24/11/2024 08:11
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Las próximas elecciones andaluzas, que sin duda serán un reflejo de lo que pase en las generales, ponen a debate el comportamiento de los Obispos como maestros, guías y pastores de sus fieles en una España absolutamente amoral, y en muchas cuestiones Estado fallido.

   Les ponen a debate por dos razones. Primera, porque, como cumplidores de lo que el sistema les ordena, son incapaces de ofender las diferentes “sensibilidades” políticas. De ahí su comunicado a votar en “conciencia”, que es no decir nada, que ya ni los fieles católicos les piden. Segunda, porque, obedientes al nuevo espíritu que invade a la Iglesia, están más preocupados por: la marginación de las mujeres y el tema de las gentes LGTBI+. El llamado clericalismo con dos vectores que ya se reivindican en Alemania y en otros lugares, pongamos que en la diócesis de Zaragoza (España): el celibato opcional y la ordenación de mujeres. La reforma de la curia romana, que de momento pasa por meter más mujeres en el Vaticano. Y la apertura espiritual con el resto de religiones, sin excluir movimientos espiritistas y sectas. Lo que inevitablemente lleva al resurgimiento de corrientes que comprometen muy seriamente la fe, la doctrina y las costumbres católicas, poniendo el acento en la soberanía de las diferentes Conferencias Episcopales a través de fuertes liderazgos, que no en la autoridad y magisterio del Papa.

        Sin descartar que el desorden dentro de la Iglesia católica deba analizarse como parte de un proceso global de cuestionamiento del orden social cristiano debido a una combinación de causas culturales que han transformado las sociedades europeas, y la española muy principalmente. No es menos cierto que la labor pastoral ha adolecido de rigor, haciendo que la sociedad española se haya vuelto promiscua hasta terminar desconfiando de lo que antes se enseñaba. Una situación que se agrava por el individualismo al que estamos abocados en la era de la digitalización, que debilita los lazos entre pastores y fieles, repercutiendo en la fidelidad a la doctrina tradicional y a la identificación con lo que enseña y dice la Iglesia sobre determinadas cuestiones en los diferentes ámbitos sociales.

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    En resumidas cuentas, lo que hacen los Obispos cara a las elecciones andaluzas es lo que llevan haciendo desde hace cuarenta años en todas las confrontaciones electorales… poner una vela a Dios y un velón al Diablo.

Autor

Pablo Gasco de la Rocha