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El domingo pasado se preguntaba mi admirado Jesús Cacho en un gran artículo en el que daba repaso a la triste y peligrosa situación actual, para echarse a templar, en el que demostraba que el Gobierno es un desastre y que la Oposición de Casado es una milonga.
“Han sido dos años, que parecen muchos más, en los que nuestro héroe ha podido desplegar su habilidad en el arte de mentir a todo el mundo todo el tiempo con el mayor desparpajo. Obligado a atender los talones que sus socios le presentan a cobro para seguir manteniéndole en Moncloa, los destrozos sufridos por la arquitectura institucional son difícilmente cuantificables, aunque su impacto es evidente en la salud de una democracia de la que ya apenas queda el nombre. El peor gobierno desde el punto de vista técnico y el más ideologizado, el más radical, el más sectario. Gobierno a la greña, a quien une la argamasa de su rechazo a la posibilidad de una alternativa de derecha, fantasma que combate mediante la agitación y el enfrentamiento entre bloques o el intento de colocar extramuros del sistema a la mitad del país. Trincheras, revanchismo y odio ideológico. Y, en lo legislativo, toda una batería de leyes al servicio de la izquierda radical, leyes orwellianas en Educación, Ley Trans, Memoria Democrática… Más una pandemia que el personaje no ha sabido gestionar, porque de eso no tenemos y la tarea rebasa con mucho nuestras capacidades, pero que ha servido para mostrar la pulsión autoritaria que le anima, con dos cierres del Parlamento que el Constitucional ha declarado lesivos para con los derechos y libertades de la ciudadanía. Un Gobierno que se ha saltado la Constitución y aquí no ha pasado nada.
El país está hoy más malito que nunca, muy dañado el sistema de libertades. Nadie sabe lo que ocurrirá en los dos años que quedan de legislatura y mucho menos la suerte que podría correr la España de ciudadanos libres e iguales si Su Sanchidad lograra gobernar cuatro años más a partir de 2023 con los mismos socios, condenado como está a caminar uncido al yugo al que él mismo eligió la noche de la moción de censura, mientras Mariano trasegaba güisqui y otros licores en un reservado. La vergonzosa renovación del Constitucional ocurrida esta semana es la prueba del nueve del grave deterioro de la calidad de nuestra democracia: cuatro jueces, cada uno de los cuales porta en la frente la escarapela del partido al que deben fidelidad. Por haber hay hasta uno patroneado por el Partido Comunista. Si no lo es, esto se parece mucho al final de nuestro Estado de Derecho. Terrible rúbrica a una doble efeméride: dos años sufriendo a un canalla, diez recordando a un traidor.
La Economía, por ejemplo, que no acaba de arrancar, con España en el furgón de cola de la UE en lo que a recuperación se refiere. El nuestro es un país que vive con la respiración asistida del BCE. La reaparición con fuerza de la inflación, unida a la llegada de un nuevo Gobierno en Berlín en el que ya no está la madre Teresa de Calcuta Merkel, podrían obligar a Fráncfort a recortar en breve su programa de compra de deuda soberana y a subir tipos. Y no está hoy España en disposición de salir a los mercados y exponerse a que su prima de riesgo escale en dos días hasta los 200 o los 300 puntos básicos. Enfrentado a la necesidad de acometer ajustes, los mismos que llevaron a Zapatero al desastre, Sánchez podría verse en la tesitura de tener que disolver para jugárselo todo a la carta de unas generales que hoy, en unos meses, la próxima primavera, podría perder por menos margen que dentro de dos años, porque todo podría empeorar para él de forma irreversible. «El enfermo español sigue agonizando entre recortes de las previsiones de crecimiento, broncas entre ministros por las reformas necesarias para lograr el oxígeno europeo, componendas entre partidos para seguir colonizando las instituciones, y una subida de precios que para muchos convierte en artículo de lujo desde la gasolina para el coche hasta la calefacción», escribía aquí ayer Alberto Pérez Giménez. Instituciones devaluadas y clases medias depauperadas. Estamos pagando el fracaso de la oportunidad perdida con la mayoría absoluta de Rajoy. ¿Hay algún futuro por ahí?”
Pues SÍ, amigo Cacho, SÍ hay algún futuro por ahí, el que ya se vislumbra en el horizonte, el único que puede sacar a este país hasta ahora llamado España, del abismo en el que está…. Y teniendo en cuenta que además a todos los males de hoy hay que sumarle el eterno dicho de Ángel Ganivet:
“El Ideal de todos los españoles es que llevasen en el bolsillo una carta foral con un solo artículo, redactado en estos términos, claros y contundentes: Este español está autorizado para hacer lo que le dé la gana”
Sí, amigo Cacho, hay un futuro por ahí.
El que ya se vislumbra en el horizonte.
El que integrarán un “Alguien” (hombre, mujer, civil, militar o monje) que ponga los cataplines, los huevos, los cojones, sobre la mesa y acompañado de “otros muchos” y de la “media España que no quiere morir” le sigan sin mirar hacia los lados y gritando:
¡Hasta aquí hemos llegado!
¡Se acabó el cachondeo democrático!
¡Al menos por un año!
¡Estado de Guerra!
Sí, amigo Cacho, el que ya, incluso antes de entrar en la Moncloa, haya limpiado la “mierda” (“Merde”, “merda”, “shit”, “shele”, “al-qarad”) que ahoga a este país antes llamado España y nada más entrar ya este derogando Leyes (no hay que numerarlas, pues están muy claras porque son las que están destrozando el país) dictando Decretos y cerrando los “chiringuitos” oficiales (Congreso, Senado y Tribunales elegidos a dedo) y privados o políticos (Partidos, Sindicatos y tantos más) o sea, recuperando la soberanía nacional que ahora está en los arroyos.
¡Un año!… ¡Solo un año!
Sí, amigo Cacho, hay otro futuro a la espera y que ya está llamando a las puertas. Porque este país no está “malito” como tú dices, este país está podrido, jodido, hundido y noqueado.
Tú lo verás… y yo, si no tarda.
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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