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Hoy se celebra en Cataluña un hecho que nunca ocurrió. Es uno de los muchos inventos que, en su momento, orquestraron ciertos hitoriadores del siglo XIX. Un hecho que lo podemos comparar a la escena de Carlos el Calvo, Guifré el Pilós y el nacimiento de la senyera. Otro invento del catalanismo más rancio. Esta escena no ocurrió nunca por un hecho significativo. Guifré el Pilós murió el 11 de agosto del 897. Carlos el Calvo había fallecido el 6 de octubre de 877. Difícilmente 20 años después volvió de la tumba para estampar en un escudo sus cuatro dedos manchados de sangre. A esto hay que añadir que los escudos de armas no se crearon hasta tres siglos después de la muerte del hispano-godo conde de Barcelona. Lo mismo ocurre con el 11 de septiembre de 1714. Una fecha en la que no ocurrió nada.

¿Qué ocurrió en realidad? En la madrugada del 11 de septiembre las tropas del duque de Berwick habían abierto siete grandes brechas. Al conocerse, salió Rafael de Casanova hacia el baluarte del Portal Nou para animar a los defensores enarbolando la bandera de Santa Eulalia. Los representantes de la Diputación del General salieron con la bandera de San Jorge para hacer lo mismo. A las 4.30h una salva de artillería de 10 cañones y 20 morteros anunció el asalto final. El ejército borbónico desplegó 50 compañías de granaderos, 40 batallones y 300 dragones desmontados. A las 6h Berwick dio un ultimátum de seis horas de reflexión, tras los cuales se pasaría a todos a cuchillo. A las 15h los Tres Comunes aún no se habían puesto de acuerdo. En ese momento salieron un grupo de defensores, enarbolando la bandera banca. Encabezada por Antonio de Villarroel se entrevistaron con el duque de Berwick. Este decidió darles una plazo. La ciudad se tenía que rendir al amanecer del día 12 de septiembre. Mientras tanto, los Tres Comunes seguían peleándose, porque unos querían seguir con la lucha y otros rendirse. Al no llegar a un acuerdo, el duque de Berwick lanzó una proclama. Ordenó incendiar la ciudad, prohibiendo el saqueo. Al ver que las tropas borbónica invadirían la ciudad, volvieron a enarbolar una bandera blanca. Eran las 12h del 12 de septiembre de 1714 cuando la ciudad de Barcelona se rindió. Durante la reunión que mantuvo con los representantes de la ciudad, el duque de Berwick accedió a respetar sus vidas y propiedades. Las tropas borbónicas entraron en la ciudad durante la tarde del 12 de septiembre, ocupando toda la ciudad al día siguiente.

Como vemos, el 11 de septiembre de 1714 no se disparó un solo tiro. Todo lo que se ha escrito, por parte del catalanismo, es un cuento mitológico. Ese 11 de septiembre se lo pasaron peleándose y decidiendo si se rendían o continuaban peleando con un enemigo infinitamente superior. Han pasado los siglos y las cosas han cambiado poco. En 1714 se pelearon los Tres Comunes, hoy en día ERC y Junts. Este es el talante catalán.

Lo que si ocurrió ese día, históricamente hablando, es que Rafael de Casanova escribió un bando dirigido a los defensores de la ciudad de Barcelona. Este tenía que darse a conocer a las 3 de la tardes de ese 11 de septiembre. No se pregonó porque, como hemos dicho, a esa hora Villarroel salió para entrevistarse con Berwick. Aun así, las palabras son esclarecedoras de la realidad. No luchaban por la independencia de Cataluña y tampoco porque habían sido invadidos. Un mantra del independentismo es que, hasta ese momento Cataluña era un país independiente de España y que ese día pasaron a formar parte de España. Que llevan 300 años bajo el yugo de un país imperialista. En el bando leemos:

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Se hace también saber que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus empleos explican, declaran y protestan a los presentes, y dan testimonio a los venideros, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, protestando de los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida patria, y del exterminio de todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados, y todos en esclavitud del dominio francés; pero se confía, con todo, que como verdaderos hijos de la patria y amantes de la libertad acudirán todos a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España”.

El resumen es sencillo. Luchaban para que en España no fuera coronado un Borbón. Esto es, Felipe V. defendían a un archiduque que, en ese momento, ya era emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y que le interesaba muy poco ser rey de España. Lucharon, como dice el bando “por la libertad de toda España”. No por Cataluña, sino por toda España. Estas palabras tan patrióticas corroían el sentimiento nacionalista catalán. ¿Qué quiero decir?

