Con motivo de la aprobación, en diciembre de 1978, de la Ley 55/1978 de la Policía, se ponía fin a treinta y siete años de existencia del Cuerpo de la Policía Armada, nacido al amparo de la Ley de 8 de marzo de 1941 reorganizadora de los servicios de Policía, y que en 1978 fue sustituido por el de la Policía Nacional que tuvo vigencia hasta la entrada en vigor de la Ley Orgánica 02/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, por la que se crea el Cuerpo Nacional de Policía que ha llegado hasta nuestros días, renombrado, con acierto, desde 2015 (Ley Orgánica 9/215, de 28 de julio), como Policía Nacional.
Rombo porta-emblema de la Policía Armada
El Cuerpo de la Policía Armada, heredero del historial de los Cuerpos de Orden Público; Seguridad; Seguridad y Asalto y todos los anteriores existentes en España, desde que se sintió la necesidad de crear una fuerza estable capaz de garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos ante malhechores y delincuentes, asumió también, hasta 1959, las competencias que en materia de tráfico y seguridad vial tenía asignadas el Cuerpo de Vigilantes de Caminos creado durante la II República.
Se trata, pues, de un Cuerpo nacido fruto de la postguerra con la pretensión de saldar los viejos esquemas del pasado que habían provocado una profunda politización del Cuerpo de Seguridad y Asalto al menos desde los inicios de 1936 cuando una buena parte de sus Oficiales, en muchos casos los mejores del Ejército, abandonan desencantados el Cuerpo al vislumbrar su manipulación política no con el afán de defender a la República sino más bien como un instrumento más del nefasto frente popular a cuyo servicio se coloca.
Pese a todo, la creencia generalizada de que el Cuerpo de Seguridad se mantuvo en todos los casos fiel al gobierno de Madrid no deja de ser una verdad relativa ya que en plazas como Valladolid, Oviedo, Zaragoza, León, La Coruña, etc., sus efectivos fueron piezas clave en la victoria final del Alzamiento. De ahí que, a la hora de crear el nuevo Cuerpo de la Policía Armada, sus filas se nutran, en parte, de aquellos provenientes de Seguridad y Asalto junto con otros procedentes de excombatientes, dando así forma a un Cuerpo policial de nuevo cuño capaz de pervivir hasta 1978.
Coronel de la Policía Armada (Simón J. Iglesias Andrés)
Durante estos treinta y siete años, la Policía Armada, se convirtió en el sostén de la seguridad pública en las grandes urbes donde por ley le correspondía estar desplegado, incluso en otros puntos donde se hizo necesario su concurso y sus hombres, abnegados y sacrificados hasta límites insospechados, soportaron sobre sus hombros toda la evolución política nacional. Bien se puede asegurar que España tiene contraída una deuda de gratitud con este Cuerpo, a veces tan denostado, que supo colaborar activamente para hacer posible, entre otros hechos de relevancia, la transición a la democracia.
A lo largo de estos treinta y siete años fueron muchos los componentes del Cuerpo que dejaron sus vidas dando estricto cumplimiento al sagrado deber asignado reglamentariamente; unas veces con motivo de la represión de hechos delictivos, en enfrentamientos cara a cara con peligrosos delincuentes; otras en la lucha contra el Maquis o en las carreteras de España mientras atendían la seguridad del tráfico y las más, vilmente asesinados, con un tiro en la nuca o por un disparo traicionero, por bandas terroristas como ETA, GRAPO o FRAP, por citar algunas de las bandas de asesinos con las que tuvieron que enfrentase valientemente.
También en estos años, la Policía Armada, al igual que el resto de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, se empeñó, como hemos señalado, en la lucha contra el maquis que pretendía invadir España para tratar de «liberarla» con sus criminales ideas marxistas y totalitarias. En esta campaña, solamente en la cobertura de la frontera hispano-francesa, se desplegaron un total de veintiuna Compañías del Cuerpo que mantuvieron numerosos enfrentamientos contra los invasores sufriendo un total de quince muertos, veintitrés heridos y dos prisioneros.
Son años de ilusionantes comienzos y en ellos se abre la Academia Especial del Cuerpo en la que se han formado cientos y cientos de servidores del orden y la seguridad pública; incluso se crea la Unidad de Música convirtiéndose, con el paso de los años, en su gran embajadora y en una de las mejores formaciones musicales de este tipo habidas en España.
La Caballería de la Policía Armada en el Desfile de la Victoria (años 70)
Se inauguran nuevos cuarteles y se remozan los existentes adornando su exterior, escrito en letras de oro, con la hermosa consigna de “Todo por la Patria”, de acuerdo con lo dispuesto en el Decreto de 13 de enero de 1937 (BOE del 14), al tratarse de una instalación militar.
Por su parte la sección de Tráfico, heredera del desaparecido Cuerpo de Vigilantes de Caminos, tuvo que trabajar en condiciones penosas, en una red viaria que un par de años antes había sufrido los rigores de una guerra, dejando su vida en el servicio casi una cuarentena de Policías adscritos a esta especialidad.
