Iglesias (lo presidiría hasta su muerte en 1925) acordó que antes de inscribirse fueran a Moscú dos miembros del propio Comité y fueron designados para ello Fernando de los Ríos y Daniel Anguiano, el primero en contra y el segundo en pro del ingreso inmediato.
Pero, cuando los comisionados llegaron a Moscú se encontraron con que el Congreso de la III Internacional ya se había celebrado y había fijado las “21 condiciones” que los aspirantes tenían que aceptar sin modificación alguna y “o las tomas o las dejas”. Naturalmente, a de los Ríos y Anguiano los trataron a cuerpo de rey y hasta Lenin les concedió una entrevista (Anguiano no asistió a la entrevista porque llegó con retraso a Moscú) y fue en esa entrevista con el máximo dirigente de la Revolución en la que se produjo la famosa conversación que a su vuelta a España recogería el bueno de D. Fernando en su libro “Mi viaje a la Rusia Soviética”. Al parecer, según escribe, cuando, tras una exposición de los logros presentes y futuros del comunismo, de los Ríos se atrevió a decirle al todopoderoso Lenin: “Camarada Presidente, todo lo que usted expone me parece muy bien, pero ¿en qué fase del proyecto llegará la libertad?”, a lo que el ruso respondió:
“Nosotros – respondió Lenin – nunca hemos hablado de libertad, sino de dictadura del proletariado; la ejercemos desde el Poder, en pro del proletariado, y como en Rusia la clase obrera propiamente dicha, esto es, la clase obrera industrial, es una minoría, la dictadura es ejercida por esa minoría, y durará mientras no se sometan los demás elementos sociales a las condiciones económicas que el comunismo impone, ya que para nosotros es un delito así el explotar a otro hombre como guardarse la harina de que ha menester alguien. La psicología de los aldeanos es refractaria a nuestro sistema; su mentalidad es de pequeños burgueses y por eso no los contamos como elementos proletarios; entre ellos han hallado los leaders de la contrarrevolución, sus adeptos; mas los aldeanos han llegado a la conclusión, a saber: que si bolcheviques son malos, los demás son insoportables… Nosotros, a los aldeanos les decimos que o se someten o juzgaremos que nos declaran la guerra civil, que son nuestros enemigos, y en tal caso responderemos con la guerra civil… Sí, sí, el problema para nosotros no es de libertad, pues respecto de ésta siempre preguntamos: ¿libertad para qué?”
Y esta versión de Fernando de los Ríos causó gran impacto entre los socialistas españoles. Sobre todo cuando les leyó la primera de las “21 condiciones” que Moscú imponía para poder entrar en la III Internacional y les aclaró que lo que pedía Lenin era ir directamente a la “Dictadura del Proletariado”: “1.- Toda la actividad de propaganda y agitación debe ser de naturaleza auténticamente comunista y conforme al programa y a las decisiones de la Internacional Comunista. Toda la prensa de partido debe estar bajo la dirección de comunistas de mucha confianza que hayan dado prueba de devoción a la causa del proletariado. La dictadura del proletariado no debe ser considerada simplemente como una fórmula de uso corriente para repetirla mecánicamente, hay que propugnarla de un modo que haga comprensible su necesidad a cualquier obrero u obrera común, a cualquier soldado o campesino, partiendo de los hechos de sus vidas cotidianas, los cuales nos tienen que servir continuamente como argumento en nuestra prensa.
Los periódicos y demás publicaciones, así como todas las editoriales del partido, deben estar completamente subordinadas al presidium del partido, independientemente del hecho de que en un momento dado el partido sea legal o clandestino. No se puede permitir que las editoriales abusen de independencia y desarrollen una línea política que no esté en absoluta armonía con la línea política del partido.
En los artículos de la prensa, en las asambleas públicas, en los sindicatos y en las cooperativas, donde quiera que los adherentes a la Internacional Comunista estén presentes, es necesario denunciar, sistemática e implacablemente, no sólo a la burguesía, sino también a sus servidores, los reformistas de cualquier tipo”.
