21/11/2024 11:33
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Las elecciones municipales y autonómicas se acercan y solo dos planteamientos ideológicos se enfrentan. Por un lado, el liberalismo representado por VOX, y hasta hace 14 años por PP, cuando en una tarde aciaga en el Parque Municipal de Elche, donde me encontraba con varios amigos escuché decir al entonces presidente Mariano Rajoy “En nuestro partido caben todos, incluso la socialdemocracia, y quien quiera irse al partido liberal, que se vaya”. Desde ese momento los liberales que entonces andábamos en el PP aceptamos amablemente su invitación. El miedo, según la izquierda y la socialdemocracia a que alguna vez gobierne un partido liberal, es que el mercado quedase totalmente desregulado, con explotación infantil y muchos ricos aprovechándose de los trabajadores y de las mujeres, y esa mentira repetida insistentemente como falacia ad nauseam, ha calado en la mente de muchos ciudadanos.

Sin embargo, el Estado español, sus autonomías, diputaciones y municipios cada vez está más lleno de cargos políticos, funcionarios y empresas improductivas con la única finalidad de colocar a amigos y correligionarios, y no solo es la mayor empresa de España, sino que resulta ser la menos rentable.

El mercado está desregulado, mientras que los diputados y los concejales se suben el sueldo cada vez que quieren, cumplen el horario que les da la gana y nadie les pide productividad, el resto de los ciudadanos somos unos egoístas insolidarios, que en cuanto el Estado nos deja, creamos, producimos e intercambiamos bienes y servicios, y con ello encontramos como recompensa trabajar más para el Estado – nuestro mejor socio- y menos para nosotros mismos.

 Ocurre que el ciudadano, a partir de una edad y cierta reflexión comprende que donde prosperan las libertades, aumenta y se extiende la prosperidad para todos y eso siempre ha ocurrido en los gobiernos liberales y lo contrario con gobiernos socialistas.

Entonces, ¿Porque no triunfa el liberalismo mayoritariamente? Sencillamente porque no basta con ofrecer resultados económicos y de gestión mejores que los de los socialistas y los socialdemócratas, sino que hay que explicar por qué el liberalismo ofrece mayor calidad de vida a los ciudadanos y disponer de medios de comunicación a través de los cuales hacerlo.

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 Darío Anseri, en su libro “Principios Liberales,” comenta que el liberal defiende la economía de mercado porque no sólo genera el más amplio bienestar sino sobre todo porque sin economía de mercado no puede haber Estado de Derecho.

Frente a la utopía socialista, el liberal sabe que la supuesta sociedad perfecta es la negación de la sociedad abierta. El socialista utópico, con su supremacía moral aceptada por muchos socialdemócratas, se caracteriza porque solo él conoce el bien y el mal pues quiere construir un hombre perfecto y no le interesan los sufrimientos de las personas que viven mal aquí y ahora, sino ese hombre perfecto que alguna vez llegará en una sociedad que nunca existió y por eso el individuo normal no le interesa lo más mínimo.

La diferencia más destacable entre ambas formas de entender la sociedad es que mientras el socialismo fija su mirada en la sociedad perfecta, creada con ingeniería social, el liberalismo se centra en el individuo, en su bienestar y en su libertad, y sin embargo esa sociedad imperfecta del liberalismo es la que más progreso y bienestar trae.

 Para el liberal lo crucial es la persona, libre y soberana, capaz de elegir y que para ello requiere derechos que restrinjan la intromisión de la sociedad y del Estado en sus decisiones.

Dado que el hombre tiene que ganarse la vida con su propio esfuerzo, el hombre que no tiene derecho al resultado de su esfuerzo no tiene los medios para sobrevivir, solo a ser mantenido por el Estado.

Como decía Ayn Rand, “el hombre que produce mientras que otros disponen de su producto realmente es el esclavo moderno”.

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 Por tanto, la disyuntiva socialismo frente a liberalismo, se resume en otra, esclavitud frente a libertad.

Autor

Salvador Ruso Pacheco
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José Luis Fernández

Para que se les caiga la venda de los ojos a quienes defienden el liberalismo (tanto el ideológico como el económico) recomiendo que se lea lo que opinan al respecto el español Carlos Xavier Blanco o el italiano Diego Fusaro.

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