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Ayer día 8 de Diciembre se celebró una vez más con especial devoción la Inmaculada Concepción de María no solo por el pueblo fiel cristiano sino también por el Ejército español de la cual es la Patrona de su Infantería, con actos especiales castrenses en distintos puntos del solar patrio. Y especial mención cómo el pueblo español con el Rosario en la mano, sale de su letargo y se levanta una vez más, como pocos pueblos saben hacerlo, es decir, con el Rosario en la mano por una parte y el espíritu de guerrero por otra, para proclamar y pedir públicamente al Cielo en las calles la protección a España y su favor celestial ante la grave crisis espiritual y política no solo española sino a nivel mundial que vivimos como castigo divino, que al igual como pasó en la historia del pueblo de Israel, Dios permite que se sufra la tiranía de sus enemigos, para que «sufriendo su yugo»… se arrepientan de su mal proceder, enderecen sus vidas y el Señor complacido y también su Santísima Madre, vuelvan sus ojos misericordiosos y nos alcancen y den esas gracias para de nuevo vuelva España a ser liberada, a resurgir, y sea nuevamente una nación Grande antes los ojos de Dios, como fue en tiempo inmemorial cuando al amparo de la Cruz iba esparciendo la semilla de la Fe donde ponía sus pies; Libre de sus enemigos que quieren destruirla y desmembrarla como hicieron con su Imperio; y Unida para ayudarse mutuamente y caminar juntos en el bienestar común de toda la Nación y cumpla así de nuevo esa especial misión del Cielo en ser la vanguardia de todas las naciones en la propagación y defensa de la Fe cristiana en todo el orbe. Es decir, solo pide dos cosas: oración, pidiendo el favor celestial, y penitencia, enderezando nuestras vidas, condición indispensable para que la oración sea acepta a Dios. Bien proclamó el Señor en su Predicación: «Haced penitencia, y creed en el Evangelio». Así obró el pueblo ninivita al escuchar la predicación de Jonás…

Hicieron oración y penitencia y Dios se complació y les perdonó escuchando su oración. Y que decir del Rey David y de tantos y tantos hombres y pueblos en que Dios retiró su Justicia misericordiosa al ver esa chispa de amor, de fe y de penitencia… reemplazándola por su magnánima Misericordia, perdonando en la medida del arrepentimiento y amor parte o toda la pena merecida por ella. Y esto el mismo Franco bien lo sabía declarándolo en su mensaje de Navidad del año 1961 exponiendo que muchos de los males de los pueblos es por haberse apartado de la Ley Divina. Y así nos dice en ese discurso dirigiéndose al pueblo español.

La Infantería celebra la Inmaculada Concepción, su patrona desde hace más de 400 años (elfarodemelilla.es)

El origen de este patronazgo fue en la conocida Batalla de Empel en los Países Bajos, en que Holanda forma parte de uno de ellos, y en cuyo territorio ocurrió el 8 de diciembre de 1585 el enfrentamiento entre el ejército cristiano español contra el protestante en aquellas tierras. Concretamente en el Cerro de Empel que está ubicado en una pequeña isla holandesa. En ese asedio, sin esperanza de salir con vida, los soldados del Tercio elevaron sus plegarias al Cielo. Y quiso la Madre de Dios en premio a esa confianza y fe hacer un gran Milagro… Y que ellos, sumamente agradecidos por ser liberados y vencer contra todo pronostico humano a sus enemigos la proclamaron Patrona de los Tercios españoles.

No sean mis palabras sino este enlace que dejo quien ilustre mejor dicha historia, dicho grandioso hecho.

El milagro de Empel. El 8 de diciembre. – 31 Enero Tercios

También fue proclamada Patrona de España y nació la famosa jaculatoria alabando su Inmaculada Concepción: ¡Ave María Purísima!. Sin pecado concebida. Grito también de guerra empleado en las batallas al igual de ¡Viva Cristo Rey!

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Ave maría purísima, sin pecado concebida (hispanismo.org)

Bien es sabido como el pueblo español, mucho antes que fuese definido como dogma de Fe y en contra de las rivalidades entre los eclesiásticos en que unos los defendían (los franciscanos) y otros los rechazaban (los dominicos) manifestaban esa defensa con votos, patronazgos, obras de artes sacras, etc.

Tierra de Campos, cuna del Dogma de la Inmaculada (infocatolica.com)

Esta verdad fue proclamada como dogma de Fe por Pío IX en la Plaza de España de Roma en 1854.

Como bien reflejó la Gloriosa María Jesús de Agreda en sus revelaciones y otros textos antiguos los Padres de la Santísima Virgen fueron Santa Ana y San Joaquín.

Pero, ¿Qué significa ser Inmaculada y como consecuencia de ello Irredenta?, pues, al no concebir el pecado original ni cometer ninguno particular durante su vida terrena no podía por lógica ser redimida. He aquí partes de esta respuesta.