(Ver los Textos COMPLETOS DE LA ENTREVISTA CON LENIN y las “21 condiciones” en la página web de “Diario CÓRDOBA.es”)
Y por fin se celebró otro Congreso extraordinario para aprobar o no el ingreso del PSOE, aunque ya se había visto la tendencia de los miembros de la Comisión ejecutiva, que en su mayoría admitían las “21 condiciones”. Pablo Iglesias estuvo en contra. Sin embargo, y como no pudo asistir al congreso, ya que la enfermedad prácticamente le mantenía en cama, sí envió una carta patética y triste expresando categóricamente su sentir para que se leyera en la Asamblea en defensa de la unidad del Partido.
Dos ponencias llegaron a la votación final: la que defendía Fernando de los Ríos, en contra de la adhesión, y la que defendía Daniel Anguiano, a favor de la adhesión incondicional. Tras unos debates apasionados se votó y el resultado fue de 8.808 a favor del “NO” y 6.025, por el “SÍ”. ¡¡FUE LA RUPTURA DEL PSOE!! Porque los “perdedores” no aceptaron el resultado de la votación y se separaron del Partido para crear el “Partido Comunista de España” (PCE). ¡Ay!, pero entre los que se separaban estaban algunos hombres que habían estado con Iglesias desde los comienzos en 1.879: sus amigos Antonio García Quejido, Facundo Perezuaga, Isidoro Acebedo y Daniel Anguiano. ¡Fue el trance más doloroso de toda la vida de “El Abuelo” y la ultima puñalada que le daba la política!
Pablo Iglesias murió el 9 de diciembre de 1925, recién cumplidos los 75 años, y según los más allegados sus últimas palabras fueron: “Unión… Es-pa-ña”.
LOS HEREDEROS NO SE ENTIENDEN
Si la ruptura de “su” Partido casi le lleva a la tumba otra preocupación vino a amargarle sus últimos días. ¿A quién dejarle el PSOE para cuando él ya no estuviese?… y un mar de dudas inundó su cabeza. Tenía 4 posibilidades. 1, Julián Besteiro. 2, Largo Caballero. 3, Indalecio Prieto y 4, dejar que el Presidente saliese elegido en un Congreso. Pero, esto último era muy arriesgado y enseguida lo desechó. Así que sólo le quedaba elegir a uno de los tres y no acababa de decidirse por ninguno de ellos. En esa encrucijada mental aprovechó un día que vino a verle su amigo y biógrafo, Juan José Morato, para pedirle datos sobre su infancia y seguir hablando del futuro del Partido, que era lo que más le preocupaba en esos momentos ya finales de su vida. Entonces se sinceró y le dijo:
Morato, no quiero engañarte, esto no va bien, mi organismo no resiste más.
No diga eso, D. Pablo, usted es más duro que una piedra.
No, te equivocas, ya sé que cualquier día de estos la palmo. ¡Ay, pero antes tengo que decirte algo!
Usted dirá… aunque me imagino de qué se trata
Entonces tendrás las mismas dudas que yo…
Sí, no acabo de inclinarme por ninguno de los tres. Verá, Besteiro, eso no hay que decirlo, es el más sensato de los tres, y el más formado, y el más culto, y si me apura hasta el más marxista, pero no acabo de verlo con los obreros-obreros. Largo, es todo lo contrario, Largo tiene mentalidad de obrero y se maneja mejor que Besteiro con los obreros, sin embargo es un hombre inculto y como tal fácil de influir. Yo diría que es “un hombre orejeras”…
¡Y eso qué es!
Bueno, así llamaba mi padre, que era un filosofo, a los aprendices que cuando iniciaban un camino ya no sabían rectificar, aunque se hubiesen dado cuenta que habían elegido el camino equivocado e iban directos al fracaso. ¿Y qué le puedo decir de Prieto? Está claro que Indalecio ha nacido para hablar en las Cortes, creo que en él tenemos al mejor parlamentario que podríamos tener.
Pero ¿por quién te inclinarías tú?
Pues, yo le daría el Partido a Besteiro; el Sindicato, a Largo y las Cortes a Prieto.
