21/11/2024 22:35
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La muy embustera Versión Oficial habla de 2.500 personas en Colón. Lo repito cuantas veces sea necesario. Ignorar las manipuladas guerras de cifras. Asunto cuantitativo,  tema menor. En cambio, cualitativo deviene carácter y  tuétano. Somos mejores que ellos, en todos los sentidos. Punto. Aunque tan solo una sola persona hubiese asistido a la manifa del domingo. Y todo ello a  pesar de los burdos sabotajes (chapado de la estación de tren de Recoletos, adelanto de la hora de la convocatoria..), perpetrados por la inicua Delegación del Gobierno, la concentración organizada por Revelión en la Granja y La Quinta Columna consiguió atestar la madrileña plaza de Colón, impugnando de raíz la falsa pandemia.

Libertad ante todo

Rememorando lemas. Libertad. El asunto nuclear. Y no permitir a nadie – a nadie, repito-  que te la arrebate. Esto una dictadura. ¿Alguien lo duda por mucho disfracito impostado? La plandemia es un timo. Un timo y un truño. El virus es el miedo y El miedo baja las defensas, tú eliges. Obvio, el pánico creado por las autoridades terroristas, perfecto mecanismo para manufacturar esclavos en masa y, de paso, enfermos crónicos.  Periodistas terroristas. ¿No os quedáis cortos? Falsos test, falsos positivos. La puta PCR, los test de la señorita Pepis, fallidos y, sobre todo, absurdos al no tener virus alguno que detectar al no hallarse el denominado Sars-Cov-2 , todavía hoy, ni aislado ni purificado ni secuenciado.

La mente es como un paracaídas, funciona cuando la abres. Que menos que hacer uso de nuestra capacidad racional, de hecho doble sapiens, aparte de homo, nos define como especie. Las mascarillas matan. Sin duda. Y lentamente. Los niños no se tocan. Qué menos, ni cascándoles mortíferas vacunas ni violándoles ni descuartizándoles ni bebiendo su sangre ni devorándoles en las depravadas cuchipandas de las tenidas de las élites satánicas. Y la que me más me mola, dando título a la columna. La vacuna de Bill Gates por el culo os la metéis. Mejor por la polla, que os duela un poco. O por el chuminete.

Franquito, cuquito, Manolito

Ahora, por lo visto, José Manuel Franco Pardo, el matritense delegado del actual e ilegítimo gobierno, se cabrea. Amenaza con poner sanciones mu pero que mu altas. Pues dos males tienes, conspicuo julandrón, potente malquisto, qué pena que no cuajara el asunto de la togada Rodríguez Medel. Verte entre rejas, ummm, no lo verán mis ojos. Imagino que arrastrarás cual indeleble estigma tus dos primeros apellidos, Franco Pardo, te jodes, fementido catacaldos, pútrido macandón, la Baraka hincada en la onomástica de los enemigos. Pues lo dicho, Franquito, dos males tienes, te cabreas y te descabreas. Y, si puedes, te arrancas a tiras esa puta jeta fea, ese rostro quitahipos, ese careto de Frankestein de serie Z que apesta el lugar adonde vas.

Campito

Lo mismito que el ministrillo de injusticia, un tal Campo, uy qué miedito dais. Miedo no, infinito asco, obvio. Campito, otro farsante cagalindes, llegado al gobierno por sus desaforados líos de alcoba, imagino. «Fino jurista», fino cimbel mejor, La Meritxell y La Lola, una morena y una rubia, hembras alfa del serrallo. Lo dicho, fingido rastracueros, gazmuño baldragas, qué arrastras una viciada pinta de señorito sevillano, prototípico cacique, que echa p’atrás, escopetas, cananas y cartucheras custodiándote. Vanilocuo y refinado donillero, amorcillado tragavirotes, zurumbático trapisondista, deshonrando a todas horas la tierra andaluza. Como dijo el emérito hiperladrón, ¿por qué no te callas?

Mala, muy mala gente. Con estos bueyes hay que arar. Y contra esta gentuza luchar. En fin. 

 

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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