08/07/2024 14:34
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Beatriz Fra, tiene 24 años, está casada y es enfermera. Se siente una afortunada por ser hija de Dios y miembro de la Iglesia y por ello le apasiona trabajar para que otros conozcan a Cristo, especialmente los jóvenes, esta fue la razón que le movió para apuntarse como voluntaria en la JEMJ, Jornada Eucarística Mariana Juvenil, que tendrá lugar en Covadonga el próximo verano.

¿Qué supone para usted formar parte de la organización de la Jornada Eucarística Mariana Juvenil?

Un auténtico regalo. En mi vida, la presencia real de Cristo en la Eucaristía y la presencia de Nuestra Madre son dos pilares fundamentales. Creo que estamos en deuda con el Señor por el regalo que nos ha hecho con la Eucaristía y con la Virgen María. Participar en una Jornada así, ayudando a dar a conocer esta verdad de nuestra fe a los jóvenes, entregar parte de mi juventud a ello, es un verdadero privilegio.

¿Quiénes están invitados a participar?

La JEMJ es una iniciativa pensada para jóvenes entre los 14 y los 30 años que quieran encontrarse con el Señor vivo en la Eucaristía, que quieran profundizar en ello o tener razones de su fe. Y también para aquellos que se encuentran en búsqueda de la Verdad. Es una Jornada basada en la oración y en la formación. Nos impresionó mucho conocer el resultado de unas encuestas que hicieron los obispos de los EEUU que revelaban que el 70% de los jóvenes de EEUU no creían en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Los resultados no serían muy distintos si la encuesta la hiciéramos en España. De esas encuestas nació el Renacimiento Eucarístico Nacional. La JEMJ es un eco de ese movimiento eucarístico nacido en EEUU, pero igualmente necesario aquí y en todo el mundo.

Pero, aquellas personas que no cumplan con el rango de edad, están invitadas a participar de otro modo, rezando, dando a conocer la JEMJ y animando a los jóvenes que estén a su alrededor a participar.

¿Por qué es importante que los jóvenes se enamoren de Jesús Eucaristía y tengan un trato frecuente con Él?

En el mundo en el que hoy vivimos, tan bombardeado por ideologías contrarias a la Verdad, necesitamos de una fuerza para mantener nuestra fe. La Eucaristía es el alimento que nos permite vivir nuestra fe con alegría y fidelidad.

Si un joven desea vivir auténticamente su fe no puede prescindir de la Eucaristía. Es un regalo inmenso que Dios nos da: Él se humilla para unirse a mí, Él me da la fuerza que necesito, se hace uno conmigo para que ya no sea yo, sino que sea Él quien viva en mí, quién hable a través de mí, quien ame a través de mí.

En muchas ocasiones, el joven experimenta su debilidad: en la universidad, en casa, con los amigos…Es difícil, a veces, dar testimonio con valentía de la fe; amar a todos los que nos rodean, incluso a nosotros mismos; no dejarnos llevar por la pereza, la impureza, el egoísmo…

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La Eucaristía es la mejor arma para ganar todas esas batallas porque es el mismo Dios que viene en nuestro auxilio. Solo nos pide que le reconozcamos realmente presente, que le acojamos y que le dejemos realizar Su obra en nosotros.

¿Qué ha supuesto en su vida la adoración eucarística?

Ha sido fundamental. El trato diario con Jesús en la Eucaristía me ha enseñado a amar, me ha llenado de alegría, me ha dado fuerza para luchar. Quizá en el momento no te das cuenta, pero miro hacia atrás y veo la Misericordia que el Señor ha tenido conmigo, como me ha ido protegiendo y como Su presencia ha sido una constante en mi vida. Sé que eso ha sido gracias a comulgar cada día y a tener un ratito de oración con Jesús en la Eucaristía donde, con mucha paciencia, el Señor me ha ido enseñando como un maestro y purificando mi mirada y mi corazón. Si te acostumbras a tratar con la presencia del Señor es más fácil llevarlo después y encontrarte con Él en otros ambientes.

No somos conscientes realmente de lo que significa que Dios está vivo allí, que cuando nuestra vida termine aquí nos encontraremos cara a cara con el mismo Dios, pero que ya aquí podemos tener esa cercanía con Él.

Reconozco que aún debo profundizar más en ello y pedirle al Señor la gracia de enamorarme de la Eucaristía, pero me siento en deuda con todo lo que me ha dado a través de cada comunión y cada adoración.

¿Por qué Covadonga es un lugar muy significativo para reactivar la fe?