Sí, también yo lo veo así, pero no olvides que el Partido y el Sindicato van unidos, tienen que ir unidos… ¡ese es el problema, que tengo que elegir entre uno de los dos!
Pues, ya sabe a quien elegiría yo. La situación de España, e incluso del Partido, no están para “hombres orejeras”, entre otras cosas porque estamos bajo una Dictadura militar y esto no se sabe cómo puede terminar
Y el “abuelo” convocó ese mismo día el Congreso ordinario del PSOE primero y para poco después el de la UGT (era el 13 Ordinario, que no se celebraba desde el año 18, porque los del 19, 20 y 21 fueron Extraordinarios) y el Congreso eligió Presidente a D. Julián Besteiro, el catedrático De Lógica de la Universidad Central, que después sería también de la UGT hasta 1934. Desgraciadamente Iglesias ya había muerto.
Sin embargo, no acabaron ahí los problemas, más bien comenzaron, porque Largo jamás acabó aceptando que Besteiro hubiese sido el elegido y enfrentados vivieron mientras duró la Dictadura, luego con la República y hasta en plena Guerra Civil
Durante la Dictadura porque cada uno de ellos defendió posturas distintas. Besteiro no quiso ponerse en contra, pero tampoco quiso colaborar. Largo, quiso colaborar y colaboró, aunque sólo en lo que tuviese que ver con “el mundo social” y Prieto defendió ponerse totalmente en contra y declararle la guerra. Al final Largo acabaría siendo miembro del Consejo de Estado que creó Primo de Rivera, Besteiro se encerró en el Partido y Prieto se pasó a la oposición. Eso sí, los tres mantuvieron las formas y el PSOE no se rompió.
Algo parecido sucedió con la llegada de la República, aunque también con posturas variadas. Los tres apoyaron la República incipiente, pero Largo y Prieto no sólo decidieron colaborar sino que entraron como ministros del Gobierno Provisional (Largo, de Trabajo y Prieto, de Hacienda. También entró en ese Gobierno Fernández de los Ríos como Ministro de Justicia). Por el contrario, Besteiro defendía apoyar al máximo a la República pero sin una colaboración de Gobierno… y eso sí motivó cambios en la estructura orgánica del Partido, porque en el Congreso de 1932 ya salió como Presidente del PSOE Largo Caballero, Besteiro seguiría como Presidente de la UGT (sólo hasta 1934) y Prieto fue el verdadero portavoz en el Congreso de los Diputados. Naturalmente, ese cambio se produjo porque los que habían ocupado un sillón con sueldo no querían perderlo ni a tiros.
Pero la verdadera lucha entre los tres llegaría el verano de 1933, o sea justo cuando Largo y los suyos perdieron sus sillones, al caer el Gobierno y convocarse nuevas Elecciones Generales. El enfrentamiento llegó en la Escuela de Verano que convocaban cada año las Juventudes Socialistas (J.J.S.S.) en Torrelodones, pues el titulo que Santiago Carrillo había elegido, como Secretario General de estas, fue LOS CAMINOS POSIBLES DEL PSOE. Allí el día 5 de agosto Besteiro se inclinó por un “socialismo en libertad y democrático”; Prieto, el día 8, defendió que no había llegado la hora del socialismo y que por tanto había que esperar. Sin embargo, Largo en el discurso de clausura, el día 12, fue rotundo y tajante: guerra a la República Burguesa, defensa a ultranza del marxismo-comunismo y Dictadura del Proletariado.
… y aquella guerra la ganó Largo Caballero, a quien allí mismo y entre aplausos frenéticos de los miembros de las JJSS, dirigidos por Carrillo, le bautizaron como “el Lenin Español”. (Ver el Discurso de la Ruptura íntegro en la página web del “Diario CORDOBA”)
¡Ay, si Iglesias hubiese levantado la cabeza y hubiera visto a “su” PSOE entregado a Moscú!… porque eso fue lo que hizo el socialista Juan Negrín en cuanto fue designado Jefe del Gobierno
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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