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I, II, III, IV, V, VI y… VII
Señor general, José Manuel Santiago. ¡No nos mande callar!
Desde los años sesenta la lucha por el poder entre los diferentes grupos en que se fragmentó el Movimiento es encarnizada, con todo, disimulan, y no se atreven a dar el salto. Al general le sobra testosterona, ellos son una mierda en comparación y el pueblo español idolatra a su Caudillo.
El 20 de diciembre de 1973, alguien de dentro ordena a ETA hacer saltar por los aires a don Luis Carrero Blanco, Presidente del Gobierno de España y amigo personal de Franco desde hacía muchos años. El mandado se hace en el Hotel Mindanao, que ya no existe, la dinamita se trae de EE.UU y la operación se realiza a escasos metros de la embajada de dicho país. Con Carrero termina la tutela al Rey, que a partir de entonces su círculo lo componen empresarios y buscavidas millonarios, deseosos de conseguir favores futuros. Alfonso Armada lo intenta, y cuando le llega el turno al conde de Latores no puede delatar al Rey. Como dijo el propio Santiago Carrillo, el asesino de Paracuellos: “Carrero Blanco hubiera sido garante de una sucesión calmada, y por esa razón fue suprimido por quienes poseen los grandes capitales españoles”.
A las 4,21 de la madrugada del día 20 de noviembre de 1975 fallecía en una cama de la residencia sanitaria de la Seguridad Social, La Paz, Francisco Franco, el mejor estadista de los últimos 500 años de España, y el mejor de los estadistas contemporáneos del mundo. Comenzaba una nueva etapa para España, y la declaración más alentadora la había hecho diez años antes Manuel Fraga, a la sazón ministro de Información y Turismo, en una entrevista al Times: “Cuando el régimen del general Franco llegue a su fin, Juan Carlos será rey de España. Suceda lo que suceda, las Fuerzas Armadas seguirán siendo garantes de la situación y, sin su consentimiento, no habrá solución posible”.
Ahora bien, asesinado Carrero, el obstáculo, todo fue coser y cantar. Frente a la legalidad se impuso el legalismo que diseño el brujo, al que le molestaba mucho que le cantáramos aquello de… “¡Torcuato, cabrón, cantaste el Cara al sol!”. Tiempos turbulentos, tiempo de traición y engaños… El abulense tenía su aquél, no podemos negarlo, pero no acertó comprender que era sólo un peón. Luego ya no se dio cuenta de nada. En la parte contraria a unos les hizo falta tensar la cuerda: asesinato de Arturo Ruíz y de los abogados de Atocha, y a otros no tanto, suficiente fue que fueran la alternancia. El 23-F fue el final, se cumplió lo que había dicho Fraga en 1965. La Patria es demasiado grande para dejarla en manos de los militares. Fin de la I parte (1976-1982).
El programa del PSOE era marxista, no reconocían la Monarquía ni la bandera, y entendían que el Ejército y el Poder Judicial eran poderes facticos al servicio de la opresión de la clase obrera, aunque como tal clase sólo existiera en sus programas trasnochados. Se templaron cuando accedieron al poder. Juan Carlos y Felipe González se hicieron íntimos, y el Monarca vivió sus mejores días. Corrupción, rapiña y crimen de Estado organizado marcarían la etapa de Felipe, en cuyas filas la sin par Rosa Díez clamaba… ¡Felipe, dales caña! Fin de la II parte (1982-1996).
Los gobiernos del Partido Popular comenzaron por abjurar de su ideología hasta terminar cambiando al Manuel de Alianza Popular por el cadáver de otro Manuel, en este caso, un masón homosexual, acomplejado, pendenciero y peor persona, Azaña. La operación se le debe a Aznar, el chico de Valladolid al que se tuvo que enseñar economía en quince días, que se pasaba los días y partes de las noches trabajando en ello. Su imagen quedará gravada para siempre llamando “señoría” a un Rufián, mientras éste le sometía a un interrogatorio en el Congreso. Fue penoso. Fin de la III parte (1996-2004).
Zapatero, que era lo que todos veíamos cuando fijaba su mirada en un punto imaginado en el espacio y se reía, llegó al gobierno tras la matanza del 11-M, que el llorado Rubalcaba supo utilizar en favor de los intereses del PSOE, demostrando que hasta los más tontos del lugar pueden llegar muy alto. Me río yo del sueño americano teniendo tan a mano el sueño español: dos presidentes de Gobierno y una Reina. Fin de la IV parte (2004-2011).
A Rajoy, tan disciplinado, le costó comprender la razón de Estado que se le impuso, habida cuenta que tenía ganadas las elecciones que convocase: era necesario que el PSOE llegase al gobierno, la Monarquía le necesitaba ahora en versión Felipe & Pedro. Por eso se tiró a la bebida, representó su papel y se ciñó al guión: saludó a Sánchez como si dos hombres justos se hubieran batido en buena lid, y se fue. Ayer mismo nos enterábamos que le habían cogido saltándose el confinamiento tras haber quedado infectado por el Covid-19. Para mí que está tocado. Fin de la V parte (2011 y 2018).
Respeto al Gobierno abyecto que preside Sánchez, que durará hasta que dure el “bicho chino”, decir que está acojonado, sabe que es incapaz de solucionar lo que se le viene encima y la tropa que arrastra no da buenas vibraciones. El indicador más fiable de ese miedo que contrae testículos es el número de veces que ha nombrado la palabra “patria”, absolutamente censurada y despreciada en su vocabulario. O las llamadas que no deja de hacer a la “unidad nacional” sin criminalizar a nadie, que no es lo propio de su talante violento, sectario y pendenciero. Lo tiene difícil, Felipe VI no se fía de él y la doctora en psicología, doña Abigail Fernández, nos lo ha calificado. ¡Caña al mono! Fin de la VI parte (enero de 2020-noviembre de 2020).
Si atendemos a la numerología, el significado del número siete nos posiciona en la esperanza. El VII es el signo del intelecto, del pensamiento, del análisis, del idealismo y de la sabiduría. Por ello, ahora más que nunca… ¡Caña al mono!
P.D. Señor general, don José Manuel Santiago, no persiga nuestros alegatos contra este gobierno de chusma ni nos mande callar. Algunos de nosotros estuvimos con sentida emoción y contenida rabia el 14 de julio de 1986 en la plaza de la República Dominica, en Madrid. Señor general, los 12 jóvenes guardias civiles destrozados por la metralla no forman equipo con este gobierno. Nos aprecian a nosotros. ¡No se le ocurra mandarnos callar!
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