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No se sorprendan por lo que hoy les voy a contar, porque desde que estoy encerrado en esta «jaula» del virus monclovita sueño, pienso, medito, reflexiono, hablo, escribo… cosas increíbles. Pues casi increíble resultó la tertulia telemática, por supuesto, que este fin de semana pasado monté con mis amigos y contertulios en base a un único tema¨
¿CÓMO PODRÍAMOS LOS ESPAÑOLES ECHAR DE LA MONCLOA
A DON PEDRO SÁNCHEZ PÉREZ-CASTEJÓN EN UN PLAZO BREVE?
(Les adelanto que mis contertulios son (naturalmente me reservo sus nombres verdaderos): Don Antonio, catedrático de Universidad jubilado; Don Juan, farmacéutico; Don Manuel, ingeniero de minas; Doña Rosa, maestra nacional: Doña Pilar, gerente empresa muebles y Don Rafael, médico en activo… todos ellos preocupados, como es natural, por la pandemia médica y la económica que nos amenaza)
Y este fue el diálogo que mantuvimos.
— ¿Quién rompe el juego? –dije yo para abrir el debate- ya sabéis que hoy sólo debemos hablar del tema que os he planteado.
— Por las urnas, en democracia no hay otra vía, bueno, esa y la Moción de Censura -contestó rápido D. Antonio, el catedrático
— Eso, ya lo sabemos, pero por esas vías será imposible — intervino D. Juan, el ingeniero.
— ¿Y eso, por qué? Las urnas son la Democracia… –intervino Dº. Rosa, la Maestra Nacional.
— Pues, precisamente por eso, ya no habrá más urnas y si las hay llevarán el resultado acordado dentro.
— Un momento, amigo Juan, ¿Quieres decir que no habrá urnas porque no habrá Democracia?.
— Pues, sí señor, amigo Manuel, eso quiero decir. Yo estoy convencido ya de que el tándem que han formado Don Pedro y Don Pablo es invencible y que aquí ya solo se hará lo que ellos dispongan…
— Bueno, eso será si se atienen a la Constitución y a las Leyes del Estado de Derecho, porque están el Parlamento, el Constitucional, los jueces, las Fuerzas Armadas y en última instancia el Rey.
— No me hagas reír, D. Manuel, el Parlamento es un número, el 176, porque quién tenga esos 176 votos lo tiene todo…
— Todo, no — intervino Dª Pilar— porque hay leyes y asuntos que requieren los tres quintos… y ellos no los tienen.
— Pero, los tendrán, y eso a no tardar mucho… por favor, que teniendo los 176 se puede cambiar todo, desde las Cortes o desde el BOE… no olvidéis que quién tiene el BOE tiene en sus manos la Legalidad… y la fórmula ya está inventada: 176 + BOE= PODER.
Bueno, y así nos pasamos un buen rato, para al final llegar a la conclusión de que por la vía democrática va a ser difícil, por no decir imposible echar de la Moncloa a Don Pedro Sánchez y al convencimiento de que mientras la suma de PSOE, Podemos, ERC, PNV, Bildu y la ralea de dar los 176 no hay nada que hacer.
Así que planteé otra vía: la militar. Un golpe militar, sea a lo Tejero, sea a lo Armada, sea a lo Primo de Rivera o a lo Martínez Campo… y eso sí que calentó el ambiente y la tertulia. Porque tampoco había unanimidad.
Los más, es cierto, mantuvieron que eso era imposible estando en Europa y con un pueblo que quiere vivir en libertad.
— Por favor, fijaros lo que pasó el 23-F…
— Y qué pasó el 23-F, que si Tejero acepta la lista del Gobierno que le proponía Armada habría triunfado, con Europa o sin Europa ¿O no?…
— Un momento – e intervine yo mismo por primera vez- ¿y no podría ser, os pregunto, algo parecido a lo de De Gaulle en Francia en 1958?
— ¡Imposible! -casi gritó D. Juan– ni aquel Parlamento era lo que es «nuestro» Parlamento, ni el Rey tiene los Poderes que tenía el Presidente de la República, ni Francia estaba al borde la Guerra Civil por lo de Argelia.
— ¿Entonces? —- pregunto, dijo Dª. Rosa- ¿Podemos echar al ambicioso Sr. Sánchez de la Moncloa antes de que rompa España y nos hunda todos en la miseria? ¿Sí o no?
