20/09/2024 21:21
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El acoso y derribo contra Donald Trump ha sido constante incluso desde antes de que el pueblo norteamericano le encumbrase como ganador de las elecciones de 2016. Antes de la derrota de la cornúpeta Hillary Clinton, conspicua esbirra de la élite, Donald Trump ya fue acusado por los medios de comunicación de ser un antisistema, populista, nacionalista extremo y racista. Pese a las difamaciones y a los esfuerzos magníficos de todo el contubernio, éste no pudo evitar que los ciudadanos estadounidenses eligiesen a Trump. Un magnate patriota, que no sólo estaba decidido a proteger a su país del globalitarismo sino que también pretendía hacer que EE.UU. recuperase su importancia en el panorama internacional. Y es que desde hacía algunos años, EE.UU. estaba perdiendo su hegemonía mundial y por tanto, sufría en sus carnes las consecuencias del libre mercado y claro, ya se sabe que un liberal es liberal hasta que las empresas de su país son absorbidas o arruinadas por las grandes multinacionales que terminan por monopolizar el mercado.

Es en esos momentos cuando las democracias “liberales” de los países relevantes, hasta hace pocos años, frenaban opas hostiles o aplicaban aranceles para salvar los beneficios de los clvbes discretos que dominan esos países. En España eso no ocurre porque nos gobiernan siempre traidores que venden la patria, pues el plan para nosotros es y ha sido siempre nuestra destrucción. Para defenderse de la selva del libre mercado, Trump impuso aranceles y nuevos tratados con diferentes países que mejoraban la situación de su país. Esto obstaculizaba los planes de la élite para destruir EE.UU. (quizás el último poder capaz de oponérsele), la cual ya muy probablemente se ha trasladado a China, su nuevo imperio económico, desde donde pretende instaurar su dictadura global que pomposamente se anuncia como Nuevo Orden Mundial.

Esta gobernanza mundial a la que hacen referencia muchos presidentes incluido Pedro Sánchez o su ministra Mª Jesús Montero, consiste en la privación de todos las libertades y todos los derechos individuales y en esclavizar a toda la humanidad, haciéndola dependiente de sus cartillas de racionamiento y de sus paguitas (la renta mínima universal) a cambio de su sumisión y “buen comportamiento”. Un síntoma de que nos acercamos a esa terrible dictadura es que el agua ya cotiza en la bolsa de Wall Street. Visto este destino al que nos precipitamos tan apresuradamente, muchos comienzan a barruntar que es muy posible que incluso se nos obligue a pagar una tasa individual por respirar, justificando que estamos contribuyendo al cambio climático. En esa dictadura de la élite ya no hay Estados libres y soberanos, estos han sido absorbidos y sus gobiernos ejecutan las órdenes de las megacorporaciones que por fin pueden establecer su capitalismo salvaje, voraz y esclavista, con apariencia eso sí, de empresa pública dado que el sistema social para las masas será el comunismo.

En ese comunismo nadie tendrá una propiedad individual, salvo la élite que abarca ya desde las más adineradas familias con un mismo árbol genealógico lejano hasta sus títeres políticos. Es muy probable también que con el “Gran Reseteo” o “Gran Reinicio” que anuncian a bombo y platillo se nos obligue a compartir todos nuestros bienes, incluidas nuestras viviendas. Por todo ello, muchos estadounidenses que vieron hacia lo que se encaminaba su país otorgaron el triunfo a Donald Trump, que nada más ganar fue acosado por el mundo financiero con una bajada inmediata de las bolsas que afectaron a los mercados, a la par que los medios de comunicación propalaban la idea de que Trump había sido elegido por la América profunda y nostálgicos sureños. De esta forma se trasladaba la idea de que los más de 50 millones de votantes de Trump eran unos paletos y unos defensores de la esclavitud, pues todavía hay mucho ignorante de la Historia que piensa que la Guerra de Secesión (1861-1865) se inició por una duda moral sobre si se continuaba esclavizando o no a los negros. ¡Cómo si los EE.UU. fuesen la corte de la España de los grandes siglos debatiendo si es justo o no el proceso de ampliación de la Patria por el Nuevo Mundo! Pese al acoso mediático, político y financiero, Trump trabajó por resurgir a su país del fango desastroso en el que lo había dejado Barack Obama (el Zapatero de EE.UU.) y entre los logros de Trump está el de haber logrado en su país la tasa de desempleo más baja de los últimos 50 años.

