22/02/2025 15:05

Si algo ha conseguido Trump en los pocos días que lleva en la Casa Blanca es poner al mundo patas arriba. No deja indiferente a nadie, habiendo creado ya más filias y fobias de las que de por sí suscitaba antes. En el caso de España, que siempre es lo único que nos debe interesar, la izquierda lo odia, considerándole demonio; el Partido Popular… como siempre, ni está ni se le espera; VOX lo tiene por mesías salvador. El problema es que aquí analizamos el mundo a través de nuestra visceral, cainita, mediocre y estúpida óptica que pocas veces coincide, además, con los verdaderos intereses de España.

Trump no es un político a la usanza de tantos. En él predomina el pragmatismo del empresario que todo lo cifra en el balance de resultados, en el negocio que pueda haber o no, en los beneficios contantes y sonantes y todo ello a ser posible a corto plazo. Como casi todos los políticos norteamericanos es un analfabeto en muchas cosas, sobre todo en asuntos internacionales, de ahí, también, que como todos ellos se deje llevar hasta lo indecible por sus asesores, que es donde está la clave de sus acciones; como también lo está en los políticos demócratas. Eso sí, una cosa iguala a republicanos y demócratas: mantener a los EEUU como única potencia mundial eliminando rivales ciertos o potenciales y ello por las buenas (fingida amistad o presiones varias) o por las malas (“revoluciones de color”, golpes de Estado o incluso guerras); otra cosa es en el interior donde cada cual tiene una visión distinta del “sueño americano”.

Si en España, que Trump no sabe ni situar en el mapa, le dicen que hay un Gobierno díscolo… pues invito a un tal Abascal a mi juramento, aunque no sé ni quién es, pero me basta con que me hayan dicho que le va a sentar mal a un tal Sánchez que me dicen los mismos que no me traga; a una ameba como Feijóo ni me lo nombran.

Que existe un tal Mohamed VI que me lo facilita todo, que manda en su redil, que tiene las ideas claras y que viene favoreciendo a los EEUU desde hace mucho… pues le respaldo en hacerse con la soberanía del Sahara como ya hizo con tal desierto uno de mis predecesores en 1975 y yo al final de mi anterior mandato pasándome a la ONU por el arco; refuerzo mi alianza militar con él que además alimento con armamento de última generación que no vendo a otros; le animo a que estreche lazos de todo tipo con Israel (*) máxime siendo Marruecos país musulmán; y, por supuesto, son los EEUU quienes explotan los más grandes yacimientos de fosfatos del mundo que posee.

Que Marruecos quiere unos enclaves que no sé ni dónde están, ni me interesa, denominados Ceuta y Melilla y unas islas de nombre Canarias que jamás sabré si están en el Pacífico, en el Atlántico o en Marte… pues sea; y si me dicen que eso va contra todo Derecho internacional y que sería una canallada para España… pues me da igual y les recuerdo que ya un predecesor mío le quitó a esa misma España: Cuba, Puerto Rico y Filipinas… y se tuvo que aguantar.

Que en la OTAN, brazo armado estadounidense y herramienta de su política exterior en Europa y frente a Rusia, su único y secular competidor en tal continente, España es quien menos aporta, y con diferencia, de todos sus miembros… pues se va a enterar; y me da igual si puede o no dar más, como sobre todo si le conviene o no, o paga o se va a enterar.

El problema no es Trump, sino los que aquí lo consideran demonio o mesías, los que sin mirar por los intereses de España, sino sólo por los suyos personales o como mucho los sectarios de sus partidos, se le resisten ciegos o se le someten deslumbrados, creyendo unos que son la causa de nuestros problemas y los otros su solución; olvidando la máxima de que en relaciones internacionales no hay demonios ni mesías, ni enemigos ni amigos, que ni unos u otros lo son para siempre, sino circunstanciales, así como que lo que sean puede variar incluso de la noche a la mañana. En resumen, que lo único que hay son intereses, y que tanto izquierda como derecha deberían mirar sólo, única y exclusivamente por los de España, jugando lo mejor posible las cartas que se posean en cada momento para conseguir lo más que se pueda para beneficio de España, sabiendo que nunca se va a disponer de las que quisiéramos o necesitáramos, debiendo compensar su carencia con habilidad, inteligencia, audacia y prudencia. Sobre todo dada la desoladora situación interna de nuestra patria, sin enfrentarnos porque sí con el demonio, ni entregarnos hasta dejarnos colonizar por el mesías, sino siempre velando por nuestra soberanía, independencia, honor y dignidad como nación y pueblo. Ahí está el quid de la cuestión de un buen gobernante o de quien aspire a serlo, del estadista, del patriota de verdad.

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(*) El apoyo a Israel será siempre máxima de todo político norteamericano, porque no se llega a la Casa Blanca sin el respaldo de los lobbies sionistas (no confundir dicho vocablo con “judíos”), ni sin el apoyo de grandes masas de votantes protestantes y católicos que consideran erróneamente al actual Estado de Israel como encarnación del “pueblo elegido” del Evangelio. Por eso, que para satisfacer a esos lobbies hay que expulsar a los palestinos de Gaza… pues sea… y sea como sea… ahora “pacíficamente”, sobre todo después de habérselo prometido a Netanyahu a cambio del alto el fuego con el que Trump se marcó un notable gran éxito en el instante de jurar su cargo.

Autor

Francisco Bendala Ayuso
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Lúpulo

¿No es el mesías? Yo tengo dudas.
El mesias, Ricardo Arjona 
https://www.youtube.com/watch?v=MwZE_xrsHl4

Donald Trump

Excelente

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