Políticos y no estadistas. Por José Antonio Ruiz de la Hermosa

Respecto a los actos que, cada vez menos y con menor pompa, llevan a cabo los angloamericanos en 6 del 6 (sobre las 6, hora del desembarco, un número compuesto que les viene al dedillo) de los años que acaban en 4, no pueden actuar de otra manera. Si no sostienen la mentira difundida como la peste más extendida, su autodestrucción se anticipará. NO son capaces de pedir perdón y hacer penitencia. Prefieren la soberbia contumaz. Hoy perseveran con el infierno de China.

Pero para los que creemos en Dios, que se hizo Hombre en Jesucristo Nuestro Señor, es mejor, antes que recurrir a ningún «historiador», incluido Irving (que maneja datos al que ningún otro ha accedido, aunque no en todo es conforme a la verdad, ni mucho menos), recurrir a la Verdad de su Revelación, concretamente Fátima en 1917 y su apóstol polaco, santa Faustina Kowalska (punto 818 del Diario de la Divina Misericordia referente a Rusia en dic. de 1936). La Revelación tumba y reduce a cenizas TODA propaganda, historia, historieta, crónica, fábula o cuento por muchas décadas que se quiera hacer durar con toda la inmensa potencia de todas las universidades, institutos, colegios, medios de manipulación de masas, bibliotecas, editoriales, censura de redes sociales, internet, etc. al servicio del padre de la mentira. Por todo ello, lo correcto no es escribir sobre «buenos y malos», sino los con Cristo o contra Él, pues todos eran y somos pecadores.

Por supuesto que Rusia, la Rusia soviética, fue un infierno sobre la tierra, un infierno de terror, muerte, sangre, torturas, deportaciones, encarcelamientos, gulags, exterminio de minorías, miseria, esclavitud, falta total de libertad, incluso en los hogares, estado policial, arbitrariedad judicial, hambre masiva u holodomor, condena del cristianismo y de Dios y un sinfín de males ocultos a la mayor parte de la población por puro interés político de los que ayudaron a consolidar y extender ese infierno, las democracias. Un infierno insoportable incluso para el mismo Dios Nuestro Señor, que ya es decir, pues la Misericordia no invalida la Justicia. Y Rusia, en efecto y aunque no se reconozca ni en el Vaticano, expulsó de su país al mismo Dios, incluso simulando un juicio contra Él y su fusilamiento con tiros al aire como aquí se «fusiló» al Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles por los milicianos rojos.

Para cuando Adolf Hitler y los suyos llegaron al poder en Alemania, impidiendo violentamente que los comunistas se apoderaran de Alemania (y luego del resto del continente, plantando la bandera roja de la hoz y el martillo en el hipotético soviet gallego de Finisterre como extremo occidental. En esto se repara poco hoy día, pues si los nacionalsocialistas, como los de la Legión Cóndor, no se hubiesen opuesto al comunismo, ¿quién lo hubiera frenado?¿Churchill?¿el socialista democrático admirador de Stalin, F. D. Roosevelt?) en una guerra civil, como también lo intentaron infructuosa, aunque sangrientamente con Finlandia, Hungría, España, etc., Lenin y Stalin, ya habían exterminado inmisericordemente al menos a 30 millones de sus propios paisanos, mayoría de ellos en tiempo de paz, sin incluir las decenas de millones de niños y niñas abortados en los vientres de sus madres soviéticas, violadas en no poco número, pues el comunismo es violación de la mujer que apetezca al soviet de turno porque la colectivización de la mujer, predicada desde el judío Karl Marx y llevada a la praxis hasta el extremo por Lenin y Stalin, es justamente eso, violación a capricho. Esto hoy, tampoco se sopesa mucho, y eso que muchos dicen querer a sus abuelas, madre, hermanas, novia, esposa, hijas, etc. Y los ciudadanos del este de Europa, no solo Alemania, pudieron sufrir el tsunamí de violaciones del Ejército Rojo en las carnes de sus abuelas, madres, esposas, hijas, con asesinato de millones de hombres, muchos tras tener que contemplar forzados, horrorizados, encadenados y heridos el espectáculo de ver a las amadas mujeres de su familia violadas por varios soldados semimongoles infrahumanos, antes de ser ellos mismos asesinados a tiros o pegarse un tiro por no poder soportar el dolor. Esto no se celebra en Normandía, que tanto contribuyó a ello. Se silencia en todo medio, incluso alemanes. No se salvaron ni las ancianas, ni las niñas, ni las monjas, todo cuerpo femenino satisfacía las ansias salvajes del soldado soviético. Eso si que es auténtica democracia y comunismo victorioso como han demostrado los hechos en las últimas ocho décadas, y lo de los «historietadores» pura fábula democrática de la «libertad» frente a la «dictadura» y el «racismo» (excepto con negros, indios, etc.), especialmente los de habla inglesa. Tanto angloamericanos, como soviéticos, acabaron dando la razón a Hitler sobre su carácter untermenschen. Y, hoy, se la siguen dando todos los políticos y sus votantes. Por eso, en plena guerra, era urgentemente necesaria su reclusión en campos de trabajo o de concentración como el de Auschwitz para la seguridad de Europa entera, pues a Stalin no le hubiese parado los pies nadie si no hubiese sido el tan odiado cabo austriaco alemán, al menos hasta el Elba.

