19/04/2025 01:26

Se abre el portón de la fortaleza de Monte Pelado y, enfilando la cuesta del Calvario, ahí va mi España, con la cruz a cuestas, acosada por los sayones de Satanás, escupida por danzarines rojos, humillada por femenvestales de pechos desnudos…

Ahí va, y los diablos solos, corazón arriba, arrancando mechones de su gloriosa historia, derribando cruces, defecando en sus abadías, castillos y vallecaídos, vomitando su asquerosa bilis en el tumefacto rostro de mi amada España.

Pilatos Pérez-Castejón ríe allá arriba, en su pretorio con forma de hemiciclo, lavándose las manos en la sangre de los mártires, contemplando la tortura con risa sardónica, incensado con el azufre de sus lameculos y golpistas.

El Gólgota espera, a sepulcro abierto, entre grises nubarrones y ligeros estremecimientos de tierra, mientras los antifas, los bolivarianos, los separatas, los bildutarras, los pijoprogres de coz y Martini, los sociatas largocaballerescos y la madre-que-los-parió acosan a España con sus insultos, sus amenazas, patulea salida de las cloacas del Sanedrín de san Jerónimo, con sus barrabases al frente, y su circo de rasputines en derredor, bailando kongas patéticas.

¿Judas? Está allí, y allá… Bellidos Dolfos a discreción, pues por algo, desde Viriato al Sánchez, los mejores Judas del cosmos han sido nuestros, siempre besuqueando como mantis religiosas, siempre clavando sus puñales en la espalda de nuestra Patria por un puñado de denarios.

Judas innumerables, Judas de las poltronas, de los salones versallescos, pero también de las tabernas, de los centros comerciales, de plazas y avenidas, conformando un pavoroso infierno de kobardes, que ayer aplaudían a la Constituta, y hoy, convertida en una meretriz pintarrajeada, la violan en manadas, en tribunales cachicuernos.

¡No, que no quiero verla! ¡Ay, de mi España, ayayay! Y una cesta de clavos ya dispuesta, y la cal ya prevenida, y Satanás solo, corazón arriba.

Quisiera enjugar el rostro de mi España, recoger su sangre derramada a espuertas, ser su cireneo… María llora en sus santuarios, Cristo irradia su dolor desde sus tabernáculos abandonados, pero la turba vocifera, patalea, levanta su puño en alto, canta internacionales, y los obispos hace ya tiempo que se fueron a sus palacetes sonrosados, musitando su eterna letanía, aquello de que «El Valle de los Caídos pertenece al Gobienno».

Ahí va la comitiva, entre el fragor de los alaridos, el aullido de los chacales, los improperios de íncubos y súcubos que esperan el festín. Caifás Soros se balancea en su sillón acolchado de oro, se frota las manos ensortijadas, mientras echa huesecillos a sus alimañas progredemócratas y a sus esbirros marxistas.

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Los ángeles aguardan expectantes, con el sudario rojigualda ya preparado, con un glorioso pasodoble con el que hacer el réquiem, con la montera taurina ya lista, con sus griales a punto para recoger la sangre de España, con la cara no vuelta hacia el Sol, sino hacia una tormenta que rasgará de parte a parte nuestra gloriosa bandera, que se jugarán a los dados los esbirros del NOM.

España… España, que multiplicaste los panes y los peces en la España nacionalcatólica, que caminaste sobre el agua de innumerables pantanos, que sanaste milagrosamente las heridas de una guerra, que predicaste la doctrina social de la Iglesia en barrancas, oasis y desiertos… El pueblo que lloró a Franco es el mismo que hoy aborta, se droga, se contonea en kabalgays, eutanasia a discreción… el mismo que desentierra momias, que desmonta cruces, pacta con terroristas, vota a las izquierdas luciferinas y a los indepes enloquecidos; el que de las Adoraciones Nocturnas ha pasado a los aquelarres luciferinos en noches de Walpurgis.

Ese pueblo es el que te quiere crucificar, España mía, con su estupidez soberana, con sus votos putrefactos: pueblo degradado, pervertido, degenerado, idiotizado…

Suenan ya las campanas del Gólgota, y ahí va mi España, casi arrastrándose, cayéndose, tropezando entre las barrikadas y las trincheras del rojerío. Y la espuerta de cal ya prevenida, mientras la hiel y el vinagre rozan ya tus labios, los claveles por el suelo, las lágrimas cayendo como rocío…

España de Pasión, ¿ quién adecentará tu rostro en estas horas malditas? ¿Quién te ayudará a llevar tu Cruz por las calles del Calvario? ¿Quién te ungirá con la mirra y el áloe, y arrojará su corazón a los pies de tu sepulcro?

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A la derecha Cristo; a la izquierda Barrabás, amamantado a los pechos de Belcebú. Es el Armagedón, españoles que votáis: Pasión, o Victoria… Muerte, o Resurrección.

¡Ay de mi España! ¡Ayayay!

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Autor

Laureano Benitez Grande-Caballero
Laureano Benitez Grande-Caballero
LAUREANO BENÍTEZ GRANDE-CABALLERO es licenciado en Historia Contemporánea/ Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid.
Profesor de Historia jubilado, en el transcurso de su vida docente se especializó en la defensa de los derechos humanos y los valores cristianos. Su vocación como escritor es la defensa de la VERDAD frente a las mentiras de la ingeniería social del Nuevo Orden Mundial.
Es autor de 38 libros, muchos de temática católica.  Sus obras más recientes tratan sobre la historia de España y la Agenda 2030: EL HIMALAYA DE MENTIRAS DE LA MEMORIA HISTÓRICA, LA DICTADURA EN TIEMPOS DEL VIRUS: ACABA LA VIDA Y EMPIEZA LA SUPERVIVENCIA, CLIMODEMIA: EL HIMALAYA DE MENTIRAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO, y BABILONIA 2.O: EL MUNDO DE LA BESTIA
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