22/11/2024 08:56
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Lo habré dicho ya más de 100 veces. Si el señor Sánchez sigue en la Moncloa, y encima con el doble que le ha salido, esto no tiene remedio y España se hundirá más en el abismo que ya está desde que llegaron al  Poder. Sé que el pasado de España es un verdadero poema ya que desde 1808 a 1939 aquí pasó de todo y todos debieran taparse los ojos para no ver sus propios errores. Ni los liberales, ni los con- servadores, ni los progresistas, ni los centristas, ni los republicanos, ni los monárquicos, ni las izquierdas, ni las derechas, ni la iglesia, ni el ejército, ni los sindicatos, ni los  partidos políticos están en disposición de sacar pecho. Todos, ¡¡todos¡¡, han pecado por acción o por omisión a  lo largo de los últimos 200 años. Pues ya que nos hemos metido en esto de la » Memoria Histórica» me complace reproducir unas palabras de Don Miguel de Unamuno de los últimos días de su vida y cuando ya estaba bajo arresto domiciliario en su casa de Salamanca:

 

«Tan pronto  como  se produjo el movimiento salvador que acaudilla el general Franco, me he unido a él diciendo que lo que hay que salvar en España es la civilización occidental cristiana y con ella la independencia nacional, ya que se está aquí, en territorio nacional, ventilando una guerra internacional. (…) En tanto me iban horrorizando los caracteres que tomaba esta tremenda guerra civil sin cuartel debida a una verdadera enfermedad mental colectiva, a una epidemia de locura con cierto substrato patológico-corporal. Las inauditas salvajadas de las hordas marxistas, rojas, exceden toda descripción y he de ahorrarme retórica barata. Y dan  el tono no socialistas, ni comunistas, ni sindicalistas, ni anarquistas, sino bandas de malhechores degenerados, excriminales natos sin ideología alguna que van a satisfacer fe- roces pasiones atávicas sin ideología alguna. Y la natural reacción a esto toma también muchas veces, desgraciada- mente, caracteres frenopáticos. Es el régimen del terror. España está espantada de sí misma. Y si no se contiene a tiempo llegará al borde del suicidio moral. Si el miserable gobierno de Madrid no ha podido, ni ha querido resistir la presión del salvajismo apelado marxista, debemos tener la esperanza de que el gobierno de Burgos tendrá el valor de oponerse a aquellos que quieren establecer otro  régimen  de terror. (…)

 

 Insisto en que el sagrado deber del movimiento que gloriosamente encabeza el general Franco es salvar la civilización occidental cristiana y la independencia nacional, ya que España no debe estar al dictado de Rusia ni de otra potencia extranjera cualquiera, puesto que aquí se está librando, en territorio nacional, una guerra internacional. Y es deber también traer una paz de convencimiento y de conversión y lograr la unión moral de todos los españoles para restablecer la patria que se está ensangrentando, desangrándose, envenenándose y entonteciéndose. Y para ello impedir que los reaccionarios se vayan en su reacción más allá de la justicia y hasta de la humanidad, como a las veces tratan. Que no es camino el que se pretenda formar sindicatos nacionales compulsivos, por fuerza y por amenaza, obligando por el terror a que se alisten  en ellos, ni a los convencidos ni convertidos. Triste cosa sería que el bárbaro, anti-civil e inhumano régimen bolchevístico se quisiera sustituir con un bárbaro, anti-civil e inhumano régimen de servidumbre totalitaria. Ni lo uno ni lo otro, que en el fondo son lo mismo».

 

Y pocos días más tarde le dice al escritor Nikos Kazantzakis:

 

«En este momento crítico del  dolor de España, sé que tengo  que seguir a los soldados. Son los únicos que nos devolverán el orden. Saben lo que significa la disciplina y saben cómo imponer- la. No, no me he convertido en un derechista. No haga usted caso de lo que dice la gente. No he traicionado la causa de la libertad. Pero es que, por ahora, es totalmente esencial que el orden sea restaurado. Pero cualquier día me levantaré –pronto- y me lanzaré a la lucha por la libertad,  yo solo. No, no soy fascista ni bolchevique; soy un solitario».

 

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Y esto lo decía aquel grandísimo Miguel de Unamuno cuando ya había ocurrido el triste suceso del día de la Hispanidad con el general Millán Astray y en presencia de la mujer de Franco…¡Dios y qué habría dicho “Don Miguel” si hubiese conocido a estos locos, el Pedro y el Pablo, que nos quieren hacer comunistas a la fuerza!

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.