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                Podemos es la marca blanca de Bildu con extensión en todo el territorio nacional. La mejora del brazo político de ETA es evidente. Antes se circunscribía al País Vasco, con sus extensiones más o menos larvadas en Cataluña y ahora tiene ámbito nacional y juega a romper España con una eficacia fuera de toda duda. Cuando estaba ETA vivíamos mal, ahora que no lo está probablemente vamos a vivir mejor pero más divididos. Esto me recuerda a aquel grito: ¡El rey ha muerto. Viva el rey! Y vino otro peor aún.

            “Podemos e independentistas pedirán extender el uso del catalán y el euskera al Congreso”, leo. Es decir, Podemos y los grupos demoledores de la unidad nacional se ponen de acuerdo para que se haga obligatorio el uso del euskera, el catalán, y detrás llegarán el gallego, el bable, el cántabru, el extremeño, el baturro y cuantas lenguas dialectales extraídas del rincón más profundo de la España calé; incluso el ladino. Eso sí, siempre que no sea el latín.  El objetivo es el de siempre: liquidar España. España es para ellos un objetivo a abatir. Para el marxismo cultural y sus variantes de la Agenda 2030, el Foro Sao Paulo o su variante el Grupo Puebla o lo que es lo mismo la Agenda Chavez-castrista, la Hispanidad y su matriz fundante que es España son el enemigo a liquidar, no sea que resurja ese espíritu civilizador que regeneró el sentido de la dignidad humana de Francisco de Vitoria, Domingo de Soto o Francisco Suárez. Ese espíritu cristiano es el valladar que les impide desarrollar el panteísmo comunista que preparan para la ruina moral, espiritual y humanística de aquellos pueblos a fragmentar, arruinar y conquistar con sus proclamas y falsas expectativas de emancipación.

            Las lenguas que arrinconan a nuestro principal vínculo de unidad que es el español, que es la argamasa que une a los españoles de aquí y de ultramar, son una herramienta de demolición cultural, de fragmentación y descomposición, para desde las cenizas hacer emerger ese monstruo que es el comunismo.

La erradicación del español de la vida pública y el adoctrinamiento escolar que aplasta las libertades y el conocimiento de nuestra realidad histórico-antropológica, son los principales arietes para derrumbar los pilares de nuestra civilización. El enemigo lo tenemos dentro.

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            Unamuno consideraba en su obra “Monodiálogos” que “[…]no hay nada más educativo que la verdad, y la verdad por la verdad misma; que la investigación de la verdad pura, y sean cuales fueren las consecuencias de ésta, es lo que educa más y mejor al hombre, lo que le hace más perfecto ciudadano; es que creo que la suprema y más acabada disciplina es la de la verdad. Hay gentes que, si estuvieran de veras instruidas, es decir, de veras bien educadas, de veras bien disciplinadas, no torcerían la verdad, no amañarían en un tribunal, pongo por caso, resultados falsos, desechando pruebas o inventándolas, ni aun para salvar cualquier prestigio que fuera, ni aun para salvar, según ellos entienden, la Patria.”

 

Y, en torno al comunismo emergente en aquel tiempo, menos explícito que el no menos caustico que se avecina, decía “[…] Y las mayorías y las minorías, dentro de ella, serán étnicas, nacionales; y en esa democracia universal de productores, abolida la clase capitalista, una nación o grupo de naciones se impondrá a las demás. Y seguirá la lucha de clases de otra forma, acaso más terrible. Y el patriotismo comunista será fiero, implacable, terrible.”

            Con relación a la lengua que ahora quieren extender a todos los ámbitos de la vida nacional, Unamuno, al que hoy cito como referencia de sabiduría, como si hubiera sido un oráculo de lo que iba a desarrollarse casi cien años más tarde, decía en torno al euskera:

 

            “Ocupándose del bilingüismo, dice el señor Unamuno que es contrario a la enseñanza bilingüe, porque no se puede exigir de ningún español que, aparte del castellano, aprenda los dialectos de cada región. Puede haber gentes que no conozcan la lengua de la región y que no quieran aprenderla, y puede haber algún natural que la conozca y que no quiera que la aprendan sus hijos; esto es, que desee que éstos aprendan en lengua española. En Vasconia no se presenta el caso de la enseñanza bilingüe. La enseñanza en vascuence es cosa que nadie ha tomado en serio, porque en las Vascongadas las tres cuartas partes de la población no saben vascuence, aun habiéndolo aprendido de sus padres. Ni con el vascuence ni con el catalán se pueden pensar cosas de elevado sentido. En estas lenguas regionales es posible, por ejemplo, hablar de cómo se alimenta la vaca o de cómo se siembra el maíz. El catalán tuvo literatos, cronistas, poetas maravillosos; pero esto se perdió en el siglo XVI, y la lengua ha estado muerta cuatro siglos hasta que en el principio del pasado un grupo de entusiastas volvió a prestarle vida. Agrega que no admite la Universidad vasca, ni la catalana, ni la valenciana, porque es restringir el problema hasta un sentimentalismo rural y aldeano. Hay que procurar que todo ciudadano español   sea bien español y después que sea universal.”

 

            Unamuno veía con objetiva racionalidad el problema que iba a atropellar hasta dejarla tullida o muerta a España. Lo veía venir.   Por ello fue el impulsor, en el debate constitucional de la II República, de la expresión “A nadie se le podrá exigir el conocimiento y uso de una lengua regional” que figura en el artículo 4 de la Constitución del 31.

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            Necesario sería hoy que hubiera mentes lúcidas y prestigiosas como la del sabio bilbaíno que encauzaran este problema sistémico que va a dinamitar los ejes de nuestro funcionamiento como sociedades legatarias de una herencia cultural que es la fundante de nuestro modo de ser y de vivir como comunidad nacional hispana.

Autor

Ernesto Ladrón de Guevara