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A mediados del pasado mes de diciembre, poco antes de Navidad, escribí una carta a mi buen amigo don José Luis Díez Jiménez, asiduo redactor de este digital, pidiéndole tuviera a bien examinar el manuscrito del que iba a ser mi próximo libro. Aproveché en consecuencia para pedirle que escribiera también un prólogo donde pusiera de manifiesto sus pareceres y juicios sobre el método escolástico, así como una crítica objetiva del libro. Con gran diligencia y asombrosa prontitud, José Luis me envió su texto en apenas cuarenta y ocho horas: algo de todo punto insólito, pues el plazo que le daba al inolvidable amigo era de un mes (la súbita noticia de su fallecimiento, la primera semana de enero, supuso un golpe anímico fuerte para mí: comprendí entonces que aquella premura no podía haber sido casual).

He querido iniciar este artículo recordando a don José Luis (q.e.p.d.) porque sin duda él fue uno de los mejores custodios del método escolástico en la España de nuestro tiempo. Su ingente trabajo al frente de Producciones Fidelitas, sus libros cuidadosamente editados, sus dibujos y sus audiovisuales, son otra más de sus salvoconductos para la posteridad. Pero ante todo prevalecerá el hombre, “el español y el católico”, como solía definirse, por cuanto primero había nacido en España, y en virtud de aquel accidente, le había sido dada la Fe Católica. ¡Qué hermoso testimonio de agradecimiento a la España de sus padres y abuelos!

La última vez que estuve con José Luis fue en el verano de 2019, en el bonito chalet que doña Pilar Gutiérrez tiene en la Sierra de Guadarrama con motivo de la celebración de una jornada en memoria del Caudillo. Nuestro amigo común don Javier Navascués Pérez, subdirector de este digital, medió para que entre José Luis y un servidor interviniéramos en calidad de entrevistados para dar contenido y rigor a una filmación titulada “El cine degenerado”, que emitiría el canal Milia Dei Prod. en dos episodios. Mi intervención, de corte histórico-sociológico, hizo un repaso a la imparable degradación del cinema español (y mundial) tras la muerte del gran papa Pío XII. José Luis, por su parte, centro su análisis en la cuestión propiamente metafísica del problema, esgrimida a la luz de la Razón y la Fe. Fue la suya sin duda una disertación escolástica, que las preguntas de Navascués no hicieron sino sublimar. Al despedirnos, José Luis me entregó un ejemplar de su libro Buscando a Franco, una antología de citas en torno al Caudillo sistemáticamente organizadas y emitidas por terceros; un libro escolástico a su manera.

No me cabe la menor duda de que don José Luis Díez no sólo fue un gran patriota, sino un recto pensador medieval; ahora que ya no está entre nosotros, creo que no tendría a mal que publicáramos un fragmento de su prólogo para Cristocentrismo, donde resalta la crisis de los actuales estudios y el lamentable descrédito que viene sufriendo el Método escolástico, al tiempo que rememora uno de sus recuerdos de juventud; aquí el pasaje seleccionado:

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«Esa depreciación escolástica sufrida es patente en las últimas décadas actuales, en las que incluso se ha dejado de estudiar y de enseñar en seminarios y noviciados, y que, tras la lectura de este libro, me hace recordar las palabras de San Agustín, escritas en la pared de entrada a la capilla del colegio Ntra. Sra. del Buen Consejo, donde me eduqué, y que decían: “Debemos vaciarnos de aquello con lo que estamos llenos, para que podamos ser llenados de lo que estamos vacíos”. No podía referirse el obispo de Hipona, evidentemente, a la corriente teológico-filosófica del pensamiento medieval, que surgió varios siglos después de su muerte, pero sí que nos propone a la luz de esta frase a que preguntemos: ¿De qué debemos vaciarnos? ¿De qué estamos llenos? ¿De qué debemos llenarnos porque estamos vacíos? Llenar y vaciar, dos palabras clave en el peregrinaje de la vida cristiana, en nuestro camino de santidad, objetivo esencial de nuestras vidas, que deben centrarse en Cristo como fuente de enseñanza y gracia, esto es, el Cristocentrismo, expuesto por el autor, del que debemos llenarnos y actualizar en nuestras vidas, vaciándonos previamente del peligroso espíritu del egocentrismo reinante, que hoy llena muchos corazones, e incluso encubiertamente ha hecho su aparición en la Iglesia, en nuestra vida de oración personalista, en las canciones dominicales exentas de adoración a Dios, en las homilías distorsionando la hermenéutica bíblica e incluso en las palabras proféticas centradas únicamente en el yo.»

Palabras llenas de talento las de don José Luis Díez Jiménez. Ha sido para mí un gran honor poder tenerlo como prologuista de mi novísimo libro, máxime sabiendo que su texto fue posiblemente el último –o uno de los últimos– que escribió antes de pasar a mejor vida. Descanse en la Paz del Señor. 

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José Antonio Bielsa Arbiol: Cristocentrismo: La imperecedera doctrina escolástica. Letras Inquietas (Abril de 2022) 

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