Pues sí, ha sido el moderadito, Alberto Núñez Feijóo, el que ha incluido –o resucitado desde la casta política y fangoñona que son hoy las Derechas— la palabra que será ya y mañana más, el próximo futuro de España:
PLEBISCITO
¿Y qué es un plebiscito?, porque, al menos a mi, me ha dado la impresión de que el gallego lo ha mencionado sin saber muy bien lo que es o lo que ha significado en el pasado.
Tal como lo ha dado a entender el dulce Feijóo un plebiscito solo es una partida personal. O sea: o tú Sánchez o yo Feijóo.
Pero los demás, todos y todo, seguirá tal cual.
Y eso no es un plebiscito.
Porque un plebiscito real, como se entiende en Europa y en el mundo, es mucho más que un enfrentamiento personal, ya que en él se juega todo: la Nación, la forma de Estado, la Constitución, las Leyes, los Partidos, las Iglesias… ¡y hasta la geografía!
Es el cambio radical el que sale de un plebiscito, nunca de unas elecciones.
Y para que el “centrista”, “moderadito”, “cobardica”, señor Feijóo, se ponga al día de lo que es un plebiscito les voy a recordar cuál fue el plebiscito más importante de la Historia de Europa y el que llevó antes o después a la II Guerra Mundial:
El Plebiscito de los Sudetes
La Crisis de los Sudetes es el nombre dado a los sucesos que tuvieron lugar del 1 al 10 de octubre de 1938 en relación con los alemanes de los Sudetes y que al final se solucionó en un plebiscito legal. Es decir, alemanes étnicos que vivían en Bohemia, Moravia y Silesia oriental, donde componían la mayor parte de la población. Las raíces del conflicto comenzaron tras la Primera Guerra Mundial y el desmembramiento del Imperio austrohúngaro, cuando esas tierras fueron adjudicadas a Checoslovaquia (actualmente en la República Checa) por decisión de los países vencedores, con total independencia a la historia étnica del lugar. El 16 de marzo de 1939 se creó el Protectorado de Bohemia y Moravia. ….
El 1 de octubre de 1933 se creó el Partido Alemán de los Sudetes, que acabó reclamando la adhesión de la región al Tercer Reich. Dirigido por Konrad Henlein y su lugarteniente Karl Hermann Frank, el partido pactó secretamente con el Partido Nacionalsocialista alemán, que acababa de alcanzar el poder, pese a que en sus orígenes este partido no estaba vinculado a la ideología nazi y solo recurrió a él como un recurso para resolver la situación con Checoslovaquia. Tras su victoria electoral en 1935 (alrededor del 80 % del voto alemán) reclamaron la formación de un Estado federal checo, que fue rechazado por el Gobierno central.
Hitler aumenta la presión
Tras la anexión de Austria en marzo de 1938, Hitler se erigió como defensor de los alemanes de Checoslovaquia cuyos reclamos nunca habían sido escuchados por los países vencedores de la Primera Guerra Mundial. Esta situación hizo que el largo conflicto irresuelto de los alemanes de los Sudetes fuera conocido por todo el mundo. El Partido Alemán de los Sudetes promulgó los decretos de Carlsbad el 24 de abril de 1938, en los que exigía autonomía y libertad para profesar la ideología nazi, ya que era la única que había recogido su reclamo. El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte envió a Lord Runciman para negociar un acuerdo con el gobierno checo, liderado por el entonces presidente Edvard Beneš (quien más tarde confiscaría todos los bienes de los alemanes de los Sudetes, solo basándose en criterios étnicos). Hitler envió entonces a Henlein a negociar, pero el gobierno checo no aceptó las demandas.
La ocupación acordada por parte de Alemania se realizó del 1 al 10 de octubre de 1938, restándole con ello cerca de 30.000 km² a Checoslovaquia, sin que las otras potencias europeas reaccionaran en contra.
¿Y qué hicieron ante el plebiscito que daba los Sudetes (media Checoslovaquia) a Hitler?
Lo que ya venían haciendo desde la subida de los nazis al Poder: dialogar, negociar, intentar llegar a pactos, moderación, centralismo, nada de enfrentamientos… y eso a pesar de que con Francia y con Rusia tenían tratados especiales de apoyo mutuo en casos difíciles.
Señor Feijóo, esto es un plebiscito… y este es ya el plebiscito al que estamos abocados. Aquí ya han pasado los tiempos de las palabras y de los diálogos. El río de García Lorca ya está en el centro y arrastra todo lo que cae en sus aguas: en una orilla están los rojos y en otra estamos nosotros (los defensores de España).
Y para eso es para lo que hay que prepararse ya. Porque en ese NOSOTROS no habrá ni PP, ni VOX, ni “Se acabó la fiesta”, ni curas, ni monjas, ni hermanos de la caridad, ni jugadores de mus, ni terratenientes.
Así que, señor Feijóo, no pierda más el tiempo y cójase ya del brazo de Santiago Abascal, de Alvise, del Obispo de Córdoba y de Pedro el extranjero (aquel jugador de ajedrez de mi pueblo que decía siempre que perdía: “que conste, que no ganas por lo bien que tú juegas, sino por lo mal que juego yo”).
Julio Merino
Periodista y Miembro de la Real Academia de Córdoba
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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