21/11/2024 15:58
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Pablo Iglesias deja el negocio familiar que tan buenos resultados le han dado en sociedad con Sánchez, dejando a su pareja para que vigile sus parte, con la pretensión de establecerse por su cuenta en Madrid. Y es que hay que ir preparando el campo para colocar adecuadamente a la prole.

Es lo que tienen como rasgo sobresaliente de su personalidad estas gentes que, siendo tan inútiles, «aterrizan como puedan» con raro tino sobre la parte magra de la política y qué bien les viene, a pesar de que  es conocido que, como huella de su paso siempre dejan como tarjeta de visita, lo que solían dejar los rojos durante nuestra Guerra de Liberación cuando huían despavoridos ante el ataque de los nacionales: lo que se define como «tierra quemada».

¡Qué grandísimo tamaño de ofensa le habremos hecho los madrileños y las madrileñas para que nos quiera tan mal! También pudiera ser que hacer el mal al prójimo y a la prójima entre en su natural forma de ser.

Sería bueno que las madrileñas y madrileños nos dedicásemos a pensar en lo que este individuo, después de su desastrosa versión en su breve paso por el gobierno Sánchez, nos puede traer si (¡no jodas, no jodas!) las chungas hadas madrinas venidas del Infierno, el día 4 de mayo, con la «floración de los y las lilas», le colocan el zapatito de cristal: lo que viene siendo que el culo de Iglesias se pose en el sillón principal de la Sede del Gobierno de Madrid, no dándoles el gusto a aquellos que en sus «unidas gentes podemitas» les encantaría que fuera a posarse sobre su… En fin; ese día hay que utilizar bien el derecho a votar. Pues, ante la duda, será bueno que las madrileñas y madrileños pensemos en las miles de desgracias que nos pueden caer si no hacemos bien los deberes.

Tengamos muy presente en nuestra memoria las cincuenta y cinco mil personas que estando bajo su responsabilidad como ministro de Derechos Sociales y como vicepresidente del Gobierno -que tiene cojones-, murieron, sin la cercanía de sus seres más queridos y sin la debida atención del Gobierno, a la que tenían derecho.

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Mi creencia religiosa me impida creer que su falta de participación, la del señor Iglesias, fuera simple maldad, aunque seamos conocedores de su maldad según algunos opinadores que fueron cercanos a él (cuando me siento agnóstico es otra cosa); pero, si no hay maldad, habrá que convenir que tampoco pueda esperase nada positivo de alguien que únicamente es válido para ejercer de activista de la ultra izquierda. Mira tú por dónde; para eso sí que tiene gancho el jodío; así engancha a la cantidad -menguante- de imbéciles que le siguen, como con la voluntad y la dignidad perdida, del mismo modo y manera que quienes siguen al «Manson» de la secta. 

¡Anda que como no logre ni siquiera mandar en la Oposición…! Ya veremos cómo se paga la hipoteca del chalecito galapagueño.

Mis reminiscencias infantiles me recuerdan la fábula «El pescador y el Barbo».

«Barbo, mi querido barbo… Finalmente, al llegar a la orilla del mar las aguas se han tornado negras y despiden lenguas de fuego. Toda la playa está cubierta de despojos de barcos y aves muertas. Mateo se arrodilla en la orilla y recita la misma fórmula. Pide entonces al barbo el deseo de su mujer y este le dice que vuelva a buscarla. La encuentra a la puerta de su pobre cabaña, en la misma situación que al inicio del relato«.

La avaricia rompe el saco.

Autor

Eloy R. Mirayo
Mi currículum es corto e intranscendente. El académico empezó a mis 7 años y terminó a mis 11 años y 4 meses.
El político empezó en Fuerza Nueva: subjefe de los distritos de C. Lineal-San Blas; siguió en Falange Española y terminó en  las extintas Juntas Españolas, donde llegué a ser presidente de Madrid.