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Todo el trabajo de Donald ha ido en el sentido contrario al plan de la élite de someter a la humanidad a la pobreza extrema y a la destrucción de las soberanías nacionales. Por lo que comenzaron a atacarle con chismorreos sobre si se había acostado con una prostituta de lujo antes de ser presidente, si había abusado de mujeres e incluso se llegó a intentar ridiculizarle hablando del tamaño de su miembro viril. Pero el signo inequívoco del origen de todas estas críticas contra Trump y del acoso que sigue recibiendo, está en quienes le compararon con Hitler.

Pero a Donald Trump, un hombre de negocios que no se da por vencido, le importóbien poco todo ese ruido y continuó sus planes de construcción de un muro en la frontera con Méjico para frenar las hordas de inmigración ilegal que la élite financia para aumentar la pobreza y generar caos en los países de destino. Pero todo era en vano, así que la élite lanzó la baza de las guerras regionales a ver si el presidente bravucón picaba en el anzuelo. Se tensaron las relaciones con Corea del Norte, Venezuela, China e Irán pero Trump no hizo caso a la mafia. De hecho es de los pocos presidentes de EE.UU. que no ha llevado a su país a las guerras mafiosas de la élite. ¿Le darán el Premio Nobel de la Paz cuando abandone la Casablanca? Quizás el expresidente Obama le regale el suyo dado que mantuvo a EE.UU. en guerra (Libia, Irak, Siria, Afganistán, Pakistán, Somalia y Yemen) durante sus 8 años de mandato.

Más que muchos otros presidentes norteamericanos aunque, claro está, que probablemente sus guerras sean consideradas por los “expertos” y el mundo de la “cultura” como “Guerras de Paz”, al igual que las de Zapatero, y no guerras mafiosas para hacerse con los recursos y el control de esos países soberanos. Como Trump no entró en ninguna guerra, se inició contra él el impeachment para entorpecer su gobierno de verdadero progreso y sondear las filas republicanas en el Senado en busca de disidentes o vendidos al mejor postor. Pero conscientes de la mayoría republicana en esa cámara, es muy posible que el Estado Profundo estadounidense organizase un ataque de falsa bandera con drones a una refinería de petróleo en Arabia Saudí y con ayuda de sus centros de inteligencia y de los medios en sus manos se culpase a Irán del ataque.

Además, para tensar el ambiente se produjo más tarde el asesinato del general iraní Qasem Soleimani encargado del desarrollo nuclear de su país, es decir, su Carrero Blanco. Si Trump hubiera ordenado una intervención militar es muy posible que hasta los propios miembros de su partido le hubiesen retirado su apoyo y el impeachment hubiera salido adelante. De esta forma la élite hubiera conseguido introducirse en Irán, hacerse con su petróleo a la vez que expulsaría a Trump de la Casablanca. Pero nada de eso ocurrió. Con la propagación del virvs también fue acosado por los medios debido a su decisión de no llevar bozal, por decir lo mismo que Fernando Simón (que era como una gripe) y por animar a la gente a perder el miedo y que éste no se apoderase de sus vidas. Al llegar el año electoral se produjo lo que muchos vaticinaron, la sombra del pucherazo.