— Ni con agua caliente, amigos míos -dijo D. Antonio— mientras estén los dos, el Pedro y el Pablo, y mientras haya algo que darles a los independentistas, votarán siempre juntos, aunque se odien, o se distancien públicamente… porque los dos saben que el día que pierdan el Poder, la Moncloa y el BOE, como dice Juan, tendrán que irse de España y eso ¡¡¡tiururú, tururú!!!.
Sin embargo, lo mejor de la tertulia llegó cuando Don Rafael, nuestro médico, que había estado callado, pero sin decir ni pío, soltó una palabra, bien alto, para que la oyéramos todos.
— ¡¡ CUSPIS !!!
y añadió: CUSPIS es la solución… como puede comprobarse en la novela «Las Marionetas de Cuspis», que tengo, ahora mismo, en mis manos.
— ¿Y qué es Cuspis? — preguntaron casi todos al unísono– ¿Y cómo puede Cuspis echar de la Moncloa a un señor que, como aquí se ha dicho, tiene el sillón atado y bien atado?
—- JÁ, JÁ, JÁ … eso está bien, lo de atado y bien atado me recuerda a alguien.
— Explícate, Rafa ¿Qué es eso de Cuspis?
—- SI me dejáis leer unas cuantas páginas de la novela lo sabréis.
— Pues, lee.
Y Don Rafael leyó esto:
—CUSPIS es el Consejo Supremo del «Máximo Poder» del mundo. Porque ahí es donde en verdad se hace la «Gran Política» y desde donde se mueven los hilos de las marionetas que son los gobernantes.
«CUSPIS» está integrada por doce miembros y a ella se llega por escalones sucesivos y tras un largo recorrido por los pasillos del Poder (ya sea político, económico-financiero, militar, eclesiástico, científico, mafioso o fáctico)… es decir, cuando se han desarrollado todas las potencias conocidas y las ocultas del espíritu y cuando los sentimientos pueden cuantificarse, medirse o pesarse. Normalmente, a la edad en que el hombre ha dejado de jugar a la historia y sólo ambiciona dominar y dirigir el destino.
Eso sí, en «CUSPIS» no hay razas ni ideologías, ni nacionalidades, ni creencias religiosas, ni sexos… porque «allí» reina la igualdad y sólo se adora a la diosa «eficacia». La libertad no existe y si alguna vez se habla de ella es como medio para conseguir un fin. «CUSPIS» está por encima de todos los gobiernos del mundo e incluso más alta que todos y cada uno de los organismos internacionales existentes. Por supuesto es «apátrida», invisible, inviolable e inmune a cualquier circunstancia externa y temporal… ya que su poder está por encima de patriotismos, de fenómenos naturales destructivos y hasta de las guerras (aunque sean atómicas). Lo cual no quiere decir que sea «como Dios», entre otras cosas porque sus miembros son mortales y a veces humanos. Pero un hombre siempre podrá ser sustituido por otro hombre y en el futuro, ¿quién sabe?, tal vez por una máquina.
«CUSPIS» se rige por unos «Estatutos» que no están escritos ni impresos, pero que son más antiguos que la imprenta, la Biblia, Roma, Atenas y el Egipto de los Faraones. Incluso más que la masonería, el socialismo, el cristianismo, el budismo, el capitalismo y el judaísmo. Quizás porque su «Carta Magna» (o «Ley de leyes») sólo contiene dos principios fundamentales o inamovibles. ¿Qué cuáles son esos «dos principios»? Eso, a decir verdad, nunca se ha sabido del todo, ya que en el «juramento» de toma de posesión de los miembros de «CUSPIS» van incluidos la inviolabilidad y el máximo secreto de los «principios», las «deliberaciones» y los «acuerdos». Sin embargo, se sabe que «CUSPIS» tiene como misión básica mantener el equilibrio del Poder en el mundo y como gran objetivo el «progreso» de la humanidad… y para ello goza del «Máximo Poder» en la ejecución de sus «acuerdos» y «decisiones», sin mirar o detenerse en los medios a utilizar, incluida la guerra.
Claro que además de esa «misión básica», «CUSPIS» se encarga también de velar por los «intereses» de sus «socios», en razón directa, por supuesto, de su poderío presente o futuro.
