“EL BRUGERS” es la publicación y periódico de Gavá (Barcelona) nacido en 1958 -cuando los alcaldes los nombraban los gobernadores civiles—pero continua publicándose bajo los alcaldes democráticos.
El 1º de enero de 1960 mi mujer y yo nos afincamos en este pueblo/ciudad del Bajo Llobregat y aquí seguimos disfrutando de su excelente clima. Son, ya sesenta y tres años. Inmediatamente colaboré en ese medio de información local. Aludo al hecho porque, en uno de mis primeros artículos incluí una afirmación que provocó el reproche de algunos. Sin duda encontraron mi afirmación muy “reaccionaria”… pues escribí literalmente: “No creo en el Catolicismo de ‘la parejita’ ” (Sigo pensando igual).
Recuerdo con gusto cómo, por el contrario, un hombre de la “Cataluña profunda”, pero que vivía y trabajaba en Gavá, tenía las ideas muy claras, se mostraba orgulloso de su numerosa familia y no ponía a la llegada de cuantos hijos Dios les iba concediendo. Además y al mismo tiempo mostraba a todos el camino a seguir. No tenía títulos y sí un indudable amor al trabajo e iniciativa para sacar adelante a su familia mejor aún que quienes tenían “la parejita”.
Mi artículo abordaba indirectamente esa moda del control de la natalidad por parte de tantos católicos que -supongo- consideraban “aceptable” para Dios y que ellos han cumplido el mandato “Creced y multiplicaos y poblad la Tierra”. No me extraña, puesto que nos hemos fabricado un Dios a medida, -mezcla de abuelo bonachón y de señor simpático-. Ciertamente, Él, es el mejor de los padres pero no caigamos en la blasfemia creyéndole parcialmente tonto.
Sigo opinando lo mismo sobre del Catolicismo de parejita pero hay otros temas todavía más serios pues, desgraciadamente, durante el último medio siglo, la Religión de los católicos se ha ido degradando lo mismo en el dogma que en moral o en culto.
Desde hace muchos años me preocupa la total desaparición en la práctica de los viejos conceptos de soltero y casado; de varón respetable y de chica decente. En tiempos pasados había fronteras que delimitaban valores, -que había que traspasar y que frenaban tanto a los varones como a las hembras-.Degenerar y prostituirse pedía un esfuerzo y hasta “cierta valentía”, hoy no, sin ni siquiera remordimientos, un hombre o una mujer pasan de la decencia a compartir cama como quien se bebe un vaso de agua en una tarde de calor. Sin enterarte, te has vuelto “pareja” y sin que nadie se extrañe. ¿Hay algo más normal que los “emparejamientos”? Y me pregunto: ¿por qué sigue en uso una cosa tan tonta como gastarse un dineral en lo que llaman bodas?
Con lo escrito hasta aquí bastaría para un artículo de prensa pero, como ÑTV ESPAÑA no es una publicación insustancial, sus lectores merecen más enjundia.
He referido ya varias veces que no quise darme la oportunidad -ni dársela a las cubanas- de enamorarme en aquella maravillosa Isla. Tanto que ellas mismas al darse cuenta de mi actitud me decían: “Dinos qué tienen las españolas que no tengamos nosotras”… Y mi respuesta era muy simple: ¡Nada!, no tengo nada contra chicas tan guapas, inteligentes y preparadas como vosotras y a las que conozco muy bien. No soy “vosotras” el problema. “Me asusta lo que por “ósmosis” tenéis asimilado del ambiente en el que vivís”…, estáis acostumbradas a ver cómo, a la primera desavenencia, los matrimonios se deshacen y del “amor eterno” jurado no queda nada. Hablando en plata: casándome en Cuba tengo el 90% de probabilidades de que acabe divorciado y, con mucha suerte sólo un 10% de que lleguemos juntos a viejos. Como yo soy hombre de ciencias exactas juego a probabilidades y sé que en España esos tantos por cientos se invertirán. Evidentemente, me puede acompañar la buena suerte y acertar aquí en la elección y, por el contrario puedo tener la mala suerte de equivocarme en España y elegir una de ese 10% que no aguanta el matrimonio pero, por lógica, no es lo probable. En consecuencia, me iré a casarme a España. Y acerté, después de sesenta y tres años de casados mi mujer y yo somos más felices que nunca y enamorados.
¡Cuidado!, si tuviera que casarme hoy, me quedaría soltero casi seguro, En 2023 estamos en España peor que en la Cuba de los años cincuenta. Siempre he creído que el mayor desastre de un hombre es acabar divorciado.
Espero haberles ahorrado muchas explicaciones sobre esa moda de “las parejas”. Me repele hasta el lenguaje. No he digerido, ni creo que lo consiga ya, oír eso de “la pareja de fulano” o “la pareja de citanita”, Me revuelve el estómago, Quizás es fruto de una “hiperespañolidad”. Me sigo viendo en la Castilla de hace noventa años y no entiendo la degeneración de la España que me enseñaron a amar hasta formar parte de mi piel.
Desgraciadamente nuestra Patria ha dejado de ser católica y, como consecuencia, ha dejado de ser España. Y con pocas esperanzas de recuperación. La peor prueba: tenemos una realidad desorientadora: ver escritores que intentan que nuestra Patria frene su degeneración, regrese a los buenos tiempos pasados y predican y defienden sacar la Religión de la calle y de la política que es algo así como querer hombres pero vaciando antes de sangre sus venas y su corazón.
¡Quiten la Religión de la Historia de España y verán el resultado! De paso, entenderán por qué vamos camino del Tercer Mundo a velocidad supersónica.
En 1960 escribí: “No creo en el catolicismo de «la parejita»”, sesenta y tres años después he de escribir: No creo en el catolicismo de las parejas.
Autor
- GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.