El pasado mes de agosto aproveché mi estancia vacacional en Orense capital, antes de volver a Madrid, para realizar un acto que tenía pensado acometer hace tiempo, y que suponía que en la Ciudad de Las Burgas hubiese una infamia menos a la vista de todos. Dicho acto consistió en borrar con pintura blanca una asquerosa pintura mural en la Avenida de Marín, cerca de la estación de RENFE.
Lo de asquerosa viene a cuento de que se trataba de una pintada pro terrorista, a favor de la banda terrorista FRAP, de inspiración comunista y de triste memoria entre los españoles que aún la conservan, por la comisión en España de varios asesinatos a mediados de los años 70. La pintada consistía en una estrella roja de grandes dimensiones con el símbolo de la hoz y el martillo en el centro, y debajo la leyenda “Viva el FRAP”. La firma era del PML (RC), grupúsculo de desalmados comunistas que gustan de emborronar las calles con mensajes criminales.
Era una vergüenza que la citada pintada criminal a favor del FRAP siguiera presente en una avenida de Orense desde hace bastantes años, ultrajando la memoria de las víctimas del terrorismo. Hace dos años, en abril de 2022, fue publicado por el Correo de España un artículo mío en el que denunciaba esta penosa situación, instando a que el Ayuntamiento de Orense hiciera lo que tenía obligación de hacer y no hizo: mantener las calles orensanas limpias de pintadas, y con mayor motivo si se trataba de pintadas que hicieran apología del terrorismo.
Por desgracia no hubo la más mínima reacción oficial, y no sólo de las autoridades locales, sino que tampoco de las estatales y las autonómicas. Se ve que no tenían costumbre de leer el Correo de España (Ahora ÑTV ESPAÑA). La conclusión es clara: la bochornosa pasividad de las autoridades públicas ha permitido durante años una publicidad criminal a favor de una banda terrorista en la ciudad de Orense. O sea, que durante muchos años han hecho como que no veían lo que estaba a la vista de todos.
Asimismo, la reacción ciudadana en este caso ha brillado por su ausencia. Mucho me temo que hubiese pasado lo mismo si la repugnante pintada se hubiese perpetrado en cualquier otra ciudad de España. Es una prueba más, entre otras muchas de la degradación moral y ovina de una buena parte del pueblo español.
En todo caso la bonita ciudad de Orense, merecedora de ser visitada por razones artísticas, culturales y también gastronómicas, no tiene que por qué verse ensuciada por una delictiva pintada de apoyo al terrorismo. Así que era cuestión de actuar y no solo de hablar.
Aseguro a mis lectores que, una vez efectuado el borrado de la infame pintada, cosa que me llevó menos de quince minutos, me quedé con la conciencia tranquila y la satisfacción del deber cumplido, aportando mi granito de arena en el homenaje debido a las víctimas del terrorismo en general, y a las del FRAP en particular, en defensa de la memoria, la verdad, la dignidad y la justicia.
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