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Lo evidente es que no vemos pasar a ningún hombre ni a ninguna mujer de bien por las instituciones. Y los que están en ellas parecen durar eternamente, porque sus extraviados genes sociopolíticos se reproducen sin fin, y su demagogia y desvergüenza permanecen inmortales. Hombres y mujeres de bien hay pocos y los que existen están muy retirados. Son rarezas, como el Uro en el Sahara o el Unicornio en Arabia. Lo cual conduce a una sociedad sin tino, y resulta muy penoso y peligroso andar entre desatinados, pues los simples, ignorantes e indiferentes, que son mayoría social, raudo se contagian de los yerros y despropósitos.
¿Es de día o es de noche? Será lo que digan los amos, sus sicarios y las consiguientes agendas. Mas toda persona prudente entiende que éstos han decidido hacer del día noche y de la noche día. Y es tan aberrante el hecho que los que nos obligan a caminar cabeza abajo o a cuatro patas se dicen ser la gente más ilustre y lúcida; pero si quedaran sabios y filósofos advertirían que pensando como perturbados y como brutos, no se puede ser ni vivir sino como lunáticos o bestias.
¿De dónde viene tal desorden, sino de las elites globalistas? ¿Quiénes, sino ellas, han trastornado la vida de arriba abajo, como hoy la padecemos? No son la fortuna, ni la providencia las culpables. Han sido estos plutócratas endiosados quienes se han bastado, con sus delirios, para desconcertar a la humanidad y al mundo, creyendo en sus morbosas quimeras -pues se sienten con suficiente poder para obligar al sol a salir por el poniente y caminar hacia el oriente- que lograrán, ellos, tan ecológicos y demócratas, acabar con la vida humana, y aun con el planeta que la acoge.
Todo va al revés, en consecuencia: se enmudece a la verdad, se persigue a la virtud y se homenajea al vicio. La mentira se amplifica y traduce a todos los idiomas y dialectos, se ignoran los libros de los sabios y se ponen a disposición de las muchedumbres los bulos y los inventos históricos. La propiedad privada es violentada por parásitos okupas, las fronteras embestidas por salteadores y lo que se quita y escatima a los españoles se regala a Marruecos y a otros adversarios extranjeros. Los poderosos desequilibrados son celebridades, los que habían de dar vida matan, el Derecho y la Justicia son tuertos, pues sólo ven en una dirección, y ha llegado el ser humano a tal punto que desconoce cuál es su mano derecha, pues pone la prosperidad y la calma en la siniestra.
Ésta, amables lectores, no es una sociedad normal, sino una nauseabunda sentina. Al atento le basta una ojeada para descubrir cuanto hay. No hay por donde avanzar ni por donde retroceder, ni más remedio que pasar adelante. ¿Cómo podrán vivir en un mundo como éste quienes no pueden sufrir las injusticias, las vesanias y las perversiones? ¿Conspiranoico, fascista, franquista, quien esto denuncia, quienes no pueden pasar por los abusos y las abominaciones echándoselas a la espalda o tragando sólo saliva? ¿Cómo harán los cabales y juiciosos para poder vivir entre facinerosos y dementes?
Quien quiera vivir en la sociedad más innoble, entender la política en su aspecto más vil, en sus modos y artificios más denigrantes, véngase a este Reino y paséese por su corte y por sus instituciones; aquí le enseñarán todos los atajos para medrar y valer en el patio de Monipodio, en los palacios de los malhechores. Aquí aprenderá el artificio de la intriga y del cohecho, la ciencia de ganar voluntades para la preeminencia lucrativa, y sobre todo el virtuosismo de hacer parecer las cosas al contrario de lo que son, que es el arte de las artes. Porque no hay desorden más infame entre los hombres que el de hacer de los medios fines y de los fines medios. Nada más abyecto que el hecho de que el ser humano, degenerado de sí mismo, haga fin de la injusticia, de la soberbia y de la codicia; y haga medio de la vida para la explotación de sus semejantes y el usufructo de lo que es común.
Tengamos esperanza en la Providencia, o en los héroes, ya que no en los hombres y mujeres de hoy. Fe en el milagro de que alguien aparezca con la capacidad de hacer de los bárbaros y zafios, hombres de razón, y personas de los estólidos jumentos. Alguien que de los topos haga linces y de las libres y gallinas, leones. Un ensueño que inicie en el estudio y en la lectura de los libros ilustres a las bestias. Un prodigio que transforme a los indiferentes y buenistas en gentes de sustancia. Una fantasía que cambie al comitante* soviético en ciudadano solidario y a los ciegos de condición en Argos de cien ojos. Una ficción que logre despertar al pueblo para que no sea el último en saber las cosas. Un portento, en fin, que infunda nobleza en los alevosos, memoria en los desmemoriados, capitanía general en los guerreros alfeñiques, entendimiento en los educadores y doctrinarios, equidad en los jueces, y honor en todos.
Tengamos fe y esperanza en lo imposible, para conseguir lo posible.
*Comitante: neologismo para designar a los integrantes de un comité (en particular los soviets), dado que combina la raíz «comit-«, asociada con «comité», con el sufijo «-ante«, que indica la persona que realiza la acción.
Autor
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- Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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