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Los delitos fiscales en Suiza son como los delitos sexuales en Sodoma. Su casuística es prácticamente inexistente porque Suiza vive opíparamente del blanqueo del mercenario fiscal, siempre que éste cobije en sus predios el botín del latrocinio perpetrado allende sus montañosas fronteras. Suiza es el consenso del dinero, a cuyo arrullo acuden comunistas y nazis, burgueses y revolucionarios, reyes y plebeyos, monárquicos y republicanos, masones y príncipes de la Iglesia. Todos. Y todos ellos se hacen liberales de la corte del Poderoso Caballero, tal y como en Sodoma se hacían libertarios de bragueta y esfínter. Suiza es la Cueva de Aladino, el Paraíso de los ladrones, el Jardín del Edén de los defraudadores, y la Arcadia Feliz de los apátridas del dinero a espuertas, del dinero a manos llenas, del dinero sin diezmos y sin tasas, del dinero legalmente huido que empobrece al país que abandona para engordar hasta la obesidad mórbida en las grutas de Suiza.
La Patria de todos ellos no es ni su Nación ni su infancia, ni su Civilización ni siquiera el Mundo Global al que apelan. No. Tampoco Suiza es su Patria. Su única Patria es su dinero. La Fiscalía de ese búnker global de los mercenarios del dinero acaba de dictaminar, tal y como lo haría el Tío Gilito, que no hay delito en la morterada de millones de euros que los mahometanos saudíes le regalaron a su hermano Juan Carlos I, y que éste le metió en el tanga a su princesita prusiana, tras cuyos pasos anduvo como borbón en celo o como sodomita bíblico tras el culo de un efebo.
“No hay delito”. Pues claro, ¡cómo iba a haberlo, si se perpetró en Suiza! Denunciar tales delitos desde fuera de Suiza es como denunciar que te han dado por el culo en Sodoma. Ça va de soi, dicho sea en francés, que se habla mucho en Suiza.
Desde la exoneración de Juan Carlos I andan los lamecoronas, los abrillantadores de la Transición y demás feladores de la democraciaquenoshemosdado clamando para que el Emérito Evaporado retorne a su Patria ahora que está limpio de polvo y paja fiscal y que ya no hay Corinas colgadas de su egregia bragueta. ¿Su Patria? ¿Qué Patria? Su única Patria es su Fortuna, que era el nombre de su barco corsario después de cambiarlo por el primero y más elocuente, que se llamaba Bribón. Como decían los romanos Nomen est omen (el nombre lo es todo).
Autor
- Eduardo García Serrano es un periodista español de origen navarro, hijo del también periodista y escritor Rafael García Serrano. Fue director del programa Buenos días España en Radio Intereconomia, además de tertuliano habitual de El Gato al Agua en Intereconomia Televisión. Desde el 1 de Febrero del 2019 hasta el 20 de septiembre del 2023 fue Director de El Correo de España y de ÑTV España.
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