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El día 30 de abril, en este mismo diario, Don José Miguel Pérez reclamaba un cirujano de hierro para “enderezar la despedazada economía”, la que dejará el virus chino, del que a día de hoy ni Simón ni nadie sabe prácticamente nada. Reclamaba, y ponía nombre a ese cirujano: Don Roberto Centeno.

A punto de cumplirse el primer tercio del siglo XXI, dicha reclamación hacía volar mí recuerdo a Don Miguel Primo de Rivera que, a punto de cumplirse el primer tercio del siglo XX, asumió esa función de “cirujano”, más atento al bienestar general de la nación que a sus medros y ambiciones personales.

Es indudable que España viene presentando un cuadro sombrío que se agrava con un gobierno socialista, absolutamente ineficiente y sectario, apoyado por lo peor del país: comunistas, separatistas y terroristas. Situación que viene a ensombrecer más el futuro que vislumbramos, a lo que añadimos una Jefatura de Estado absolutamente prescindible y sin suficiente respaldo popular.

Ahora bien, ¿necesitamos un cirujano?

Si es así, el paso del tiempo favorece a José Antonio, que fue uno de los personajes más brillantes de nuestra historia. Tan sólo aquel discurso que dictó en el Teatro de la Comedia le ha convertido en referencia obligada de todo proyecto de regeneración. Por eso, pese a todo intento por desalojarle de la escena nacional, su discurso permanece vivo, entrañable y operante. Basta que se le traiga al recuerdo.

Traerlo al recuerdo, como hizo en la Tercera de ABC (22-6-2009), con el título “Última advertencia”, Antonio Garrigues Walker, a propósito de las elecciones al Parlamento Europeo, celebradas el domingo 7 de junio de 2009, repitiendo los mismos argumentos de José Antonio sobre ese recurso de las democracias liberales, que son las elecciones.

Dijo Garrigues, uno de los grandes teóricos del liberalismo:

Ya se han celebrado unas elecciones (…), que anulaban de raíz toda posibilidad de acuerdo porque en el período electoral –cualquiera que sea su ámbito- los partidos políticos entran en un proceso de locura y desenfreno que les incapacita para actuaciones coherentes y sensatas. (…) Es culpa de una dinámica perversa que tolera e incluso alienta todo género de afrentas y abusos a la virtud de la objetividad y legaliza –esa es la expresión correcta- comportamientos sectarios absolutos y fanatismos verdaderamente tragicómicos.

Dijo José Antonio muchos años antes:

(…), porque el sistema funciona sobre el logro de las mayorías, todo aquel que aspira a ganar tiene que procurarse la mayoría de los sufragios. Y tiene que procurárselos robándolos, si es preciso, a los otros partidos, y para ello no tiene que vacilar en calumniarlos, en verter sobre ellos las peores injurias, en faltar deliberadamente a la verdad, en no desperdiciar un solo resorte de mentira y de envilecimiento. Y así, siendo la fraternidad uno de los postulados que el Estado liberal nos mostraba en su frontispicio, no hubo nunca situación de vida colectiva donde los hombres injuriados, enemigos unos de otros, se sintieran menos hermanos que en la vida turbulenta y desagradable del Estado liberal.”

Traerlo al recuerdo, porque con toda seguridad le había leído, como hizo el reputado intelectual, autor de una extensa obra de filosofía-política, Leszel Kolakoswki (Radom, Polonia, 23 de octubre de 1927 – Oxford, Inglaterra, 17 de julio de 2009), tras su conversión desde el marxismo, proponiendo una alternativa a la dicotomía marxismo-capitalismo: porque sin calificar de atractivo al capitalismo, lo considera mejor que el comunismo; y porque no le niega al socialismo la aportación decisiva que hace como crítica al capitalismo por cuanto la libertad económica no puede ser absoluta”.

Alternativa que no es nada novedosa para nosotros, españoles, pues muchos años antes ya la había expuesto primero como intuición y después con precisión conceptual un joven aristócrata español, abogado de profesión y oficio, José Antonio Primo de Rivera.

Dijo José Antonio el 29 de octubre de 1933 en el teatro de La Comedia:

«Ahora, que el socialismo, que fue una reacción legítima contra aquella esclavitud liberal, vino a descarriarse, porque dio, primero en la interpretación materialista de la vida y de la Historia; segundo, en un sentido de represalia; tercero, en una proclamación del dogma de la lucha de clases».

Por lo que Leszel Kolakoswki, muchos años después, y desde la experiencia de la que careció José Antonio, llega a las mismas tesis a la que llegó el conferenciante del Teatro de la Comedia.

Cinco ideas convengo destacar en José Antonio:

1ª. Para José Antonio la cultura occidental se encontraba en un momento de decadencia tal, que podría verse abocada a desaparecer si no se tomaban medidas; si no se daba una respuesta a aquella situación de encrucijada, cuyas categorías quedaban definidas en tiempo/espacio, destino/causalidad. Por eso, porque no especula, lejos de situarse en el idealismo romántico, se sitúa en el realismo, que es desde donde integra toda su visión y su alternativa, porque es en el tiempo concreto donde se realiza y se hace efectivo el ser interior y profundo de la vida: los hechos y el acontecer. 2ª. José Antonio maneja con gran originalidad múltiples y amplios datos del conjunto de la historia, que resultan fundamentales en su esfuerzo por enlazarlos y comprenderlos intrínsecamente, y a partir de ellos concibe un orden natural intrínseco a cualquier sistema dado, pasando por el cosmos mismo (…“Antes, en otras épocas más profundas, los Estados, que eran ejecutores de misiones históricas, tenían inscritas sobre sus frentes, y aun sobre los astros, la justicia y la verdad”…), porque todo debe cumplir obligatoriamente un orden en su desarrollo y manifestación. Y este orden es generalizable a todos los niveles de la realidad. 3ª. Para José Antonio el individuo tiene siempre una importancia mayor que el grupo o la clase. Asimismo, no siendo racional el igualitarismo, afirma cierto elitismo, porque sólo una minoría, una élite, accede al valor de la vida, superando el miedo a la muerte y afrontando el propio destino. 4ª. José Antonio, como Joaquín Costa en su tiempo con Oligarquía y caciquismo, introduce en el discurso político la “teoría social”: Discurso del teatro de La Comedia, que recogía también el gran proyecto conservador de Maura de la “revolución desde arriba”, en un intento de movilización política de la población. 5ª. José Antonio no era un político de circunstancias ni un pactista, sino un líder con un proyecto, el gran proyecto que la derecha nacional, referenciada en el Directorio que presidió su padre, no había podido llevar a cabo, reformar desde arriba la vida nacional para cuya empresa tenía un completo plan de reformas.

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No digo que la elección de Don Roberto Centeno no fuera positiva, que lo sería. Pero si ha llegado la hora de regenerar España hay que volver a José Antonio.

Autor

Pablo Gasco de la Rocha