12/05/2024 19:07
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Estos tipejos que se venden por una X en un papel, no son… Revolverse en su indecencia por «un plato de lentejas» es una verdadera inmoralidad que repercute negativamente en su pueblo. En el pueblo de Dios. Sus mensajes inflados de cobarde miseria globalista dejan un reguero de sangre en medio de sus templos vacíos. Tristemente, vacíos con tan solo el rumor, como de salmodia, de ancianas iluminadoras que resisten la barbarie de estos canallas, con el sagrado alimento de la Fe. 

No son lo que dicen porque están vendidos al poder y porque tienen miedo de luchar contra un mundo atroz que poco a poco nos va machacando, y aunque ese poder infame no vencerá, lleva alrededor de dos mil años intentándolo. No podrá porque somos piedra, como dijo Él, y aunque medio en ruinas, muchos somos y seguiremos siendo Iglesia a través de los tiempos. 

En estos últimos días se ha vuelto a manifestar esa actitud vergonzosa y vergonzante de un estamento religioso como es la Iglesia Católica, ante un hecho de clara manifestación de carácter pedófilo de este gobierno, de gentuza indeseable a través de la ministra de igualdad y además en sede parlamentaria. Todos barruntábamos que solo unos pocos íbamos a poner el grito en el cielo y no nos equivocamos Por causas menores, en otros países cesan al causante del desaguisado, pero aquí no. Todos sabemos quién manda, por ejemplo, en la fiscalía y que ese silencio puerco tiene su penosa explicación, pero que el secretario general y portavoz la Conferencia Episcopal española, Luis Arguello, salga en defensa de la burra de la ministra Montero, minimizando sus gravísimas palabras es una indecencia desde cualquier ángulo que se quiera ver. Ya, desde algunos ámbitos de la sociedad de izquierdas han señalado que los verdaderos pedófilos son los curas abusadores de niños… Y esta panda de fariseos de alzacuellos y pantalones vaqueros, esta acobardada Iglesia que en vez de dar testimonio de lo que son utilizando sus distintivos paseando sus hábitos y su significado por todos los lugares, como antaño, con orgullo y valentía, se ponen de perfil ante situaciones sociales de una gravedad inusitada y se dejan insultar sin reparos para que los que antes de la guerra civil les masacraban, ahora no se enfaden y decidan quitarles sus prebendas manchadas de mierda. 

Ante esta porquería y en un penoso ataque de rabia te dan ganas de no decir nada y callar, pero eso sí es un terrible error que va en contra de nosotros y nuestras convicciones más profundas. 

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Estos no son. Pero aquellos que ayudan al prójimo desde cualquier lugar anónimo del mundo. Los curas, monjas y seglares que están al pie del cañón con el acicate del amor y la compasión hacia el ser sufriente y necesitado de todo, sí son. Y todos los días lo demuestran con su trabajo abnegado y redentor. Incluso dando su propia vida en lugares donde su labor evangelizadora está castigada con la muerte. 

A los otros, a los que callan ante estos hechos, a los que viven en palacios y se arrastran ante el poder, que no les quepa la menor duda de que si volviera El Señor, les sacaría a latigazos de sus ruines covachas en forma de templos y sedes, adelantando una justicia que les llegará sin la menor duda cuando Él así lo disponga. 

Autor

Alejandro Descalzo
Alejandro Descalzo
Nace en Madrid en 1958. Estudia en Los Escolapios de San Antón. Falangista. Ha publicado 4 libros de relatos. Apasionado del cine y la lectura. Colaborar en este medio lo considera un honor.