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Hace algunos años, a principios de los 90, el fallecido líder del PNV, Javier Arzalluz, en un acto ante las juventudes de su partido, les dijo, en lo que tuvo una cierta notoriedad mediática, que ellos no eran los primeros jóvenes vascos que se negaban a ir a la mili y se declaraban objetores o «insumisos» al servicio militar, ya que en su época los jóvenes vascos también huían de su tierra para no servir a Isabel la Católica.
Isabel la Católica parecía obsesionar a Arzalluz, que en alguna que otra ocasión acusó a Aznar de ir «vestido» de Isabel la Católica, en su supuesto afán por dominar a los vascos ( y a pesar de los propios pactos iniciales del PNV con Aznar, para la investidura de éste,en 1996)

Y sin embargo, este tipo de declaraciones solo ponían de relieve su total ignorancia del pasado vasco o peor aún, su voluntad de tergiversar la historia. La realidad histórica es que los vascos mantuvieron en todo momento una colaboración ejemplar, generalizada, y casi se puede decir, masiva, con los Reyes Católicos, como señalan todos los historiadores mínimamente rigurosos.

Ello quedó meridianamente claro durante la Guerra civil castellana de 1474- 1479 que llevó al trono de Castilla a Isabel la Católica, y a su marido, Fernando de Aragón. En esta guerra el bando castellano de Isabel y Fernando se enfrentaron contra el bando nobiliario que apoyaba a Juana la Beltraneja, hija de Enrique IV de Castilla y hermanastro de Isabel la Católica ( no confundir a Juana la Beltraneja con Juana la Loca, hija de los Reyes Católicos). Juana la Beltraneja estaba casada con el rey Alfonso V de Portugal y estaba aliada con el rey de Francia Luis XI ( que había pretendido que Isabel la Católica se casara con el heredero francés. Sin éxito, porque ella prefirió a Fernando).

Por tanto esta guerra civil fue a la vez una guerra internacional. En el bando castellano de Isabel y Fernando tuvieron un especial protagonismo las Provincias Vascongadas. Enrique IV se había enemistado con los linajes vizcaínos por su apoyo al Conde de Haro como Corregidor de Vizcaya, a quien los linajes vizcaínos rechazaban mayoritariamente, razón por la que Vizcaya se pasó al bando de Isabel. Isabel y Fernando juraron los Fueros de Vizcaya, en Guernica, en 1473, 1476 y nuevamente en 1483, siendo aclamados en Vizcaya.

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En enero de 1475 recibieron también el apoyo de la Junta General de la Provincia de Guipúzcoa. Lo mismo hizo Álava. Según el cronista Alonso de Palencia, más de 10.000 soldados vizcaínos lucharon en el bando de Isabel en la guerra civil y otros 50.000 fueron movilizados. Por su parte el cronista clásico guipuzcoano Esteban de Garibay señaló que  Guipúzcoa aportó 12000 hombres a esta guerra y las tres Provincias Vascongadas, en total, aportaron casi 45.000 hombres, infantes, jinetes y ballesteros, al ejército de Isabel y Fernando.

Además fue especialmente relevante la lealtad guipuzcoana en esta guerra durante el asedio francés de Fuenterrabía, entre marzo y julio de1476 . 40.000 soldados franceses asediaron está estratégica villa guipuzcoana, considerada la llave de España, pero Fuenterrabía, defendida por las milicias guipuzcoanas, resistió. Alfonso V de Portugal y la Beltraneja habían prometido entregar Vizcaya y Guipúzcoa al rey de Francia si ganaban la guerra.

Según los cronistas Fernando del Pulgar y Esteban de Garibay, » en todas estas guerras los guipuzcoanos se mostraron lealísimos a los Reyes, ya que sustentaron a su costa, con mucha efusión de sangre francesa y suya, resistiendo al ejército del rey de Francia»

Además los soldados vascos se distinguieron especialmente también en esta guerra en el asedio y conquista del castillo de Burgos, en 1475 y en la batalla de Toro, la batalla decisiva de la guerra civil sucesoria, en marzo de 1476, en la que según los Fueros de Guipúzcoa, participaron 2000 guipuzcoanos, lo que fue decisivo para la victoria del ejército castellano, mandado por Fernando el Católico, sobre el portugués. Destacaron en esta batalla los capitanes Martín Íñiguez de Zugasti, Juan de Galarde y Beltrán Yáñez de Loyola.
Además fue importante el apoyo naval vascongado en la flota de Isabel y Fernando.

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En definitiva, como señala el historiador Xosé Estévez » el apoyo vasco a la nueva monarquía de Isabel y Fernando que emergía fue fundamental para la subida y el mantenimiento del Trono. El apoyo legitimador, humano, económico, diplomático y militar, tanto terrestre como marítimo, fue determinante para la consolidación de la causa isabelina. Sin él, los Reyes difícilmente se hubieran mantenido en el trono, especialmente si los vascos, sobretodo vizcaínos y guipuzcoanos no hubieran paralizado la ofensiva francesa en la primavera de 1476, hecho que hizo añicos la estrategia convergente luso- gala de confluir en Burgos».

Naturalmente, como señala también el historiador José Luis Orella, los Reyes Católicos correspondieron a ese apoyo masivo de los vascos, confirmando los Fueros de las Provincias Vascongadas, y concediendo numerosos privilegios a sus villas. La participación militar vascongada sería igualmente muy importante en la Guerra de Granada de 1481-1492, así como la aportación económica de las Provincias vascas. También en las guerras de Italia sería  importante la participación vasca en los ejércitos de  Gonzalo de Córdoba, el Gran Capitán.

En definitiva, esta es la auténtica historia vasca, de estrecha lealtad y unión con España durante muchos siglos, mal que le pese al nacionalismo vasco, a quien solo le queda el triste recurso de ocultar la historia o de tergiversarla.