Por el significado espiritual que tiene para la fe en España. Allí fue la primera gran victoria cristiana de la Reconquista, fruto del aliento que Nuestra Madre dio a las tropas españolas. Fue una experiencia tan fuerte de fe que los animó a seguir luchando durante cinco siglos, hasta conseguir el triunfo del reinado total de Cristo en España.

Del mismo modo, queremos que los jóvenes españoles, de la mano de María, tengan una experiencia grande de la presencia de Cristo en la Eucaristía, que reconozcan con la fe e incluso con la razón que Dios está vivo en la Eucaristía. Y que esa experiencia los lleve a reconquistar almas para que Cristo reine en los corazones de otros jóvenes.

¿Por qué merece la pena participar en estas jornadas?

Porque todos necesitamos del Señor. Nuestra sociedad, especialmente los jóvenes, necesitamos a Dios. Necesitamos de la Eucaristía para que nuestro corazón pueda descansar en la Verdad. Hoy en día, con tantas guerras, tanta desorientación en la Verdad, tantos conflictos intrafamiliares… todos anhelamos paz, un amor verdadero, necesitamos respuestas a las preguntas más profundas de nuestro corazón. Y todo ello lo encontramos en la Eucaristía.

Necesitamos a jóvenes enamorados de la Eucaristía que reflejen con su vida la alegría y la vida que da el Evangelio. Necesitamos jóvenes formados que den respuesta a este mundo desorientado. Necesitamos jóvenes portadores de paz y de Amor que ayuden a sanar las heridas de nuestro tiempo.

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¿Con qué actitud hay que acudir?

Con un corazón abierto y generoso. Debemos pedir al Señor que abra los corazones de nuestros jóvenes más grande que nunca, para que acojan todo lo que Él quiera darles. El Señor no se deja ganar en generosidad, tiene mucho para darnos ¡la vida eterna!

Solo necesita que los jóvenes vayan con el corazón abierto, dispuestos a encontrarse con Él, reconociendo que todos estamos sedientos de Su amor.

¿Qué espera Jesús de los jóvenes que vayan?

El Señor quiere derramarse en la Jornada Eucarística Mariana Juvenil. Ahí y siempre. Él está enamorado de cada uno de nosotros. Le basta un pequeño y simple sí, un pequeñísimo deseo de conocerle para derramar los tesoros más grandes de Su amor. Es impresionante ver como Dios obra en las almas que se abren a Él.

Dios quiere encontrase con cada uno de los jóvenes que acudirán, no tengo ninguna duda. Quiere regalarles un Amor y una presencia que, de sentido a sus vidas, una Alegría que no tiene fin y que podrán contagiar a los demás. Quiere unirse a ellos, les espera con los brazos abiertos.

Personalmente, los animo a no esperar para inscribirse. Las plazas son limitadas porque el espacio en Covadonga no es mucho, en la explanada solo caben 2.000 personas. Estamos trabajando para conseguir alojamientos económicos en los alrededores, en polideportivos, colegios… que serán asignados por orden de inscripción. Y estamos trabajando, especialmente, para ofrecerles una experiencia de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. La renovación de la Iglesia y de la sociedad que tanto anhelamos «pasa por la Eucaristía» (EE 60).

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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Jn 6, 34-ss.

Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan».

Les dijo Jesús:
«Yo soy el pan de vida. El que venga a mí no tendrá hambre, y el que crea en mí no tendrá nunca sed…

Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que quien vea al Hijo y crea en él tenga vida eterna, y que yo le resucite el último día»…

«Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envía no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; el único que ha visto al Padre es el que ha venido de Dios. En verdad, en verdad os digo que el que cree, tiene vida eterna.Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar es mi carne, para vida del mundo».

Discutían entre sí los judíos: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no com aquel que comieron vuestros antepasados, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre».

Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?». Pero Jesús, sospechando que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza?¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?…
«El espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida».
«Pero hay entre vosotros algunos que no creen». (Es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.) Y decía: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí, si no se lo concede el Padre». Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él.

Mt 26, 26-28

Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo». Tomó luego una copa y, después de dar las gracias, se la pasó diciendo: «Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados».

Mc 14, 22-24

Mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió, se lo dio y dijo: «Tomad, éste es mi cuerpo». Tomó luego una copa y, después de dar las gracias, se la pasó, y bebieron todos de ella. Y les dijo: «Ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos».

Lc 22, 19-20

Tomó luego pan, dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: «Éste es mi cuerpo que se entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío». De igual modo, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por vosotros».

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