
No hubo corrupción. Lo que había -y hay, según la UCO- es una organización criminal en la cúpula del PSOE. No es un gobierno, es una banda de delincuentes con una sistemática para esquilmar al Estado, o sea, a nosotros. No fue una mordida puntual, sino una sistemática. Y esa sistemática incluía un modelo para blanquear las mordidas que conocían todos los ministros. Todos.
Sánchez trata de frenar la hemorragia haciendo pucheros ante las cámaras: ‘lo siento mucho, no volverá a ocurrir’… A la política se viene llorado de casa. Argumenta que es un tema que afecta a personas del partido pero que nada tiene que ver con el gobierno. Falso. Es obvio que la trama no habría podido operar si no hubiera estado en el gobierno. Pero es que además, tampoco afecta a personas puntuales sino al mismo partido. Cuando los miembros de la banda hablan de que «te van a pedir el impuesto» se refieren a la financiación irregular del PSOE. Anticorrupción investiga. Incluso podría imputarse al mismo PSOE como persona jurídica. La propuesta de ‘su sanchidad’ de encargar una auditoría es un insulto a la inteligencia y a la ciudadanía.
El informe de la UCO evidencia el cobro de comisiones de manera sistemática. Pero es que hay más porque Koldo llevaba grabando a Ábalos y a Cerdán durante cuatro años. «Hay cosas mucho más graves», dicen. Por eso en el PSOE saben que están abiertos en canal. «Es una bomba nuclear que perjudica a la marca; no podemos mirar para otro lado», dicen. Saben que el mantra de que todo es una conspiración de los pseudomedios ya no se sostiene. El fango de la Moncloa es ya una evidencia a la vista de todos. Y los barones están nerviosos, tienen miedo al derrumbe. Cada día que pasa sus opciones electorales se diluyen un poco más.
Sánchez se hace la víctima pero el informe de la UCO evidencia que conocía la trama y el ‘modus operandi’ al menos desde la destitución de Ábalos. Ya no puede esconderse. El elefante ya no cabe en la piscina. La estrategia de bunkerización sólo le destroza más a él, al partido y a España.
Pedir perdón está bien; pero no por haber confiado en quien no debía sino por haber formado parte presuntamente de una trama criminal. Y la responsabilidad política no pasa por ‘matar’ al subordinado sino por dimitir, convocar elecciones o someterse a una moción de confianza. Nada. Agua.
Enfrente, Feijóo niega la posibilidad de que no se enterara de nada en 11 años y advierte a sus socios de investidura que si siguen apoyándole serán cómplices. Pero todavía no se atreve a convocar una moción de censura. Y ya hay ‘barones’ que empiezan a reclamarla: «a la mafia se la combate con todo». ¿A qué hay que esperar?, ¿a tenerlo todo perfectamente asegurado? Fuerce la máquina y obligue a Junts y a PNV a retratarse: o mafia o democracia. Cada día más claro.
Hay una última derivada y son las empresas colaboradoras de la mafia, principalmente Acciona que recibía el 75% de las contrataciones de obra. Sin los Entrecanales la trama no habría sido posible. Y también tendrán que asumir sus responsabilidades.
Autor

- Luis Losada es economista de formación y periodista de vocación. Fue director del Telediario de Intereconomía y subdirector de la Gaceta. Actualmente dirige su agencia de comunicación y es editor de campañas de CitizenGO en América Latina. Se define como hijo de Dios, amante de la libertad y escéptico del poder.
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