17/09/2024 16:48

En el Véneto occidental, a orillas del largo río Adigio, se erige la histórica ciudad de Verona; mundialmente famosa por sus jóvenes amantes Romeo y Julieta y por su no menos célebre pintor Paolo Cagliari, comúnmente conocido como “il Veronese”. Aunque lo cierto es que el presunto “balcón de Julieta” jamás fue ocupado por la joven y Veronés apenas pintó en su ciudad natal. Es más, si los desgraciados amantes deben su fama a la obra de William Shakespeare, es menester recordar que éste se inspiró en un relato del noble vicentino Luigi Da Porto (1489-1525), y que la historia original se desarrollaba en Siena… Confirmándose una vez más cómo, con frecuencia, el mito se impone a la verdad, aun siendo ésta conocida.

Ahora bien, la imagen de Verona es indisociable, igualmente, de su bien conservado anfiteatro romano y de la imponente fortaleza de Castelvecchio, con sus altas murallas, sus rotundas torres y el hermoso puente almenado1 sobre el caudaloso Adige2. Un viejo castillo completamente restaurado tras los daños sufridos en la II Guerra Mundial, y felizmente reconvertido en el museo que motiva estas líneas.

Erigido por los poderosos señores della Scala3, que gobernaron la ciudad entre 1261 y 1387, en su interior hallamos la espada de Cangrande della Scala (1291-1329), mecenas de Dante Aligheri, y, ubicados en lugar preeminente, los monumentos ecuestres del mismo Cangrande4 y Mastino II della Scala (1308-1351). Pero entre los robustos muros de piedra y ladrillo de Castelvecchio encontramos también una notabilísima colección de pintura que nos permite recorrer y apreciar la evolución de la técnica pictórica en el norte de Italia desde el primitivismo medieval hasta el sofisticado barroco; desde el temple sobre madera al óleo sobre lienzo; de la rigidez al movimiento; de los inseguros balbuceos del siglo XIII al dominio de la forma en el siglo XVII.

Así, Castellvecchio acoge un selecto elenco de pintores góticos y renacentistas que trabajaron en Verona durante su época de mayor esplendor: como el lombardo Turone di Maxio (c.1356-c.1390), autor de la “Santísima Trinidad entre los santos Zenón, Juan Bautista, Pedro y Pablo” (1360); como el cortonés Stefano di Giovanni (c.1380-c.1440), artífice de la “Madonna del Roseto” (1420); como el pisano Antonio Pisanello (c.1390-1455), responsable de la admirable “Madonna de la codorniz” (h.1420); o como el ilustre patavino Andrea Mantegna (c.1431-1506), del que se exhibe una “Virgen con el Niño”.

A los que debe sumarse un buen puñado de veroneses como Altichiero (c.1330-c.1393), autor del tríptico “Madonna con Bambino” (c.1380) y del fresco titulado “Coronación de la Virgen”5; Giovanni Badile (1379-1451), responsable del llamado “Políptico del Águila”6 (1425-30); Antonio Badile II (c.1424-c.1510)7, creador de los trípticos de “Santa Cecilia, Tiburcio y Valeriano” (c.1460) y “María con el Niño, Santa Catalina de Alejandría y Santa María de la Consolación” (c.1460); Liberale da Verona (c.1445-c.1530) autor, entre otras obras, del díptico “Triunfo de la Castidad y triunfo del Amor”8 (1485); Girolamo dai Libri (1474-1555) y su llamada “Virgen del paraguas”9 (1530); o Francesco Caroto (1480-1555) y su original “Niño mostrando un dibujo” (1523).

Sin olvidar a los venecianos Jacopo Bellini (c.1400-1470)10, Michele Giambono (1400-1462)11, Giovanni Bellini (1433-c.1516)12, Carlo Crivelli (h.1435-h.1495)13 y Vittorio Carpaccio (c. 1465-1525)14.

Entre los pintores del siglo XVI, naturalmente, ocupa un lugar destacado Pablo Veronés (1528-1588), con su “Retrato del capitán Pase Guarienti” (1556), engalanado con espléndida armadura. Obra de madurez a la que se suma el “Retablo de Bevilacqua-Lazise”15 (1548), donde se representa a la Virgen y el Niño en la parte superior y San Luis de Toulouse, San Juan Bautista y los comitentes a sus pies16; una emotiva “Lamentación de la muerte de Cristo” (1547) y tres pequeños bocetos sobre la “Historia de Ester y Asuero”17. De Jacopo Tintoretto cabe reseñar una “Adoración de los pastores” (c.1550) y “Madonna lactante” (1555); y de Palma el Joven (1544-1628) un bello “Nacimiento de María” (1610) y el “Retrato de un noble veronés” (c.1610).

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Del siglo XVIII, Castelvecchio alberga dos obras de Giambattista Tiepolo: “Eliodoro y Onias”18 (1724-25), y el boceto para un fresco alegórico en uno de los techos de la veneciana Ca’Rezzonico19, con motivo de la boda de Ludovico Rezzonico y Faustina Savorgnan (1757); una pintura de su hijo Giandomenico Tiepolo (1727-1804) titulada “Cuatro santos camaldulenses”20 (c. 1770); así como dos pequeños “caprichos” o paisajes imaginarios de Antonio Guardi.

En definitiva, una magnífica oportunidad para obtener una panorámica general de un amplio período, inmejorable para formarse una idea ajustada de la evolución del Arte pictórico en la región del Véneto. Que no es poca cosa, pues dicho desarrollo es el de la pintura misma… cristalizando en esa “maniera veneciana” que tanto ha significado en la Historia del Arte, donde la mancha y la atmósfera se imponen a la delineación nítida de las formas.

