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El 12 de Octubre los españoles hacen patente su legítimo e inquebrantable orgullo nacional. No los fachas, ni los extremistas, menos los que son denominados fascistas por quienes coartan la libertad de pensamiento colgando etiquetas malintencionadas a una inmensa mayoría de ciudadanos normales, sino los españoles que son los que dan nombre a España y la enaltecen. Todo tiene su momento y mientras otros reivindican atronadoramente la anti españolidad, imponiendo el ruido a la razón, perpetuamente, España se reivindica con tanta naturalidad que le basta un Día de Fiesta Nacional para dejar en evidencia a sus oportunistas enemigos.
Todos los días España permanece frente a los ataques de esta generación corrupta de apátridas que intenta minar, después de esquilmar las arcas públicas de otros países, la elemental concepción de un trabajo conjunto basado en el respeto histórico de una identidad arraigada en los valores de una nación moderna. Con la Fuerzas Armadas desfila la dignidad de un pueblo unido allende las discordias de intereses dispares en contra de una convivencia social inherente a las sociedades del siglo XXI.
España prevalece, aun equívocamente permisiva y condicionando su propia existencia a la ambigüedad de los derechos de quienes pretenden destruirla, ante quienes lejos de ser un simple y sano factor de debate socio político se posicionan, frente a la Unión Europea y el orbe occidental, como la nota discordante, el eslabón perdido de la natural evolución del conjunto de los países del mundo, de un bloque nacional heterogéneo pero mayormente solidario. Todos los días España se consolida en el esfuerzo común a pesar de sus inmerecidos políticos, por el compromiso silencioso pero asentado en el discurso coherente de las bases constitucionales que integran nuestra razón de ser por selección democrática.
España representa la defensa de los intereses legítimos de decenas de millones de ciudadanos, agradecidos frente a la escandalosa minoría de avaricias imperantes que no contemplan el bien unificado y proporcional de cuantos verdaderamente componen el sentido de una verdadera nación. No convergen partes que, alentadas por oportunistas tras siglas políticas en la intención de influir torticeramente sobre los demás, pretenden simplemente aprovecharse del conjunto y esconder los trapos sucios para no tener que dar cuentas aspirando a la politización de la Justicia al estilo bolivariano. Puro engaño.
El día 12 de Octubre la discreta y elegante España se manifiesta en el decoro de su orgullo legitimado, la normalidad en la actitud integradora y el honor de la identidad junto a la convicción por la fuerza inmanente de una enseña que nos aglutina como legítimos integrantes del consenso por el que todos los españoles reivindicamos la naturaleza histórica de un derecho común.
Día de la Hispanidad a pesar de las acostumbradas fullerías de Pedro Sánchez, quien usa con prevaricación las arcas del Estado para diluir la identidad española en próximas elecciones. Porque vivimos tiempos en que los sobrantes sociales pretenden dirigir el sino de un país que siempre se ha cuidado de defenderse de sus parásitos y rémoras con valentía y coraje históricas, la respuesta del pueblo español es la misma que puede esperarse de su gente ennoblecida frente a la podredumbre de los relativistas.
España permanece firme y resolutiva por el fervor popular que nos enaltece. Sus adversarios se envalentonan cuando permanece también silencioso el espíritu que la unifica. No es que calle España el resto del año que por un día se ornamenta de sus vistosas galas inherentes a sus alegrías frente a las sombrías artificiosidades que la amenazan, sino que en el ejemplo de la actitud discreta queda empobrecida la cháchara de quienes la vilipendian con ignorancia y ridículas demagogias. España es sobre todo elegante en sus vindicaciones genuinas y su fortaleza estriba en la espontaneidad de sus habitantes, sean de derechas o izquierdas, que la llevan dentro. Los gritos de la disgregación quedan enmudecidos por un clamor popular que sigue fiel y leal a sus consignas históricas más allá de los intereses espurios.
Siendo nuestro país, no es ánimo de malmeter afirmar al unísono de sus habitantes con mayoría representativa: Viva España. Y si molesta, que se vayan a otra patria pero fuera de nuestro territorio nacional.
Autor
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Editor de ÑTV ESPAÑA. Ensayista, novelista y poeta con quince libros publicados y cuatro más en ciernes. Crítico literario y pintor artístico de carácter profesional entre otras actividades. Ecléctico pero centrado. Prolífico columnista con miles de aportaciones en el campo sociopolítico que desarrolló en El Imparcial, Tribuna de España, Rambla Libre, DiarioAlicante, Levante, Informaciones, etc.
Dotado de una gran intuición analítica, es un damnificado directo de la tragedia del coronavirus al perder a su padre por eutanasia protocolaria sin poder velarlo y enterrado en soledad durante un confinamiento ilegal. En menos de un mes fue su mujer quien pasó por el mismo trance. Lleva pues consigo una inspiración crítica que abrasa las entrañas.
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