No podemos pasar por alto la presencia de la Policía Armada en nuestro Protectorado marroquí que, a partir de abril de 1949 se unifica con el de la península. Tampoco podemos olvidar el meritorio trabajo realizado por la Compañía del Cuerpo adscrita a la llamada “Policía especial” de Tánger y, mucho menos, la presencia de una Sección, en 1971, al mando de un Teniente, en la plaza de El Aaiún (antigua capital de la provincia del Sahara Español). Se trata de episodios de nuestra historia reciente en los que resplandece el nombre de la Policía Armada.
La historia de la Policía Armada va indisolublemente ligada a la de la España contemporánea y sus hombres han contribuido, unas veces con su presencia y otras con su actuación, a garantizar la paz ciudadana tan necesaria en una tierra como la nuestra, especialmente después de una sangrienta y larga guerra civil.
Su espíritu de sacrificio, demostrado en cientos de ocasiones, con muchas horas de servicio a sus espaldas y con escasos días de libranza, enfundados en sus uniformes grises y con unos sueldos miserables, ha contribuido a permitirnos que los españoles caminásemos, primero hacia la reconstrucción nacional, y pasados los años, hacia la democracia de la que hoy felizmente gozamos.
Sería deseable que cualquier lector que se acerque a estos renglones lo haga desprovisto de todo tipo de prejuicios, unos por su directa relación con los años de vigencia del Cuerpo y los más simplemente por lo que hayan podido escuchar o leer de otros, interesados en fomentar la leyenda negra de un Cuerpo que se limitó a cumplir con el sagrado deber de la obediencia en unos años en que casi nada era fácil para nadie.
No hay que olvidar que la función de la Policía, en todo tiempo y lugar, no es otra que la de hacer cumplir los preceptos legales imperantes en su marco de actuación, evitando la peligrosa tentación de hacer juicios personales de valor o interpretaciones subjetivas del contexto legal mostrando escasa ecuanimidad en sus actuaciones, algo de lo que no se puede acusar a la Policía Armada.
Eugenio Fernández Barallobre
Autor
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José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.
Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.
Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.
Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.
Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022
Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)
"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)
"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)
"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).
"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).
"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).
Otras publicaciones:
"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)
"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).
"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).
"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).
"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".
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De acuerdo en todo menos en esta frase «hoy felizmente gozamos». Ni feliz democracia ni gaitas. Esto nunca ha sido una democracia. El liberalismo no es democrático y hoy es buen claro. Con el llamado régimen de franco disfrutábamos de una democracia llamada orgánica y había más libertad que hoy. Ese «régimen» jamás hubiese hecho todo lo que la «feliz democracia» actual hizo con apoyo de todos sus partidos: encerrarnos a todos, detenernos sin juicio previo e impedir que todos saliésemos a la calle e impedir la libre circulación de todos. Es un ejemplo. Asimismo está feliz democracia actual ya sido la que mayor corrupción y patrocinio hemos tenido desde 1931. Y ha sido el periodo de más sangriento desde 1930 a 1936. Los mismos delincuentes que entonces son los que nos gobiernan con los mismos partidos cambiados de nombre, con los mismos sindicatos, y nuevamente nos vemos en la encrucijada. Y nuevamente esto no puede acabar bien.
Feliz lo será usted, usted gozará lo indecible, pero a ver si se entera de una vez – que ya va siendo hora – de que esto no es una democracia y no lo ha sido JAMÁS; siga todo lo feliz que quiera, pero sepa al menos QUÉ es aquello de lo que goza.
Igual el autor lo dice con ironía, con retranca… El caso es q la democracia puede ser adjetivada, de varias formas: popular (la del antiguo bloque prosoviético); la partitocrática / oligárquica / liberal (la del Occidente, desde la segunda mitad a XX); la corporativista(*) o/y orgánica (la del Régimen de Franco, que nunca se llegó a desarrollar pq los del traje mil rayas la que buscaban era la partitocrática); la narcodemocracia, que se está instalando en Hispanoamérica y en España… Busquen y comparen.
(*) ejemplos serían el modelo de Rex (Degrelle) para Bélgica antes de 1940; el portugués de Salazar; el Partido Social Francés y Croix de Feu y en parte Vichy; el modelo austriaco de los socialcristianos, Heimwehr y Frente Patriótico; la, Doctrine a, Social de la, Iglesia; el Peronismo (el de verdad, no las astracanadas posteriores),…
Por otro lado no se si será verdad, en oca siones he oído/leído que a la PAT le retiraon competencias de Tráfico q pasaron a la GC, por casos de courrupcion entre altos mandos. Desconozco el tema. Si alguien oyó /leyó algo podría responder u opinar. Yo siempre he tenido una muy buena opinión de la Policía Amada.
Ya está bien de seguir calificando a un falso régimen democrático como Democracia, …»La Democracia». Puesto que esté País ha sido conducido hasta esta Ruina Total y División, por unos pocos, y obedeciendo exclusivamente órdenes del Exterior y sin tener en cuenta para nada al Pueblo Español ni sus intereses. Pero todavía creen que el Pueblo, teóricamente Soberano, ha decidido DE VERDAD algo? Qué tipo de Democracia pues?