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El pasado domingo les tocó a los malagueños tirar de la selección española y entre todos conseguir es necesario triunfo, que junto a la inesperada derrota de Portugal contra Suiza en casa, nos coloca los primeros del segundo grupo de la liga de selecciones. Un gol en cada tiempo, sirvió de recompensa a los 30.000 aficionados que asistieron a La Rosaleda. Diez, han sido las veces que la España ha jugado en la que hoy en día está considerada la mejor ciudad para vivir de Europa.
Cientos de medios se hacen eco de los noventa minutos en los que se desarrolló el encuentro. Crónicas al alcance de todos en cualquier lugar del mundo, hacen que muchos españoles se alegren de que Luis Enrique siga con la confianza de Rubiales, para hacer frente a una vuelta del verano, en la que veremos si somos capaces de seguir con aspiraciones a títulos.
Pero al término del partido contra los checos, sucedió algo que comparte protagonismo con el evento y que no ha pasado desapercibido, ni mucho menos en las redes sociales. Este medio ha podido contactar con Jacobo Fernández, el espontaneo que nada más escuchar el pitido final, saltó con la única ilusión de abrazar a los jugadores españoles.
Vídeo:
@juaanfdzz #españa #fyp #parati ♬ Funny Song – Cavendish Music
Jacobo no se arrepiente de su hazaña. Un chico guapo y muy alto, con un prometedor futuro, llamó ayer sin querer la atención de gran parte de España. No era un negocio, ese al que nos tienen acostumbrados el rebaño de espontáneos profesionales a los que les da igual tirarse al escenario del Festival de Eurovisión, que a un campo de cualquier categoría con tal de hacer el ridículo y atentar contra la evolución de cualquier evento, para reivindicar su cercanía a cualquier ideología. Jacobo Fernández, el hijo de uno de los abogados más importantes de este país, hizo caso omiso a la negativa de su progenitor y transitó cuidadosamente y sin llamar la atención hasta el borde del campo, para en un suspiro salir corriendo y casi llorando de ilusión, abrazarse a un jugador tras otro hasta que la seguridad le sacó, por cierto, con mucho cuidado y educadamente del recinto.
¡Esto también es futbol! Jacobo ha demostrado que independientemente de las fortunas que muchos clubes pagan por jugadores de cualquier rincón del mundo, con el fin de seguir haciendo caja a través de títulos o en el caso de muchos, solo a través de la venta de camisetas, la ilusión también existe. Y hemos podido comprobar a través de un chaval de 15 años, que el futbol es para muchos, más que un simple partido y que los jugadores son verdaderos héroes para nuestros chavales.
Como español tengo que agradecer y me reitero en ello, esas buenas formas con las que invitaron a salir a Jacobo del terreno de juego, momentos en los que se aprecia que incluso le dejan tomarse su tiempo para conseguir la ansiada foto. Hay que quitarse el sombrero y felicitar a la organización malagueña y a la propia RFEF con Luis Rubiales a la cabeza. Hechos estos que chocan con la imagen de Jacobo, cuando fue solicitado por los cuerpos y fuerzas de seguridad de estado que, en virtud de sus obligaciones, tomaron nota de los datos del en ese momento, tío más feliz del mundo.
Hay que destacar que Jacobo Fernández desobedeció a su padre, pero esperó tranquilamente a que el partido hubiera terminado, no molestó a nadie y dando rienda suelta a su alma y su corazón, hizo lo que todos hubiéramos querido hacer en algún momento de nuestra vida y nunca nos atrevimos. ¡Ir donde estaban sus héroes! Al final hay que pensar, que sus héroes estaban ahí, al lado.
¡Grande Jacobo!
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