Y Rusia soviética, el infierno vomitado sobre la tierra, sobrevivió a la anticomunista embestida del Eje gracias a la imprescindible ayuda militar y alimenticia de las aliadas y cómplices del comunismo, democracias angloparlantes, la de Winston Churchill y la de Eisenhower y Roosevelt (luego Trumman). Eso va al Día del Juicio Final se oponga a ello hasta tres generaciones en su práctica totalidad.
Pero a los angloparlantes de hoy, no les gusta que se les haga cómplices de Stalin y su Ejército Rojo, ni que se indague sobre el comportamiento violador de sus respectivos ejércitos en la parte oeste de Alemania complementando allí lo que los soviéticos perpetraban tras el «telón» con las doncellas alemanas, abuelas y bisabuelas de los alemanes actuales (los pocos que van quedando con tanto turco y soviético y mestizo) que cayeron bajo su avance. Y es que la pureza (castidad), tanto individual, como familiar, de la nación y de la raza o pueblo, es algo odioso para satanás y su estirpe o RAZA. Y los países angloparlantes son campeones de la pornografía y de todo tipo de degeneración desde tiempos inmemoriales. Pero la Palabra de Dios es la que es, los impuros no heredarán el Reino de Dios (1 Co 6, 9-11).

Ya lo dijo ese político conservador (como Miliki Milei, el fiestero Alvise y el polígamo Abascal), el borracho drogado carnicero de indios sir Winston Churchill ante muchos periodistas y para todo el UK: «Si Hitler invade el infierno, yo defiendo al demonio». Y tanto que lo hizo y que le ayudó a extender sus errores por todo el planeta como nos había prevenido la Santísima Virgen María en Fátima. Hay que ver la cantidad de subnormales que hubo entonces también…

Por eso, el conservadurismo es más falso que Judas Iscariote, aunque todo lo que tiene a su izquierda es decididamente eso, untersmenchen. Quien quiera quitarse de encima su ingenuidad puede si quiere.
Churchill NO defendió a su patria, que bien pudo haber sido invadida en el verano de 1940 por Hitler (su mayor error en la guerra es no hacerlo, confiando estúpidamente en que se avendría a negociaciones de paz) tras ser arrollados sus tommies hasta Dunkerke de modo implacable.
Churchill se alió a Stalin y atrajo a Roosevelt a esa demoníaca alianza. Dios ya habrá hecho Justicia con todos ellos. Quedará la sorpresa final para todas las generaciones que han seguido.
Churchill, entregó todo el este de Europa a Stalin y su picadora de carne roja, incluida su «amada» «colonia» polaca, por la que obligó a sus compatriotas a derramar su sangre y por la que perdió su Imperio, como Fernando VII perdió el español, mientras que los polacos fueron cabeza de turco del expansionismo soviético.
Churchill no defendió a Finlandia cuando Stalin intentó invadirla, como había hecho con Lituania, Letonia, Estonia, Polonia y Rumanía. Luego no luchó por la «democracia», aunque hoy se diga lo contrario en Normandía y su circo.
Churchill ocultó al mundo, junto a sus aliados yankees, los crímenes incontables que contra la élite polaca perpetró su aliado y cómplice Stalin exterminándola y enterrándola en incontables fosas como las de Katyn, apoyando la versión embustera de que fueron crímenes de los «nazis», aunque eso no se juzgó ni investigó en la farsa internacional de Nüremberg.
Churchill, como buen conservador, fue un mercader que especuló con la vida y el futuro de Europa, trayendo mucho más cerca de su isla los misiles nucleares de la triunfante URSS y la democracia popular soviética a media Europa, la más sanguinaria y liberticida de la historia hasta el presente, salvo que el PSOE la supere con sus cómplices actuales, que cerca está.
Churchill fue tan popular y querido en UK que nada más acabar la guerra le premiaron su vanidad subida a lo Carlomagno o Alejandro el Grande, echándole del gobierno los marxistas laboristas de Atlee, mientras que Franco, que le advirtió varias veces en la guerra del peligro rojo si no llegaba a una paz con Alemania, no paraba de darse baños de multitudes allí donde iba en España.
Churchill, como todo «fiel» conservador, tenía un criterio muy claro, similar al del buen judío cabalista especulador y mercader. En referencia a España y su Cruzada afirmó que si él hubiese sido español, él habría luchado en el bando de Franco, sin duda, pero como era inglés, él era partidario del triunfo de los rojos genocidas, paseadores y chekistas, a los que llamaba «republicanos», como hoy tanto «historietador» a sueldo de la mentira. NO se puede ser más consecuente con el ideal conservador. Manda el interés sobre todo otro tipo de consideración. Ahora bien, que nadie diga que ser conservador es compatible con ser cristiano, pues se engaña de la cabeza a los pies (no digamos ya de otra tendencia política). NO se puede servir a dos señores, que NO. Menos mal que todavía no había llegado el borracho al poder, pues España bien pudo haber sido en 1936 o en 1937 lo que Polonia acabó siendo en septiembre del 39.