En el siglo XIX una serie de historiadores, bajo el amparo de un movimiento sociocultural llamado Renaixença, que se convirtió en una factoría de mentiras, decidieron que Cataluña tenía que celebrar un día grande. Hasta ese momento nadie se acordaba de lo sucedido ni el 11 ni el 12 de septiembre de 1714. Decidieron que se tenía que conmemorar el día que los catalanes habían perdido sus libertades. Por eso tergiversaron el escrito de Rafael de Casanova. Cambiaron el sentido del escrito y a Casanova lo inmortalizaron como el líder que luchó por las libertades de Cataluña. Casanova nunca fue independentista. Era austricista, que nada tiene a ver con el independentismo. Pero esto no les importaba. Lo importante era crear un nuevo relato con un salvador de la patria.

Antes de escribir el bando, Rafael de Casanova había sido herido en una pierna. Esto era muy poco. Lo encumbraron. Aquella herida de bala pasó a ser una herida de muerte. Se escondió que lo trasladaron al colegio de la Mercè para curarlo y que firmó la capitulación de Cataluña. Esto nunca pasó. Casanova murió como un héroe ese 11 de septiembre y por eso se lo tenía que mitificar. De ahí la ofrenda floral que se le hace cada año. Casanova murió a los 80 años, en 1743, y con una buena renta anual. Nunca cuestionó la unidad de la Corona y el hecho que Cataluña era un territorio más de España. Es más, con el paso de los años pidió perdón a Felipe V y recibió una paga del estado. Si casanova levantara la cabeza alucinaría.

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El enfrentamiento con las tropas comandadas por el duque de Berwick también se mitificó. Víctor Balaguer, uno de los historiadores de la factoría Renaixença, escribió que “así fue como sucumbió Catalunya. Peleó y combatió hasta el último momento en defensa de sus libertades patrias. Sea venerada siempre por los descendientes de aquellos esforzados varones la buena memoria de los que prefirieron morir antes de renunciar a la libertad, y sean los que sucumbieron en la lucha, mártires de su deber, un ejemplo y modelo dignos de ser imitados y seguidos por las generaciones futuras”.

Con motivo de la Exposición Universal del 1888 la factoría Renaixença -gracias al Ayuntamiento de Barcelona- inauguraron una escultura dedicada a Rafael de Casanova. Es en ese momento cuando se empezó a celebrar la festividad del 11 de septiembre. Con los cual, la factoría Renaixença instituyó dos iconos nacionalistas de una tacada.

A esto le unieron el Fossar de les Moreres, como símbolo de dónde se enterraron aquellos valientes defensores de Barcelona. Esta mitificación está unida a un poema de Frederic Soler conocido como Serafí Pitarra quien en 1886 escribió: “Al fossar de les Moreres no s’hi enterra cap traïdor, fins perdent nostres banderes serà l’urna de l’honor”. (En el fossar de les Moreres no se entierra ningún traidor, hasta perdiendo nuestras banderas será la urna del honor). Ese fossar era un cementerio medieval adyacente a la Iglesia de Santa María del Mar. No hay constancia que fueran enterrados ahí, pero si la hay que eso era un cementerio civil. Y lo fue hasta la promulga de salubridad pública dictada el 3 de abril de 1787 por Carlos II, cuando se prohibió el entierro dentro de la ciudad de Barcelona y se construyeron los cementerios del Pueblo Nuevo y después el de Montjuic.

Así las cosas, hoy se celebra una obra teatral escrita por la factoría Renaixença en el siglo XIX. Nada más. Y lo que no explican es lo siguiente. Un año antes del 11 de septiembre de 1714 Felipe V y el Emperador Carlos ya habían firmado el tratado de Utrech. En él quedaba establecido como quedaría la situación o la distribución de Europa una vez concluida la guerra. Los defensores de Barcelona no se enteraron de aquella firma. Cuando decidieron capitular le exigieron a Berwick una serie de cosas. Este se encogió de hombros. Tal vez esbozó una leve sonrisa. Les comentó que iban tarde, que la guerra había finalizado hacía un año. Sólo les pudo asegurar que respetaría sus vidas y propiedades. Como siempre, a lo largo de la historia, este catalanismo rancio llegó tarde y lo perdió todo por su cabezonería histriónica.

Autor

César Alcalá