Los miembros de «CUSPIS» son doce y a cada cual corresponde un «área de actuación». Estas «áreas» son: América del Norte, América del Sur, África, Europa del Oeste, Europa del Este, Asia, «Área del Pacífico», Oriente Medio, «Zonas conflictivas», Iglesias, «Democracias y Dictaduras» y Economía. «CUSPIS» celebra una «reunión obligatoria» al año y varias, eso depende, extraordinarias. La reunión obligatoria anual se celebra cada vez en un lugar distinto y la presidencia, curiosamente, se juega al ajedrez cada año en la sesión de apertura, por un sistema muy curioso: todos juegan contra todos pero puntúa más quien menos tiempo y menos jugadas emplee en conseguir la victoria. De ahí que sea tan importante como ganar pronto con brillantez. El hecho es que la Presidencia la ocupa quien ese año haya obtenido más puntos: por victorias, por rapidez y por menos jugadas. Naturalmente ese sistema de elección, implantado en la reunión de Santa Isabel de 1934, dio lugar entre los más altos personajes de las naciones al estudio y la práctica del ajedrez como «medio indispensable» para llegar al máximo puesto de «CUSPIS», que es como ocupar la «Presidencia» del mundo.
La sala noble del «Sheraton» de Doha, una pirámide supermodema y superlujosa, estaba ya «preparada» cuando llegaron los nuevos miembros del «Máximo Poder» que iban a participar en la reunión de este año… los otros tres miembros permanecerían durante la celebración de la misma en tres continentes distintos, por si se producía una catástrofe y morían los asistentes poder rehacer «CUSPIS» y proseguir la «misión básica». Era lo establecido.
— ¡Dios!, ¿y eso se sabe?, ¿y eso lo sabe el mundo?
— No. «CUSPIS» para el mundo es un misterio. Aunque, como humanos que son también sus miembros, siempre se escapa algo. Por ejemplo algunos supieron que la última reunión de los componentes del Consejo Supremo se celebró en Doha, la capital de Katar, y en la novela que os estoy leyendo se cuenta así:
«Si Mahoma levantase la cabeza y viera que las tierras secas, sedientas y desérticas que pisaron él y sus primeros seguidores son hoy un mar de chimeneas y pozos petrolíferos seguro que se volvía a su tumba de la Medina. Pero si el jeque Mohamed bin Thani y su hijo Qasim bin Mohamed pudieran despertar del sueño eterno y ver en lo que se ha transformado el territorio de su península de Qatar y sus costas de perlas no le irían a la zaga… porque el Estado independiente de Qatar, situado en la península de su mismo nombre y en pleno «Gulf Arabian», a tres brazos de mar del decisivo estrecho de Ormuz, es hoy un lugar paradisiaco en el que gracias al petróleo hasta las arenas del desierto se han vestido de verde y el agua corre por doquier.
Doha, la capital del nuevo Estado de Qatar, es una capital moderna de amplias avenidas, majestuosos edificios y parques ajardinados… que rebosa prosperidad y alegría. Aunque también un «mirador» único para ver pasar los petroleros más grandes del mundo o los ejecutivos más poderosos de la tierra.
Arabia, Kuwait, Irak, Irán, los Emiratos, Omán y las riquísimas aguas del «Golfo Arábigo» son sus vecinos y sus mejores amigos. Y todos ellos juntos la «gran reserva» petrolífera del mundo. Un mundo que no ha tenido más remedio que volver sus ojos hasta estas tierras hasta ayer desérticas y rezar cada noche y cada mañana porque nada ni nadie pueda obstruir el estrecho y profundo paso de Ormuz… ya que si eso sucediese algún día muchos países hoy prepotentes, y especialmente la vieja Europa, no tendrían más salida que la miseria… ¡la miseria o la guerra!
Pues bien, ahí, en Doha, la ciudad luz del «Golfo Arábico» y capital del pequeño Estado de Qatar… se celebró este año la reunión de «CUSPIS», o concretamente en la planta noble del «The Doha Sheraton Hotel», o sea en el «Sheraton». Como una más de las mil reuniones y consejos que celebran anualmente los directivos de las más grandes compañías del mundo relacionadas con el petróleo, incluidas «Las siete hermanas».»
— ¿Y cuál es esa «Operación Hispania» de la que nos has hablado?
— Pues, escuchad, sigo leyendo: cuando el Consejo Supremo fue informado de que en España se habían alterado los planes marcados por «CUSPIS» el año anterior y se había formado un Gobierno radical de ultraderecha «se puso en marcha la llamada «Operación Hispania» y los tentáculos de «CUSPIS» comenzaron a alargarse siguiendo las órdenes de Sir Thomas Coock, el encargado del área «Europa del Oeste» con un mensaje lacónico:
«¡At present! Stop»
Aunque el primero en recibirlo fue Monseñor Indro Casuca, el responsable del área «Iglesias» quien, a su vez, envió otro mensaje dirigido al Cardenal Arzobispo de Madrid, Monseñor Rouco Pla, también escueto y simple:
«¡Urgente Pastoral!»
