21/11/2024 11:49

Los esperpénticos y bochornosos sucesos acontecidos el pasado jueves en la ciudad condal en la que un prófugo de la justicia, un delincuente en toda regla, entre impunemente en España –habiéndolo anunciado con antelación– , se pasee tranquilamente por Barcelona, pronuncie una arenga independentista desde un estrado construido ad hoc y se fugue nuevamente sin ser detenido, son una cadena de despropósitos que muestran claramente que en España, o lo que queda de ella, puede ocurrir cualquier suceso o tragedia más propio de un país fallido o tercermundista sin que el gobierno vigente se inmute. La soberanía de España a través de sus fronteras es vulnerada por los cuatro puntos cardinales, tanto por tierra como por mar. Por aire también, no hay más que recordar aquel sujeto miembro del Frente Polisario en su día que llegó a torturar y asesinar a soldados españoles en el antiguo Sáhara español. Sí, ese mismo que entró en España con una identidad “distinta” según palabras de la inefable ministra de Hacienda y fue atendido en un hospital público de Logroño. Su nombre, Brahim Ghali. Además, se fue sin pagar su estancia en el centro hospitalario.

Otro miserable más, como Puigdemont que entra y sale de España, se aprovecha de sus servicios, escupe a los españoles de bien y nadie lo detiene; es más el Gobierno le facilita que lo haga.

Los que sufrimos de cerca las dos legislaturas del inefable e inútil Zapatero, actualmente “Alto comisionado español” en la idílica República bolivariana de Venezuela, norte y guía del actual gobierno social comunista, pensábamos que la vileza, la indignidad, la incompetencia, la miseria moral y la ignominia de un presidente y sus ministros habían tocado techo o habían colmado el vaso de las desvergüenzas morales. Desgraciadamente, el gobierno que preside el corrupto y psicópata Pedro Sánchez, al que ampara todo su batallón ministerial y que sostienen filoetarras e independentistas ha hecho casi bueno al gobierno del defensor del sátrapa venezolano.

Lo ocurrido en Barcelona el jueves pasado permitiendo que un delincuente se mofara públicamente desde un estrado y con escarnio de toda una nación sin que las Fuerzas de Seguridad lo detuvieran previamente, produce en los españoles de bien al menos vergüenza e indignación y fuera de nuestras fronteras, en “Uropa” que diría la ministra Montero, perplejidad. ¡Cómo van a detener a Puigdemont en Europa si en España no somos capaces de detenerlo sabiendo cuándo viene, dónde está y cuándo se va! En suma, nuevamente hemos sido el hazmerreír del viejo continente y del mundo occidental.

El gobierno ante semejante bochorno se ha escondido: ni una palabra de la “alegre” portavoz del mismo, ni de la locuaz y “académica de la lengua” Chiqui Montero, ni de la ministra de Defensa de quien depende el CNI, ni del indigno y nocivo Marlasca de quien dependen la Guardia Civil y la Policía Nacional y menos aún del inquilino de la Moncloa –tampoco por carta epistolar– dado la suma importancia del hecho. Solamente Félix Bolaños, el multiministro, lacayo y personal de servicio del presidente, ha comparecido ante los medios para decir que el gobierno no es responsable de los sucesos protagonizados en Barcelona por el expresidente catalán.

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Bolaños, que miente como nadie, con naturalidad y descaro casi tan bien como su jefe, es consciente que la mayor parte de los españoles –no todos obviamente– creen sus palabras a pie juntillas igual que las que pronuncia su compañera de filas Chiqui Montero.

Pero, ¿ dónde estaba el jueves el ministro más indigno que ha ocupado el sillón de Interior y principal responsable de la detención de Puigdemont?

Marlasca, sus secretarios de Estado, directores generales, asesores y sus múltiples “agradaores” eran plenamente conscientes que ni el Consejero de Interior de la Generalidad ni los “Sucesores de Trapero S.L.” iban a mover un dedo por la detención del delincuente. ¿Por qué no dio órdenes oportunas tanto a la Guardia Civil y a la Policía Nacional para que detuvieran, antes, durante o después de la presencia multitudinaria del prófugo en Barcelona? Si a esos dos Cuerpos de despliegue en todo el territorio nacional les hubiese dado órdenes al respecto, Puigdemont hoy estaría arrestado como delincuente que es.

Sin embargo, el miserable Marlasca ha preferido mirar para otro lado –incumpliendo gravemente sus obligaciones como ministro– pero cumpliendo, como servil que es al pie de la letra las instrucciones de su jefe, dejando en manos de la policía autonómica el operativo del traslado, la presencia en Barcelona de Puigdemont y posterior huida. Dicho sea de paso el operativo fue bochornoso, un desastre autentico, un insulto a la inteligencia. Otra engañifa más. ¿Operación jaula? Por favor, que no somos idiotas. La justificación del fracaso en boca del responsable de los Mozos fue sencillamente de película de Torrente, el brazo tonto de la ley.

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Obviamente, desconozco si el CNI y por tanto Margarita Robles sabía dónde estaba Puigdemont y por tanto no puedo opinar de ello pero sí opino y juzgo lo que vi y Marlasca no puede seguir un día más al frente del ministerio del Interior. Lo permitido por este sujeto, que es juez para más señas, colma todos los niveles de indignidad e ignominia pero parece ser que su jefe es capaz de tolerar aún niveles más altos de esas vergüenzas para seguir él en el palacio de la Moncloa. España seguirá siendo el hazmerreír de Europa y una minoría parlamentaria, que odia a nuestra nación seguirá dictando su trágico futuro. Así se escribe actualmente la Historia de nuestra patria…

Los escritores de este esperpento son, todos ellos, unos traidores.

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