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La antigua carretera de Madrid a Belvis ya no existe. Pero un tramo maldito de la historia de España, unos 500 metros desde el pinar hasta el cruce con arroyo de San José y el cerro de San Miguel, que remacha ahora la ladera con una gran cruz blanca en la tierra, se preserva casi intacto. Evoca el horror que vivieron los que iban a ser «evacuados» a Valencia, como les dijeron sus asesinos, cuando les sacaron de las cárceles de Madrid con el pretexto de un traslado. Por ella transitaron, y se detuvieron, los camiones y autobuses repletos de los que fueron apresados en Madrid por las fuerzas de la República desde el Alzamiento del 18 de julio de 1936. Eran sospechosos de ser simpatizantes, «quintacolumnistas» de los militares rebeldes. Su destino eran los fusiles y las fosas. Todo ocurrió entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre, con algunas interrupciones, pero con un calculado programa de ejecución en masa que se cobró unas 2.500 víctimas.

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REDACCIÓN
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