Todo esto sucedía durante la madrugada, y fue una sorpresa general en toda España, ya que justo a las ocho de la mañana todas las campanas de todas las iglesias y de todos los conventos, incluidas las catedrales, comenzaron a repicar al unísono.
Fue algo sorprendente y alarmante que puso en pie a los treinta y cinco millones de católicos españoles. Pero también al mismo tiempo, los párrocos se subieron a los púlpitos y leyeron ante los numerosos fieles que alarmados ya acudían a las iglesias, la Pastoral que acababan de recibir del Presidente de la Comisión Episcopal, y que decía:
«Queridos hermanos en la Fe, aunque la misión de la Iglesia es velar por las almas de los fieles y dirigirlos por el camino recto hacia Dios Nuestro Señor, hoy no tengo más remedio que levantar mi voz, la voz del Papa, para denunciar las injusticias y los atropellos del actual Gobierno de España.
La Iglesia no puede permanecer en silencio cuando miles de ciudadanos están siendo detenidos y encarcelados por la fuerza.
La Iglesia no puede permanecer en silencio cuando desde la Jefatura del Estado se violan y se pisotean los Derechos Humanos y la Justicia ha sido maniatada y está siendo pisoteada.
La Iglesia no puede permanecer cruzada de brazos cuando las familias, católicas o no, están siendo separadas y perseguidas.
Por ello, y sabiendo que el Altísimo no puede ver con buenos ojos lo que está sucediendo en España en esta hora fatal, os pido a todos que, unidos en Cristo Jesús, manifestéis vuestro rechazo más radical al actual Gobierno que preside el general Castro, porque él y los suyos son el Anticristo.
No os estoy incitando a la violencia, porque entonces seríamos como ellos, pero sí a la rebeldía social y moral.
Somos partidarios de la Democracia y por tanto de la Libertad y aquí y ahora no hay Democracia ni Libertad.
Por tanto, os convoco a las Manifestaciones que esta misma tarde, a las 6, se celebrarán en todas las Plazas de todas las ciudades y todos los pueblos de España. ¡A todos!
Que la Paz del Señor nos acompañe».
Y la situación se volvió ya insostenible para el Gobierno y el Presidente se volvió loco y ordenó la detención urgente del Cardenal Rouco y a los demás cardenales españoles y a los 19 Arzobispos creyendo, que así se detendría la marea católica que ya llegaba casi a la Moncloa.
Sin embargo, el destino ya estaba marcado de acuerdo con «CUSPIS» y los acontecimientos se precipitaron. Fue todo muy rápido, muy anormal, porque las televisiones y las radios estaban dando en directo lo que estaba sucediendo en el barrio de Arguelles y en los alrededores del Palacio de la Moncloa donde ya se habían congregado más de un millón de personas pidiendo la DIMISIÓN DEL PRESIDENTE (y lo mismo estaba sucediendo en todas las capitales de provincia, en torno a las Delegaciones del Gobierno).
Entonces fue cuando el Presidente, el general Castro, mandó disparar contra los asaltantes y se produjo una verdadera matanza. Lo que enfureció más a las masas y ya no hubo cuartel, ya que a pesar de las victimas los más cercanos se lanzaron al asalto, sin más armas que su espíritu español, y se fueron directos a por el Presidente y los Ministros que le acompañaban.
Pero el Presidente, ya asustado y viéndose vencido, pidió que le tuviesen preparado su avión en Torrejón y respaldado por su guardia personal se subió al helicóptero que le esperaba en los jardines de la Moncloa.
Y ahí se produjo la tragedia. Del helicóptero, nada más ponerse en marcha, salieron unas pequeñas llamas y en cuestión de segundos se produjo una gran explosión que hizo saltar por los aires la maquina que cayó al suelo hecha pedazos… y entonces, inesperadamente, más de un millón de personas aplaudieron a rabiar y un grito unánime salió de todas las gargantas: ¡¡¡¡ VIVA ESPAÑA!!!!.
— Joder macho, así cualquiera… ¿y tu crees que la iglesia española de hoy se comportaría así? ¿y tu crees que los «españolitos» de hoy se echarían a la calle como esos que aparecen en la novela?… ¡eso no te lo crees ni tú!
— ¡Pues, entonces ¿de qué os quejáis?!… si no sucede algo así, y si democráticamente o militarmente no se puede echar de la Moncloa al señor Sánchez, tendréis Presidente Sánchez para un milenio.
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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