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«Todo lo que puede salir mal, saldrá mal», no es solo lo que la persona más pesimista diría, es una ley física, formulada en 1949 por Edward Aloysius Murphy Jr, un capitán e ingeniero aeroespacial de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos que trabajó en el programa espacial estadounidense. «Ed» (como le decían sus amigos) descubrió que los mecánicos habían conectado mal los electrodos de un arnés para medir las reacciones a la aceleración y desaceleración de los pilotos de la Fuerza Aérea norteamericana. Es por esto que dijo en exactitud: «Si hay alguna manera de que puedan hacerlo mal, lo harán», y esto originó la frase más popular. 

El principio empírico de Murphy se puede utilizar en los diferentes campos de la sociedad, y a su vez en la vida cotidiana de cada individuo.  

Pero ¿qué es esto de la ley de Murphy, que todo puede ponerse peor? Y es que en últimas nada es una coincidencia, y desde ese punto de vista, todo sucede porque tiene que suceder, así parezca extraño, malo, inusual, inhumano incluso, todo es la consecuencia o el resultado de acciones predeterminadas o preconcebidas.  

Vivimos en mundos opuestos, quizás, pero es que así debe ser. Hacemos cosas que no entendemos a veces, nos arriesgamos o no lo hacemos, pero siempre el resultado es único, es personal, es subjetivo. 

Enamorarse en el momento menos oportuno, parece una catástrofe, hasta que nos damos cuenta de la importancia de ello a futuro. Conocer a alguien justo en el instante que todo es imposible, para darnos cuenta de que era el lugar, el momento, el estado propicio. 

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Si todo tiene explicación, ahí va esta: todo va a ocurrir porque va a ocurrir. Sin embargo, dudamos, nos ponemos pensativos, somos forajidos del destino, y no es así, somos el mismo destino. 

Para los griegos la fuerza era el destino, el motor de lo sucedáneo, al final todo es etéreo y nimio. Pues bien, leyes de Murphy son todas, pesimistas o no, cada uno caerá en algún efecto colateral de la ley. La ley de lo desconocido. Ahora bien, no se puede evitar lo inevitable, pues su naturaleza es; si bien efímera, está predestinada. 

Todo lo que va a ocurrir, ocurrirá. Esa es la ley de la naturaleza, no es difícil de entender, lo que se crea tiene un final, lo que convierte a todo lo que conocemos en finito e ilimitado. La vida tiene garantizada la muerte.  

En efecto, que suceda algo como respuesta negativa de una situación imprevista, conlleva a que la finalidad sea la misma. Pero no es algo ajeno a la realidad, y que resulte mal, solo es una ilusión de un supuesto antes impredecible, pero que ahora está revelado. Así que, si bien, vivimos bajo aparentes formas de la ley de Murphy, la realidad es que, del inexorable «saldrá mal», pueda que en realidad salga bien, pues si sucede, sucede y cuando pasa, pasa. Es tan cliché, que parece entre épico y vigente. 

 

Autor

David A Rosenthal