10/09/2024 02:52

Pensemos largo y miremos alto, sin perder la vista en la realidad, pero con esperanza y energía para seguir esforzándonos en mejorarla”. (Leonor Borbón Ortiz, 9 de julio. Fundación Princesa de Girona).

Los datos del CIS están ahí, y ni Tezanos es capaz de edulcorar: Más de la mitad de los jóvenes españoles a la hora de elegir entre democracia o prosperidad económica, optan por la prosperidad. El 35% de los jóvenes apoyarían a un líder fuerte (pésimo dato para la Corona, por más que se haya puesto a trabajar a la Niña). El 78% no entiende la sucesión hereditaria, y apuesta por la República, al tiempo que les paree patético que una cuasi adolescente que vive otra realidad les dé consejos. Y el 58% considera que la tensión política que se vive en España, derivará en violencia.

Ahora bien, como vivimos en una simulación que nos incapacita para ver con claridad lo que está sucediendo y hacia dónde nos dirigimos, no a otra situación que: a la destrucción de la convivencia, la división del Estado y a la quiebra de la estructura institucional. Pese a los datos, que son lo que son, la Corona, muro de contención de una estructura que se cae a pedazos, sigue su agenda de hacer ensayar a la Niña para el oficio.

Los jóvenes no creen en el régimen. Más aún, lo repudian. Repudian el sistema de partidos a los que acusan de enzarzarse y quedar atrapados en un soliloquio que consiste en descalificar al adversario en su afán de conseguir el poder, con un mensaje simplista, emocional, ubicuo e instantáneo, sin programa real ni debate. Acusan a los partidos políticos de olvidarse de hacer política de verdad, de no afrontar los problemas reales, de no ofrecer soluciones a lo que verdaderamente importa y preocupa. La consecuencia de esto no es otra que, lo que se constata, el desapego y el desencanto. Ahí tenemos como prueba las elevadas abstenciones en este segmento de la población. Y si es de referirnos a la Corona, forma de Estado en España, no entienden como una institución con vínculos históricos y culturales tan arraigados no se sitúa en una posición de mayor responsabilidad.

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Los jóvenes españoles no necesitan que una casi adolescente a la que se atribuyen todos los méritos, que es el principal rasgo de la impostura, venga a darles consejos. Los jóvenes necesitan capacidad de esperanza y de aspiración a metas no meramente utilitaristas, predisposición a pensar y actuar en grande, saber elegir en cada situación y acontecimiento la posibilidad de avanzar más allá de este sistema corrupto y corruptor, y ya caduco, de seguir buscando otro modelo político sustentado en el orden natural y predisposición a la solidaridad con sus compatriotas.

Sería trágico para el futuro de nuestros jóvenes, que entre Se Acaba La Fiesta y Leonor Borbón Ortiz no hubiera alternativa.

Nota del editor: aunque  no se convenga en el argumentario de los colaboradores, se respeta la libertad de expresión, ya sea en la crítica o la aprobación, desde la ponderación y el respeto a la legalidad.

 

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Pablo Gasco de la Rocha
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Andrés Bueno

Lo que no se puede aguantar es que una niña pija ocupe la Jefatura del Estado, que no ha dado un palo al agua en su vida.

aliena

«Pensar largo» y «mirar alto», vaya, vaya. Se ve que la no-tan-nena hablará de maravilla el chino, pero su español es muy mejorable, quiero decir, muy deficiente; para que luego presuman de su educación en Gales ( ¿y a mí en qué narices me beneficia que esta privilegiada haya estudiado o lo que sea que haya hecho, en Gales? ). Digo yo que «mirar alto» será «mirar hacia las alturas», pero lo de «pensar largo» me suena agalimatías que admite varias posibilidades pero cuya existencia cuestiono y cuyo uso de ninguna manera justifico. Qué abominación.

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