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Se lo monta con lo que sea la que de rodillas ocupó un ministerio con méritos ya conocidos y la jeta de piedra. Si no es con los colegios para niños y la degeneración «transpuesta», con un colegio mayor como el Elías Ahuja para ocultar sus sádicas vergüenzas. No solo caso psiquiátrico es la verborrea de la cajera metida a ministra, hipócrita y despendolada según para qué trajines de trepa, ayer arrastrada y hoy defensora de feminismo fantasma, vampira y madre por casualidad, milagro que no abortara, errante por los servicios del pub, refrescada y emancipada, por la cara, con ínfulas de marquesa, ya ven, la poligonera. No solo es una demencia no diagnosticada o una infancia abusada, vayan a saber la crianza, para salir así de enajenada y ridícula, también es malvada con ese punto estalinista contagiado por las ansias de ser algo quien poco prometía, analfabeta de espíritu,  mediocre de la psicología metida a radical con el otro de la chepa. Mal de la testa y peor moral demoníaca la que convierte en derecho matar conceptus, ella aborto vivo, e invita al pederasta a conseguir el consentimiento de un menor para convertir el abuso en prebenda de infancia. Ésa que arremete contra una novatada en un colegio mayor es la que silencia la prostitución de niñas bajo custodia del Estado. La histérica prende mecha donde no hay problema y calla como una pura, puramente, si en Irán asesinan a verdaderas mujeres, siendo la Irena un vergonzoso sucedáneo con el coño como una mesa.  Cualquier oportunidad para la demagogia, ruina y fanatismo de forajidos sin entrañas, aprovechan los muy hijoputas para subirse el sueldo arruinando España. 

Vociferan las hienas y reptan las serpientes por los medios de comunicación prostituidos que se rasgan las vestiduras por una tradición universitaria sin maldad ni consecuencias, a no ser que los fariseos sanchistas rebuznen escandalizados, los muy cínicos del demonio, genocidas y malparidos que viven de la ruina del ciudadano. En tanto,  imposición fiscal sádica,  humo sobre la apología de la pedofilia, el salario del mal premiado e incrementado, el asalto a la Justicia y el séquito de mierda que se monta un sinvergüenza como si la vida de un farsante valiese un carajo.

Autor

Ignacio Fernández Candela
Ignacio Fernández Candela
Editor de ÑTV ESPAÑA. Ensayista, novelista y poeta con quince libros publicados y cuatro más en ciernes. Crítico literario y pintor artístico de carácter profesional entre otras actividades. Ecléctico pero centrado. Prolífico columnista con miles de aportaciones en el campo sociopolítico que desarrolló en El Imparcial, Tribuna de España, Rambla Libre, DiarioAlicante, Levante, Informaciones, etc.
Dotado de una gran intuición analítica, es un damnificado directo de la tragedia del coronavirus al perder a su padre por eutanasia protocolaria sin poder velarlo y enterrado en soledad durante un confinamiento ilegal. En menos de un mes fue su mujer quien pasó por el mismo trance. Lleva pues consigo una inspiración crítica que abrasa las entrañas.
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