Hoy, los 12 artículos más famosos de la Historia del Periodismo español. Por Julio Merino
Yo no sé qué artículos de la Historia del Periodismo español les habrá quedado en la mente a los pocos periodistas que ya quedan, pero yo sí recuerdo muy bien los que se quedaron en la mía, que son estos y que con el permiso de la dirección de este valiente “ÑTV ESPAÑA” quiero reproducir en las próximas fechas.
Son estos:
- “Todo el año es carnaval”
- “Vuelva usted mañana” (Mariano José de Larra)
- “El rasgo” (Emilio Castelar)
- “España sin pulso” (Francisco Silvela)
- “Neutralidades que matan” (Conde de Romanones)
- “Delenda est Monarchia”
- “No es esto, no es esto” (Ortega y Gasset)
- “Hipócritas” (Blas Piñar)
- “La Monarquía de todos” (Luis María Ansón)
- “La soledad del Rey” (Unamuno)
- “El totalitarismo sin rostro” (Ismael Herraiz)
- “El gironazo” (Girón de Velasco)
Se publicó el día 19 de enero de 1962, justo cuando la España de Franco empezaba a despegar, precisamente gracias al apoyo de los Estados Unidos de Norte América y el Vaticano de Roma. Por ello fue un bombazo en la España política, porque el artículo del famoso notario madrileño, Presidente del grupo “Fuerza Nueva”, era una verdadera diatriba contra los dirigentes de la ya primera potencia mundial… y, al parecer, el propio Franco se llevó las manos a la cabeza cuando le leyeron el artículo, ya que temió que los Estados Unidos les levantaran el apoyo importantísimo que le habían dado cuando todos los embajadores acreditados en Madrid se retiraron y estuvieron a punto de cargarse el Régimen nacido tras la Victoria del año 39.
Por otra parte, no hay que negar que don Blas sabía escribir y el artículo y por su forma y su estilo, también causó verdadero impacto. Pero, el “Diario ABC” tuvo que mediar y ejercer toda sus influencias posibles para salvar la situación creada contra el Palacio del Pardo.
Y ya está bien. Pasen y lean el artículo:
Hipócritas
Los que se amedrentan y atemorizan ante las explosiones termonucleares por vía de ensayo y no tuvieron escrúpulos para lanzar la primera bomba atómica sobre los seres indefensos de Hiroshima.
Los que condenaron al fuego hombres y ciudades y en Núremberg se erigieron en jueces de los criminales de guerra.
Los que hoy, pusilánimes y temblorosos, llaman la atención sobre el peligro comunista y se aliaron con el comunismo entregándole como botín patrias y culturas.
Los que alardean, vocingleros, de anticomunistas y en el fondo «buscan anhelantes una formula de coexistencia que, les permita vivir tranquilos, aunque millones de hombres continúen gimiendo como esclavos.
Los que firman, alcanzan y establecen bases estratégicas de carácter militar en países a los que llaman amigos y luego los abandonan indiferentes y mudos cuando estos países se encuentran en el momento difícil.
Los que incitan a la lucha por la libertad movilizando voluntades con espíritu de sacrificio y después, iniciada la lucha, permanecen impasibles ante la represión brutal del enemigo.
Los que hicieron su historia y su grandeza volando buques y atribuyendo culpas para justificar la intervención armada en beneficio propio y ahora se escandalizan de sus mejores discípulos.
Los que hablan de libertad de pensamiento y de libertad de prensa y de un modo sistemático y con arreglo a prejuicios irreformables ahogan ciertas noticias, las desfiguran o las inventan y en vez de una censura inspirada, aunque cometa errores, en el bien común, crean tantas censuras solapadas y clandestinas, como intereses sectarios o grupos de presión económica y política.
Los que presumen de anticolonialistas y al exigir la independencia y la autodeterminación de los pueblos subdesarrollados, pretenden uncirlos al yugo de una total dependencia económica.
Los que quisieron o toleraron la división de Berlín, de Alemania, de Corea y del Vietnam y se rasgan las vestiduras y atropellan el derecho por la división del Congo.
Los que facilitaron armas, brindaron aliento y proporcionaron la mayor propaganda gratuita a Fidel Castro y se estremecen ante los horrores del sistema y, lo que es más grave, ante su enorme fuerza de contagio.
Los que mantienen relaciones diplomáticas con las naciones ocultas tras el telón de acero o el telón de “bambú” y patalean si otros gobiernos de la órbita occidental aspiran a seguir su ejemplo.
Los que juegan a mantener gobiernos liberales sin apoyo popular autentico y sin obra social entre las manos, a sabiendas de su enorme debilidad para oponerse al marxismo.
Los que ofrecen millones en concepto de ayuda generosa y abonan precios de hambre por la riqueza obtenida en los países a los cuales la ayuda se ofrece.
Los que predicaron los derechos del hombre y, sin embargo, le arrancan el derecho a la vida al impedir los movimientos migratorios, condenar al hambre a millones de ciudadanos y estimular sin preocupaciones morales el control de los nacimientos y el aborto (más de un millón y medio de abortos provocados en las clínicas oficiales del Japón en 1.960).
Los que hablan de democracia, de sufragio universal y de un hombre, un voto, y después condicionan el voto al pago de un impuesto para evitar el voto de los negros pobres o al conocimiento del inglés para evitar el voto de los ciudadanos de raíz cultural distinta.
Les que exigen el respeto a las minorías y ahogan con hábil y paciente terquedad a las que existen dentro de las propias fronteras.
Los que mientras favorecen las llamadas reivindicaciones territoriales de otras naciones, mantienen con orgullo colonias inútiles en países soberanos.
Los que hacen del pacifismo y de la no violencia adagio y norma de conducta y usan la fuerza cuando así lo consideran oportuno.
Los que a un tiempo atropellan al débil y observan una actitud de cobarde respeto frente al vecino poderoso que los ofende.
Los que se dicen defensores ardientes del mundo occidental y abren, negociando a espaldas de Occidente, un portillo por el cual un rio de divisas occidentales contribuye a aumentar la fuerza del comunismo.
Los que nos ofrecen su amistad y a estas alturas y refiriéndose al descubrimiento de América se atreven a escribir con carácter oficial: “It was no accident that the voyages which led to the discovery of America were led by an Italian. Italian seamanship was supreme. The exploration of the Western Hemisphere was a direct result of the inquiring mind of 15th century Italy«, desconociendo y despreciando así la obra de España.
Los que eluden el vocablo Hispanoamérica y no estarían dispuestos a consentir que se hablase de África latina.
Los que lisonjean al llamado catolicismo liberal y progresista y buscando su colaboración y ayuda «bajo el lema de comprensión, dialogo y caridad, acaban, cuando triunfan, persiguiendo y aniquilando a la Iglesia de Cristo. (Blas Piñar – “ABC” 19/1/1962 )
Próximo: “España sin pulso” de Francisco Silvela.
Por la transcripción, Julio Merino
Periodista y Miembro de la Real Academia de Córdoba
Autor
-
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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La España de Franco ya había empezado a despegar mucho antes, Sr. Merino. Y Blas Piñar tenía razón.
Pero qué valor – y no en sentido positivo – tiene este señor Merino; y qué cuajo y qué desfachatez. Protesta y se hace cruces de los resultados de actitudes como la SUYA. Poco más se podría esperar de un amigo de Rubalcaba.