El ser María Inmaculada significa ser concebida sin las consecuencias del pecado original de la que todo mortal sí sufrimos. Es decir, María es la única criatura a quien le fue concedida esa gracia, después de Cristo que la tuvo por naturaleza, lo cual es un singularísimo privilegio. Y digo después de Cristo pues Él como criatura creada por Dios, ya que Dios creó su Alma, su Divinísima Alma, se diferenció en que fue creada unida o desposada con la Segunda Persona de la Santísima Trinidad Dios Hijo, haciéndose así partícipe de la Divinidad y Santidad del Verbo. De ahí que se diga que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre. Y fuese proclamado durante su Vida en la Tierra como el «Hijo del Hombre», o el Hijo por excelencia de Adán y Eva, pues recibió su Cuerpo de ellos, de ellos descienden, pero por singular milagro el glorioso, que poseían antes de caer. Dicho de otra manera, todos «los desterrados hijos de Eva» al ser concebidos carecen de presencia de Dios en su alma, visión beatífica, etc., la cual crea Dios en el mismo instante de la concepción del nuevo ser e infunde en el cuerpo concebido dándole vida. Y vida ya eterna…, cuyo cuerpos al resucitar en la Segunda Venida de Cristo, que vendrá a Juzgarnos y restablecer su Reino Mesiánico, harán participes de su estado de salvación o condenación de sus almas por eternidad de eternidades.

Y en cuando al cuerpo el hombre está sujeto al sufrimiento y a la muerte. Es decir, al ser infundida su Alma en su Purísimo Cuerpo formado en el Seno de Santa Ana dándole vida, por una singular y especial Providencia esta no sufrió las consecuencias del Pecado de nuestros primeros Padres ni en su Alma ni en su Cuerpo. A saber, fue concebida según el estado glorioso que tuvieron Adán y Eva antes de la prueba en que serían probados su fe y confianza en el Señor y en su Palabra, que de haberla superado, como los Ángeles que gran parte sí lo hicieron, serían confirmados en Gracia, y por lo tanto asegurada su salvación y la de su descendencia. Tuvo Cristo que venir a reconciliar a la Humanidad con el Padre. Y esto solo podía realizarlo Él ya que al ser la ofensa a un ser Infinito solo Cristo por su desposorio singular podía hacerlo. Solo un ser con valor reparador infinito podía hacerlo y por Gracia unida a Él la Virgen como Correparadora y Corredentora. Es decir, el hombre por su naturaleza finita no puede por sí satisfacer la ofensa divina. Y es por ello que Cristo instituyó el Santo Sacrificio de la Misa para que todos los sacrificios de los fieles en estado de Gracia adquieran allí ese valor reparador y redentor y se unan al de Cristo. Por eso el empeño de las fuerzas del mal por destruir y desvirtuar el verdadero valor de la Santa Misa quitándole el sentido de Sacrificio y dándole un valor puramente humano. De ahí que se puede vislumbrar cuan grande es cometer un pecado y sus consecuencias. Bien dijo el Señor en la Cruz rogando por nosotros: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen». Él es nuestra ayuda…, nuestro refugio… nuestra protección… nuestro modelo… nuestro Maestro…. nuestro guía. Muy bien se reza en la oración del Alma de Cristo: «Dentro de Tus Llagas escóndeme», protegiéndonos así de los castigos merecidos.

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Este Cuerpo Inmaculado y glorioso, no siempre lo dejó traslucir, ocultándolo como Cristo en momentos de su Vida, cómo cuando Él se apareció a los discípulos de Emaús después de su Resurrección. A saber, tanto Cristo como su Divina Madre manifestó esas cualidades gloriosas en distintos momentos de su Vida. Y en otras muchas, que era lo común, la ocultó. Y así tenemos que María Santísima al nacer Cristo le dio a luz mostrando ese estado o en su Asunción Gloriosa a los Cielos en Cuerpo y Alma tras su Dulce Dormición. O en el caso del Señor como fue en la Transfiguración en el monte Tabor o al instituir el Santo Sacrificio de la Misa. Y ya luego, entre otros momentos después de su Gloriosa Muerte para redimir a la Humanidad y a la naturaleza caída o Creación, la mostrada en su Resurrección Gloriosa y en la Admirable Ascensión a los Cielos.

En suma, fue concebida con las mismas cualidades gloriosas de Adán y Eva al ser creados y gozaron antes del Pecado personal que se convirtió en el original o heredado para todos los mortales, cuyas cualidades gloriosas heredó Nuestro Señor al ser concebido en el Seno materno de la Virgen Inmaculada de quien lo recibió. Y así se aplica no solo a Cristo sino la Virgen María esta verdad de fe: «se hizo semejante a nosotros menos en el pecado… ».

De ahí que el padecer fuese un milagro continuo, fruto del amor hacia los hombres que quiso en ello asemejarse a nosotros… y poder ser el sufrimiento instrumento para reparar al Padre y alcanzarnos el perdón y abrirnos las puertas del Cielo siendo así posible contemplar a Dios en la visión beatífica según el grado de méritos adquiridos en esta vida. Y devolver a la Humanidad y a su Creación aquella gloria que se perdió. Es decir, antes de que Cristo completase su Obra los que estaban en el Limbo de los justos no gozaban de la visión beatífica de Dios. Al morir Cristo en la Cruz fue cuando se les abrieron las puertas del Cielo y pudieron penetrar en la Esencia Divina. Y así todo el que entra en la bienaventuranza eterna.

Para recordar cómo el Cielo apoyó el dogma de la Inmaculada y por lo tanto su Infabilidad papal se deja un enlace de la hermosa película «La Canción de Bernadette» en la que se ve cómo el Cielo quiso confirmar y apoyar al Papa Pío IX en el Dogma de la Inmaculada apareciéndose a Santa Bernadette Soubirous en la localidad francesa de Lourdes, diciéndole que era la Inmaculada Concepción.

Onésimo García

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BdT

Lo de Empel fue la pera limonera.

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