Apagones eléctricos, impresoras que se quedan sin tinta, tras los cuales Estados cambian de forma repentina la tendencia del voto republicano a favor del demócrata y rumores sobre cajas llenas de miles de papeletas demócratas en las que incluso se dice que votaron estadounidenses fallecidos. Todo esto ha sido desestimado por los tribunales americanos, pero viendo lo que sucede últimamente en los tribunales españoles, es fácil imaginar cómo funcionan allí si siempre nos han llevado 30 años de adelanto. Son numerosas voces las que opinan que en EE.UU., como aquí en las elecciones del 28A, hubo pucherazo electrónico.

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El propio presidente republicano Donald Trump afirma que le han robado las elecciones, lo cual no resulta extraño pues sabemos como “los discretos” han amañado elecciones a lo largo de la historia para apoderarse de la democracia y ejecutar los planes de sus amos. Trump lo ha intentado interponiendo recursos y pidiendo que se recontasen los votos, pero la red contra la que lucha es muy poderosa y sus elementos están por todas partes. No han tardado los medios y la oposición en acusarle de dictador y este miércoles se produjo el asalto al Capitolio, quizás otra maniobra más de falsa bandera, para desprestigiarlo y que sus más acérrimos apoyos le abandonen. Sin ir más lejos el vicepresidente republicano Mike Pence, tras ratificar en la Cámara de los Representantes a Joe Biden como presidente, recibió el saludo de la secta y una moneda ¿de plata? por completar su traición cual Judas Iscariote.

Consumado el plan y a menos que ocurra un milagro “nivel Empel”, el presidente Donald Trump se marchará el próximo 20 de enero y muchos esperan que lo haga sin reconocer la victoria de la élite. Sobre el futuro de Trump es posible que intenten arruinarle e incluso que le inhabiliten con otro impeachment para acabar así con sus posibilidades de volver y muy probablemente, tendrá que tener cuidado los días 11 de cada mes el resto de su vida. El asalto al Capitolio en el que los pocos guardias de seguridad abrieron las vallas a los asaltantes, así como el extraño envío del paquete bomba a la mansión del especulador financiero George Soros, demuestra quién está detrás de la división actual de EE.UU. y augura lo que le espera con un Biden rodeado de rumores de pederastia y al que podemos ver en vídeos acariciando de forma extraña a numerosas menores de edad.

Con respecto al futuro próximo de los Estados Unidos, es probable que Biden lleve a cabo alguna guerra local o incluso una mundial corta con el fin de destruir todavía más las economías de los países, y que así la élite a la que sirve pueda hacerse con todo el poder en el mundo. Hay quienes esperan una explosión social en EE.UU. y que se produzca una guerra civil o incluso una secesión de algunos Estados que pueda salvarlos del globalitarismo. Es muy improbable que esto suceda, si surgen revueltas lo más seguro es que serán organizadas o encauzadas por la élite para establecer el Estado policial que quieren y justificar así, junto con el virvs, el uso de los campos de concentración FEMA. En la Historia sólo hay un ejemplo de una revolución triunfal desde abajo sin que una organización esté detrás o sin que un alto cargo la inicie. La única vez que un pueblo salió victorioso frente a su enemigo, sin caudillo, sin rey, contra sus mandos militares traidores y contra su pérfido gobierno fue la España del 2 de mayo de 1808. Visto lo visto, no habrá un 2 de mayo universal, en su lugar la gente saldrá con las cacerolas, con ramos de flores, cantando o aplaudiendo a sus verdugos esperando que el destino les alcance. Por tanto, lo más probable es que en todo el globo se imponga el comunismo, el Nuevo Orden Mundial.

 

No habrá una guerra civil global de liberación y quizás, tal como alguien escribió una vez, “el planeta volverá a rotar desierto en el éter como hace millones de siglos”.

Autor

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Cipriano Silva Camarzana
Escrutador de la Historia, la Ciencia y el Cosmos.
Escritor del libro "El Reverso Tenebroso de la Agenda 2030".
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