Después de la visita a Castelvecchio, satisfechos y animados a pesar del calor, continuamos nuestro periplo veronés siguiendo el curso del Adigio bajo la agradable sombra de su arbolada ribera… hasta la Chiesa di San Giorgio in Braida21, bellamente ornamentada con excelentes pinturas del Renacimiento. Aunque esta vez no nos detendremos en nombres ni prolijas descripciones. Baste decir que en esta iglesia se guarda el “Martirio de San Jorge” (1564) de Veronés.

Tras reponer fuerzas con un delicioso “risotto al tastasal”, terminamos nuestro recorrido visitando el Palazzo Giusti, y más concretamente, su extraordinario y poco concurrido jardín renacentista. Una extensa superficie ordenada en damero con parterres cuadrados perimetrados con setos de boj, cuyas calles, flanqueadas por hileras de cipreses, nos conducen en suave pendiente hacia lo que, a modo de gran escenario, se nos presenta como un inmenso y verde muro vertical. Bajo la cálida luz del atardecer tomamos dibujos de algunos encuadres escogidos y ascendemos hasta el elevado “Belvedere” para disfrutar de una privilegiada panorámica de la ciudad. Desde allí distinguimos la Torre dei Lamberti y los campaniles de las iglesias de Santa Maria in Organo, Santa Anastasia, San Fermo Maggiore… y nuestra vista se pierde en el horizonte, añadiendo otra hermosa imagen a los muchos recuerdos de la jornada.

Santiago Prieto Pérez 

1 Las almenas con la característica forma de cola de golondrina también se conocen como almenas gibelinas. En el marco de la disputa entre güelfos y gibelinos, los gibelinos apoyaban a la casa imperial de los Hohenstaufen. Este enfrentamiento nace de la “querella de las investiduras” en los siglos XI y XII entre el Imperio y Roma, por la primacía en el Sacro Imperio Romano Germánico. Los gibelinos apoyaban al Emperador, y los güelfos al Papa.

2 En italiano. Adige o Adigio son equivalentes.

4 Ubicado originalmente sobre la entrada de la Chiesa di Santa Maria Antica.

5 Este fresco fue realizado originalmente para la tumba de Aventino Fracastoro y procede de la iglesia de San Fermo.

6 En él se representa a la Virgen y el Niño flanqueados por San Antonio abad, San Jorge, San Jaime, San Pedro mártir, San Zeno y San Mammaso.

7 A esta saga pertenece también Antonio Badile III (c.1518-1560), del cual se conserva en Castelvecchio una “Madonna con el Niño, San Dionisio y Santa María Magdalena” (c.1540). Su hija Elena se casó con Paolo Veronese.

8 Tema popularizado por Petrarca con su poemario “Los triunfos”, a saber: del Amor, de la Castidad, de la Muerte, de la Fama, del Tiempo y de la Divinidad.

9 Por el dosel sostenido por un ángel que cubre a la Virgen y el Niño, rodeados por San José, Rafael Arcángel y Tobías.

10 Padre de los también pintores Gentile y Giovanni Bellin. En Castelvecchio se exponen dos cuadros de Jacopo: un “San Jerónimo” y una “Virgen con el Niño”, ambos de factura todavía muy primitiva.

11 En Castelvecchio se exhibe la “Muerte de María” (c.1430).

12 En Castelvecchio se guardan dos versiones de “Virgen con el Niño”.

13 En Castelvecchio puede verse una Virgen de la Pasiónde su mano.

14 De él se conservan dos cuadros en Castelvecchio: “Santa Catalina” y “Santa Veneranda”.

15 Originalmente, en la capilla funeraria de la familia Bevilacqua-Lasize en la Chiesa di San Fermo Maggiore, Verona.

16 Giovanni Bevilacqua Lasize y Lucrezia Malaspin. El poderoso apellido Bevilacqua-Lasize, procede de las localidades veronesas homónimas. El gobierno de Lasize fue concedido en 962 a Antonio Bevilacqua por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Otón I. Los Bevilacqua fueron aliados de los Scaligeri y, como ellos, originalmente gibelinos o imperiales; aunque más tarde se incorporaron a la Liga Lombarda contra el emperador Federico I Barbarroja, derrotándole en la decisiva batalla de Legnano en 1176.

17 “Castigo de los eunucos”, “Ester conducida ante Asuero” y “Asuero ordena el triunfo de Mardoqueo”.

18 Seleuco, rey de Siria desde el año 187 hasta el 175 a.C., envió al capitán Heliodoro para apoderarse del tesoro del Templo de Jerusalén, guardado por el sacerdote Onías, quien rogó a Dios su protección y éste envió a dos caballeros que expulsaron a Heliodoro.

19 Extraordinario palacio que actualmente alberga una gran colección de Arte de los siglos XIII y XVIII.

20 Probablemente, San Romualdo, Santa Juana de Bagno di Romagna, San Pedro Damián y San Ambrosio Traversario.

21 Traducido aproximadamente como “San Jorge en el campo”, debido a su situación original, en las afueras de Verona. Los campos adyacentes a las murallas, fuera de la ciudad, se conocían como «braide».


Arriba: Panorámica de Castelvecchio a orillas del río Adigio

Jardín Giusti al atardecer. Las estatuas oscurecidas y desgastadas por el paso del tiempo refuerzan el carácter de este cuidado espacio, impregnado de una serenidad clásica, serena, eterna.

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Santiago Prieto
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