22/11/2024 07:43
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Si cuando decidí hacer la carrera de Periodismo, allá por 1990, alguien me hubiese dicho que algún día iba a escribir un artículo sobre la menstruación de las señoras, es muy probable que hubiese cambiado de oficio. Quizá entonces hoy sería charcutero y me afanaría en elaborar chorizos, en vez de hablar sobre ellos. Pero por suerte, nadie me leyó el futuro con tanta precisión, y así pues, aquí me tienen, a punto de escribir sobre la regla.
 
El problema de tener un Gobierno de frikis, perezosos y mediocres no es solamente que pueden arruinar una nación rica y próspera, debido a su completa ignorancia de la economía y a su tendencia natural al gasto público desordenado. El problema es que, inútiles como son para resolver las dificultades reales de los ciudadanos, inventan y descubren otros supuestos conflictos que, en realidad, sólo existen en su imaginación calenturienta. Conflictos relacionados casi siempre con las obsesiones psiquiátricas de esta fauna: el sexo, la identidad, la religión, etc.
 
Para Pedro Sánchez e Irene Montero (ésta en sustitución del huido y defenestrado machito alfa, hoy locutorcillo paranoide), uno de los mayores problemas que tienen las mujeres para poder desempeñar su trabajo fuera del hogar, es la menstruación. Algo que muy probablemente ignoraban incluso las propias mujeres, que naturalmente han ido a sus puestos de trabajo, con la regla y sin ella, desde el principio de los tiempos. Que se lo digan, por ejemplo, a las mujeres campesinas o ganaderas, que desde hace siglos han doblado el lomo, y sembrado, y ordeñado a sus vacas y ovejas, y lo que fuese menester, todos los días del mes y no solamente 28.
 
Pero, como digo, se trata de inventar problemas, de adivinar nuevas necesidades o de aventar conflictos soterrados, dado que los realmente existentes escapan por completo a las «capacidades» de estos mendrugos, mendrugas y mendrugues, que de todo hay en La Moncloa. Así que, ni cortas ni perezoses, ahí se han puesto Sánchez y sus tolilis a regular las nuevas bajas laborales por menstruación, tres días al mes de descanso para que las mujeres «que digan que lo pasan mal» con la regla puedan descansar y reponerse. Como si no existiese ya, dentro de las bajas normales por enfermedad, la posibilidad de faltar al puesto de trabajo cuando alguien (hombre o mujer), por el motivo que sea, se encuentra impedido para poder trabajar.
 
En el fondo, obviamente (y como ustedes ya habrán adivinado), de lo que se trata es de azuzar constantemente el conflicto que ellos mismos han inventado entre los «géneros» (manera paleta de referirse a los sexos), porque de ese conflicto imaginario obtienen estos politicastros su caladero de votos cuando llegan las elecciones. Y con esta nueva ocurrencia de las bajas laborales «por la regla» es muy probable que haya miles, o cientos de miles, de mujeres que piquen el anzuelo y terminen votándoles en 2024. Porque tres días más en casita, todos los meses, no es moco de pavo.
 
Conste que me solidarizo, y esto lo digo totalmente en serio, con el dolor de cualquier persona por el motivo que sea; también, por supuesto, con los que sufren las mujeres por el hecho de serlo. Pero lo que digo es que todos los trabajadores, hombres y mujeres, ya disponemos de una baja laboral por enfermedad a la que cualquiera se puede acoger cuando no puede ir a cumplir con su obligación. Crear esta nueva modalidad, por ser innecesaria y redundante, tiene solamente una explicación posible: la búsqueda de votos.

Autor

Rafael Nieto
Rafael Nieto


Nació en Madrid en 1975. Es Doctor en Periodismo por la Universidad San Pablo CEU. Ha dedicado casi toda su vida profesional a la radio, primero en Radio España y desde 2001 en Radio Inter, donde dirige y presenta distintos programas e informativos, entre ellos "Micrófono Abierto", los Domingos a las 8,30 horas. Ha dirigido la versión digital del Diario Ya y es columnista habitual de ÑTV en Internet. Ha publicado los libros "España no se vota" y "Defender la Verdad", "Sin miedo a nada ni a nadie", "Autopsia al periodismo". Esta casado y tiene un hijo.