Cuanto más cree escaquearse Begoña Gómez de sus obligaciones judiciales, más facilita al juez Peinado su labor que lejos de amedrentarse por la altas responsabilidades de Estado de una parásita de la presidencia, aprovecha la oportunidad para que el 18 de diciembre la imputada comparezca con el fin de responder por el grueso de las investigaciones de dos presuntos delitos sumados a los dos anteriores. Parece que la defensa trabaja contra ella misma con tan absurdas estrategias a no ser que esperen un golpe de efecto, un acostumbrado malabar monclovita, para que cambien las tornas. Muy difícil que cuelen un amaño de este calibre cuando «el pueblo que sólo salva al pueblo» hierve de enojada indignación.
Será un respiro Brasil, pero la esposa del corrupto de La Moncloa sentirá la tenaza de la Justicia en su próxima comparecencia para responder de sus acciones presuntamente delictivas que se presentan en un lote penal que podría suponer una sentencia carcelaria. Ninguno de los presuntos delitos es baladí y su silencio ante la Asamblea de Madrid ha sido de todo menos honroso e incuestionable. En la cara de la Gómez hay un rictus de miedo latente y otro de atisbo de esperanza altanera, confiando en que los sucios malabares de su marido la libren del brete, del cepo que ella misma se ha puesto alrededor del cuello mientras subrepticiamente secundaba la máquina del fango que ha cubierto de corrupción al Estado y del que ella ha querido sacar también tajada.
El 18 de diciembre el juez Peinado dispondrá sobre su mesa de unas muy elaboradas acusaciones, más toda la información añadida que no constaba antes de que excelsa presidenta de La Moncloa excusase su presencia en el juzgado por la invitación al G-20 que no podía rechazar. A estas patéticas alturas no duden del día del escándalo en que la Justicia dicte sentencia para que la altanería y las ínfulas de superioridad caigan como un jarrazo de agua fría sobre la inmunda Moncloa, necesitada de limpieza así sea saneado el propio presidente del Gobierno.
Los cuatro delitos por los que deberá responder en la próxima citación judicial son: tráfico de influencias; corrupción privada, intrusismo profesional y apropiación indebida.
El auto del juez reza al respecto del escrito de la defensa excusando la presencia de la investigada por asistir a la cumbre del G-20:
…»la asistencia a dicho acto, tiene el carácter de voluntaria, y la aceptación de la invitación, podría haberse excusado».
Permite viajar a la investigada que no se presentará a su citación el lunes y rechaza retirarle el pasaporte… para a continuación puntualizar que la ampliación del plazo permite añadir dos presuntos delitos más. Añade con cierta e irónica elegancia judicial que «Begoña Gómez, actualmente, y con carácter coyuntural, tiene una especialísima relevancia social, por su condición de esposa del actual Presidente del Gobierno de España, lo que da lugar, a que se le tenga en cuenta para que sea objeto de consideración, con especiales privilegios, que la distinguen de cualquier ciudadano en quien no concurren dichas circunstancias, y por tanto, debe considerarse justificada su asistencia a dicho acto oficial y consecuentemente excusársele de la comparecencia».
La inteligencia del juez y su perseverancia en la persecución del delincuente augura una somanta de palos legales a la especialísima presidente que se cree por encima del bien y del mal. Lo más seguro es que cuando aterrice el Falcon de retorno a España, el juez la ponga firmes y con los pies en el suelo… cada vez más cerca de una superficie carcelaria, a tenor de las aplastantes pruebas que ni Sánchez y su maquinaria del fango pueden ocultar.
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